Especial para Rebelión El pasado lunes, 4 de agosto, Lidón Soriano llegó a Palestina con el objetivo de unirse a un grupo de brigadistas del ISM (International Solidarity Moviment). Estos internacionalistas pretenden, durante estos días de agosto, ser testigos y denunciar la situación en la que se encuentra el pueblo palestino. Lidón ha estado enviando sus vivencias diarias, para que sean publicadas en Rebelión. Problemas técnicos y de coordinación han hecho imposible, hasta el día de hoy, la publicación de estas crónicas. Una vez solucionados los problemas, esperamos contar con ellas durante los próximos días.
(Lunes 4 de agosto)
Hola compañer@s del mundo:
El domingo entramos en el país, después de atravesar la frontera norte Jordano-israelí, tras un interrogatorio a conciencia y un cacheo exhaustivo del equipaje (detector de explosivos incluido). Nos tuvieron tanto tiempo esperando que salimos anocheciendo y ya no quedaban taxis.
Nos hemos alojado en el hotel donde se hospedan la mayoría de internacionalistas, así que esperamos pronto hacer contactos y empezar a participar en acciones y protestas varias.
(Miércoles 6 de agosto)
Las cosas van viento en popa, ayer fuimos a Jenin a visitar una familia con la que estuvimos el verano pasado. La ida fue relativamente fácil, sólo tuvimos que pasar un checkpoint y coger dos taxis. Al llegar al campo de refugiados quedamos impresionadas porque habían limpiado de escombros toda la "zona 0" y todavía no hay ningún proyecto de la ONU de reconstrucción de la zona.
Aunque no se sabe muy bien qué se va a hacer, lo que es seguro es que no serán casas para la gente que tuvo/pudo salir de allí, los días de la masacre, para refugiarse en casas de amigos y familiares. Y ahí siguen, sin ningún tipo de ayuda ni compensación.
La familia que fuimos a visitar se llevó una gran alegría. Nos dieron la terrible noticia de que el padre había muerto hacía un par de meses (sin embargo, no lo decían con pesar), y que el hermano mayor seguía preso. Lo detuvieron unos días antes de llegar nosotras el año pasado, justo cuando su mujer de 28 años (a la que hemos tenido el placer de conocer ahora) estaba pariendo su sexto hijo, ˇtodo un detalle! Creen que le quedan cinco años de cárcel. Su delito: ser hombre joven, vivir en el campo de refugiados de Jenin y ser palestino.
Estuvimos dando una vuelta para ver los cambios acaecidos en un año. Salvo "la zona 0", el resto estaba básicamente igual, la gente ha intentado reconstruir sus casas. Pero entre que no tienen trabajo (por lo tanto, tampoco dinero) y que no les llegan suficientes materiales, pues van haciendo lo que pueden, que es prácticamente nada. Para colmo, nuestra familia nos comentó que las ayudas que recibían de la ONU acababan de finalizar. Si les llegaba poco (2 l. de aceite/tres meses/adulto, 3 Kg harina/tres meses/adulto, 3 Kg arroz/tres meses/adulto, 5 Kg leche en polvo/tres meses/niñ@) ahora les va a llegar nada.
Lo que sí nos llamo enormemente la atención fue el movimiento en las calles, la cantidad de coches que circulaban, el bullicio... ya que el año pasado, al estar bajo toque de queda casi permanentemente, habíamos vivido en una ciudad desierta, sin vida, silenciosa. Silencio sólo roto por los gritos de l@s niñ@s en los tejados, donde tenían que pasar horas e incluso días (a pesar de que eso estaba también prohibido, ya que los toques de queda obligan a permanecer en el interior de las casas) y el sonido sordo, aterrador y taquicárdico de los tanques.
El regreso a Jerusalén ha sido bastante más accidentado, hemos pasado tres checkpoints y cambiado cuatro veces de taxi.
En el primer control han dejado pasar a todos menos a nosotras y a un rumano. Cuando el soldado de ocupación me ha preguntado qué hacíamos por allí, y le he contestado que de vacaciones, ha empezado a reírse de nosotras.
ˇCómo cambia una risa, de salir de una boca sana a salir de un gordo asqueroso, repleto de munición, chaleco antibalas y ametralladora!
Obviamente no nos creyeron y nos tuvieron un buen rato, haciendo marchar a nuestro taxi, y finalmente hemos tenido que buscar otro vehículo.
En fin lo de siempre, unos terroristas (porque los soldados judíos sí que producen terror) legalmente aceptados y bien vistos, obligando a los seres humanos a identificarse incluso dentro de su propia tierra.
Hemos contactado con los del Movimiento de Solidaridad Internacional y pasado mañana iremos a hacer unos talleres con ellos.
Saludos desde esta tierra maravillosa, llena de gente encantadora que continua resistiendo.
(Jueves 7 de agosto)
Hoy no hemos podido realizar el plan previsto (ir a Hebrón) por problemas de la persona que iba a llevarnos. Así que hemos decidido visitar Jaffa, una ciudad costera muy próxima a Tel-aviv.
El contraste es brutal. En una hora se pasa de un paisaje árido, inhóspito, difícilmente habitable (como es la mayoría de la Cisjordania que aún no les ha sido robada a los palestinos), a encontrarte en cualquier ciudad del levante español, con sus playas, sus grandes edificios y sus buenísimas carreteras.
Revuelve las tripas contemplar las tierras tan lindas y prósperas que les han arrebatado y dan realmente nauseas, saber a qué tierras les han llevado y, sobre todo, en que condiciones les están obligando a vivir.
La mayoría de los "habitantes" del campo de refugiados de Jenin provienen de Haifa, otra ciudad costera. Algunos de ellos eran pescadores. Hoy en día viven hacinados, en sus casas a medio construir o medio destruidas, con los cristales todavía rotos por las hondas explosivas, con las paredes aún llenas de agujeros producidos por las balas, morteros y granadas. Con carreteras de tierra, y alguna asfaltada, con las huellas de los tanques marcadas sobre el firme. Con cucarachas, ratas y suciedad, porque otro de los deportes de moda entre los soldados judíos es destruir las, ya de por si débiles, infraestructuras urbanas, como desagües, pozos ciegos o depósitos de agua.
Y sobre todo tienen que vivir sin el sonido de las olas del mar, sin el olor a salitre, sin la brisa marina, sin la visión de ese mar, de su mar, de nuestro mar.
Quizá para algunos de vosotr@s no sea muy importante, pero para los que somos de mar, los que hemos crecido con el mar, sólo su ausencia ya es una tortura.
Porque, por supuesto, los palestinos no pueden ni siquiera acercarse. Por no poder, casi no pueden ni salir de sus casas, de su ciudad. Se tienen que contentar con sus recuerdos, que relatan en cuanto tienen ocasión, como para evitar que se les terminen olvidando.
Me resulta difícil contener las lagrimas cuando pienso cómo deben encontrarse esas personas, qué deben sentir al ver cómo tienen que crecer sus hijos, sabiendo que no pueden conocer el mar, su mar, nuestro mar.
Es difícil contener las lagrimas cuando tus ojos se cruzan con los de una madre acuclillada en un checkpoint con cinco niños pequeños asustados, que no entienden que hacen allí, porque tienen que estar durante minutos y a veces horas en ese sitio, bajo un sol de justicia.
Es difícil contener las lagrimas cuando ves cómo un soldado de apenas 18 años trata a un anciano. Cómo el soldado le pega con la culata y le grita que se espere, que se calle, cada vez que el anciano le pide que le deje pasar, que sólo va a ver a su hijo.
Es difícil contener las lagrimas cuando una mujer te da un fortísimo abrazo porque le has ayudado a llevar sus múltiples y pesadas bolsas hasta el autobús.
Mujeres doblemente doblegadas, mujeres que llenan de admiración, mujeres llenas de dignidad, mujeres con una fuerza difícil de explicar, mujeres que sacan adelante 6, 8, 10 hijos, en unas condiciones terribles, mujeres que dicen parir hijos para la Intifada y, aun y todo, sonrien.....
Hace unos minutos, debajo de nuestro hotel (en la puerta de Jaffa) había un paquete "sospechoso". En cuestión de segundos, han acordonado la zona impidiendo que nadie se acercara. El lugar se ha llenado de policía y militares.
Han venido los artificieros, han puesto una pequeña carga y lo han explotado. No era nada, solo una bolsa abandonada.
Pero es su cultura, la cultura del miedo, de la desconfianza. La cultura de salir de paseo con el fusil al hombro, la cultura del que sabe estar actuando mal y no puede dormir tranquilo.
Y no le dejaremos dormir tranquilos mientras sigan aquí, mientras sigan ocupando las tierras palestinas, mientras sigan humillando a su gente.
ˇViva la Intifada! ˇViva Palestina!
(Sábado 9 de agosto)
Durante estos dos días hemos estado un total de 46 personas encerradas en un hotel en Beit Sahour, al ladito de Belen. Haciendo un taller de no-violencia con los de ISM (International Solidarity Moviment).
Ha sido muy interesante, aunque el idioma (el del imperio, of course) ha supuesto una barrera en más de una ocasión. Ha sido muy agradable compartir estos días con gente de nacionalidades varias. Muchos americanos, daneses, austriacos. Muchos italianos, alemanes, franceses... e incluso dos israelíes.
Al final del taller nos hemos repartido en grupos y destinos. Como nos hemos juntado con un grupo de catalanes, se ha acordado que puesto que la mitad no hablaban inglés estaríamos todos juntos en la misma zona.
Mañana salimos hacia Tulkarem, y quizá el martes participemos en Qualquilia en una acción, con muchos internacionales y palestinos, que se está preparando para protestar por la construcción del muro y la especial situación en que están dejando a Qualquilia.
El muro tiene diferentes formas según las zonas por donde pasa, intereses de la comarca, riqueza de las tierras, resistencia de sus habitantes, etc.
En Qualquila el muro es de ocho metros de alto y tiene una red electrificada y, además, rodea la ciudad de forma que la están convirtiendo en una verdadera prisión, impidiendo a la vez el acceso de los agricultores a sus tierras, con todo el significado que ello conlleva, no solo económico, sino sobre todo afectivo por la ligazón que estas personas tienen todavía con la madre tierra.
Quizá no pueda escribiros durante varios días ya que en Tulkarem vamos a estar en un campamento donde no hay luz.
Pero bueno, intentaré retener al máximo los acontecimientos en mi cabeza, porque en mi corazón ya se quedan mucho tiempo ellos solitos.