Con China deviniendo una potencia regional, Japón esta reconsiderando su política exterior. Siendo una pequeña y angosta isla nación, sus suministros primarios son importados. Japón es consciente que su vital comercio marítimo podría ser amenazado, de transformarse China en una gran potencia marítima. No estando conectados al continente, los puertos Japoneses podrían ser fácilmente bloqueados. Esta debilidad geográfica es la razón por la cual Japón ha dependido fuertemente de EEUU en materia de seguridad a partir de la caída del Imperio Japonés en la Segunda Guerra Mundial.
El gran comercio de Japón con el Sudeste Asiático es protegido por la Armada de EEUU, la cual ejerce una influencia significativa en Asia. Pero con China deviniendo un potencial adversario, Japón esta repensado su política de paz post-Segunda Guerra Mundial y pronto podría ser una más entre las naciones que poseen su propias -ya normalizadas- fuerzas armadas para proteger sus intereses.
La constitución de Japón le prohíbe tener una fuerza militar. El artículo nueve, dice explícitamente, "fuerzas de aire, mar y tierra, así como otro potencial de guerra, nunca serán mantenidas." Pero luego de Setiembre 11, en un gesto simbólico, Japón pasó la Ley de Medidas Especiales Anti-Terrorismo. Esta ley autorizó a Tokio a mandar sus fuerzas militares al océano Índico para asistir en la campaña liderada por los EEUU contra el Talibán en Afganistán. Estas tropas activamente re-aprovisionaron a barcos de guerra británicos y estadounidenses usados en la campaña afgani.
Con la campaña afgani mayormente terminada, la administración Bush le ha pedido a Tokio que esta envíe destructores ofensivos Aegis al océano Índico. El Primer Ministro Japonés Junichiro Koizumi declinó, preocupado por la respuesta asiática a un Japón militarizado. Pero los EEUU continúan disuadiendo a Japón, presionando aún más a Koizumi para que este apoye una futura invasión a Irak de una manera similar a lo ya visto durante la campaña afgani.
Las actuales leyes japonesas anti-terrorismo, pasadas para contener a sus fuerzas armadas, están limitadas a Afganistán, sin embargo, muchos, tales como el Jefe de las Fuerzas de Defensa, Hisahiko Okazaki, creen que esto puede ser cambiado con una pequeña modificación a la presente ley.
A pesar de su pasado expansionista, en Japón existe todavía un sentimiento nacionalista entre personas ansiosas por ver al país transformarse nuevamente en una potencia militar. Si bien su poder es limitado, este sentimiento tiene la posibilidad de ganar fuerza, si la economía japonesa continúa trastabillando mientras que la china crece a un ritmo mayor al 7 por ciento. Ahora que China es parte de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA), Pekín se fijará de cuidar sus intereses en el Mar Chino del Sur. Los nacionalistas japoneses temen que una China pro-activa amenazará los intereses comerciales del Japón y lo dañaría económicamente.
China mantiene una mirada atenta sobre Washington dado que esta última ha estado persuadiendo a Japón para que este refuerce sus fuerzas armadas. Pekín es consciente de que Japón podría rearmarse rápidamente debido a su ventaja tecnológica y conexiones con los EEUU. Los líderes chinos son también escépticos de un Japón más poderoso porque la isla nación los ha atacado dos veces en el pasado. Además China teme que un Japón beligerante pueda devenir un brazo intruso de los EEUU. Esto complica tanto el deseo chino, como la resistencia estadounidense, a reunir Taiwán con el continente. Para prácticamente todos los chinos, inclusive ex-nacionalistas en el gobierno de Taiwán, la reunificación no es negociable.
En el pasado, cuando Taiwán amenazó con declarar su independencia, Pekín soportó las amenazas estadounidenses y advirtió que invadiría Taipei antes que permitir el alejamiento de la provincia.
China, esperanzada que esta reunificación llegará pacíficamente, teme que los EEUU demande al Japón que interfiera con el deseo chino de reunificar Taiwán. Del conjunto de temas entre China y sus vecinos, la reunificación con Taiwán es el que trae consigo la mayor amenaza de conflicto militar. Esto no lo desean ni China ni Japón, ambos países cada vez más conectados comercialmente. Sin embargo analistas chinos temen que tales esperanzas sean destruidas por un agresivo post- Setiembre 11 EEUU. En caso de conflicto, EEUU continental estaría lejos de la lucha mientras que Japón sería muy probablemente arrastrado a ella en forma directa. Temiendo ser aislado, Japón sería incapaz de distanciarse de los EEUU. De ser abandonado, Japón sería rápidamente sobrepasado en influencia y poder económico por una China en expansión.
Si bien muchos en EEUU quieren continuar beneficiándose del más que mil-millonario mercado consumidor chino, la administración Bush no quiere que China sobrepase a EEUU en poder e influencia. Esto ha resultado en un estilo bipolar: por un lado la administración Bush está trabajando con China en materia económica; por otro, está encontrando formas de contener al creciente gigante. Esta política puede observarse en el plan estadounidense de construir un escudo defensivo anti-misil para proteger al Japón.
Usando a Corea del Norte como justificación (dado que no pueden admitir que China es un adversario), los EEUU han reunido apoyo para un escudo defensivo anti-misil. Es posible que los EEUU estén manteniendo viva la amenaza de Corea del Norte, como manera de ganar tiempo para la creación de un escudo defensivo.
Ciertamente, China ha demandado que el sistema propuesto sea lo suficientemente limitado como para no negar su propia capacidad militar. Pekín ha advertido que un escudo 'a todo riesgo' la presionará a adquirir más y mayores armas; estas armas no serían usadas para atacar a Japón y los EEUU, sino para preservar su soberanía. Los EEUU no podrán dictar condiciones a China si Pekín posee un arsenal formidable de armas. En el caso de China sentir que su potencial económico sería restringido por los EEUU, el escudo podría también presionarla a establecer mejores relaciones con Rusia.
Debido al enorme potencial económico de China, su política actual está diseñada alrededor de paz y estabilidad. Ella ha estado buscando el establecimiento de la Zona de Libre Comercio ANSEA-China (ZLCAC), el mercado unificado más grande del mundo. La carta impredecible es los EEUU. Además de la línea dura en la administración Bush, la nueva Líder de la Minoría en la Cámara de Representantes [Diputados], la demócrata Nancy Pelosi, es una fuerte y abierta crítica contra al aumento de las relaciones con China. Pelosi ha alimentado tensiones con China mediante su constante apoyo a mayores ventas estadounidenses de armas a Taiwán y ha demandado que no se establezca comercio libre con China.
Pekín es bien consciente de la animosidad que contra ella tienen ambos bandos del espectro político en Washington, y esta es una de las razones por las cuales ha estado esforzándose por algún tipo de alianza con la OTAN, cuya influencia está expandiéndose hasta las mismas fronteras con China. El país no desea finalizar en el lado opuesto de esta creciente alianza militar. Pekín también esta nerviosa por el repentino aumento de bases militares estadounidenses que ahora rodean a China; las hay hacia el este de Japón, hacia el sur en Corea del Sur junto con el apoyo militar a Taiwán, y ahora hacia el oeste en Kirgistán. Puede muy bien ser que el deseo chino de ser tratada como una inofensiva potencia económica sea ignorado por Washington. Erich Marquardt redactó este reporte; Matthew Riemer contribuyó. Traducido por Jorge Woods
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