Cuando en sus tiempos más gloriosos el Partido Popular le quiso poner un nombre que sonara simpático a aquella estrategia de desarrollo económico que con los años resultó ser la madrastra de la dependencia, la llamó 'manos a la obra'. Si hubiera continuado esa costumbre de bautizar los programas ancla de cada gobierno, pudiéramos haber debatido, por ejemplo, si la administración Rosselló se debió haber catalogado como una de 'manos afuera', por la dejadez de aquellos encargados de velar por la honestidad en la administración gubernamental o 'manos adentro', por lo que se dedicaron, desde el poder, a robar del tesoro público..
La administración Calderón, por su parte, si bien no se ha librado de tener sus propios problemas de corrupción e ilegalidad, será especialmente recordada por su actitud de completa rendición; ésta es la administración de 'manos arriba'. O sea: a ellos, que los registren, que los asalten o que los arrastren, que cuando llegue el abusador que a través del gobierno pretenda ultrajar al pueblo de Puerto Rico, si acaso le dirán que, como en Hacienda, 'estamos para servirle'..
De esa actitud de darse por perdidos sin haber siquiera llegado a la batalla, hemos tenido evidencia abundante en el caso de Vieques, con la apocada visión de la Gobernadora, primero respecto al cese del bombardeo y ahora hacia la limpieza y devolución de los terrenos; en los amagos estériles para que se reconozca a nuestro país como miembro pleno de organizaciones internacionales; en el abandono de la industria de la caña y en la entrega a los intereses de los privatizadores en los negocios con Ondeo, la administración de residenciales y el manejo de los programas de adicción y salud mental..
Parece que nada de eso satisfizo la vocación masoquista de la señora Calderón, así que, para certificarle al mundo que aquí, gracias a su administración, estamos para servirle de 'chata' a quien guste, el Departamento de Justicia suscribió el acuerdo fatal que pondrá fin a los esfuerzos para detener la voracidad de la megatienda estadounidense Wal-Mart. Lo de acuerdo o transacción es el nombre que lleva el documento que se radicará en el tribunal, pero hablando en plata, lo que la Secretaria de Justicia nos quiere vender como la maravilla parece más una lista de deseos preparada por los abogados de Wal-Mart que el resultado de una negociación seria..
Celebra el gobierno de Puerto Rico que como condición para la adquisición de los supermercados Amigo, Wal-Mart viene obligado a retener el mismo número de empleados a tiempo completo que Amigo tiene ahora, y a comprar la misma cantidad de productos nativos. ¡ No me digan! La empresa más poderosa del mundo va a duplicar su presencia en el mercado puertorriqueño y va a emplear la misma gente y a adquirir la misma mercancía. ¿De verdad a nadie, a nadie en Justicia se le ocurrió sugerir, así, con tacto y cortesía para no ofender, que como mínimo deberían expandir las oportunidades de empleo y las adquisiciones a productores boricuas en una proporción similar o mayor a la del crecimiento proyectado? En otro renglón, Wal-Mart dispondrá de dos de los supermercados Amigo en Bayamón mediante venta a Supermercados Máximo (de cuyo papel como comprador bona fide ha expresado dudas públicamente la Secretaria de Justicia) o a otro comprador. Sin embargo, nada impide que en un futuro Wal-Mart establezca otras tiendas en esa misma región..
Lo más penoso de esta transacción es todo lo que se quedó en el tintero. La idea de llevar el pleito en alzada, luego de la decisión adversa del juez federal Pérez Giménez -señalada por la comunidad jurídica en Puerto Rico como un soberano disparate- era lograr una expresión judicial clara sobre el alcance de la Ley Antimonopolios de Puerto Rico, que a diferencia de ley federal, no sólo establece un límite a la participación en el mercado, sino que provee para la protección del pequeño y mediano comerciante. Ese asunto, así como el del reconocimiento de las cadenas de distribución existentes en el país, era neurálgico en este caso. Se trataba de temas tan importantes como herramientas para frenar aquí y en otras jurisdicciones la invasión de las megatiendas, que veintiocho estados norteamericanos respaldaban el reclamo del Departamento de Justicia. Pero el interés que un día era vital, al otro día se hacía sal y agua..
Haber transado un pleito en el que el gobierno de Puerto Rico tenía todas las posibilidades de ganar, y aceptar ese acuerdo debilucho que sólo beneficia a Wal-Mart, es una traición a los intereses del comerciante puertorriqueño, y una cobardía que torpemente se quiere disfrazar de triunfo. La pregunta es: ¿por qué quedar tan mal ante el país cuando Justicia pudo haber regresado del tribunal de Boston con una gran victoria? El móvil para ese desgano que los lleva a ponerse a los pies de las megatiendas -hoy es Wal-Mart, mañana quién sabe qué más- no es otro que el desvelo del gobierno de Puerto Rico por proyectarse como un territorio amigable a lo que sea norteamericano. Lo que vemos en el caso de Wal-Mart, como a través de toda la política económica de este gobierno, es la zalamería incondicional hacia el extranjero. El de aquí, que arree. Así es, por si no se habían dado cuenta, que funciona la agenda puertorriqueñista de la administración Calderón. Al que proteste, cuidado. El abogado de la Coalición Puertorriqueña tuvo el atrevimiento de solicitar, a nombre de los comerciantes y distribuidores, que se reconsiderara el acuerdo. Con prontitud, la Secretaria de Justicia le envió una cartita en la que lo tildó de insolente, irresponsable, incompetente, poco serio y 'sin capacidad de ninguna índole' para cuestionar al Gobierno. Pero es que así trabaja este 'gobierno de consenso' y a la hora de la verdad, así es que trata esta administración a la sociedad civil cuando se creen que su papel es el de confrontar y no el de asentir..
El mensaje está claro. A quien pueda interesar: la Gobernadora y la Secretaria de Justicia le dan la más calurosa bienvenida a las megacompañías golosas, los inversionistas tramposos y los privatizadores de historial turbio. Aquí los esperamos, no con los brazos abiertos, sino con las manos arriba, listos para el abuso y el maltrato.