Latinoamérica
|
19 de marzo del 2003
El combate de Lula
Alberto Amadei
Adital
Si el interés no cae, la economía no funciona y los salarios disminuyen. Con intereses más altos, el endeudamiento crece. Si la deuda crece, más recursos son substraídos del presupuesto fiscal para saciar a los acreedores. Así, adiós a las políticas sociales. En pocas palabras, ése es el desafío de Lula..
Recientemente, hasta el Programa Hambre Cero, que es el más apreciado por Lula, perdió R$ 34 millones de reales, que le fueron substraídos por cuenta del aumento del sacrificio fiscal de recetas, cuyo objetivo es disponer más recursos para los pagos de intereses de la deuda pública..
La carga tributaria para garantizar el allanamiento de la deuda hizo aumentar la presión fiscal, entre 1995 y 2002, del 28% al 36% del PIB. La clase media empobreció. La actividad económica deprimida hizo caer el salario real medio, en reales, de R$ 1.200,00 a R$ 800,00 en el mismo período..
Hay una expresión muy utilizada recientemente en Brasil: "tarea hogareña". Es nada más ni nada menos que la disciplina colegial para pagar a los acreedores, que exigen de Brasil tasas mayores..
Los intereses para defender el cambio de una mayor desvalorización e inflación tienden a subir más. Tasas de interés mayores de un dígito es gasolina en la hoguera de la deuda pública. La "tarea hogareña", por lo tanto, va a aumentar. Es decir, ya aumentó, de 3,88% a 4,2% del PIB. Eso significa la obligación de aumentar la economía de recaudación de R$ 52.000 millones a R$ 68.000 millones para pagar los intereses de una deuda que siempre aumenta..
No existe, así, crecimiento a la vista, porque la dureza de la política monetaria no lo permite. Desde el punto de vista macroeconómico, el desempleo continúa dramatizando la vida de los brasileños..
El centro de decisión de la economía y el núcleo duro de la política estratégica están hoy fuera del país. Entregados a grupos de intereses extranjeros en los países hegemónicos..
Lula, en razón de esto, ciertamente no ha dormido bien, aunque demuestre un optimismo y disposición envidiables para vencer la herencia maldita que recibió. Lula no tiene dudas de que tiene que sacar al país de la trampa del endeudamiento, en la que fue enredado por la "Era de FHC" (Fernando Henrique Cardoso)..
Su misión, sin embargo, es aún más difícil que los doce trabajos de Hércules. El ex-lustrabotas, ex-albañil, ex-tornero mecánico, ex-subversivo, ex-sindicalista, ya comió el pan que el diablo amasó y mantiene un ritmo intenso de articulación para garantizar las condiciones de gobernabilidad para cambiar el curso de las cosas..
La población brasileña - particularmente los de abajo - da señales claras de que confía en el presidente de los trabajadores, aunque su gobierno sufra una previsible baja de popularidad medida por institutos de investigación. Mientras el 60% consideraba su gobierno bueno en el inicio del mandato, ahora es el 52% los que piensan así, mientras la minoría pesimista se duplicó, del 3,5% al 7%..
Lula combate como si estuviera en campaña. Se lanza a todos los frentes. Sabe que, al final de cuentas, sólo el pueblo le dará sustentación y tiempo para hacer lo que tiene en la cabeza y siente en el corazón..
* Economista
Traducción del portugués: Daniel Barrantes (Argentina), bvr@ciudad.com.ar