Desde que llegó al Palacio del Planalto, Lula da Silva ha conquistado nuevos admiradores. Uno de los mas recientes es Antonio Ermirio de Moraes, un riquísimo hombre de negocios paulista, dueño del hólding Votorantim. El empresario paso el 2002 con el alma envenenada por el ascenso irresistible del actual presidente brasileño. Hasta la victoria de Lula, no lograba disimular su escaso aprecio por el entonces candidato del Partido de los Trabajadores. Hoy no le alcanzan los adjetivos para elogiar las capacidades del "compañero presidente".
También cayó seducido por el jefe del nuevo gobierno brasileño el banquero William Rhodes, presidente internacional del Citibank. Generalmente parco, como todo gran ejecutivo, y poco afecto al contacto con la prensa, el miércoles por la tarde al salir de una entrevista con el ministro de Industria, Luiz Fernando Furlan, se paró por propia iniciativa para conversar con un grupo de periodistas. Sólo se le escucharon decir maravillas.
Pero la creciente aproximación de unos comienza a alejar a otros. Ciertos amigos de antes empiezan a sentirse entre incómodos y decepcionados. No tanto por los discursos de Lula da Silva, que no pierden la fuerza de antaño, como por las medidas económicas que viene adoptando.
Dirigentes de 27 gremios estatales -que agrupan empleados públicos nacionales, provinciales y municipales-enfilaron sus cañones contra Brasilia. En una carta abierta advirtieron, ayer, que el gobierno "está por quebrar el pacto social con el sector". La pelea es por la reforma del sistema de jubilaciones que según los gremialistas estatales "suprimirá derechos adquiridos, con el objetivo de crear fondos privados de pensión". Amenazaron lanzar una huelga general si el proyecto de reforma prospera en el Parlamento.
Desde un enfoque mas político, Fabio Konder Comparato, un conocido intelectual del PT, criticó al gobierno de Lula por "tratar derechos fundamentales de los trabajadores bajo la óptica neoliberal". Y enrostró al equipo económico, conducido por el médico Antonio Palocci, "ya no de poner el carro delante de los caballos sino los banqueros por delante de las personas".