LA FOGATA SE SOLIDARIZA CON EL CRO. CARLOS del FRADE
A todos los compañer@s y organizaciones que resisten a la pérdida cotidiana de libertades:
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Rosario se solidariza por la grave situación, de larga data, que vive el periodista Carlos del Frade, investigador y colaborador permanente , no sólo de nuestra organización, sino de todos aquéllos que quieren un mundo mejor.
Al compañero Carlos recurrimos , no sólo personalmente, sino a sus numerosísimos trabajos, a sus imperdibles libros, a sus innumerables charlas, que siempre son cedidos sin exigir nada a cambio, cuando necesitamos investigaciones serias y certeras.
Defensor irrestricto de los Derechos Humanos, entre ellos la libertad de prensa y expresión, ha participado en las luchas junto a sus compañeros de trabajo, hasta sus reiterados despidos, sin hipocresías ni mezquindades, y está pagando por su hombría de bien y su firmeza frente a los poderosos con hechos puntuales como cuenta en su carta.
Es por esto que consideramos un deber ineludible apoyarlo , de todas las formas que veamos posibles.....sin olvidar las imposibles.
En nuestro caso, una de las medidas , es solicitar a todos los que lean esta carta, que como queda claro no saldrá en ningún medio de difusión masivo, envíen sus opiniones, solidaridad, etc., a nuestro correo, con copia al de Carlos (figura abajo)
apdhrosario@yahoo.com.ar
delfradec@infovia.com.ar
A quien tenga ganas de leer:
Al borde de cumplir cuarenta años, después de haber ganado varios "Martín Fierro", distintos concursos nacionales periodísticos y literarios, protagonizado centenares de charlas, publicado una veintena de ensayos e iniciado investigaciones que todavía hoy forman parte de la llamada agenda diaria; me encuentro con que las principales radios AM de la ciudad de Rosario me niegan el derecho de conducir un programa pago por un gremio por razones que solamente responden a una sistemática censura que hunde sus raíces en el rol personal desempeñado durante el cierre del diario "El Ciudadano & la región", en mayo de 2000.
En noviembre de 2002, mientras el programa "Apuntes" se desarrollaba todos los sábados de 8 a 9.30 por Radio Nacional Rosario, una extraña cadena nacional puso fin a sus emisiones aunque dijeron que no se trataba de censura ni que el proyecto había dejado de interesar. A tres meses del hecho se insiste en la extraña figura de que fue "suspendido por tiempo indeterminado".
A fines del año pasado, luego de algunos contactos con personal directivo de LT 8 y del Multimedios "La Capital", la respuesta fue una negativa a mi presencia en el micrófono.
Y hace pocos días atrás, un "mandadero" -tal como él se definió- del verdadero dueño de LT 3 dijo que no podía trabajar porque en "algún momento" escribí cosas que no le gustaron al patrón. Curiosa sinceridad de un hombre que alguna vez fue sinónimo de democracia informativa en la ciudad de Rosario.
En LT 2, cuando "Apuntes" fue levantado de LT 8, durante más de un mes se generaron negociaciones que finalizaron en la frase: "A la radio no le interesan los programas gremiales". Es necesario decir que "Apuntes" ganó un Martín Fierro al mejor programa periodístico del interior del país y obtuvo otras tres menciones similares y que incluyó "la mejor labor periodística del interior".
De tal forma, a principios de febrero de 2003, no hay lugar para el programa pago por uno de los sindicatos más importantes de la provincia en una radio AM de Rosario.
Toda una señal para el resto de la sociedad.
A esto hay que agregar que tampoco se publica mi presencia ni en las gacetillas o crónicas que se hacen de los actos a los que se me invita a participar, desde congresos hasta conferencias; sino también se niega la cita de la fuente consultada cuando se trata de un trabajo personal; especialmente en los diarios "La Capital" y "El Ciudadano".
El único delito que cometí fue denunciar a las patronales, la concentración de medios de comunicación y la necesidad de contar con una noticia obediente, una exigencia que baja de las direcciones de los medios para que los periodistas pidan permiso para hablar o escribir. Lucha colectiva con un altísimo costo individual.
La batalla es brutalmente despareja.
Condenado a sobrevivir de changas en distintos medios alternativos, la censura deja de ser personal para convertirse en un peligroso signo para la democracia en la ciudad y la provincia.
Resulta curioso, además, la naturalización de la censura de parte de aquellos dirigentes políticos, sociales, gremiales y hasta colegas que supuestamente combaten contra la concentración informativa y distintas formas de injusticia que toman el caso como una cuestión importante pero supuestamente inmodificable convirtiéndose en cómplices de los que deciden qué y quiénes informan en la zona sur de la provincia.
Así como le ocurrió a la Asamblea Provincial por el Derecho al Agua y al histórico dirigente Héctor Quagliaro, los medios masivos de comunicación de amplitud modulada silenciarán trabajos, actividades y puntos de vista políticos que no son los de sus intereses y amigos.
Parece extraño pero nadie con entidad política, gremial e institucional ha reclamado el necesario debate sobre la propiedad y el contenido de los medios radiales cuyo verdadero dueño es el estado y no sus ocasionales concesionarios que se hicieron cargo de los mismos a través de la Ley de Radiodifusión de la dictadura luego modificada por el menemismo.
También es curioso que los actuales propietarios de los medios regionales no entiendan que el negocio del periodismo es informar más y mejor y no ser una herramienta de extorsión para lograr ciertas ventajas en diferentes negocios.
Algún fiscal deberá investigar de oficio la discriminación que anida en cada acto de censura política y laboral, no solamente en los medios radiales, sino también en la prensa escrita.
Mientras tanto, todos los días te saludan por la calle y siguen de largo actuando como si nada pasara y preparándose a salir a través de los micrófonos de las radios AM como si se trataran de inmaculados recintos de libertad e igualdad.
Desde ya, muchas gracias por vuestra atención.
Carlos del Frade