La militarización de las periferias urbanas
Raúl Zibechi
Las periferias urbanas de los países del tercer mundo se han convertido en
escenarios de guerra, donde los Estados intentan mantener un orden asentado en
el establecimiento de una suerte de 'cordón sanitario' que consiga aislar a los
pobres de la sociedad 'normal'.
'Fuentes del Ejército confirmaron que las técnicas empleadas en la ocupación de
la favela Morro da Providéncia, son las mismas que las tropas brasileñas
utilizan en la misión de paz de las Naciones Unidas en Haití'1.
Este reconocimiento de las fuerzas armadas de Brasil, explica en gran medida el
interés que tiene el gobierno de Lula da Silva en que las tropas de su país se
mantengan en la isla caribeña: se trata de poner a prueba estrategias de
contención en los barrios pobres de Puerto Príncipe (capital de Haití), que han
sido diseñadas para su aplicación en las favelas de Río de Janeiro, Sao Paulo y
otras grandes ciudades.
Pero la noticia publicada por el diario Estado de Sao Paulo va más lejos al
desnudar la forma de operar de los militares. El general que dirige la ocupación
de la favela Morro da Providéncia por 200 soldados, William Soares, comandó la
9a. Brigada de Infantería Motorizada en Haití. Los soldados instalaron
ametralladoras en 'la única plaza de la comunidad, transformada en base
militar', que fueron retiradas para facilitar el diálogo con la población. En la
reunión con la Asociación de Pobladores, el general Soares 'prometió obras,
fiesta de Navidad con distribución de regalos para los niños, colonia de
vacaciones, proyección de filmes, atención médica y sanitaria'.
Según informó el diario, 'en contrapartida el Ejército está recogiendo
informaciones sobre la favela y sus habitantes. Los militares filmaron y
fotografiaron la reunión y todo el movimiento de las tropas'. El general Soares
realizó todas esas promesas para 'aplacar la revuelta de los líderes
comunitarios contra el proyecto social previsto para la favela'.
Los pobres urbanos como amenaza
El urbanista estadunidense Mike Davis analiza las periferias urbanas desde su
compromiso con el cambio social. Una sola frase sintetiza su análisis: 'Los
suburbios de las ciudades del tercer mundo son el nuevo escenario geopolítico
decisivo'2. Asegura que los estrategas del Pentágono están dando mucha
importancia al urbanismo y la arquitectura, ya que esas periferias son 'uno de
los grandes retos que deparará el futuro a las tecnologías bélicas y a los
proyectos imperiales'.
En efecto, un estudio de las Naciones Unidas estima que mil millones de personas
viven en las barriadas periféricas de las ciudades del tercer mundo y que los
pobres de las grandes ciudades del mundo trepan a dos mil millones, un tercio de
la humanidad. Esas cifras se duplicarán en los próximos 15 a 20 años, ya que el
crecimiento de la población mundial se producirá íntegramente en las ciudades y
un 95% se registrará en los suburbios de las ciudades del sur3.
La situación es más grave aún de lo que muestran los números: la urbanización,
como señala Mike Davis, se ha desconectado y autonomizado de la
industrialización y aún del crecimiento económico, lo que implica una
'desconexión estructural y permanente de muchos habitantes de la ciudad respecto
de la economía formal'. Por otro lado, observa que 'en la última década los
pobres-y me refiero no sólo a los de los barrios clásicos que mostraban ya
niveles altos de organización, sino también a los nuevos pobres de las
periferias-se han estado organizando a gran escala, ya sea en una ciudad iraquí
como Ciudad Sadr o en Buenos Aires'.
En América Latina los principales desafíos al dominio de las elites han surgido
del corazón de las barriadas pobres: desde el Caracazo de 1989 hasta la comuna
de Oaxaca en 2006. Prueba de ello son los levantamientos populares de Asunción
en marzo de 1999, Quito en febrero de 1997 y enero de 2000, Lima y Cochabamba en
abril de 2000, Buenos Aires en diciembre de 2001, Arequipa en junio de 2002,
Caracas en abril de 2002, La Paz en febrero de 2003 y El Alto en octubre de
2003, por mencionar sólo los casos más relevantes.
Más aún: las periferias urbanas se han convertido en los espacios desde los que
los grupos subalternos han lanzado los más formidables desafíos al sistema,
hasta convertirse en algo así como contrapoderes populares. Mike Davis tiene
razón: el control de los pobres urbanos es el objetivo más importante que se han
trazado tanto los gobiernos como los organismos financieros globales y las
fuerzas armadas de los países más importantes.
Muchas grandes ciudades latinoamericanas parecen por momentos al borde de la
explosión social y varias de ellas han venido estallando en las dos últimas
décadas por los motivos más diversos. El temor de los poderosos parece apuntar
en una doble dirección: aplazar o hacer inviable el estallido o la insurrección
y, por otro lado, evitar que se consoliden esos 'agujeros negros' fuera del
control estatal donde surgen los principales desafíos a las elites.
Las nuevas estrategias militares
Las publicaciones dedicadas al pensamiento militar, así como los análisis de los
organismos financieros, dedican en los últimos años amplios espacios a abordar
los desafíos que presentan las pandillas, y a debatir los nuevos problemas que
plantea la guerra urbana. Los conceptos de 'guerra asimétrica' y de 'guerra de
cuarta generación' son respuestas a problemas idénticos a los que plantean las
periferias urbanas del tercer mundo: el nacimiento de un tipo de guerra contra
enemigos no estatales, en el que la superioridad militar no juega un papel
decisivo.
William Lind, director del Centro para el Conservadurismo Cultural de la
Fundación del Congreso Libre, asegura que el Estado ha perdido el monopolio de
la guerra y las elites sienten que los 'peligros' se multiplican. 'En casi todos
los lugares, el Estado está perdiendo'4. Pese a ser partidario de abandonar Irak
lo antes posible, Lind defiende la 'guerra total' que supone enfrentar a los
enemigos en todos los terrenos: económicos, culturales, sociales, políticos,
comunicacionales y también militares.
Un buen ejemplo de esta guerra de espectro total, es su creencia de que los
peligros para la hegemonía estadunidense anidan en todos los aspectos de la vida
cotidiana o, si se prefiere, en la vida a secas. A modo de ejemplo, considera
que 'en la guerra de cuarta generación, la invasión mediante la inmigración
puede ser tan peligrosa como la invasión que emplea un ejército de estado'. Los
nuevos problemas que nacen a raíz de la 'crisis universal de legitimidad del
Estado' ponen en el centro a los 'enemigos no estatales'. Esto lo lleva a
concluir con una doble advertencia a los mandos militares: ninguna fuerza armada
ha logrado éxito ante un enemigo no estatal.
Este problema está en el núcleo del nuevo pensamiento militar, que debe ser
reformulado completamente para asumir desafíos que antes correspondían a las
áreas 'civiles' del aparato estatal. La militarización de la sociedad para
recuperar el control de las periferias urbanas no es suficiente, como lo revela
la experiencia militar reciente en el tercer mundo.
Los mandos militares que se desempeñan en Irak parecen tener clara conciencia de
los problemas que deben enfrentar. El general de división Peter W. Chiarelli, en
base a su reciente experiencia en Bagdad en el suburbio de Ciudad Sadr, sostiene
que la seguridad es el objetivo a largo plazo, pero no se consigue con acciones
militares. 'Las operaciones de combate proporcionarían las victorias posibles a
corto plazo (...) pero a la larga, sería el comienzo del fin. En el mejor de los
casos, causaríamos la expansión de la insurgencia'5.
Eso implica que las dos líneas de acción tradicionales de las fuerzas armadas,
las operaciones de combate y el adiestramiento de fuerzas de seguridad locales,
son insuficientes. Se propone por lo tanto asumir tres líneas de acción 'no
tradicionales', o sea aquellas que antes correspondían al gobierno y a la
sociedad civil: dotar a la población de servicios esenciales, construir una
forma de gobierno legítimo y potenciar el 'pluralismo económico', o sea la
economía de mercado.
Con las obras de infraestructura buscan mejorar la situación de la población más
pobre y a la vez crear fuentes de empleo que sirvan para enviarles señales
visibles de progreso. En segundo lugar, crear un régimen 'democrático' es
considerado un punto esencial para legitimar todo el proceso. Para los mandos de
Estados Unidos en Irak, el 'punto de penetración' de sus tropas fueron las
elecciones del 30 de enero de 2005. En el pensamiento estratégico la democracia
queda reducida a la emisión del voto.
Por último, mediante la expansión de la lógica del mercado, que busca
'aburguesar los centros de las ciudades y crear concentraciones de empresas' que
se conviertan en un sector dinámico que impulse al resto de la sociedad, se
intenta reducir la capacidad de reclutamiento de los insurgentes6. En adelante,
la población pobre de las periferias urbanas será, en la jerga militar, 'el
centro de gravedad estratégico y operacional'.
Este conjunto de mecanismos es lo que hoy las fuerzas armadas de la principal
potencial global consideran como la forma de obtener 'seguridad verdadera a
largo plazo'. De este modo, la 'democracia', la expansión de los servicios y la
economía de mercado dejan de ser derechos ciudadanos o bien objetivos moralmente
deseables para convertirse en engranajes de una estrategia de control militar de
la población o de una región del mundo, y, por supuesto, de sus recursos.
Seguridad y cooperación: dos caras de una estrategia
Después de los atentados terroristas del 11 de setiembre de 2001, la Agencia de
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) 'ha jugado un rol cada
vez más prominente en la Guerra Contra el Terrorismo'7. Los programas
estadunidenses para el desarrollo, no se dirigen a la población que más los
necesita sino a las 'poblaciones y regiones consideradas de alto riesgo', según
la estrategia del Pentágono.
Para los estrategas militares, los programas de la USAID juegan un papel
destacado 'en negar refugio y financiación a los terroristas al disminuir las
condiciones subyacentes que causan que las poblaciones locales sean vulnerables
al reclutamiento por parte de los terroristas'. Del mismo modo, 'los programas
de USAID destinados a fortalecer una gobernabilidad efectiva y legítima son
reconocidos como instrumentos claves para tratar con la contrainsurgencia'.
La estrategia del Pentágono es buscar la seguridad para los Estados Unidos, y
para ello utiliza la 'democracia' y la 'ayuda para el desarrollo' como medios
complementarios de la acción militar. El coronel Baltazar sostiene que 'el
desarrollo refuerza la diplomacia y la defensa, reduciendo así las amenazas de
largo plazo a nuestra seguridad nacional al ayudar el proceso de fortalecer
sociedades estables, prósperas y pacíficas'.
Parece necesario enfatizar que la cooperación internacional, la ayuda al
desarrollo y el combate a la pobreza-algunos de los eslóganes predilectos del
Banco Mundial y otras agencias financieras-son apenas estrategias de control y
subordinación de la población 'potencialmente' rebelde o resistente a los
objetivos de la multinacionales estadunidenses. El análisis del Pentágono sobre
la realidad africana, identificó según el coronel Baltazar, 'las causas del
extremismo', destacando entre ellas la existencia de 'grandes poblaciones ya sea
marginadas o privadas del derecho de voto y la exclusión del proceso político
como las causas claves de inestabilidad en la región'.
La democracia electoral y el desarrollo son necesarios como forma de prevenir el
terrorismo, pero no son objetivos en sí mismos. En las circunstancias de países
con estados débiles y altas concentraciones de pobres urbanos, las fuerzas
armadas son las que ocupan durante un tiempo el lugar del soberano, reconstruyen
el Estado y ponen en marcha-de modo absolutamente vertical y autoritario-los
mecanismos que aseguran la continuidad de la dominación.
En Irak, estas políticas tienen su contracara y complemento en la edificación de
grandes muros para separar decenas de barrios de Bagdad. Según el escritor y
arabista Santiago Alba Rico, la construcción de muros en diez barrios de la
capital iraquí busca que cada vecindario se convierta en 'un armario acorazado
cuyos habitantes son clasificados o abandonados en cajones cerrados y recintos
estancos'8.
La lógica es muy simple: 'Los barrios que no han podido ser doblegados
militarmente, son amurallados, precintados y abandonados a su suerte. Zonas
completas de la ciudad han sido delimitadas y segregadas con los vecinos
confinados en su interior, sometidos a controles tan férreos-de entrada y de
salida-que puede hablarse sin vacilación de una política de ghetto'.
En otras partes del mundo, no hacen falta muros de cemento para aislar y separar
los barrios periféricos. Se levantan muros simbólicos tejidos en base a las
diferencias de color, forma de vestir y modo de habitar el espacio. Pero los
resultados y los objetivos son idénticos. Los mecanismos de control-tengan
ropajes militares, sean ONGs para el desarrollo o promuevan la economía de
mercado y la democracia electoral-aparecen entrelazados y, en casos extremos
como los barrios de Bagdad, las favelas de Rio de Janeiro o las barriadas de
Puerto Príncipe en Haití, aparecen subordinados a los planes militares.
En Brasil, por poner apenas un ejemplo, se aplican diversas formas de control de
modo simultáneo: el plan Hambre Cero es compatible con la militarización de las
favelas.
En su reflexión sobre el nazismo en su texto 'Sobre el concepto de historia', el
escritor alemán Walter Benjamin asegura que 'la tradición de los oprimidos nos
enseña que el estado de excepción en el que vivimos es la regla'. La política de
Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 se ajusta
al concepto de 'estado de excepción permanente'. El 'estado de excepción' -que
suspende los derechos de los ciudadanos y militariza zonas y países enteros-, se
aplica de modo indistinto en situaciones y por razones muy diversas, desde
problemas políticos internos hasta amenazas exteriores, desde una emergencia
económica hasta un desastre natural.
En efecto, el estado de excepción se aplicó en situaciones como la crisis
económico-financiera argentina que eclosionó en diciembre de 2001 en un amplio
movimiento social; para enfrentar los efectos del huracán Katrina en Nueva
Orleáns; para contener la rebelión de los inmigrantes pobres de las periferias
de las ciudades francesas en 2005. Lo común, más allá de circunstancias y
países, es que en todos los casos se aplica para contener a los pobres de las
ciudades.
Notas:
1) Estado de Sao Paulo, 'Exército admite uso de tática do Haití em favela do Rio',
15 de diciembre der 2007.
2) Mike Davis en www.rebelion.org.
3) Mike Davis en www.sinpermiso.info.
4) William Lind, ob .cit.
5) Military Review, noviembre-diciembre de 2005, p.15.
6) Idem, p. 12.
7) Thomas Baltazar, citado en Miltary Review, ob. cit.
8) Santiago Alba Rico, ob. cit.