1 de febrero de 2003
La información como delito
Carlos Sánchez Almeida
kriptopolis
Dícese que los gobiernos en caída libre tienen la rara costumbre
de utilizar el Código Penal como paracaídas. En 1995, un Ministerio
de Justicia e Interior dirigido por el juez excedente Belloch, salpicado por
escándalos de gran calibre, vino a concebir un Código Penal en
el que se regulaba buen número de delitos informáticos con desigual
fortuna. Salpicado de otros lodos, el actual Gobierno publicó a mediados
de enero un proyecto de reforma de dicho código penal, donde se regulan
nuevos delitos informáticos. Destaca entre ellos el proyectado artículo
286, que tipifica como delito el acceso no autorizado a servicios interactivos
prestados por vía electrónica, así como a servicios de
radiodifusión sonora y televisiva.
Lejos de lo que podría parecer, la nueva regulación no afecta
únicamente a los delincuentes digitales, sino que incide sobremanera
sobre el derecho fundamental a la libertad de expresión e información.
Cualquier medio informativo, electrónico o en papel, se va a ver afectado
por la nueva regulación. Cualquier sitio web que informe sobre vulnerabilidades,
mediante información técnica relativa a la seguridad informática,
o que mediante links dirija a sitios de Internet donde se ofrezca dicha información,
puede verse acusado de favorecer la comisión de delitos y verse sometido
a un proceso penal.
Las televisiones de pago llevan varios años interponiendo querellas contra
medios informativos, fundamentalmente electrónicos, a fin de evitar que
desde sus páginas se informe sobre las técnicas de decodificación
de la señal. En la mayor parte de los casos, dichas querellas continúan
bajo investigación judicial, si bien en alguna ocasión se ha dictado
sentencia absolutoria para el medio informativo, amparado por el derecho fundamental
a la libertad de expresión e información. La errática fundamentación
jurídica de las denuncias invocaba varios preceptos penales: delito de
revelación de secretos, contra la propiedad intelectual, estafa informática,
defraudación de telecomunicaciones, etcétera. Una amalgama confusa
que evidencia que el actual Código Penal no regula de forma clara el
acceso no autorizado a la señal televisiva de pago, como tampoco el hacking
informático.
Con la extraordinaria capacidad de convicción que otorga el monopolio
informativo, las empresas interesadas han conseguido del actual gobierno la
inclusión en el nuevo Código Penal de un artículo 286 en
el que se regula de forma explícita el acceso no autorizado a servicios
de radiodifusión sonora o televisiva. La versión digital de las
grandes superficies comerciales también resulta favorecida por el nuevo
delito, al castigarse en el mismo artículo el acceso no autorizado a
servicios interactivos prestados a distancia por vía electrónica.
También resultan beneficiadas por la pedrea legislativa las empresas
de telecomunicaciones: si un ciudadano ofreciese a su vecino compartir su conexión
a Internet, ya sea mediante red convencional o wireless, ambos estarían
cometiendo un delito tipificado en la nueva regulación.
El nuevo tipo penal abarca todo tipo de conductas relacionadas con las actividades
mencionadas: desde la fabricación de cualquier equipo o programa informático
diseñado o adaptado para hacer posible dicho acceso, pasando por su mantenimiento,
hasta la simple utilización de los mismos en el domicilio del usuario
final. En términos estadísticos, viene a situar fuera de la Ley
a la mayor parte de la población española: resultaría difícil
encontrar a alguien que no haya visionado, en su casa, en la de un amigo, o
en algún establecimiento público, programas de pago con tarjeta
pirata. Al penarse la simple utilización, cualquier televidente se convierte
en delincuente. Y disculpen por el ripio.
Lo más criticable de la propuesta de reforma reside en la redacción
del apartado 3 del artículo 286. Se tipifica como delito la conducta
de aquel que, sin ánimo de lucro, facilite a terceros el acceso no autorizado,
o por medio de una comunicación pública suministre información
a una pluralidad de personas sobre el modo de conseguir dicho acceso, incitando
a lograrlo. Estas tres últimas palabras, "incitando a lograrlo", no otorgan
seguridad jurídica alguna al medio informativo: la inclusión de
un descargo de responsabilidad advirtiendo al lector, en el sentido que la información
publicada lo es a los solos efectos de investigación, y que su utilización
delictiva no es amparada por el medio informativo, no ha evitado a éstos,
en multitud de casos, verse acusados por el Ministerio Fiscal.
El fuego cruzado del nuevo artículo 286.3 y de la vigente Ley de Servicios
de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico (LSSICE)
empobrecerá a buen seguro los contenidos de la Red española. No
sólo desaparecerán páginas de hackers: multitud de iniciativas,
lucrativas o no, se verán afectadas por la autocensura. Pienso en mi
buen amigo Cuartango, o en Kamborio, o en tantos y tantos buenos investigadores,
que se cuidarán de tener la boca bien cerrada cuando descubran vulnerabilidades
en sistemas, con gran alivio de las empresas productoras de software defectuoso.
Con un gobierno autoritario y en descomposición, al servicio de los grandes
grupos empresariales que detentan el poder mediático, con una prensa
conformista y sojuzgada, con una Red amordazada y cobarde, las libertades públicas
se reducen a diario. A aquellos que todavía hoy se mantienen en un silencio
cómplice con la dictadura que se avecina, les recomiendo que relean las
palabras de Mariano José de Larra: "Lo que no se puede decir, no se debe
decir". Quizás todavía estemos a tiempo de salvarnos.
Carlos Sánchez Almeida
Abogado
Bufet Almeida
Anteproyecto de Ley Orgánica por la que se modifica la Ley Orgánica
10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal:
http://www.mju.es/Leyes/Anteproyecto_Codigo_Penal.pdf
Nonagésimo segundo.- Se modifica el artículo 286 que queda redactado
como sigue:
"1. Será castigado con las penas de prisión de seis meses o dos
años y multa de seis a veinticuatro meses el que, sin consentimiento del
prestador de servicios y con fines comerciales, facilite el acceso inteligible
a un servicio de radiodifusión sonora o televisiva, a servicios interactivos
prestados a distancia por vía electrónica, normalmente contra remuneración,
o suministre el acceso condicional a los mismos, considerado como servicio independiente,
mediante:
1º La fabricación, importación, distribución, puesta a disposición
por vía electrónica, venta, alquiler, o posesión de cualquier
equipo o programa informático, no autorizado en otro Estado miembro de
la Unión Europea,diseñado o adaptado para hacer posible dicho acceso.
2º La instalación, mantenimiento o sustitución de los equipos o
programas informáticos mencionados en el párrafo 1º.
2. Con idéntica pena serán castigados quienes, con ánimo
de lucro, alteren o dupliquen el número identificativo de equipos de telecomunicación,
comercialicen equipos que hayan sufrido alteración fraudulenta y los que
con idéntico ánimo, alterar o duplicar cualquier dispositivo lógico
o electrónico necesario para el funcionamiento de equipos de telecomunicación
en una red determinada sin consentimiento del titular de la red.
3. A quien, sin ánimo de lucro, facilite a terceros el acceso descrito
en el apartado 1, o por medio de una comunicación pública suministre
información a una pluralidad de personas sobre el modo de conseguir el
acceso no autorizado a un servicio de los expresados en ese mismo apartado 1,
incitando a lograrlo, se le impondrá la pena de multa en él prevista.
4. A quien, utilice los equipos o programas que permitan el acceso no autorizado
a servicios de acceso condicional se le impondrá la pena prevista en el
artículo 255 de este Código con independencia de la cuantía
de la defraudación."