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Tecnología

China, Internet y los derechos humanos

Jacobo Quintanilla
Agencia de Información Solidaria (AIS).

La población mundial en Internet es de 655 millones, 111 millones más que hace un año según la firma eTForecasts. El líder mundial sigue siendo EE.UU. con 160 millones de usuarios, seguido de Japón (64,8 millones) y China (54,5 millones). La consultora estadounidense, especializada en investigación de mercados y en la industria del microchip e Internet, pronostica que este mismo año China superará a Japón y, dada su progresión, debería superar a EE.UU. en 2004.
En dos años, China ha cuadruplicado su población en la red, y según los estudios, su progresión irá en aumento. El gigante asiático se incorporó a la red en 1994 e Internet comenzó a estar disponible comercialmente en 1995. Desde entonces, las autoridades chinas han ido incrementando proporcionalmente el control sobre su uso y acceso recortando las libertades de sus ciudadanos a medida que se iba produciendo su rápida difusión. China vuelve a apuntarse un tanto más en su carrera en la violación de los derechos humanos. Esta vez con las detenciones arbitrarias y encarcelamientos de personas cuyo único delito es consultar o descargar determinadas páginas y contenidos en Internet o expresar determinadas opiniones en la red que el gobierno considera "subversivas" o que revelan "secretos de estado" que, en teoría, pueden "poner en peligro la seguridad estatal, desbaratar la estabilidad social, infringir las leyes y difundir la superstición y la obscenidad". Sea como fuere, el caso es que al menos 33 personas, según Amnistía Internacional (AI), han sido detenidas o encarceladas en ese país en los últimos tres años por delitos vinculados al uso de Internet.
Huang Qi, técnico informático, fue detenido el 3 de junio de 2000 junto con su esposa Zeng Li por crear la primera página web china dedicada a los derechos humanos. En octubre de 1998, el matrimonio abrió una página web (www.6-4tianwang.com) que ofrecía un servicio de búsqueda de personas desaparecidas a través de Internet. La página se convirtió en un foro de debate cuyos usuarios daban a conocer casos de abuso de poder de funcionarios locales e incluía información sobre el movimiento independentista de la región y el grupo espiritual Falun Gong, prohibido en 1999 por "culto satánico". Zeng Li quedó en libertad días después de su detención pero Huang Qi, acusado de "subversión", permaneció en prisión y fue juzgado en agosto de 2001. Lleva dos años y medio detenido y aún no se ha hecho pública su sentencia. Mientras tanto, el gobierno chino se escuda en los mismos argumentos de siempre. "China es un país regido por la ley" y "toda la gente debe obedecer las leyes y regulaciones", manifestaba el ministro de exteriores chino Kong Quan, en relación a las acusaciones hechas por AI en su informe "Control estatal de Internet en China", hecho público en noviembre de 2002, acusando al mismo tiempo a la organización de presentar "informes sin ninguna base".
Efectivamente China es un país regido por la ley (hecho que no debiéramos resaltar como excepcional), y como muestra de ello, desde la aparición de Internet en China en 1995, las autoridades han promulgado más de 60 nuevas normas y ordenanzas que controlan el uso de la red y el libre acceso desde cibercafés, responsables según las autoridades, de la "contaminación cultural" y de los cuales se ha hecho un escrupuloso examen.
En abril de 2001 comenzó una redada por los más de 94.000 cibercafés existentes en el país. En un solo mes (noviembre) se ordenó el cierre de 17.488 de estos establecimientos, muchos de ellos sin licencia, y a otros 28.000 se les conminó a instalar inmediatamente software para controlar la actividad de sus clientes y "purificar Internet". Un programa de filtrado llamado Policía de Internet 110 bloquea el acceso a contenidos de sexo, violencia o religiones no autorizadas, además de monitorizar el tráfico web y bloquear aquellos mensajes que provengan de fuentes que considere "ofensivas". Entre los contenidos censurados por las autoridades chinas se encontraban páginas tan perniciosas como la revista Times o la BBC, sitios web de grupos defensores de los derechos humanos como AI y Human Rights Watch (HRW) o páginas de exiliados tibetanos. Pero el gobierno chino, ante las presiones de distintas organizaciones de medios de comunicación, suavizó relativamente su postura a mediados de 2002 y sorprendió liberando de su cautiverio las páginas de la agencia de noticias Reuters, la CNN, Los Angeles Times y el Washington Post.
A pesar de este cambio, y según un estudio del Centro Berkman de la Universidad de Harvard, aproximadamente el 10% de los sitios web existentes han sido deliberadamente bloqueados por las autoridades chinas. En septiembre de 2002 las autoridades chinas vetaron el acceso a los buscadores Google (durante casi dos semanas) y Altavista, por su alto contenido "obsceno y subversivo". Los internautas eran redirigidos a buscadores chinos, sometidos a una estricta supervisión de las autoridades, que desde un principio mostraron su rechazo a pesar de salir beneficiados con esta medida. En cambio Yahoo!, que en agosto se avino a firmar con el gobierno un "compromiso público de autodisciplina con la industria de Internet en China", salió indemne de este secuestro eliminando de su motor de búsqueda todos los registros contemplados por el gobierno chino. Según Kenneth Roth, director de HRW, "si apoya ese compromiso, Yahoo! se convertirá en un agente del gobierno chino.
Pasaría de una puerta de entrada para la información a una barrera". 300 empresas más se adhirieron a este compromiso que exigía investigar los sitios web a los que enlazan, bloquear aquellos que el gobierno considerase que contenían "información dañina" y dar parte a las autoridades. No mejorará ni un ápice la situación si son precisamente las multinacionales y empresas extranjeras las que se avienen a seguirle el juego al gobierno chino y las que le venden la tecnología para censurar Internet.
Fan Xuyu, profesor de informática de la Universidad del Pueblo resumió no hace mucho el estado de ánimo de muchos ciudadanos: "nuestro mundo se ha vuelto un poco más pequeño". Efectivamente, en China, "la ventana abierta al mundo" comienza a parecerse a un mísero tragaluz.