17 de diciembre de 2003
Preguntas y respuestas sobre los chips espías
Kriptópolis
"El código de barras está llamado a desaparecer", se nos repite insistentemente. Y algunas de las mayores empresas del planeta ya han decidido quién será su sustituto: un diminuto chip de radiofrecuencia, que podrá introducirse en cualquier objeto y que permitirá registrar todos sus movimientos (incluso desde varios kilómetros de distancia, si llegaran a utilizarse las denominadas etiquetas activas). Curiosamente, sin embargo, la aplicación de estos chips no está sujeta a ningún condicionamiento legal especial, y las organizaciones de consumidores continúan sin tener voz ni voto en el proceso. La aplicación de la tecnología de identificación por radiofrecuencia (RFID) a los productos de consumo habitual bien pudiera ser sólo el primer paso de su aplicación indiscriminada a vehículos, calzado, tarjetas, billetes de banco y -¿por qué no?- quizás también a las personas. Todo etiquetado, todo bajo control...
Aunque esta tecnología no es en absoluto novedosa (algunos expertos citan 1948 como el año de su nacimiento), el progresivo abaratamiento de sus costes de producción y cierto oscurantismo en torno a las circunstancias de su más que previsible despliegue, han alertado a defensores derechos civiles de todo el mundo sobre los indudables riesgos que pudiera provocar su uso intensivo sin ningún tipo de garantías. Sin ir más lejos, la pasada semana el Chicago Sun-Times revelaba la existencia de un