Medios y Tecnología
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Rhonda L. Neugebauer
La Jiribilla
11-Ene-2004
Fondo Estadounidense para la Disensión y el "Proyecto de
Bibliotecas Independientes" de Cuba.
Presentación al Consejo de la Costa del Pacífico sobre Estudios Latinoamericanos.
Nov 8-9, 2002. Universidad del Este de Los Ángeles, Panel "Cuba Hoy".
Notas Introductorias
Además de investigar el quehacer de bibliotecas cubanas en mis viajes,
Larry Oberg (bibliotecario de la Universidad de Willamette) y yo fuimos los
primeros estadounidenses en visitar las también llamadas "bibliotecas independientes"
en Cuba, en el año 2000. Por medio de entrevistas a sus dueños, descubrimos
que esas "bibliotecas" eran puntos de entrega de material y de contacto, cuidadosamente
escogidos, por el personal de la Sección de Intereses y otros, que la visitaban
de forma regular para entregar documentos y dinero. Por aceptar material contra
el gobierno e incrementar "bibliotecas", los "bibliotecarios" calificaban para
obtener un estipendio mensual –"por servicios prestados", como uno de ellos
los denominó.
Nuestras entrevistas con ellos contradijeron en gran medida la campaña emprendida
por los financistas estadounidenses y estableció el hecho de que los comunicados
circulados en los Estados Unidos sobre estos "locales" eran distorsionados intencionalmente
y motivados políticamente. El disponer de testimonios de primera mano sobre
sus métodos, actividades y contactos con los Estados Unidos nos permitió interpolar
nueva información acerca de estos "bibliotecarios" en el colérico debate sostenido
en círculos de bibliotecas los cuales, hasta nuestro regreso, habían sido completamente
dominados por el rostro público de los que los apoyaban desde Estados Unidos,
un grupo llamado "Amigos de los Bibliotecarios Cubanos".
Nuestra investigación demostró que lo que la campaña del grupo identificó como
una "fuerza para la libertad intelectual" era simplemente parte y todo de la
estrategia política estadounidense hacia el exterior que de forma nada ingeniosa
abogaba por "una sociedad civil abierta" en Cuba mediante la creación de fondos
para una variedad de grupos disidentes. Durante los últimos años, Washington
ha dado millones de dólares a grupos estadounidenses y cubanos para crear una
sociedad civil que conduzca a la desestabilización del gobierno cubano, y en
última instancia, a un cambio de gobierno en La Habana.
Mientras comenzaba mis viajes para estudiar las bibliotecas cubanas, fuimos
inmediatamente halados hacia lo político e ideológico para declarar a estos
"bibliotecarios independientes" como los únicos bastiones de libertad intelectual
en la Isla. Debido a esto, los comenzamos a estudiar y a quienes los apoyaban.
Primero describiré muy brevemente las bibliotecas cubanas y su quehacer, para
brindar información sobre la profesión de bibliotecario en Cuba, examinar los
acontecimientos que confrontan a diario y aducir algunas pruebas como contexto
y fondo para las críticas a la profesión que aquellos fuera de la Isla realizan
contra los "bibliotecarios estatales", como son llamados por sus detractores.
Después de ello hablaré acerca del suceso de los "bibliotecarios independientes".
Mientras que los defensores de los "bibliotecarios independientes" encasillan
a los bibliotecarios cubanos simplemente como agentes dentro de una conspiración
gubernamental para negar a los cubanos información vital y análisis acerca de
su gobierno, de su sociedad y del mundo, existe la otra cara de esta historia,
–la lucha de estos para crear esenciales y permanentes fuentes y conductos de
información de herencia cultural e intelectual que refleje a todos los cubanos,
y para ser usados por ellos.
Bibliotecas Cubanas
Las prioridades sociales y culturales de la Revolución en Cuba han influido
en el desarrollo del país desde 1959, y han traído como resultado un claro énfasis
en la alfabetización, en la educación, en la cultura y en las artes. Han producido
una sociedad rica en oportunidades educacionales, intelectuales y culturales,
y una población alfabetizada, con alto nivel de educación y que lee bastante.
También tienen bibliotecas con un programa dinámico de educación y llegan con
creces al público. Evalúan continuamente las necesidades de la comunidad basadas
en la obligación activa con la diversidad de usuarios. Más aún, les reconocen
un rol prominente en la conservación de registros históricos, la promoción de
la lectura y el aprendizaje de por vida de los adultos y la preservación del
patrimonio cultural, convirtiendo a las bibliotecas en valiosas y respetadas
instituciones en la Isla.
Hay una gran demanda de materiales de lectura, porque Cuba es una nación de
lectores. Esto no resulta sorprendente, en un país cuya tasa de alfabetización
asciende a 97%, (de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
y el Banco Mundial) y con educación gratuita hasta el nivel de doctorado. Los
usuarios de las bibliotecas están acostumbrados a disponer de variedad de materiales
para leer –desde los clásicos hasta la literatura contemporánea, desde la ficción
latinoamericana hasta obras actuales e históricas de todo el mundo.
Los cubanos invierten cantidad de tiempo y de energía en su educación y ven
a las bibliotecas como esenciales para sus éxitos académicos y personales. Ellos
esperan bibliotecas que brinden materiales suplementarios para programas universitarios,
asignaturas y tareas escolares, trabajos de referencias, materiales en idiomas
extranjeros, así como también obras recreativas, música, servicios especiales
(para los discapacitados) y, en aumento, servicios online y acceso a Internet.
Para satisfacer estas solicitudes se crean colecciones en una variedad de disciplinas
y géneros, y desarrollan programación extendiéndose hasta llegar a compartir
recursos bibliotecarios con el público, y dentro de la red de bibliotecas escolares,
públicas y universitarias que lleva adelante la Biblioteca Nacional.
El quehacer de los bibliotecarios cubanos
Los bibliotecarios cubanos llevan adelante muchas de las mismas actividades
que sus contrapartes norteamericanas. Luchan por construir y profundizar colecciones
que reflejen su identidad cultural y nacional, y brinden servicios de información
y referencia a investigadores, profesionales y al público. Ellos organizan y
preservan materiales en diverso formato, crean herramientas que ayudan a los
patrones en el uso de sus colecciones y emplean cada vez más nuevas tecnologías
para formatear y enviar recursos.
No obstante, existen marcadas diferencias entre el entorno del bibliotecario
de los Estados Unidos y el de Cuba que es un país en vías de desarrollo. El
impacto del subdesarrollo significa que los bibliotecarios cubanos enfrentan
escaseces de recursos básicos; y en muchos casos cuentan con instalaciones deterioradas,
sistemas telefónicos y fondos inadecuados para materiales.
Como en la mayoría de los "países subdesarrollados" resulta difícil y costoso
añadir una línea telefónica a la biblioteca, adquirir equipos de computación,
establecer redes y hubs que permitan acceder a Internet, y comprar el suficiente
número de libros y revistas especializadas necesarias para los usuarios. Complicando
la situación durante el Período especial, a comienzos de la década de 1990,
la industria editorial estuvo prácticamente paralizada debido a la escasez de
papel en el país. Ha continuado su reducida producción editorial, y sus limitadas
impresiones son debido a las reducciones de papel y de suministros, aunque se
ha recuperado.
Además de los sucesos macroeconómicos, otra diferencia fundamental entre las
bibliotecas cubanas y las estadounidenses es que en Cuba operan dentro del contexto
de un punitivo bloqueo comercial impuesto por un hostil gobierno extranjero,
los Estados Unidos, el cual ha afectado profundamente al país, y las consecuencias
para las bibliotecas resultan notables y conspicuas.
Desde 1962, limita la capacidad del país para adquirir suministros editoriales
y de oficina, papel, computadoras y tecnología, equipamiento de bibliotecas
(tales como fotocopiadoras, toners, lectores de microfilm, el mismo film), y
literalmente todos los materiales que deben ser comprados con moneda extranjera.
Todos los días las operaciones bibliotecarias resultan afectadas por los cada
vez más altos costos asociados a las compras –y aun donaciones—que deben ser
efectuadas o transportadas a través de un tercer país.
El compartir conocimiento y experiencia profesional dentro de la comunidad internacional
de bibliotecarios ha sido afectado por las restricciones en el comercio y los
viajes impuestos por el gobierno de los Estados Unidos. Por ejemplo, el pasado
año en la Conferencia de la ACURIL (Caribbean University Research and Institutional
Libraries) el OCLC (Online Computer Library Center, Centro de Bibliotecas
y Computadoras Online), un servicio utilitario bibliográfico y de catalogación,
no fue autorizado a montar una cabina. Ni tampoco se autorizó a los editores
estadounidenses a asistir a la Feria del Libro Anual en febrero (y el año pasado
cuando se extendió a 15 provincias, se les prohibió asistir).
Además de presentar mercancía para la venta y desplegar una estrategia de marketing,
las restricciones para viajar los bibliotecarios cubanos a los Estados Unidos
han inhibido los contactos entre bibliotecarios estadounidenses y cubanos.
Para los bibliotecarios estadounidenses el viaje solo se permite tras haberse
concedido una licencia por el Departamento del Tesoro. El gobierno estadounidense
con frecuencia ha retenido visas para que los cubanos no puedan asistir a conferencias
y seminarios ni conducir investigaciones en los Estados Unidos. Así de simple,
el bloqueo comercial y las restricciones de viaje impuestas contra Cuba por
los Estados Unidos están en conflicto con los valores medulares del quehacer
del bibliotecario —encuesta abierta, libertad intelectual y acceso sin trabas
a la información desde diversas perspectivas, y ha afectado colecciones de bibliotecas
en ambos países.
Con el bloqueo impuesto a largo plazo, restricciones draconianas y limitaciones,
el mero acto de construir una colección sobre Cuba dentro de una biblioteca
estadounidense –e incluyendo el trabajo de eruditos cubanos (y del gobierno
cubano, para ese asunto) —resulta difícil y laborioso. Y para los bibliotecarios
cubanos, construir colecciones con publicaciones extranjeras y trabajos de autores
cubanos fuera del país resulta casi imposible.
Pese a los problemas económicos y a las restricciones comerciales, Cuba ha invertido
considerablemente en bibliotecas desde 1959. Ahora existen de esas instituciones
400 públicas y 6 000 escolares. Antes de la Revolución había 32 bibliotecas
públicas en todo el país y muy pocas escolares.
Aún más, también existe apoyo legal a las bibliotecas. Existe en Cuba un floreciente
programa de Depósito Legal por medio del cual los editores tienen que entregar
por ley, 15 copias de cada libro editado a la Biblioteca Nacional, que los distribuye
entonces a cada biblioteca provincial. No obstante, esa suma resulta pequeña,
teniendo en cuenta que las necesidades son grandes. La estrechez de los recursos
para construir colecciones y ofrecer servicios en todas esas bibliotecas constituye
una tarea tan enorme como difícil de realizar.
Los fondos para la mayoría de las bibliotecas cubanas son limitados, la Nacional
recibe fondos ascendentes a $200 000 cubanos ($10 000) por año, y las provinciales,
$50 000 cubanos por año – ($500) para gastar en libros.(2)
Estos fondos virtualmente garantizan que una biblioteca no puede construir
colecciones amplias ni profundas, aún de publicaciones cubanas. Si resulta difícil
adquirir materiales cubanos que se vendan por $5 cubanos (o $25), las publicaciones
extranjeras que solo pueden adquirirse con moneda extranjera (dólar), quedan,
obviamente, fuera del alcance de la mayoría de las bibliotecas cubanas.
Tienen gran dificultad en obtener los dólares que serían necesarios para pagar
suscripciones a publicaciones periódicas extranjeras, libros no cubanos, productos
electrónicos y tecnología. En respuesta, los bibliotecarios cubanos suministran
tantos libros como pueden, establecen y mantienen activos programas de cambio
en donde sea posible, solicitan donaciones de benefactores o mecenas, establecen
clubes de lectura con participación popular, e inician nuevos servicios frugales,
apoyados por un innegable entusiasmo y dedicación.
Decididos a confrontar estos insuficientes fondos, han sido creativos en su
misión de brindar material de lectura para un pueblo bien educado el cual sabe
apreciar la rica historia literaria e intelectual del país y del mundo. Un programa
innovador ha sido el establecimiento de grupos de suscriptores desde donde los
benefactores contribuyen con libros o pagan una pequeña suma ($10 00 cubanos
al año) para adquirir prestados nuevos libros.
Estos grupos, llamados Clubes Minerva, que ya funcionan en 26 bibliotecas, reciben
apoyo y donaciones de populares libros de ficción de colecciones de bibliotecas
públicas. Estos clubes comenzaron con donaciones de materiales procedentes de
España, sirven a gran cantidad de personas y ayudan a los bibliotecarios a comprar
títulos de gran demanda. Existen planes de extender estos muy exitosos clubes
a otras bibliotecas cuando los recursos lo permitan.
Los cubanos se sienten muy orgullosos de sus servicios para los ciegos, los
que pueden solicitarse en varias bibliotecas. Han recibido donaciones de materiales
de Braille del exterior y han empleado a bibliotecarios ciegos para atender
algunos servicios y colecciones.
Más aún, como parte de su misión de llevar libros al campo, se ha establecido
una biblioteca en cada escuela, y se rotan colecciones de libros de distantes
bibliotecas rurales que se envían periódicamente por bibliotecarios viajeros,
en largas excursiones de un día por ómnibus, a pie y a caballo, desde bibliotecas
provinciales o públicas.
Esta misión de establecer estos servicios a través de todo el país y asegurar
materiales de lectura igualmente disponibles para todos, es el testimonio del
compromiso y la dedicación de los bibliotecarios cubanos. Ellos están legítimamente
orientados hacia un servicio, son reflexivos y están críticamente conscientes
de las necesidades de sus profesionales, de sus usuarios e instituciones, así
como también de las imperfecciones. Están llenos de ideas y planes sobre cómo
les gustaría mejorar, aumentar su alcance al público, y promover un aprendizaje
y una superación cultural durante toda la vida entre sus usuarios.
De igual importancia resulta el hecho de que están preparados para llevar sus
ideas a la acción. El personal, por lo general, está bien entrenado en la teoría,
valores y prácticas de la técnica de bibliotecología, y la mayoría de su directiva
ha completado programas especializados de adiestramiento.
Para ser técnico bibliotecario en Cuba se debe completar un postgrado técnico
superior, para ser bibliotecario se debe ser graduado universitario en Comunicaciones
y/o Bibliotecología y Ciencia de la Información de la Universidad, en los niveles
de B.A (Licenciado en Arte), M.A. (Maestro de Artes) o Ph.D (Doctor en Filosofía).
Por todos los medios, hacen buen uso de su entrenamiento y capacitación para
resolver los millares de problemas y vencer las limitaciones que confrontan
en sus trabajos.
Libertad intelectual y acceso a la información
Construir colecciones de variadas perspectivas y puntos de vista constituye
un venerado valor de la técnica del bibliotecario, basado sobre el respeto por
la libertad intelectual. Naturalmente, tuvimos curiosidad por saber si los libreros
profesionales cubanos compartían estos valores. Dondequiera que surgía este
aspecto, el mismo se convertía en el punto focal de nuestras visitas y las discusiones
eran excitantes y apasionadas.
Una de las mejores sesiones fue la celebrada con los Jefes de Departamento,
la administración y el director de la Biblioteca Nacional "José Martí", Dr.
Eliades Acosta Matos, historiador.
Cuando le preguntamos acerca de la inclusión de diversidad de perspectivas en
las colecciones de la biblioteca cubana, habló largo y tendido para explicar
el compromiso hacia la libertad intelectual. Hizo notar que "los materiales
que tenemos en nuestras bibliotecas ofrecen una variedad de perspectivas sobre
la Revolución. En nuestras colecciones queremos diversidad. Queremos reunir
materiales de todos tipos y perspectivas. Tenemos libros de autores estadounidenses
y de autores cubanos que viven en el exterior.
Queremos más, pero no tenemos dinero para comprarlos. Por eso, el intercambio
de programas con bibliotecas del mundo es tan importante para nosotros. Mediante
el intercambio, añadimos materiales que posiblemente no podríamos comprar en
el exterior a causa de su costo.
Estamos intentando preservar el Patrimonio Nacional, y las políticas de desarrollo
de nuestra colección reflejan las necesidades y los deseos de nuestro pueblo
de ser expuestos a toda clase de ideas y de perspectivas".(3)
Esta diversidad e inclusión resulta fácilmente verificable –basta mirar en los
catálogos de la biblioteca y escudriñar en los estantes, lo cual hicimos en
todas las bibliotecas que visitamos (incluyendo la Declaración Universal de
los Derechos Humanos), libertad intelectual, democracia y capitalismo. Algunos
bibliotecarios nos mostraron registros de circulación de libros escritos por
disidentes, traidores y "exiliados" de Miami, incluyendo a Reinaldo Arenas y
a Cabrera Infante, aunque no se permite circular algunos volúmenes fuera de
la biblioteca por temor a que sean robados o dañados.
En una entrevista posterior con un periodista de los Estados Unidos, Acosta
reiteró los principales problemas para los bibliotecarios en Cuba: "No hay libros
prohibidos. Solo aquellos que no tenemos el dinero para comprar… El mayor problema
que tenemos es la falta de recursos. Con tal escasez, hay que tomar decisiones
difíciles, tales como cuáles libros comprar. Opciones similares se hacen en
todos los países. Nosotros no compramos literatura racista, xenofóbica, antisemita,
pese a que libros importantes, como el Mein Kampf, de Hitler se mantiene
en la Biblioteca Nacional".
Programas de intercambio (o canje) son vías en que los bibliotecarios cubanos
pueden evadir un poco el embargo y añadir diversas opiniones a sus colecciones.
Los programas de intercambio activo entre bibliotecarios de Cuba y de los Estados
Unidos han existido por más de 40 años.
Por eso, existen incontables bibliotecarios estadounidenses que han contribuido
a diversas colecciones de bibliotecas cubanas, y pueden confirmar que ellas
buscan compañeros de todo el mundo y regularmente solicitan obras escritas por
cubanos o sobre Cuba- independientemente de su ideología política.
Esto es un hecho registrado en las negociaciones efectuadas entre instituciones
durante décadas -con beneficios recíprocos. Muchas colecciones estadounidenses
en Cuba están enriquecidas por intercambios, y las bibliotecas cubanas descansan
en buena medida sobre este método de construir las suyas propias.
De hecho, la Nacional José Martí rutinariamente les solicita a sus homólogas
de todo el mundo ayuda para identificar y coleccionar literatura cubana (temas
escritos por, o acerca de cubanos) para colocarlos en sus sedes, y aún más,
a menudo intercambian visitas individuales de eruditos y bibliotecarios para
ayudar en este esfuerzo.
El más reciente ejemplo de este constante ejemplo es cuando el Dr. Acosta asistió
al encuentro SALALM 2002 del "Subcomité sobre Bibliografía de Cuba".
Ellos acordaron comenzar a trabajar sobre una base de datos de autores cubanos,
contribuyendo con registros por autores publicados dentro de Cuba y varios bibliotecarios
cubano-americanos, con registros por autores fuera de Cuba.
El "Proyecto de Bibliotecas Independientes"
Tras haber brindado algún antecedente informativo sobre los servicios bibliotecarios
en Cuba, pasaré al hecho de las "bibliotecas independientes", sus operaciones
en la Isla, el apoyo y la maquinaria de Relaciones Públicas que fuera del país
las ha creado y sostenido.
Para concluir, comentaré sobre el apoyo muy público y bajo mandato legislativo
que el gobierno de los Estados Unidos brinda a estos también llamados "disidentes".
La información que Larry Oberg y yo reunimos acerca de las "bibliotecas independientes"
fue compilada mediante la visita a más de una docena de "bibliotecas independientes"
en varias ciudades, incluyendo La Habana y Santiago, y estudiando los directorios,
noticias y archivos del sitio Cubanet.org, el patrocinador virtual de lo que
se ha dado en llamar el "Proyecto de las Bibliotecas Independientes".(5)
En la mayoría de los casos los "bibliotecarios" nos invitaron a sus hogares
y nos mostraron sus estantes.
Algunas habían dejado de existir porque el "bibliotecario" se había trasladado
para los Estados Unidos, o se había deshecho de la misma anticipándose a su
partida de Cuba.
Uno de ellos registrado en la lista de la página web del "Proyecto de Bibliotecas
Independientes" hacía seis años que se había trasladado a los Estados Unidos,
aunque su nombre aún aparecía como director de una biblioteca en Santiago de
Cuba y se le citaba como que había sido "reprimido" e "intimidado" por su trabajo
como bibliotecario.
Descubrimos que la mayoría de las "bibliotecas" consistían en unos pocos estantes
de libros en residencias privadas y sus títulos eran típicos de lo que poseen
muchos cubanos y bibliotecas en la Isla. De hecho, la mayoría de sus libros
eran publicados por el gobierno cubano. Sin embargo, estas "bibliotecas" también
tenían un número sustancial y una colección aparentemente en alza de materiales
procedentes de los Estados Unidos, incluyendo publicaciones de Cubanet, de la
Fundación Nacional Cubano Americana, el Centro por una Cuba Libre, Ediciones
Universal, Cartas de Cuba, un libro de Vaclav Havel y numerosas impresiones
de sitios web opuestos a Fidel Castro. Los materiales más abundantes eran las
publicaciones de Cubanet que eran crujientes y limpias, impresas en papel brillo,
pesado con gráficos multicolores. Se veían bien fuera de lugar entre los harapientos
y bien usados amarillentos libros cubanos.
Al preguntarle sobre sus contactos internacionales y los fondos que les asignaban,
los "bibliotecarios independientes" nos mostraron paquetes de materiales de
la embajada sueca y algunos matasellos de Miami y México. También nos fueron
mostrados "noticias" impresas de los sitios web Cubanet.org y otros sitios contrarrevolucionarios
con etiquetas confeccionadas por computadora y dirigidas al "bibliotecario"
en particular, y firmado "De la Sección de Intereses de los Estados Unidos".
Se nos dijo que el personal de la Sección de Intereses de los Estados Unidos
enviaba muchos de los artículos que no se publicaban en Cuba y que recibían
visitas regulares del personal de la SINA quienes les traían paquetes con una
frecuencia mensual junto con dinero.
Dado que fue la primera vez que se hacía mención del dinero en relación con
su trabajo, pregunté, "¿Para qué es el dinero?". Respondió: "Por servicios prestados".
"Estos bibliotecarios ayudan a la oposición en Cuba y a su liderazgo en Miami".
Ellos nos dicen lo que hay que hacer. Ellos reciben nuestros informes y noticias.
Nos dan dinero de manera que podamos hacer lo que hacemos aquí, ser disidentes
y crear una oposición al gobierno de Cuba".(6)
Un bibliotecario mencionó que Vicky Huddleston, quien fuera hasta hace poco
la Funcionaria Principal de la Sección de Intereses de los Estados Unidos (el
más alto nivel en la representación diplomática de los Estados Unidos en Cuba)
había visitado su "biblioteca" y donó unos veinte títulos. Intrigada por este
apoyo a los más altos niveles, estudié el sitio web de la SINA y hallé un párrafo
que reconocía la página del "Programa Libro", donde describía su plan de donar
materiales para una "amplia gama de instituciones cubanas, contactos y gente
de influencia, por toda La Habana y otras provincias de acuerdo con intereses
individuales".(7)
Aparentemente este "Programa Libro" organizado por la sección de "Asuntos Públicos"
de la Sección de Intereses, distribuye libros y periódicos sobre tópicos tales
como periodismo, ciencias políticas, literatura estadounidense y textos para
la enseñanza del idioma Inglés.(8)
Curiosamente, no se hallaron materiales que cubrían esta descripción en las
"bibliotecas independientes", ni tampoco nos mostraron materiales sin compromiso
político ni de enseñanza en las mismas.
Durante nuestras visitas con los "bibliotecarios" preguntamos acerca de las
supuestas represión, intimidación y confiscación de los materiales, las cuales
se habían mencionado frecuentemente y divulgado ampliamente en los Estados Unidos
en listas de servidores de bibliotecas por un grupo llamado "Amigos de los bibliotecarios
cubanos".
Su prensa divulgaba horrorosas historias donde los "bibliotecarios" habían sido
reprimidos y sus colecciones de libros fueron confiscadas. Habían sido rutinariamente
intimidados y acosados por fuerzas de la Seguridad del Estado Cubanas, si no
encarcelados. No encontramos semejante evidencia y ningún bibliotecario corroboró
estas acusaciones.
Varios "bibliotecarios" nos contaron que habían sido arrestados o encarcelados
por muy poco tiempo, pero inmediatamente aclararon que había sido por actividades
de oposición o por violar la ley, principalmente por intentar abandonar el país
sin tener visa de salida.(9)
Aunque una "bibliotecaria" nos dijo que había sido visitada por las Fuerzas
de la Seguridad del Estado cubanas. Durante la visita les había pedido que esperaran
en la sala, (teniendo una visión completa de los estantes), lo cual ellos hicieron.
En aras de la brevedad, describiré lo que hallamos en común estos "bibliotecarios":
1.-Se autoidentifican como disidentes con una historia de oposición al gobierno.
2.-Muchos de los nombres están en listas de sitios web con base en Miami, incluyendo
Cubanet, como líderes y/o afiliados a partidos de oposición, principalmente
el Partido Solidaridad Democrático o el Partido Cubano de Renovación Ortodoxo.
De hecho, 13 de los 18 "bibliotecarios" registrados están afiliados en estos
dos partidos y sus "representantes en el exterior"son del Directorio Revolucionario
Democrático Cubano en Hialeah, Florida.
3.-Tienen contactos con grupos políticos fuera del país, fundamentalmente grupos
e individuos contrarrevolucionarios, la mayoría de los cuales ahora reciben
fondos mediante varias organizaciones con base en los Estados Unidos dedicados
a hacer cambios en el gobierno cubano.
4.-Proclaman que usan las colecciones para impulsar disidencia entre la población
cubana tal y como se les ha pedido.
En los comunicados de prensa iniciales se informaba que los "bibliotecarios"
también habían tomado parte en superación cultural, promoción de la lectura,
y enseñanza a la "nueva generación" sobre antiguos autores cubanos e investigación
científica.
5.-No habían cumplido condena de cárcel por actividades como bibliotecarios;
sino por actividades ilegales y por su trabajo de organizar operaciones políticas
dirigidas del exterior (lo cual es ilegal en Cuba).
6.-Están conscientes de las conexiones políticas, financieras y diplomáticas
de su trabajo con el gobierno de los Estados Unidos, y nos pidieron que lo divulgásemos
cuando regresáramos a Norteamérica. Algunos bibliotecarios nos pidieron que
les diéramos dinero, teléfonos, faxes, máquinas copiadoras.
7.-Cuando les preguntamos si circulaban los libros entre sus vecinos, nos dijeron
que los hacían circular entre mucha gente que querían leer algo sobre nuevas
ideas que apoyan al capitalismo y a la libertad. Sin embargo, cuando les preguntamos
a sus vecinos si sabían acerca de los bibliotecarios, nos dijeron que no.
Los vecinos a quienes preguntamos, no sabían acerca del uso de las bibliotecas.
Dado que muchas de estas no mantienen registros de circulación, había muy poca
prueba de cualquier actividad de préstamos.
8.-La mayoría de los "bibliotecarios independientes" nos dijeron ser también
"periodistas independientes". Como tales, la mayoría de ellos poseían más equipamiento
de telecomunicaciones y electrónico que el promedio de los hogares cubanos,
por ejemplo, más de un teléfono, fax, máquina de escribir eléctrica y abundante
suministro para realizar sus actividades, y esperaban cámaras, videos, grabadoras
de video que les serían suministradas pronto.
"¿Quiénes les dieron estos equipos?", preguntamos.
"Amigos anónimos", respondieron.
* Rhonda L. Neugebauer es bibliógrafa. Estudios Latinoamericanos. Universidad
de California, Riverside.