Medios y Tecnología
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Ilusiones peligrosas
Lawrence Pintak
Puede haber quién piense que cómo EE.UU. comunica su mensaje al mundo
musulmán es el tema actual más importante que confronta. Por ello, es
profundamente inquietante cuando el debate es enturbiado por una seudo-ciencia
peligrosamente engañosa.
"Estudio universitario muestra que la publicidad puede mejorar la imagen de
EE.UU. en el extranjero; controvertida campaña de Charlotte Beers muestra su
efectividad en experimento", proclamó un comunicado de prensa publicado en
conjunto por la Southern Methodist University y la Oklahoma State University.
En las siguientes 24 horas la historia circuló por todo el mundo. Citando
directamente del comunicado de prensa, Indiantelevision.com informó:
"Un nuevo estudio muestra que la campaña de publicidad del gobierno de EE.UU.
puede haber tenido éxito en el cambio de algunos sentimientos anti-estadounidenses
en el extranjero. Esto contradice la decisión del gobierno de EE.UU. de eliminar
los anuncios porque fueron considerados infructuosos".
En realidad, la "Shared Values Initiative" -iniciativa de valores compartidos,
SVI, por sus siglas en inglés], apodada "musulmanes felices" por sus perfiles
antisépticos de musulmanes que viven en EE.UU.– provocó una verdadera tormenta
de indignación en todo el mundo musulmán, que obligó al gobierno a retirar los
anuncios y que llevó finalmente a la renuncia de la gurú de relaciones públicas
del Departamento de Estado, Charlotte Beers, una antigua ejecutiva publicitaria
de Madison Ave.
Pero nada de eso parece importar a las profesoras de publicidad que escribieron
el estudio, Alice Kendrick de SMU y Jami Fullerton de Oklahoma State. Afirman
que tienen datos empíricos que muestran que los anuncios tuvieron realmente
efecto. ¿La evidencia? Un "estudio" de 105 estudiantes universitarios en Gran
Bretaña. ¿Cuántos eran musulmanes? Bueno, en realidad... seis.
"Considerando que el objetivo informativo del Departamento de Estado fue
informar y persuadir a audiencias internacionales sobre la libertad que poseen
los musulmanes para vivir y practicar su fe en Estados Unidos, la campaña tuvo
éxito según las condiciones experimentales que pasamos a describir", dicen en la
introducción de un documento que debe ser publicado en la edición de septiembre
del Journal of Advertising Research.
El truco: El objetivo de la campaña no eran "audiencias internacionales". Como
aclaró el portavoz del Departamento de Estado, Richard Boucher, cuando anunció
su aparición en octubre de 2002, los anuncios apuntaban a una modificación de la
opinión en los "países islámicos". Por si las investigadoras hubieran pasado por
alto ese ínfimo detalle, podrían haber consultado el sitio en la red del
Departamento de Estado, que contiene numerosas trascripciones oficiales con
títulos como: "EE.UU. extiende la mano al mundo musulmán con la Iniciativa de
Valores Compartidos".
En realidad, Kendrick y Fullerton lo sabían. En lo profundo de su artículo,
después de la confusión sobre las audiencias "internacionales", señalan: "Aunque
el objetivo buscado de la campaña eran los musulmanes, el actual estudio trató
de obtener reacciones a los anuncios de la SVI de estudiantes de diversos
antecedentes en todo el mundo" – un 70 por ciento de ellos eran europeos y todos
iban a un instituto en Gran Bretaña – porque hacer otra cosa "hubiera estado más
allá de los límites presupuestarios de este estudio".
En otras palabras, sólo podían permitirse un pasaje de avión a Inglaterra. Esto
no les impide formular burdas generalizaciones sobre los musulmanes: "Los
resultados de este estudio indican que los anuncios de la SVI fueron más
efectivos frente a la audiencia que constituía su objetivo: los musulmanes y las
mujeres".
"Esto no tiene ningún valor", dice John Zogby, uno de los principales
encuestadores del país, que ha realizado numerosos estudios de la opinión
musulmana en Medio Oriente y Asia para el Congreso y varias organizaciones de
investigación. "Ningún investigador de mercado respetable llegaría a
conclusiones cuantitativas partiendo de una muestra de 105 y, peor todavía, de
105 del mercado equivocado. Sinceramente, algo semejante comienza a ser
peligroso".
"El estudio fue terriblemente mal hecho y pienso que es intencionalmente
engañoso", dice Jeremy Ginges, investigador de Medio Oriente en el Instituto de
Investigación Social de la Universidad de Michigan, el centro más importante de
ese ramo en el mundo. El experto en terrorismo Scott Atran del Centro Nacional
de la Investigación Científica de Francia y de la Universidad de Michigan
agrega: "Desde la perspectiva de las ciencias sociales, la falta de controles
sobre los horizontes social, económico, político, etc. entre una población
emigrante auto-elegida y los mil millones, o algo así, de personas en el mundo
musulmán algo así jamás llegaría a ser publicado ni siquiera en una publicación
mediocre de las ciencias sociales."
Eso no ha impedido que el Journal of Advertising Research haya programado
el documento para su publicación. Peor todavía, Kendrick y Fullerton se pusieron
en contacto esta semana con el equipo del Subcomité de la Cámara sobre Amenazas
Emergentes para la Seguridad Nacional y Relaciones Internacionales, que
actualmente realiza audiencias sobre diplomacia pública, sugiriendo que se
agregara su estudio al archivo del Congreso.
Incluso si reciben un rechazo, existe el peligro de que algún político
desorientado utilice sus burdas conclusiones como "evidencia" de que EE.UU.
debería resucitar su malhadada campaña publicitaria para la "marca EE.UU."
Sólo cabe esperar que los que tratan de reconstruir el puente de las
comunicaciones entre EE.UU. y el mundo musulmán hayan estado escuchando
atentamente el lunes cuando el presidente del gigante publicitario global DDB
Worldwide, Keith Reinhard, declaró al comité que la diplomacia pública "no tiene
que ver con anuncios o con eslóganes atractivos, sino con acciones".
Un estudio tras al otro demuestran que EE.UU. ha perdido toda credibilidad ante
los musulmanes del mundo. Según el último sondeo Zogby, el "índice de
favorabilidad" de EE.UU. es esencialmente cero. Una muestra de los medios árabes
el día de las audiencias del Congreso:
As-Safir: "La guerra de Washington en Irak no sólo apunta a reformar
el mapa político de Medio Oriente, sino a socavar los valores culturales árabes."
Al-Mustaqbal: El gobierno iraquí "está implementando la democracia con
el poder militar de EE.UU."
Al-Hayat: "Las fuerzas están desplegadas en el umbral de la puerta de
Irán de una manera que parece un cerco de EE.UU. contra la República Islámica."
Al-Yazira (periódico): "la fiebre de los asentamientos [israelíes]
ruge en los territorios palestinos con el apoyo directo de la administración de
EE.UU., cuya posición muestra crecientes contradicciones entre sus planes, ideas
y la realidad."
Hace poco, un colega libanés de la Universidad Americana de Beirut me envió,
desesperado, un correo electrónico: "El sentimiento anti-estadounidense en la
región aumenta. EE.UU. está incluso perdiendo el atisbo de simpatía que había
conseguido alguna vez entre pensadores árabes moderados y liberales", escribió
este antiguo profesor de las universidades más prestigiosas de EE.UU. "No sé qué
se puede hacer para impedir el humor colectivo de cólera, aumentado por
sentimientos de impotencia e indignidad. La búsqueda de refugio en el Islam
radical parece ser el único camino".
Las fuerzas de la moderación en el mundo musulmán están sitiadas. El vasto
potencial de simpatía hacia EE.UU. después del 11-S se acabó. Anuncios
optimistas que ignoran las percepciones musulmanes de la política estadounidense
no van a cambiar las cosas. Tampoco los estudios académicos revisionistas
basados en peligrosas falsas ilusiones y cuentas confusas.
De cierto modo, todo el tema de la efectividad de los anuncios no tiene
realmente nada que ver. Incluso si hubiesen tenido un éxito sensacional, los
anuncios no hubieran cambiado nada.
"Cómo trata a sus musulmanes en casa no es el tema", dijo un importante político
malasio cuando estaban transmitiendo los anuncios en ese país. "El tema es la
política general de la administración de EE.UU. hacia el mundo musulmán."
El sentimiento anti-estadounidense se alimenta y crece en la vasta brecha entre
los valores según los cuales los estadounidenses viven en casa y los que se
perciben por sus operaciones en el extranjero. Hasta hace algunos años, el
gobierno de EE.UU. podía decir una cosa y hacer otra. La aparición de medios
agresivamente independientes en el mundo musulmán ha cambiado todo eso.
En un discurso sobre diplomacia pública la semana pasada, la Consejera de
Seguridad Nacional Condoleeza Rice dijo que la amenaza terrorista sólo puede ser
derrotada "cuando las mentiras sean reemplazadas por la verdad". Así es.
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Lawrence Pintak, veterano corresponsal extranjero y profesor visitante en la
Universidad de Michigan es autor de "Seeds of Hate: How America's Flawed Middle
East Policy Ignited the Jihad". Actualmente prepara un nuevo libro sobre la
brecha en las comunicaciones entre EE.UU. y el mundo musulmán. Su correo es: lp@pintak.com.
http://www.commondreams.org/views04/0827-07.htm