Medios y Tecnolog�a
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La dictadura del periodismo
Jaime Richart
kaosenlared.net
Los que vivimos plenamente la dictadura franquista disponemos de una opci�n
comparativa de la que naturalmente carecen las generaciones que no la conocieron
ni la padecieron...
Por eso, nosotros podemos decir hoy d�a que aquella dictadura ha sido
transmutada por otra tiran�a: la tiran�a medi�tica. En efecto. Vivimos una
democracia de m�nimos, si no una democracia falseada. Pero es que el
avasallamiento que los ciudadanos pudimos experimentar durante la oprobiosa, lo
estamos sintiendo de otra manera ahora. Pues todo est� tornando a pasos
agigantados al despotismo ilustrado que el periodismo en general y los medios
radiotelevisivos en particular est�n ejerciendo sobre pueblos que respiran una
atm�sfera plagada de mentiras institucionales. Dir�ase que el ciudadano de la
calle se est� acostumbrando a la tergiversaci�n y a la f�bula infantil aplicada
a la realidad, y que en el fondo disfruta de ellas. El de all�, como el de
aqu�... Por eso son los mentirosos y los c�nicos los nuevos triunfadores del
presente; son los que medran f�cilmente. Es m�s, podr�amos decir que la �nica
opini�n que va quedando entre las masas es la fabricada por el propio
periodismo. Para obtener oro hay que separarlo de la ganga. Pues bien, lo que
luce hoy no es el oro, sino la ganga... Y es que no hay mejor cosa que,
disponiendo como dispone el periodismo, del material de una opini�n
manufacturada por �l mismo, mucho m�s lejos puede llevar su manipulaci�n si esa
opini�n est� previamente configurada a base de ficciones y verdades a medias.
�Qu� son, si no el 11-S de all�, y el 11-M de ac�? Michel Moore lo refrenda con
datos, pero ya mucho antes el sentido com�n permiti� descifrar con facilidad lo
que que parec�a una charada...
As� pues, aparte el bochornoso periodismo genital al uso en este pa�s, que tan
deliberadamente confunde el derecho a la informaci�n con el derecho a la
intimidad para explotar arteramente �ste, no menos perverso es el periodismo por
antonomasia, el pol�tico. Ese fabricante de opini�n en la res publica,
que afecta a un noventa por ciento de la vida social informativamente
hablando...
Situ�monos ahora en el pa�s del mito Ciudadano Kane. Pues bien, el New York
Times, The New Republic y el Washington Post, el grueso de la
prensa norteamericana, sale ahora pidiendo excusas y mostrando arrepentimiento
ante sus lectores por haberles enga�ado con las pretendidas armas de destrucci�n
masiva que justificaron el ataque a Irak. Aunque, como dice la Red Voltaire,
una lectura detenida de su contricci�n muestra, primero que no experimenta
ning�n rubor por haber apoyado a la propaganda oficial, sino por haberse
prestado a ella, y luego, que finge buena fe tratando de minimizar su
responsabilidad y las consecuencias de sus mentiras...
Pero como los lectores a los que enga�a tan f�cilmente siguen siendo tan lerdos
como sus gobernantes, no se percatan -ni quieren percatarse tampoco- de que la
prensa vector de la ignominia lo tiene ahora muy f�cil. De todos es sabido que
al arrepentimiento corresponde una penitencia. Y la penitencia que ahora cabe
s�lo puede consistir en provocar o contribuir decididamente al derrocamiento del
criminal que les minti� a ellos, que minti� al mundo y que ocup� Irak y
Afganist�n a base de mentiras. Ahora est� en sus manos, en manos de la prensa,
destruir al mentiroso, a ese abominable presidente de la guerra como �l
se calific� a s� mismo. Si no lo hace habr� reconocido ante el mundo, sobre todo
el europeo, lo que aqu� todos sab�amos y sabemos: que no s�lo consinti� y sigue
consintiendo, sino que es c�mplice directo de la invasi�n y de la monstruosidad
de mantenerse en el pa�s iraqu� para seguir robando su petr�leo. Y que ella
misma, aunque confundidos sus intereses con los pol�ticos, armament�sticos y
macroempresariales obtiene beneficios directos del saqueo adem�s de los
indirectos como tapadera.
Pero no lo har�n. No apuntar�n al s�mbolo actual norteamericano de la villan�a.
Y no lo har�n, porque el periodismo occidental, en lugar de constituirse en
verdadero contrapoder, en el cuarto poder o en la conciencia del poder, es el
principal patrocinador, el alentador subliminal de los desmanes del poder. Por
eso no atrona nunca al poder aunque con tanta frecuencia abusa. Y as�, la prensa
se alza en cierto modo en el primer poder, astutamente sin responsabilidad
directa. El de all�, y el de aqu�. Recu�rdese si no, c�mo respondi� la prensa de
entonces a la ignominia de las invasiones y las ostensibles mendacidades de la
administraci�n estadounidense, mientras el resto del mundo contemplaba
sobrecogido, lloroso e impotente la infamia de las infamias del siglo XXI. La
prensa de all�... y la de aqu�. La prensa y, personalizadamente, los periodistas
que controlan los medios son los instigadores, los inductores, en definitiva los
culpables principales de la mayor�a de cosas graves que suceden. Y en Estados
Unidos alcanza proporciones de esc�ndalo y de tragedia fuera de la metr�poli;
esc�ndalo y tragedia que pocos "iluminados" denuncian.
Y uno de esos "iluminados", adem�s de Moore, es Chomsky. Por eso Chomsky viene
diciendo �ltimamente que "la prensa no est� dedicada a informar a los
ciudadanos, sino a fabricar su consentimiento"...