Psicoanálisis del soldadito
Manuel Talens
En las manifestaciones que han tenido lugar tanto en Valencia como en el resto de España contra la guerra de Irak, el personaje principal de casi todas las pancartas era José María Aznar. Sin duda alguna, el presidente del gobierno se ha convertido en la figura más impopular de este país, culpable ante la ciudadanía de habernos involucrado en una odiosa aventura.
La gente de la calle, las tertulias de los medios audiovisuales o los artículos de opinión en la prensa no dejan de hacerse la misma pregunta: ¿Por qué? ¿Cómo es posible que este hombre, a quien se le supone una inteligencia superior, haya tomado en solitario la decisión más escabrosa, la única que los españoles no deseaban? Las respuestas son variopintas y van desde el estupor de Sami Naïr –que se declara incapaz de entenderlo– a los razonamientos morales (‘es un canalla’) o económicos (‘a saber lo que le habrá prometido Bush’). Sin embargo, echo de menos un método no explorado que podría arrojar luz sobre este asunto y ayudarnos a entender la compleja personalidad del político vallisoletano: el análisis psicológico.
Partiré de una hipótesis: Aznar tiene un complejo de inferioridad a causa de su baja estatura. Dado que la grandeza de una persona se mide por el intelecto, no es el hecho de ser pequeño lo que habría dado lugar en él a este problema caracterológico, sino la percepción