Un escándalo internacional
Las denuncias de abuso sexual contra sacerdotes de la Iglesia Católica
recorrieron el mundo. Desde Europa y Africa, hasta los Estados Unidos, donde
este año la explosión de denuncias alcanzó tal magnitud
que obligó a una intervención del Vaticano.
Una investigación del diario The Washington Post revela que, en Estados
Unidos, desde 1960, por lo menos 807 curas fueron denunciados por abusar de
menores. El relevamiento arroja que sólo en lo que va del año
fueron suspendidos en ese país 218 sacerdotes acusados de paidofilia.
En cambio, otros 34 que fueron reconocidos como culpables permanecen en actividad,
pese a que se reclamaba una política de "tolerancia cero" con
los abusadores.
La respuesta de los obispos estadounidenses ante la explosión de denuncias
no fue demasiado enérgica: los curas acusados de pedofilia no podrán
celebrar misas públicas pero sí misas privadas, lo que implica
que seguirán dentro de la Iglesia.
Por lo menos, los obispos pidieron perdón por los hechos ocurridos, frente
a un grupo de víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Para
la Iglesia Católica norteamericana, el problema no es sólo moral
y religioso sino también económico: deberá afrontar demandas
por indemnización, iniciadas por las víctimas, por una suma cercana
a los mil millones de dólares.