Von Wernich, capellán y represor argentino
''ˇAsesino, nazi, entregador!'', le gritaron familiares de desaparecidos
STELLA CALLONI
Familiares de desaparecidos reaccionaron hoy con dolor y furia cuando el sacerdote que solía visitar a los detenidos en los centros clandestinos de la última dictadura militar para preguntarles si habían aprendido ''la lección'' se negó a declarar ante la Cámara Federal de La Plata, donde se juzgan los crímenes de aquel régimen (1976-1983).
Christian von Wernich, quien era entonces capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires, ha sido señalado en los testimonios como cómplice de los represores y, pese a conocer la identidad de algunos desaparecidos, negó siempre cualquier dato a las desesperadas familias.
Hoy debió ser sacado del recinto por custodios policiales -donde una vez más guardó silencio- cuando los familiares de las víctimas de la dictadura le arrojaron huevos al grito de: ''ˇasesino!, ˇnazi!, ˇentregador!", e intentaron golpearlo. Finalmente quedó detenido por orden de la Cámara Federal de La Plata, mientras se resuelve el pedido del fiscal que solicitó su arresto bajo los cargos de ''privación ilegítima de la libertad, torturas y posible participación en homicidio".
Aquel hombre que acompañaba a los retenidos en los centros clandestinos ''para recordarles que debían arrepentirse'' cuando eran llevados a la muerte, y que bendecía a los criminales, hoy se amparó en un artículo de la Constitución -que antes desconoció-, el cual establece que nadie está obligado a declarar contra sí mismo.
En la sala judicial sólo el clásico cuello de sacerdote identificaba a Von Wernich como tal, porque vestía camisa y chamarra similares a las que usa la policía bonaerense. Su negativa a declarar fue la gota que derramó el vaso e hizo que estallara la ira de los familiares de las víctimas.
Hace poco tiempo había sido ubicado como sacerdote, pero bajo el nombre de Christian González, en la parroquia del pueblo El Quisco, a unos 160 kilómetros de Santiago de Chile. Allí daba la comunión a los fieles católicos con la misma tranquilidad con que bendecía a los criminales y calificaba de ''guerra santa contra el comunismo" los actos aberrantes de la dictadura.
Muchos lo vieron entrar y salir de los campos de concentración donde la tortura se practicaba a toda hora. Era amigo del ya fallecido general Ramón Camps, a cargo de la policía bonaerense, quien se jactaba de haber matado miles de ''subversivos'', a los que no consideraba humanos.
En febrero pasado, Félix Crous, fiscal del juicio por la verdad histórica que se sigue en La Plata (capital de la provincia de Buenos Aires) contra los represores de la dictadura, solicitó su detención.
El sacerdote había viajado a Chile en 1996 y quedó a cargo de la parroquia de El Quisco, por donde debió pasar alguna vez el poeta Pablo Neruda en camino a su refugio en Isla Negra, a sólo 15 kilómetros del lugar. Ni el episcopado de Buenos Aires ni el de Chile tienen demasiadas explicaciones para este caso.
Von Wernich militó en grupos nazis y en su barrio conoció al general Camps, quien en 1976 lo designó capellán de la policía. En ese cargo fue visto por algunas víctimas en operativos, en los centros de detención o interrogando mano a mano con los policías a torturados en comisarías de La Plata.
El caso por el cual se pidió ahora su detención es por "privación ilegal de libertad agravada y torturas de Elena Cuadra y Héctor Baratti y por sustracción, retención y ocultamiento, falsedad ideológica de los documentos sobre la identidad de la hija de ambas víctimas", que nació en cautiverio, entre otros más de 30 casos conocidos.
El mismo Von Wernich, quien se acercaba a los torturados para "sugerirles que hablaran porque así Dios lo quiere" y que solía portar una identificación como comisario de la policía bonaerense, tenía también otras mi-siones, como visitar a los familiares de los detenidos desaparecidos para pedirles dinero, prometiendo que los sacaría del país.
Muchos de los que creyeron en él, en su desesperación, supieron más tarde que los suyos habían sido asesinados.
Más aún, los documentos de las víctimas eran usados por sus asesinos para viajar a otros países y sus nombres aparecían registrados saliendo de Argentina. Entonces, Von Wernich decía cínicamente a la prensa que los "desaparecidos " habían sido asesinados por sus compañeros en el exterior.
Entrevistado alguna vez sobre el secuestro y tormentos del periodista Jacobo Timmerman, quien fuera director del diario La Opinión, respondió sin dudar: "que me digan que Camps torturó a un negrito que nadie conoce vaya y pase, pero cómo se le iba ocurrir torturar a un periodista sobre el cual hubo una constante presión mundial".
Esto le valió ser sacado de un pueblo donde estaba destinado, ante el repudio de sus feligreses. Así, anduvo por obispados y parroquias, hasta que decidió irse a Chile.
Nadie sabe si finalmente quedará preso, y aunque mucho no se puede hacer debido a las leyes de Punto Final y Obediencia De-bida (según la cual los que torturaron sólo obedecían ordenes de los máximos jerarcas, que a su vez fueron indultados), al menos los familiares de las víctimas sienten que se ha dado un nuevo paso en búsqueda de justicia.
Mientras Von Wernich quedaba detenido, Eduardo Mirás, titular de la Conferencia Episcopal, y otros altos prelados de la Iglesia católica se reunieron con el presidente Néstor Kirchner, y a la salida dijeron que se debe evitar caer en "el extremo de la impunidad o en el de la venganza" para resolver el tema.
Este fue el primer encuentro entre Kirchner y la jerarquía de la Iglesia católica, cuyos sectores más conservadores tuvieron estrechos lazos con los jerarcas de la dictadura, desde que el mandatario asumió el poder a finales de mayo pasado.
Tras asumir, una de sus primeras medidas fue limpiar la cúpula de las fuerzas armadas para dejarla en manos de generales sin vínculos con aquellos años de represión.
Luego derogó el decreto que impedía que la justicia extraditara a militares por delitos cometidos durante la dictadura, y también opinó que las leyes de Obediencia Debida y Punto Final deberían ser anuladas.
Hoy el mandatario condenó la "doctrina de seguridad nacional" aplicada por las dictaduras, por la cual las fuerzas armadas que lu-chaban contra el peligro comunista ejercían tareas de represión. Por ello no es raro que enfrente una campaña de la ultraderecha, pero que ahora tiene ribetes amenazantes.
Así, en una insólita actitud, la Corte Su-prema de Justicia, después de una reunión para tratar sobre la constitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, advirtió que "se tomará todo el tiempo necesario" para una decisión. Y fue más allá al sostener que su labor no es sólo ser un tribunal, sino que también tiene "la responsabilidad de cogobernar".
Además, resurgen las amenazas, como las que se dirigen al juez Rodolfo Canicoba Corral, quien dispuso la detención de los militares solicitados por su colega español Baltasar Garzón con fines de extradición.
Por ello, en el gobierno y en círculos políticos existe preocupación por un presunto sabotaje, después que fueron aflojadas las llantas de dos vehículos que el gobierno de la provincia de Misiones puso ayer a disposición de la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner -hermana del presidente- y su comitiva durante su visita.
Las ruedas se desprendieron cuando la comitiva trasladaba a la ministra a la casa de gobierno provincial, pero afortunadamente el desperfecto se pudo controlar.
Fue el secretario del gobernador Carlos Rovira quien dijo que los birlos "fueron aflojados", y habló de un sabotaje debido al "nerviosismo por el proceso electoral", porque a "algunos les hubiera venido bien que un funcionario nacional sufriera un accidente para poner en tela de juicio la seguridad".
Este incidente se suma al del pasado primero de agosto, cuando Kirchner, junto al ex presidente Eduardo Duhalde, y otros funcionarios debieron ser rescatados del fondo seco de un río en la provincia de Jujuy, después de un aterrizaje de emergencia por desperfectos en el helicóptero en que viajaban.
Pero el accidente de este martes no deja lugar a dudas sobre la existencia de una "mano negra". Rovira, apoyado por Kirchner, intenta su reelección enfrentado al actual senador y ex gobernador Ramón Puerta.
Además, Kirchner alertó esta mañana a la población sobre un apagón que afectó a más de 500 mil personas en Buenos Aires, al explicar que podría ser una forma de presión de las empresas privatizadas que exigen un aumento de tarifas.
Esta semana el gobernante había dicho a los argentinos: "Les vengo a pedir que me ayuden, yo sé que si de allá aprietan, ustedes me van a ayudar". Ayer el mandatario, cerca de esta capital, alertó también contra los intereses corporativos vinculados al poder económico cuando se está a punto de cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar la deuda.
"Queremos hacerles entender a las grandes corporaciones, a los intereses, a algunos economistas -dijo-, que no es posible, como sueñan, hacer una Argentina cerradita para ellos solos (...) Un verdadero proyecto económico no es el que les permite vertebrar la aritmética, sino el que posibilita a todos ustedes (...) ser parte activa de Argentina".