22 de marzo del 2003
Argentina: Naomi Klein en Neuquén y en Zanon
Detrás de Irak hay una "guerra de imperios"
Diario Río Negro Online
Mediodía fresco en Neuquén. El cielo diáfano de la Patagonia deslumbra al pie del monumento al general San Martín. Aquí medio millar de manifestantes le dicen no a la guerra contra Irak, mientras allá, en Medio Oriente, siguen cayendo bombas teledirigidas. Bagdad se defiende con fuego antiaéreo. Así lo muestra la CNN con su cámara inmóvil desde algún sitio de la ciudad.
Entre carteles con consignas que rechazan el belicismo estadounidense, bombos y redoblantes que acumulan cientos de horas de uso, camina Naomi Klein, la joven periodista canadiense, activista antiglobalización y autora del libro No logo, algo así como la Biblia de los anticapitalistas modernos.
Naomi hace una semana que se encuentra en Neuquén. Está acompañada por un celoso equipo de productores y camarógrafos que se esmeran para confundirla entre los vecinos de Neuquén. La vestimenta sencilla la ayuda bastante a simular su origen "gringo".
El grupo llegó aquí para filmar un documental sobre experiencias de fábricas en manos de trabajadores, pero pusieron el ojo con mayor firmeza en los obreros ceramistas que ocuparon la planta de Zanon. A Naomi le encargaron ni más ni menos que escribir el guión de un trabajo que luego recorrerá el mundo, como lo hizo su libro, que vendió casi un millón de ejemplares.
"No sé si la gente de acá lo sabe, pero Zanon es conocida internacionalmente como símbolo y ejemplo de un nuevo movimiento", dice Klein en inglés canadiense, limpio, ese que se puede entender, como el de Los Beatles.
Naomi concedió ayer a una entrevista exclusiva a "Río Negro". La charla transcurrió en las escalinatas del monumento a San Martín, el emblemático punto de concentración de las protestas sociales.
-¿Cuál será el nuevo escenario de la globalización una vez finalizada la guerra contra Irak?
-Primero la globalización es un término extraño. No se qué quiere decir. Esta es una guerra que, al igual que la globalización, es unilateral. Y lo que está ocurriendo es que al mismo tiempo se está generando un movimiento de rechazo globalizado que le está impidiendo la guerra a tres estados parias, pero principalmente a Estados Unidos. Estados Unidos se esta convirtiendo en un estado paria y lleva adelante su guerra del modo que más quería. Hay ejemplos concretos en Irlanda, donde no se deja que los aviones norteamericanos recarguen combustible. O en Italia y Alemania, donde se bloquean trenes militares.
-Al desconocer Estados Unidos a las Naciones Unidas, ¿estamos frente a un nuevo orden mundial?
-Hay dos peligros al iniciar esta guerra. Uno consiste en pensar que están ocurriendo cosas nuevas, cuando en realidad es una intensificación de las fuerzas globales que ya estaban en funcionamiento previamente. Por otro lado me parece peligroso hacer un análisis con términos antiguos, como decir que es un paso más del imperialismo norteamericano. Creo que en la Argentina, si miramos lo que está ocurriendo, las fuerzas europeas son casi más fuertes que las norteamericanas porque tienen los servicios de agua, teléfono y energía. A Europa le gustaría culpar de todo a Estados Unidos, pero en realidad lo que describe mejor lo que está ocurriendo es una batalla de imperios, una puja entre Estados Unidos y Europa.
-¿Los países que le dijeron no al presidente George Bush, como Canadá o México, van a sufrir consecuencias por esa decisión?
-En principio tanto Canadá como México son los dos socios comerciales más importantes de Estados Unidos. Pero Estados Unidos depende mucho del comercio de ambos países y, combinados, se vuelven especiales para la economía estadounidense. Entonces es difícil que tengan represalias económicas. Una de las pocas cosas buenas que están saliendo de esta guerra es que se está viendo que es posible tener una política exterior independiente de Estados Unidos. Creo que hay un peligro y el ejemplo puede ser Zanon: en un momento como éste, en que los ojos del mundo están puestos sobre un tema en particular, puede haber una buena oportunidad para oportunistas políticos que pretendan aumentar la represión sobre los movimientos sociales. Entonces, hay que tener mucho cuidado.
La autora de No logo, que nació en 1970, comienza a dar señales de que la entrevista está por llegar a su fin. "Tenemos que ir a trabajar", explica mientras la rodea todo un equipo de producción que carga máquinas ultramodernas.
El libro que le puso brillo a esta periodista que escribe para el matutino Globe and Mail, de Toronto, y para The Guardian, de Londres, le trajo algunos dolores de cabeza y refuerzo en sus convicciones.
- ¿Usted tuvo presiones de las empresas globalizadas por este libro?
- Hubo unas pocas que intentaron hacerme juicio, pero desistieron. Pero otras decenas y decenas intentaron invitarme para hacer seminarios sobre el movimiento. Yo no acepto ni aceptaré hacer consultoría empresarial. La primera respuesta de las empresa ante la crítica es tratar de captar y si eso fracasa, atacar.
Ahora sí los bombos y redoblantes se escuchan en retirada y Naomi le pone punto final a la única entrevista que concederá durante su estadía en la Argentina.
Zanon, el ejemplo de un movimiento nuevo"
La militante anticapitalista analiza la experiencia de los obreros ceramistas
Naomi Klein hizo todo lo posible por pasar desapercibida entre los trabajadores de la cerámica Zanon que está bajo el control de los trabajadores desde hace más de un año. Pero su inglés con acento canadiense la delató. La autora del libro No logo -que se transformó en el libro de cabecera de los grupos antiglobalización- observa y registra desde la semana pasada cada movimiento de los ceramistas porque, a su juicio, la experiencia de Zanon constituye "un símbolo y ejemplo de un movimiento nuevo".
Klein es periodista-activista comprometida con la democracia participativa y alineada contra las multinacionales. Subrayó que Zanon fue el imán que la atrajo hasta la capital neuquina para trabajar sobre el terreno en un documental sobre el movimiento de fábricas ocupadas en la Argentina. Un material que tendrá a los ceramistas neuquinos entre sus protagonistas.
Llegó al suelo neuquino acompañada de su esposo Ari Lewis, también periodista, que no le pierde pisada junto a un grupo de colaboradores que son el nexo para superar la barrera del idioma.
"Zanon es conocida internacionalmente como símbolo y ejemplo de un movimiento nuevo", destacó en una entrevista que concedió ayer en exclusiva a "Río Negro".
Dijo que "hay un movimiento internacional muy grande contra el neoliberalismo" y el movimiento de las fábricas ocupadas es el más concreto como alternativa al modelo neoliberal, porque comienza por las necesidades de la gente y sus derechos a una democracia participativa". "Si bien en la Argentina hay cooperativas más antiguas, Zanon es un ejemplo especial de este nuevo espíritu", añadió. Para Klein "el movimiento de fábricas ocupadas es un desafío a la manera en la que se producen las mercancías en el sistema capitalista".
Recordó que en su libro No logo describe "el tipo de empresas que sacrificaba los derechos de los trabajadores para lograr ventajas competitivas y se cambiaba de país en país buscando mejores condiciones, mientras que acá (por Argentina) lo que dice el movimiento de fábricas ocupadas es: si quieren irse váyanse, pero las maquinarias nos las quedamos nosotros y las ponemos a producir".
Ha visitado numerosas fábricas ocupadas por sus trabajadores en Buenos Aires. Pero aseguró que lo sorprendente de Zanon es "la sensación de comunidad que existe y lo bien que funciona".
El conflicto de la cerámica Zanon estalló en octubre de 2001 cuando los trabajadores ocuparon la planta ubicada en el parque industrial neuquino en defensa de sus puestos de trabajo. La disputa con los empresarios en los tribunales finalizó con un lock out patronal contra los propietarios de la firma, que confirmó el Tribunal Superior de Justicia neuquino.
Los obreros pusieron la cerámica a producir el 2 de marzo de 2002 para generar el sustento de 270 familias. Hoy son 300 las personas que trabajan en la cerámica más grande de Neuquén que viven con la sombra de un inminente desalojo. "Una de las cosas más conmovedoras es la relación que tendieron los trabajadores de Zanon con el resto de la comunidad", enfatizó Klein reconocida mundialmente por sus actividad como escritora. Aunque esta vez, aclaró que "no estoy escribiendo un libro, es un documental, porque es un trabajo que hay que verlo para creerlo".