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Barbara Probst
Solomon
El País
Las condiciones a las que estan sometidos los presos de Al Qaeda en Guantanamo
son inaceptables por una sencilla razon, porque son inhumanas. Y los preceptos
morales estan por encima de los legalismos. Cualquier otro tipo de argumento
es secundario, por bienintencionado que sea: que las privaciones sensoriales
y otras condiciones degradantes violan las leyes internacionales que protegen
los derechos de los prisioneros, que se esta empañando la imagen de
Estados Unidos, o lo contrario, que no se puede creer nada de lo que en Europa
se diga de los estadounidenses, que siempre estan ladrando. Lo mismo pasa
con el argumento segun el cual no aceptariamos un tratamiento similar hacia
soldados estadounidenses en el caso de que fueran hechos prisioneros. Por
lo tanto, repito que, sencillamente, segun la moral y la Constitucion estadounidenses,
ningun prisionero en espera de juicio debe sufrir un castigo ejemplar o ser
maltratado.
Considero repugnante entretenerse
en discutir si la alimentacion que se da a los presos de Al Qaeda cumple o
no los requisitos minimos correspondientes a un prisionero de guerra; Marcel
Proust dijo en À la recherche du temps perdu que hay dos clases de
personas, las generosas y las mezquinas. Es absurdo que una superpotencia
se dedique a discutir con los organismos defensores de los derechos humanos
sobre cual es el minimo de alimento necesario, si hay que dar mas comida o
no a los prisioneros y cosas por el estilo. Darles una alimentacion decente
no pone en peligro nuestra seguridad nacional.
Esos hombres todavia no
han sido juzgados; debemos garantizar que los prisioneros de Al Qaeda esten
a buen recaudo de forma que no puedan hacer daño a otros ni a si mismos,
pero no hay que confundirlos de repente con una especie de Houdini, o Superman.
Los hombres de Al Qaeda en libertad son peligrosos, pero estos estan entre
rejas, custodiados por militares, y no tienen poderes magicos para escapar.
Es evidente que nuestros soldados pueden custodiar a los hombres de Al Qaeda
en prisiones de maxima seguridad sin tener que recurrir a excesos discutibles.
En este sentido, los procesos de Nuremberg, en los que se juzgo a algunos
de los hombres mas peligrosos del siglo pasado, son ejemplares.
Me da la impresion (aunque
no soy mas que una observadora desde la lejana Nueva York) de que lo que tiene
molestos a los militares es su incapacidad de coger a Bin Laden y al mula
Omar. ¿Por que si no han divulgado esas repugnantes fotos de los presos de
Al Qaeda esposados y con mascarillas? Puede haber sido un desafortunado intento
de mostrar su peligrosidad (el 11 de septiembre es la prueba fehaciente de
ello), hacer que parezca que han cogido a peces gordos y no a lo que en realidad
son, un puñado de personajes de segunda fila. Los militares deben sentir
una enorme frustracion porque, aunque es verdad que combatieron brillantemente
y con celeridad, no cogieron a ninguno de los verdaderos jerifaltes.
Adelantandonos un poco
a los hechos, digamos que la llegada de John Lyndh Walker, el miembro estadounidense
de Al Qaeda, constituye una complicacion para nada deseada. La primera reaccion
de Bush fue considerar a Walker un muchacho estadounidense que se habia desviado
un poco del buen camino. Ello habria funcionado si se hubiera detenido a Bin
Laden, pues la atencion del publico de EE UU habria estado centrada en el
y en el juicio que se le haria.
Sin Omar ni Bin Laden
entre manos, es inevitable que el juicio de Walker, sobre todo si se tiene
en cuenta como tratan los medios de comunicacion estos temas, se convierta
en una historia periodistica de primer orden durante algun tiempo. Sus padres,
clase media alta, del condado de Marin, en Berkeley, se han apresurado a hacer
saber que su hijo es un pacifico estadounidense que ama a su pais. Al experimentado
abogado que la familia ha contratado para su defensa no le va a costar nada
destruir como pruebas todas las declaraciones que Walker hizo cuando se sentia
proximo a la muerte, drogado con sedantes, y sin contar todavia con una defensa
legal apropiada. Inevitablemente, la historia de Walker va a despertar simpatia,
y no por ningun tipo de debilidad hacia Al Qaeda, sino porque el chico se
convertira en protagonista de una interminable saga americana y, como tal,
recordara constantemente a todos los padres de Estados Unidos la dudosa proclividad
que tienen sus hijos hacia cierto tipo de aventuras.
Ahora que nos hallamos
ante una proxima fase en la que estaran incluidos una serie de juicios, no
esta nada claro como debemos juzgar a esa vasta organizacion terrorista que
es Al Qaeda. Muchos de nuestros juristas estan dandole vueltas a la cuestion
de que, se mire desde el punto de vista que se mire, un grupo terrorista no
es un pais, por lo que cabe poner en duda que se le pueda aplicar las reglas
de la guerra.
Pero en el mismo Estados
Unidos tenemos un precedente: las guerras de los primeros colonizadores y
de los britanicos contra los indios americanos. Obviamente, los indios carecian
de una estructura de gobierno que pudiera parecerse remotamente a la no escrita
Constitucion britanica o de una forma de vida que se pareciera en lo material
a la inglesa -casi todos ellos eran nomadas- y, sin embargo, las guerras eran
totalmente autenticas. Tambien el califato arabe tenia una estructura politica
muy distinta a la de los reyes cristianos en la España de la Reconquista,
y ello no impidio que las guerras que libraron fueran muy reales. La historia
de las guerras es mucho mas vieja que la de los paises o las naciones estado
y solamente en los siglos XIX y XX se libraron guerras entre naciones de estructura
politica similar.
Lo acontecido el 11 de
septiembre ha creado una nueva clase de guerra. El hecho de que Al Qaeda no
pertenezca a ningun territorio especifico del planeta no impide que haya desencadenado
una guerra brutal contra Estados Unidos; tampoco su carencia de pais de origen
debe alentarnos a comportarnos con sus miembros de forma inhumana cuando estan
en nuestro poder.
Barbara Probst Solomon
es escritora estadounidense.