NO
A LA GUERRA
REFLEXIONES DE UN BOMBARDEO
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PAZ, NUESTRA MARCHA
Por Frei
Betto(*)
El domingo
participé en la cuadragésimo-primera Marcha por la Paz, de Perugia a Asís. Fue
una marcha de todos los pueblos, desde el momento en que allí me encontré al
lado de palestinos, haitianos, brasileños, mujeres afganas, kurdos, africanos
y asiáticos. Rítmicamente los participantes aplaudían, en una manifestación
explícita de quien quiere no sólo la paz, sino sobre todo el fin de la guerra.
Inútil que los grupos cristianos pretendiesen una marcha apolítica. No hay nada
de apolítico bajo el sol. El mismo Jesús no murió de hepatitis en una cama,
sino luego de dos procesos políticos, debido a que su mensaje espiritual tenía
profundas -y molestas- repercusiones políticas.
En la marcha, todas las realidades
sociales presentes se unieron en un único partido político: el Partido de la
Vida, contra las fuerzas de la muerte.
Hablar de paz en estos momentos significa
pronunciarse en contra del terrorismo de rostro invisible y del terrorismo de
Estado. El odioso atentado del 11 de septiembre resulta únicamente en beneficio
de un sector de la sociedad: el de la extrema derecha. Humillada en su vulnerabilidad,
la Casa Blanca ha reaccionado pagando con la misma moneda, escogiendo la ley
del talión. Pero en la guerra del ojo por ojo ambos contendientes terminan siempre
ciegos. Y, por primera vez en la historia, un imperio entra en guerra contra
un hombre, sin fijarse en los daños que esto significa para el pueblo afgano.
Estados Unidos no ha aprendido nada
de su propia historia. Perdió en Corea, fue derrotado en Vietnam, dejó Irak
sin haber derribado a Saddam Hussein. Ahora se empantana en Afganistán, donde
ha gastado, tan sólo en los dos primeros días de bombardeos, 22 millones de
dólares. Una suma que equivale al PIB del país atacado.
La Marcha por la Paz fue un llamado
a la no violencia activa. Una presión para que la diplomacia prevalezca sobre
el furor bélico, el diálogo sobre el odio, las negociaciones sobre los ataques.
Fue además la primera gran manifestación contra el actual modelo de globalización
- que sería más apropiado llamar globa-colonización- desde Génova y desde la
destrucción del World Trade Center. Refundada la relación de fuerzas entre el
Este y el Oeste con el fin de la Guerra Fría, resta ahora implantar la justicia
entre el Norte y el Sur. La paz será una realidad sólo cuando sea hija de la
justicia, rezaban los carteles en las calles de Perugia.
Para enero próximo, los combatientes
por la paz del mundo tienen ya una cita marcada, en el segundo Forum Social
Mundial de Porto Alegre, en Brasil. La marcha continúa.
(Tomado del correo de SERPAL. Originalmente publicado por el diario italiano
Il Manifesto y reproducido por La Jornada, de México, D.F., el 17 de octubre
de 2001. Traducción de Alejandra Dupuy)
(*) Dominico brasileño, teólogo y
escritor.