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Terrorismo
Frei Beto
Servicio Informativo "alai-amlatina"
São Paulo. El siglo XXI y el Tercer Milenio comenzaron el martes 11
de septiembre. Lo que ocurrió en los Estados Unidos sobrepasó todas las previsiones
(¿dónde está el escudo antimisil de Bush?) y toda la imaginación de los guionistas
de Hollywood. Nadie jamás podía suponer que el terrorismo secuestraría aviones
domésticos y los llevaría a chocarse contra edificios que simbolizan el imperio
yanqui. Una vez más, la realidad sobrepasó a la ficción.
El acto terrorista es execrable, aun cuando sea practicado por la izquierda,
pues todo terrorismo sólo beneficia a un lado: la extrema derecha. Pero nadie
en la vida cosecha lo que no planta. Eso vale para la vida personal y social.
Si los Estados Unidos son hoy atacados de forma tan violenta e injusta es
porque, de alguna forma, humillan pueblos y etnias. Desde hace años los Estados
Unidos abusan de su poder, como es el caso de la ocupación de Puerto Rico,
la base naval enclavada en Cuba, el bloque a Irak, la participación en las
guerras de la Europa Central, la omisión frente a los conflictos africanos.
Ya era tiempo de que los Estados Unidos hubieren inducido a los árabes e israelitas
a llegar a un acuerdo de paz. Todo eso fue retardándose, en nombre de la hegemonía
de Tío Sam en el planeta. De repente, el odio irrumpió de la forma más brutal,
mostrando que el enemigo actual, también, fuera de toda ética, con la única
diferencia de que el no dispone de foros internacionales para legitimar su
acción criminal.
Quien conoce la historia de América Latina sabe muy bien como los Estados
Unidos, en los últimos 200 años, interfirieron directamente en la soberanía
de nuestros países, diseminando el terror. Maurice Bishop fue asesinado por
los boinas verdes en Granada; los sandinistas fueron derrumbados por el terrorismo
desencadenado por Reagan; los cubanos continúan bloqueados desde 1961, sin
derecho a relaciones normales con los demás países del mundo. Dictaduras en
Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia fueron instauradas con el patrocinio
de la CIA y bajo la orientación de Henry Kissinger.
Violencia atrae violencia, decía Mons. Helder Camara. El terrorismo no lleva
a nada: endurece a la derecha y suprime la democracia, reforzando en los poderosos
la convicción de que el pueblo es incapaz de gobernarse a sí mismo.
No se pueden sacrificar víctimas inocentes para satisfacer la ganancia de
gobiernos imperiales y de conflictos de aquellos que se consideran dueños
del mundo y quieren repartir el planeta como si fuese tajadas de un apetitoso
pastel. Los atentados del 11 de septiembre demuestran que no hay ciencia o
tecnología capaz de proteger personas o naciones. Inútil que los Estados Unidos
gastaran US$ 400 mil millones de dólares este año en esquemas sofisticados
de defensa. Mejor sería que esta fortuna fuese destinada para la paz mundial,
que sólo irrumpirá el día en el que sea hija de la justicia.