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La
increible crueldad
de una gente condenada
Robert Fisk
Znet en español
Así se ha acabado el tema. La historia moderna entera de Oriente Medio
(el colapso del imperio otomano, la declaración de Balfour, las mentiras de
Lawrence de Arabia, la revuelta árabe, la fundación del estado de Israel,
cuatro guerras árabe-israelís y los 34 años de brutal ocupación por parte
de Israel de tierra árabe), toda borrada en cuestión de horas al responder
los que pretenden representar a una población aplastada y humillada con la
sagacidad e increíble crueldad de una gente condenada. ¿Es justo (es moral)
escribir esto tan pronto, sin pruebas, sin gota de evidencia alguna, cuando
el último acto de barbarie en Oklahoma resultó ser obra de auténticos Americanos?
Me temo que sí. América está en guerra y, a menos que me equivoque de forma
grotesca, muchos miles de personas más morirán en Oriente Medio, quizá también
en América. Algunos de nosotros habíamos avisado de la "explosión por
llegar". Pero jamás soñamos con esta pesadilla.
Y sí, Osama bin Laden viene a la mente, su dinero, su teología, su terrorífica
dedicación a destruir el poder americano. He estado sentado frente a bin Laden
mientras éste describía cómo sus hombres ayudaron a destruir al ejército ruso
en Afghanistán y por ende la Unión Soviética. Su confianza sin límites les
permitía declarar la guerra a América. Pero ésta no es la guerra de la democracia
contra el terror que se intentará hacer creer al mundo en estas próximas horas
y días. También es la guerra de los misiles americanos destruyendo casas palestinas
y de los helicópteros de los EE.UU. disparando misiles contra una ambulancia
libanesa en 1996 y de bombas americanas cayendo en un pueblo llamado Qana
unos días después y de una milicia libanesa (pagada y vestida por el aliado
israelí de América) arrasando y violando y asesinando a través de los campos
de refugiados.
No, no hay ninguna duda del horror indescriptible, brutal, de lo que ha ocurrido
en los EE.UU. Que los palestinos pudieran celebrar la masacre de 20.000 o
35.000 personas inocentes es un símbolo no sólo de su desesperación sino de
su inmadurez política, de su incapacidad de concebir aquello de lo que siempre
habían acusado a sus enemigos israelís: actuar desproporcionadamente. Pero
nos avisaron. Todos los años de retórica, todas las promesas de atacar el
corazón de América, de cortar la cabeza de la "serpiente americana",
nos las tomamos como amenazas vacías. ¿Cómo podría un grupo corrupto, atrasado,
conservador, antidemocrático, de pequeñas y violentas organizaciones llevar
a cabo esas propuestas disparatadas? Ahora ya sabemos cómo.
Y en las horas siguientes a la aniquilación de ayer, empecé a recordar esos
otros asaltos extraordinarios, increíbles, contra los EE.UU. y sus aliados,
ahora minúsculos en comparación con las muertes de ayer. ¿Es que los bombarderos
suicidas que mataron a 241 americanos de servicio y casi 100 paracaidistas
franceses el 23 de octubre de 1983 en Beirut no planificaron sus ataques con
impensable precisión?
Pasaron sólo siete segundos entre el bombardeo a la Marina y la destrucción
de los franceses tres millas más lejos. Luego hubieron los ataques contra
bases estadounidenses en Arabia Saudí, y el intento el pasado año (ahora parece
que casi lo consiguieron) de hundir al USS Cole en Aiden. Y también, qué fácilmente
fracasamos a la hora de reconocer la nueva arma del Oriente Medio que ni Americanos
ni otros occidentales podían igualar: el bombardero suicida desesperado, cegado
por la desesperación.
Todo el poder y riqueza de América (y su arrogancia, dirán los árabes) no
pudo defender al mayor poder que ha conocido este mundo de esta destrucción.
Para los periodistas, incluso aquellos que han caminado literalmente a través
de la sangre del Oriente Medio, las palabras se secan en este punto. Impresionante,
terrible, imperdonable, atroz; en los próximos días estas palabras serán agua
en el desierto. Y habrá, de forma natural e inevitable, y también inmoral,
un intento de ocultar los agravios históricos y la sangre y las injusticias
que yacen detrás de los ataques de ayer. Se nos hablará de "terrorismo
fanático", la parte "fanática" básica para no darnos cuenta
del inmenso odio que se ha ido generando contra América en la tierra del nacimiento
de tres grandes religiones.
Preguntadle a un árable cómo responde a 20 o 30.000 muertes inocentes y os
responderá, como toda persona buena y decente, que es un crimen impensable.
Pero os preguntarán porqué no se usaron esas palabras para las sanciones que
han destruido las vidas de quizá medio millón de niños en Iraq, porqué no
nos pusimos histéricos ante los 17500 civiles muertos por Israel en la invasión
del Líbano en 1982, porqué permitíamos que una nación del Oriente Medio ignorara
las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU pero bombardeábamos y
sancionábamos al resto que lo hiciera. Y estas razones básicas de porqué se
incendió el Oriente Medio el septiembre pasado (la ocupación israelí de la
tierra árabe, el desahucio de los palestinos, los bombardeos y las ejecuciones
auspiciadas por el Estado, las torturas israelís) , todo eso debe ocultarse
no fuera que presentaran la más mínima razón para la masacre salvaje de ayer.
No, no se debe culpar a Israel (aunque podemos asegurar que Saddam Hussein
y los otros dictadores grotescos lo harán) pero la influencia maligna de la
historia y nuestra parte de esa carga debe mantenerse bien lejos de los bombarderos
suicidas. Nuestras promesas rotas, quizá incluso nuestra destrucción del imperio
otomano, llevaron inevitablemente a esta tragedia. América ha patrocinado
las guerras de Israel durante tantos años que acabó creyendo que eran gratis.
Ya no. Sería un acto de extraordinario coraje y sabiduría si los EE.UU. se
pararan a pensar por un momento en su papel en el mundo, la indiferencia de
su gobierno al sufrimiento de los árabes y la indolencia de su presidente
actual.
Pero, por supuesto, los EE.UU. querrán represalias contra el "terror
mundial", ¿quién puede culparles? De hecho, ¿quién podrá ya jamás acusar
a los americanos por usar ese término peyorativo y a veces racista, "terrorista"?
Habrá los que condenarán rápidamente cualquier sugerencia de examinar las
razones históricas reales para un acto de violencia de esta escala. Pero,
a no ser que lo hagamos, nos encontraremos con un conflicto de un tipo que
no hemos visto desde la muerte de Hitler y la rendición de Japón. Corea y
Vietnam empiezan a palidecer en comparación.
Hace ocho años, ayudé a hacer un documental de televisión que intentaba explicar
por qué tantos musulmanes habían llegado a odiar a Occidente. Anoche recordaba
algunos de los musulmanes de esa cinta, sus familias quemadas por bombas y
armas hechas por los EE.UU. Hablaban de cómo nadie podía ayudarles excepto
Dios. La teología contra la tecnología, el bombardero suicida contra el poder
nuclear. Ahora hemos aprendido lo que esto significa.
http://www.zmag.org/fiskawecalam.htm