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2 de octubre del 2002
Saliendo a las calles
de Londres
El nuevo movimiento contra la guerra
Tariq Ali
Counterpunch, 30 de septiembre de 2002
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Londres, sábado 28 de septiembre. Un radiante cielo azul. Ninguna
neblina pero sí reina un aire suave y fructífero. La Coalición
Detened la Guerra – un frente unido que incluye socialistas de todas las tendencias,
liberales y radicales, pacifistas y los grupos musulmanes moderados –había
esperado 200.000 personas, pero el ambiente en Gran Bretaña estaba inquieto
y muchas personas, muchas conservadoras o incluso apolíticas, habían
decidido unirse a la marcha.
La semana antes de la marcha, el Nuevo Laborismo presentó el llamado
informe Blair, un fárrago de verdades a medias y hechos añejos
que fue un intento extremadamente crudo de propaganda de guerra. El tiro le
salió miserablemente por la culata. Blair estuvo peor que nunca.
El sonriente disc-jokey en modo clerical. Todo reducido al nivel de un cuento
seudo-moral.
La palabrería bélica y la piedad constituyen una combinación
repugnante. Puede haber convencido a su espantoso gabinete, un puñado
de mediocridades, que en su mayoría tendría problemas para conseguir
empleo en alguna otra parte.
Blair lo prefiere así: en el país de los ciegos, el tuerto es
rey.
El Daily Mirror, un importante tabloide londinense dedicó 8 páginas
a denunciar el informe y a Blair. Este periódico ha cambiado decisivamente
después del 11-S, en agudo contraste con sus rivales y con los "serios".
El único artículo a favor de la guerra publicado en el diario,
alucinógeno desde todo punto de vista y que fue publicado para darle
la palabra a la Casa Blanca, apareció con la firma del antiguo columnista
de NATION Christopher Hitchens. El individuo con el complejo de Orwell
ha caído verdaderamente bajo. Seguirá cayendo.
No a la guerra en Irak, justicia para Palestina, fueron los temas que unieron
a todos los presentes el sábado 28 de septiembre. Sky TV de Murdoch
dijo que hubo 400.000.
La radio irlandesa insistió en que fue medio millón. Channel
Five News dijo "más de un cuarto de millón". Sólo BBC
TV dio la "cifra policial" de 150.000.
Seamos modestos. Aceptemos que hubo más de 350.000 personas que vinieron
de todas partes del país para mostrar su desprecio hacia Tony Blair y
su apoyo a la guerra que Bush prepara contra Irak.
Hablé con gente, vieja y joven, que nunca habían estado antes
en una manifestación.
Ceremonias de iniciación. Y el humor ambiente era de desafío y
cólera.
La nueva oleada de dirigentes sindicales que han sido elegidos para desafiar
a los thatcheristas del Nuevo Laborismo estaba firme contra la guerra. Bob Cros,
el líder de los trabajadores ferroviarios denunció a Blair en
un lenguaje vitriólico. Igual que Mark Serotka de la Unión de
Empleados del Estado y otros.
Tony Benn, George Galloway y Jeremy Corbyn (estos últimos dos siguen
siendo Miembros del Parlamento) hablaron en nombre de los miembros del Partido
Laborista que se oponen a Blair.
Era el sábado judío. Así que el contingente de judíos
hasídicos no pudo hablar, pero su emocionante llamado a favor de los
derechos palestinos fue leído por un joven musulmán de Leicester.
El Alcalde de Londres, Ken Livingstone, también estuvo presente, denunciando
enérgicamente al Primer Ministro. Numerosos londinenses suspiraron aliviados
cuando Blair se negó a aceptar que Livingstone volviera al Partido Laborista.
Ahora, cuando ya no tiene que adaptarse a la dirigencia del Nuevo Laborismo,
Livingstone cambió de nuevo de posición. A veces el oportunismo
lleva a la izquierda.
Nadie en la manifestación fue engañado por la cháchara
de que una guerra dirigida por la ONU sería, de alguna manera, más
aceptable que un ataque de Bush y Blair. El movimiento británico por
la paz, por su parte, no será engatusado si los miembros permanentes
del Consejo de Seguridad de la ONU permiten que se les presione y que los hombres
de Bush les repleten los bolsillos.
Aquí, el movimiento continuará. Y cuando las bombas comiencen
a caer habrá actos de desobediencia civil no-violenta en todo el país.
Necesitamos que lo mismo ocurra en Estados Unidos.
Tariq Ali redactor de New Left Review y contribuye frecuentemente a CounterPunch.