Se mueve el piso de Blair Las grietas de Blair
Isaac Bigio
A 10 días del inicio de la invasión el primer ministro británico viene teniendo más problemas con su principal aliado (Bush) así como con sus ex ministros anti-guerra. Frente a Washington Londres exige que la reconstrucción de Irak sea hecha por Naciones Unidas y para la guerra propone como modelo buscar evitar ataques duros y esperar ganar a la población. Los republicanos, mientras tanto, ya tienen como plan entregar el Irak post-Hussein a un protectorado suyo con limitada intervención de la ONU y dirigida por un directivo de una fábrica de mísiles. Varias empresas asociadas a los republicanos tienen ya aseguradas una serie de contratos para beneficiarse de la reconstrucción de lo que sus tropas vienen demoliendo.
Los EEUU no tienen planes para crear contingentes árabes contra Hussein ni si quiera para lanzar contra Bagdad a los 60,000 combatientes kurdos iraquíes que están bajo su comando.
Blair pide un plan para resolver inmediatamente el diferendo palestino-israelí, el cual debe pasar por declarar pronto una suerte de estado palestino. Los republicanos, mientras tanto, buscan mantener sus buenos lazos con Sharon. El gobierno israelí es opuesto a mayores concesiones y tiene varios ministros que propugna abiertamente la anexión o despoblación de palestinos de los territorios ocupados.
Diversos medios viene recalcando la alianza supuestamente contra natura entre el partido de los sindicatos británicos con el de la derecha empresarial más dura de EEUU. Tras intentar fortalecer a la Unión Europea, Blair ha coadyuvado a producir su mayor crisis. Tras haber querido ser el puente entre ésta y EEUU ha acabado minándolo para seguir al polo norteamericano.
Ello está generando una serie de graves problemas dentro del laborismo.
Blair cada vez se siente más apoyado en sus políticas de guerra por sus tradicionales oponentes (los conservadores) mientras que dentro de su partido se vienen agudizando las diferencias.
La rebelión del líder de la casa de los comunes En el laborismo se viene perfilando un líder de peso que tiene el carisma y el potencial de disputarle a Tony Blair la jefatura partidaria y el premierato. Se trata de Robin Cook, líder de la cámara de los comunes, y el primer ministro de relaciones exteriores de su gobierno.
Cook fue el arquitecto de la diplomacia del nuevo laborismo. Esta se basaba en supuestos principios Oéticos¹, aunque sus adversarios le acusaban de seguir comercializando armas con dictaduras como la Indonesia o patrocinar guerras bajo coberturas humanitarias.
Cook recientemente renunció al gabinete indicando que una guerra contra Irak era innecesaria pues este país carece de armas de destrucción masivas que pudiesen afectar a otros países. Los gases que pudiese retener, según él, le fueron inicialmente entregados por Reino Unido y EEUU. Un conflicto prematuro amenazaría todo el orden mundial multi-polar basado en la legalidad de una serie de instancias y debilitaría a la ONU y la Unión Europea.
Cuando la estrategia anglo-americana muestra su impasse, Cook sostiene que es necesario salir en defensa de los soldados británicos y por ese se debe evitar que mueran y demanda que retornen a casa.
Cook se mofa de las declaraciones iniciales de asociados a Rumselfed, de Cheney y Wolforitz en sentido que la guerra iba a ser un Opaseo¹, que la Guardia Republicana saddamnista se rendiría pronto y que los iraquíes saldrían a recibir a sus liberadores con alegría.
La pregonada guerra rápida y sin costos está, según Cook, en un callejón sin salida. No se ha encontrado ningún arma de destrucción masiva y los iraquíes, en vez de recibir a los ocupantes como liberadores' les combaten encarnizadamente.
La guerra ahora amenaza ser larga. En vez de querer marchar sobre Bagdad se pretende sitiarla, lo cual es lo más cruel para sus habitantes. En vez de ganar a la población árabe local se estará creando un odio contra occidente que tendrá mucho impacto.
Para él es hora que Londres deje de marchar tras Washington. EEUU no quiere que Naciones Unidas administre el Irak post-Hussein, y Reino Unido y EEUU han chocado en Umm Qasr. Mientras los oficiales británicos quisieron dar la administración del puerto a locales que saben como hacerlo, los EEUU se lo entregaron a una compañía de su propio país.
La mejor salida para Gran Bretaña es retirarse del conflicto y pedir que Rusmfeld y sus halcones vayan al frente en vez de que se siga sacrificando erróneamente a soldados británicos.
Las declaraciones de Cook han sido tildadas por el gobierno como un llamado a la capitulación. A medida que la guerra se prolongue la rebelión laborista tender'a expandirse. Una posibilidad es que antes que al tratar de tumbar a Hussein, Blair acabe siendo depuesto.
(*) Isaac Bigio es un analista internacional formado en la London School of Economics & Political Sciences.