-No temáis que se extinga su sangre sin objeto,porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan
aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto. Miguel Hernández
Es esta una tarea a la que el pensamiento y las manos se resisten, porque es
muy difícil pensar que Jorge Enea Spilimbergo está muerto y lo es mucho más el
tratar de escribir sobre este gigante, sobre su inteligencia luminosa y su
voluntad adamantina.
Julio Fernández Baraibar NAC&POP
La lucha por la liberación nacional de las garras del imperialismo, el largo
combate por la creación de una sociedad sin explotadores, la marcha por la
unificación de las patrias suramericanas encontraron en este hombre inmenso su
mejor militante.
A los quince años, cuando era un estudiante del Colegio Nacional Buenos Aires,
descubrió, como muchos compañeros de generación, las injusticias de la sociedad
capitalista semicolonial. Provenía Spilimbergo, por parte de su padre, de una
familia del norte de Italia, y su tío Lino era ya el extraordinario pintor de
esos rostros de ojos grandes, de esos coloridos paisajes cordobeses e italianos,
que lo convirtieron en uno de los pocos clásicos de la plástica argentina. Su
paso por la Federación Juvenil Comunista, en aquellos años mozos, le dejaron un
imborrable desprecio por los manejos burocráticos del partido de Victorio
Codovilla y Rodolfo Ghioldi, por la adocenada y ramplona caricatura de marxismo
que exhibían sus dirigentes y la lacayuna obediencia a los dictados de Stalin y
la Unión Soviética.
A los 20 años, y vistiendo el uniforme de conscripto de la Aeronáutica, conoció
a Jorge Abelardo Ramos, nueve años mayor que él, quien por entonces comenzaría a
hacerse conocer en las columnas del diario Democracia, bajo el seudónimo de
Víctor Almagro. A partir de entonces, y durante más de veinte años, Ramos y
Spilimbergo dedicarían sus esfuerzos políticos e intelectuales a la creación de
la Izquierda Nacional.
Spilimbergo era un renacentista, en el sentido más rico y complejo del término.
Poseía una riquísima cultura general, un vasto saber sobre la historia, tanto
europea como americana, y una prodigiosa avidez de conocimiento. Dueño de una
sólida formación filosófica y literaria, su lectura de Marx y el marxismo tuvo
siempre una fresca impronta antidogmática y un fuerte anclaje en la realidad.
Nada más lejano a su inteligencia política que los abstractos juegos ideológicos
o las verdades eternas y universales. Su búsqueda y lo que transcribió en sus
libros -que son ya fundamentales del pensamiento moderno de nuestro país- era un
pensamiento revolucionario vinculado orgánicamente a la realidad social,
económica y cultural de la Argentina, un instrumento de conocimiento y de
transformación, una herramienta de lucha nacional y social. Y ese prodigioso
cerebro estaba, además, dotado de un extraordinario sentido del humor, una
finísima sensibilidad poética, un admirable estilo literario y una hipnótica
elocuencia. Poseía, más que nadie, la capacidad de transmitir conceptos y
emociones, tanto en el diálogo personal como en la tribuna o la barricada.
El diálogo con Spilimbergo era siempre placentero. Su frecuencia a los grandes
poetas y escritores del Siglo de Oro español, su pasión por la novela y el cine,
su erudición y su simpatía hacían sentir inteligente a su interlocutor. Ponía
todo este saber al servicio de su razonamiento eminentemente práctico y político
y era capaz de establecer asombrosas relaciones, cuya finalidad era conmover la
inteligencia y mover la voluntad.
Su voluntad fue indoblegable. Vivió y murió de la manera que decidió a los
quince años: al servicio de la causa de los oprimidos y la Patria. Nunca tuvo
otro interés que éste, pese a que no era hombre que despreciara –al modo de
tanto asceta avinagrado y dispéptico- los dulces placeres de la vida: un buen
vaso de vino, un abundante y sabroso plato, una fiesta con música y baile con
sus compañeros y compañeras. Pero todo ello estaba subordinado a aquella tarea
que se impuso en su paso sobre la tierra: la militancia política revolucionaria.
Amó a su mujer, Isabel Constenla, Yiyí, como muy pocas mujeres han sido
amadas: la admiraba amantísimamente y la llevó en su memoria hasta el último
hálito de una vida rica y ejemplar.
Fue uno de los grandes pensadores nacionales de la segunda mitad del siglo XX.
Fue el constructor insumergible de una fuerza política que, seguramente, lo
continuará y mantendrá vivo su recuerdo. Fue respetado por sus amigos y temido
por sus enemigos. Aún cuando poseía un carácter irascible, que se fue suavizando
con los años y la madurez, carecía de todo rencor. Ejerció sin hipocresías una
notable capacidad de autocrítica y pese a la dureza que las discusiones
políticas pudiesen adquirir, recibió siempre con los brazos abiertos a quienes
se reincorporasen a la causa común.
Este hombre, síntesis y expresión de lo mejor de los argentinos, se ha ido para
siempre. De su pasta deberán estar hechos quienes asuman sobre sus hombros la
tarea de continuar su obra y su lucha. Sus libros, sus reflexiones y su consejo
nos iluminarán el camino para siempre. En algún lugar, quisiera uno pensar, así
sea en el corazón del pueblo, se encontrará Spilimbergo con su amada Yiyí, y en
la mesa de El Galeón volverá a tomar un café con el Colorado Ramos y Don Arturo
Jauretche. -El régimen imperialista -solía decir- lo puede todo. Lo
único que no puede,y por eso será vencido, es dar respuesta a la
desesperación, la miseria y elhambre de millones de seres humanos.
Con toda seguridad, querido compañero Spilimbergo, cuando los hambrientos
argentinos y latinoamericanos recuperen para siempre la vertical de su dignidad,
su nombre y su memoria serán veneradas con el mismo fervor que profesamos
quienes compartimos su lucha y sus sueños.
NOTA DE LA NAC&POP: Spilimbergo es uno de nuestros grandes maestros queridos.
Uno ya dice como propio lo que estos maestros dijeron por primera vez hace ya
muchos años. Maestros intelectuales, pensadores, los maestros de la lucha por la
liberación nacional hicieron pensar hasta las piedras. Splimbergo sabia, como
dice Raul Mitcoz, que el problema no es lo que piensa el enemigo sino lo que
píensa el enemigo en nuestra propia cabeza. Alli se dirigio Spili, alli y al
corazon. Maestro dulce, por momento cascarrabias, ironico, humorístico,
militante, ( hace muy poco anduvo desandando caminos por el Cuyo y –sino me
equivoco-por Cordoba y otros lugares mostrando la reedición de su libro La
Cuestión Nacional en Marx), Spilimbergo, era una delicia en si mismo, un
compañero querido, una compañia rica y nutritiva, un angel, un druida, un abuelo
de Heidi, un Viejo guerrero, un sabio de El Señor de los Anillos, pero un sabio
criollo, exquisito de la cultura, y llano como solo los grandes suelen ser,
llano de llanura, de humildad, de vastedad. Cuando la vista no le daba, o los
pulmones, o la espalda, o la rodilla, entonces hacia irrumpir su humor y este
reventaba entre toces para hacernos desternillar de risa con sus satirizaciones
de la burguesia izquierdosa o la oligarquia vendepatria.- Esa era una de sus
armas mortales. Un arma que mostraba el grado de su inteligencia y tambien el
grado de su bondad. Porque Spilimbergo era, por sobre todo, un bravo e
incorruptible cruzado de la causa del pueblo y la nación suramericanos y como
tal, un hombre bueno, un hombre bueno como los hay en estas tierras,
inconmensurable.
El Movimiento Nacional y Popular naciente por entonces, supo hacerle un emotivo
y calido homenaje en su primer asamblea en Mar del Plata en el 2002 con casi mil
compañeros aplaudiéndolo de pie con hurras y gritos de jubilo dedicados a su
trayectoria. Esto se repitio en muchos ambitos a lo largo y ancho del pais en
estos ultimos años. Tan pobre como grande y humilde nunca fueron para el los
aviones y los grandes hoteles. Compartia las rutinas de los militantes rasos y
la premura de los estudiantes, poniendo los huesos en cualquier cuatro ruedas
que lo acercara al objetivo, a pesar de los dolores que su desafiante impronta
soslayaban. Un ejemplo, un hombre integro, un padre amado para todos nosotros.
Lo vamos a extrañar y tambien sera un gran placer recordarlo y recordar sus
exquisitas anécdotas. Se ha ido un grande, uno de los grandes ignorados de la
historia oficial, lo que agradecemos, compañero de la izquierda nacional,
maestro de maestros que hoy nos acompañan y son su recambio generacional, y
tambien un compañero de utopias de la mesa de los sueños de la agrupación
Oesterheld cuyas reuniones prestigio.