A 27 años de su asesinato
Rodolfo J. Walsh nació en 1927 en la localidad de Choele-Choel,
provincia de Río Negro. Fue escritor, periodista, traductor y asesor
de colecciones. Su obra recorre especialmente el género policial, periodístico
y testimonial, con celebradas obras como Operación Masacre y Quién
mató a Rosendo. Walsh es para muchos el paradigmático producto
de una tensión resuelta: la establecida entre el intelectual y la política,
la ficción y el compromiso revolucionario. El 25 de marzo de 1977 un
pelotón especializado emboscó a Rodolfo Walsh en calles de Buenos
Aires con el objetivo de aprehenderlo vivo. Walsh, militante revolucionario,
se resistió, hirió y fue herido a su vez de muerte. Su cuerpo
nunca apareció. El día anterior había escrito lo que sería
su última palabra pública: la Carta Abierta a la Junta Militar.
CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH A LA JUNTA
MILITAR
(Escrita 24 horas antes de su asesinato)
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento
de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida
de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos
que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de
haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción
de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman
aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo
que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte,
a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva,
y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para
nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no
fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de
un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron
y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse
en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones
de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión
objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese
"ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses
de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas,
explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante
sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo
los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo
que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de
miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales
guarniciones del país virtuales campos de concentración donde
no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional.
El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación,
convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten
la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados
negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición
el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad
o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los
cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo.
Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez
días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres
represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de
límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se
operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de
las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos
de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento
en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios
junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la
guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura
absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de
obtener información se extravía en las mentes perturbadas que
la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla
y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos
han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo
la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares
descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e
imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez
en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que
no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción
internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el
carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata
a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura
del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio
de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte
del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la
comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos
combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron
muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces
de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados,
muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de
guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para
equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres"
que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo
una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron
a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción
desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión
es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina
que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en
40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y
la guerrilla 63 muertos.
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de
fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea
sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos
son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes
de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica
o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez,
jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato
de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte
de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones
de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero
de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo
de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos
episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política
misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones
de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como
miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después
que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en
algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países,
por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las
costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados
hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en
el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15
años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en
la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino
que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría
donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la
publicaron.
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril
de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján
el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron
30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas
herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición
del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río
de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera
Brigada Aérea, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera
o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden
no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos signos" ni el árbitro
justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido
el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats,
durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José
Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas
de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos
en Chile, Boliva y Uruguay.
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos
Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de
la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio
Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station
Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las
que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera
cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército,
encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia
Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su
papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas
como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace
una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o
del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado,
después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez
de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición
de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce
límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien
y del mal".10
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin
embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni
las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la
política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo
la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga
a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al
40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado
de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta
familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten
ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de
las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo
asambleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación
al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos,
han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de
la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados
de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos
aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año
de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más
del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares.
Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%,
cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como
la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan
hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas,
han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un
tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras
centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo
provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con
que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez
millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque
las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas,
millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo
pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río
más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios
del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales,
y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la
gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar
"el país", han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del
producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares
por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante
que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en
la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro
fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian
hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma.
Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones
argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas
plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de
Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican
el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos
militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación
ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único
campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización
por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que
se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política
económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja
oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo
selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices,
la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro
Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define
la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez
de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente
Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero
activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible
para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay
empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir
más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares,
letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés
por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar
con el "festín de los corruptos".
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en
manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia
a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan
las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean
empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente
al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas
de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio
de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza
al ser nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera
que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos
o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los
señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo
al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que,
aún si mataran al último guerrillero, no haría más
que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte
años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas
sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de
las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno
he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado,
con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace
mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.