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21 de febrero de 2002
El capitalismo al fin
del milenio
James Petras
Henry Veltmeyer - Semanario La Aldea
Introducción
Un buen lugar para iniciar una revisión del capitalismo latinoamericano
es la Era del imperialismo de Harry Madoff. Las últimas dos
décadas del desarrollo capitalista en América latina han sido
testigo de un período de prosperidad sin paralelo de los bancos estadounidenses
multinacionales y de las corporaciones, así como de un poder político
casi indisputado, ejercido desde Washington. A pesar del consenso intelectual
que se ha formado alrededor del concepto de globalización, las dinámicas
de estos desarrollos en América latina pueden ser entendidas mejor
en términos de la actuación del imperialismo euro-americano.
Aunque tiene raíces largas y profundas en la región, no es sino
hasta las décadas de los ochenta y noventa que el imperialismo, el
estadio más elevado -y final- del capitalismo, llegó efectivamente
a la mayoría de edad en América latina, creando las condiciones
para su consolidación.
Varias cuestiones son centrales en nuestra discusión sobre la configuración
actual del poder capitalista en América latina al inicio del siglo
XXI.
Primero, hay una creciente evidencia de la hegemonía
de Estados Unidos sobre el proceso global de acumulación capitalista.
A lo largo de los noventa el capital estadounidense y su estado imperial han
incrementado su peso y posición en la economía global, embarcándose
en un verdadero frenesí de fusiones y adquisiciones de las corporaciones
líderes en los sectores estratégicos de la economía global,
al punto que 224 de las 500 corporaciones más importantes son ahora
norteamericanas (contra 222 de hace sólo un año); y de las 100
primeras, 60 lo son. En lo que respecta a América latina, 10 de las
20 más importantes son propiedad norteamericana. Esta hegemonía
emergente y de creciente poder económico, y la declinación correspondiente
de la posición de Europa, y particularmente del capital japonés1,
va paralelo a una serie de movimientos estratégicos para establecer
el control sobre las palancas e instituciones de las finanzas globales y el
"ejercicio del gobierno" así como potencia militar.
Segundo, la riqueza y el poder sin paralelos de Wall Street
y Washington en América latina es un fenómeno relativamente
reciente, arribado después de varias décadas de políticas
nacionalistas y populistas que limitaron la profundidad y amplitud del imperialismo
norteamericano y bloquearon su hegemonía.
Tercero, a pesar de diversos esfuerzos por reactivar las
economías nacionales en la región, éstas han estado acosadas
por una tendencia a la profundización de la crisis. Las condiciones
de esta crisis incluyen el pillaje de los recursos en proporciones asombrosas
y operaciones aun más grandes de rescate de los inversores norteamericanos,
organizadas por el estado imperial y sus adjuntos institucionales de la Ğcomunidad
financiera internacional".
Cuarto, mientras las condiciones de pobreza y las desigualdades
sociales en la distribución de los recursos productivos y del ingreso
están encastradas en estructuras económicas y sociales hondamente
enraizadas, la actual ascendencia del imperialismo de Estados Unidos en la
región ha llevado a una reversión de los avances limitados que
habían logrado la clase obrera y las clases medias, así como
a un serio retroceso en sus niveles de vida.
Quinto, la transición capitalista desde una economía
agrícola rural a una economía industrial centrada sobre las
ciudades ha conducido a una nueva y fundamental división en la sociedad
latinoamericana. De un lado hay una burguesía dominada por un puñado
de super ricos, ligados con los circuitos deĦ capital global y un pequeño
racimo de corporaciones multinacionales orientadas a la exportación.
Del otro, una creciente masa de trabajadores empobrecidos, superexplotados
y marginalizados, ubicados en el sector informal en desarrollo de las economías
urbanas de la región, despojados de derechos sociales y de legislación
laboral protectora.
Sexto, se ha construido un nuevo lenguaje político
y discurso teórico para cegar la actuación deĦ imperialismo
en la región y en cualquier otro lugar. Los bancos y corporaciones
trans o multinacionales en sus operaciones (toma de empresas productivas,
apropiación de activos, dominación de mercados y extracción
de ganancias sobre la base deĦ trabajo barato) ya no son entendidos como unidades
y agentes del sistema imperialista; ahora son vistas allanando la globalización
y la creciente integración e interdependencia de la economía
mundial. La transferencia del ingreso del trabajo al capital y su reconcentración
es considerada un mecanismo de ajuste interno a las exigencias de la economía
global. La compra barata de activos públicos y estatales es llamada
"privatización". La quita de restricciones a la inversión extranjera,
la liberalización de los mercados, la desregulación de la empresa
privada, todas políticas destinadas a incrementar la tasa de ganancia
del capital invertido, son vistas como formas de "ajuste estructural". La
prescripción imperial de políticas macroeconómicas es
descripta como "estabilización". La imposición de políticas
económicas destinadas a atraer y favorecer el capital extranjero; el
salvamento de inversores internos y el acrecentado control sobre las fuerzas
militares y policiales, bajo el pretexto de las campañas contra la
droga, son llamadas libertad de mercados" o "políticas amigas de los
mercados". La acomodación del "Tercer sector" o de organizaciones populares
a los intereses y políticas del estado imperial es descripta como buen
gobierno" o "fortalecimiento de la sociedad civil", un factor crítico
en el proceso de desarrollo económico". Y las acciones en busca de
beneficios llevadas a cabo por la clase dominante son consideradas como el
comportamiento socialmente orientado y subjetivamente significativo de los
nuevos agentes económicos o, en términos "posmo ernos", como
las acciones de individuos diversos y particulares en búsqueda de su
identidad social. Con la disolución en el pensamiento de las estructuras
operativas y las condiciones materiales del sistema capitalista, las clases
también desaparecen. Aun la clase capitalista -dominante económica
y políticamente- base social del sistema imperialista es reemplazada
por una multiplicidad de actores sociales e individuos, y cada uno batalla
por definir y ubicarse en el contexto social del nuevo orden económico
global y la heterogeneidad de sus condiciones, que son vistas y tratadas más
como subjetivas que objetivas.
Para entrar en la discusión del capitalismo y del imperialismo en América
latina, el primer paso es descartar el lenguaje y discurso eufemístico,
impreciso y enceguecedor que se ha convertido en una moda, y volver a las
categorías más precisas y rigurosas del marxismo.
Orígenes históricos de la hegemonía imperial
Desde 1930 hasta mediados de los setenta el imperialismo norteamericano en
América latina se vio constantemente desafiado por regímenes
y movimientos nacionalistas, populistas y socialistas democráticos.
Estos desafíos eran por lo general más reformistas que revolucionarios,
en la medida en que cuestionaban elementos del proyecto imperialista, pero
no el conjunto de las relaciones y el sistema existente.
En los años treinta y cuarenta el presidente Cárdenas de México
nacionalizó los intereses petroleros de Estados Unidos, mientras Vargas
en el Brasil, Perón en la Argentina y el Frente Popular en Chile promovían
la protección estatal de la industria nacional con barreras comerciales,
iniciando un vasto movimiento hacia la nacionalización de industrias
estratégicas en la región. En los cincuenta el presidente de
Guatemala, Arberiz, expropió la tierra de la United Fruit y la distribuyó
entre los campesinos, lo que dio por resultado un golpe de estado exitoso
dirigido por la CIA contra su administración. Una revolución
de tipo radical nacionalista tuvo lugar en Bolivia en 1952, seguida de una
revolución social en Cuba que desafió la hegemonía imperial
en la región. Los sesenta y setenta fueron testigos del surgimiento
de regímenes y movimientos populistas, nacionalistas y democráticos
a lo largo del continente. Este "largo medio siglo" de avance social y político
dio como resultado una significativa legislación social y económica
que legalizó sindicatos, proveyó de beneficios sociales básicos,
extendió la educación pública y la asistencia en salud
a sectores sustanciales de la clase obrera industrial, de los empleados públicos
y en unos pocos casos (Chile entre 1970 y 1973) a los campesinos.
Este período, que precedió a la actual fase de hegemonía
imperial de Estados Unidos y que asistió a la gradual incorporación
de la clase obrera y de las clases medias al proceso político y de
desarrollo, no fue de ninguna manera una "edad dorada" de desarrollo o un
paraíso para los trabajadores. Estos eran explotados, los campesinos
estaban excluidos de la legislación social, y las economías
dependían fuertemente de la exportación de bienes primarios
a los países adelantados industrialmente para financiar sus importaciones
de bienes de capital e intermedios. De todas maneras, todavía había
algunas restricciones sobre el capital, y bajo diversos regímenes populistas
mejoró de manera significativa la distribución deĦ ingreso entre
el capital y el trabajo. En el caso de Chile bajo el régimen socialista
de Allende el trabajo recibió casi el 60% deĦ ingreso derivado de la
producción social, un avance que fue rápidamente revertido por
el régimen de Pinochet. Este creó las condiciones para que en
1989, después de 17 años de políticas neoliberales, la
participación deĦ trabajo en el ingreso nacional estuviera reducida
al 19%, una de las más bajas del mundo.
El sistema de dos clases (campesinos/propietarios de tierras) que había
prevalecido en el período de depresión fue reemplazado por una
estructura más compleja que, además de los campesinos y propietarios
de la tierra, incluía obreros, pequeña burguesía y burguesía
industrial. Una ola de nacionalizaciones en los años sesenta y comienzos
de los setenta vio cómo la energía, minería, telecomunicaciones,
transporte, acero y otros sectores estratégicos de la economía
pasaban a estar bajo el control del estado. En algunos casos las firmas imperiales
fueron compensadas generosamente y muchas encontraron lucrativas salidas para
nuevas inversiones. Las barreras tarifarias impulsaron la industrialización
nacional pero no impidieron que las corporaciones multinacionales (CMNs) siguieran
estableciendo plantas filiales. De todas maneras, por lo general tuvieron
que sujetarse a la legislación que establecía requisitos en
cuanto al sector de la economía, el empleo de los nacionales y el régimen
cambiario (producir para la exportación). Más serio todavía
fue que las CMNs tuvieron restricciones en lo que respecta a la inversión
directa y la repatriación de beneficios, viéndose forzadas a
recurrir a subterfugios tales como la transferencia de los beneficios mediante
los precios, de manera que emergieran a la superficie en economías
más liberales y menos restrictivas.
Los regímenes nacional-populistas de América latina permitieron
que hubiera sustanciales beneficios sobre el capital extranjero invertido
y las operaciones de las CMNs. De todas maneras, tras la revolución
cubana, nuevas y más radicales medidas estuvieron en los programas
de muchos gobiernos, creándose las condiciones para la reacción
política de las fuerzas sociales generadas en el proceso de acumulación
capitalista. En particular, una nueva clase de ricos operadores de negocios
y de banqueros estaba irritada por la legislación laboral y los controles
establecidos sobre sus capitales, para no hablar de las medidas destinadas
a redistribuir los recursos productivos, tales como la tierra, así
como el ingreso. Esta clase se volcó hacia las fuerzas armadas y las
corporaciones multinacionales en busca de apoyo para romper la alianza populista
y asegurar una mayor participación en los mercados exteriores, financiamiento
de sus emprendimientos y acceso a nueva tecnología. Así se formó
la base social para las políticas de contrarreforma y el ascendiente
del imperialismo norteamericano que caracterizaría al capitalismo latinoamericano
en las siguientes dos décadas.
Las bases políticas e ideológicas del ascendiente imperial
De acuerdo con los ideólogos del neoliberalismo el "mercado libre"
se ha convertido en el modelo dominante debido al fracaso del "estatismo"
y a las virtudes inherentes del mercado. Pero los datos históricos
sugieren otra cosa. El "mercado libre" surgió en América latina
precisamente en reacción al éxito de las reformas sociales y
fue impuesto con la intervención política violenta.
Washington, en concierto con los militares de América latina, derribó
a los gobiernos elegidos democráticamente en Chile, la Argentina, el
Brasil y el Uruguay. Las nuevas dictaduras, apoyadas por las instituciones
financieras internacionales, procedieron a desmantelar las barreras sociales
y proteccionistas, a desnacionalizar los sectores industriales y bancarios
y a privatizar los activos públicos. Las políticas de mercado
libre fueron implementadas y puestas en vigor por regímenes draconianos
que mataron a miles, encarcelaron y torturaron a decenas de miles y obligaron
a muchos más a ir al exilio. Los vínculos políticos entre
los bancos, las corporaciones multinacionales, los capitalistas transnacionales
de América latina y el estado fueron reforzados y las aspiraciones
de hegemonía de Estados Unidos se hicieron realidad.
La centralidad de la política, la violencia estatal y la intervención
del estado imperial en la construcción de la nueva configuración
neoliberal desmiente a los que sostienen que la institución del "nuevo
modelo económico" se debió a la mayor eficiencia y racionalidad
del mercado. La expansión de la inversión imperial vía
compra de empresas privatizadas, la toma de bancos latinoamericanos y la penetración
de los mercados no fue el producto de fuerzas globales impersonales e inevitables
(y amorfas); mucho menos fue un inevitable "imperativo de la globalización"
o del "sistema mundial capitalista". Más bien la nueva configuración
de poder es el resultado de una guerra de clases conducida en el nivel nacional,
regional e internacional y ganada por las fuerzas imperiales y sus aliados
domésticos, quienes procedieron a construir un nuevo orden económico
y sociopolítico, acorde con sus intereses.
Inmediatamente después entraron en juego los ideólogos del nuevo
orden imperial. Ellos han elaborado un nuevo discurso (globalización)
para darle cierta legitimidad. El nuevo proyecto imperial hace varias afirmaciones
y proyecciones futuras acerca del desarrollo capitalista que necesitan ser
deconstruidas y sometidas a un análisis crítico.
La primera afirmación es que el sistema anterior "estatista-populista"
y su modelo económico estaba en crisis, una vez cumplido su ciclo,
y que un nuevo modelo de acumulación era necesario, dirigido hacia
el exterior en lugar de estar orientado hacia adentro: dirigido hacia el mercado
mundial -el motor del crecimiento económico y el sector privado -su
chófer-.
La segunda afirmación es que el nuevo modelo requeriría un período
de ajuste penoso en el cual los salarios más bajos y la eliminación
de los empleos en servicios públicos llevarían a un crecimiento
dinámico basado sobre la concentración del ingreso (un nivel
más alto de ahorro e inversión), y flujos de capital en amplia
escala, de largo plazo, que llevarían a nuevos trabajos mejor pagados
y a ingresos más altos.
La tercera afirmación es que la "transformación productiva"
(conversión tecnológica) y "modernización" que acompañó
la liberalización incrementaría la competitividad internacional
de las firmas latinoamericanas, aumentaría el consumo privado sobre
la base de menores costos de producción e importaciones más
competitivas y llevaría a una torta económica más grande,
que incrementaría el ingreso real y beneficiaría a los pobres,
aun cuando las desigualdades sociales existentes persistieran, como se esperaba
que sucediera.
Finalmente, los neoliberales sostienen que, una vez que el nuevo orden esté
establecido, la liberalización económica conducirá a
una política democrática. Entonces surgirán políticos
responsables, preocupados con la administración del sistema de libre
mercado y con evitar las demagógicas e irracionales demandas "populistas".
En esta concepción del "orden económico del nuevo mundo" (la
consolidación del sistema imperial) se presume y argumenta que las
adaptaciones a los cambios en él (y los requerimientos del) sistema
económico mundial darían un nuevo dinamismo a las economías
de la región, permitiéndoles participar de la "nueva ola de
prosperidad" que está por inundar a todo el mundo. De todas maneras
las evidencias sugieren un desarrollo y giro muy diferente de los acontecimientos:
el surgimiento de una enorme división entre nuevas formas del capital
y el trabajo, que producen en abundancia, de un lado, grandes concentraciones
de riqueza y, del otro, condiciones de extendida y creciente pobreza y miseria.
En el contexto de este desarrollo, sostenemos que la retórica de la
globalización y del ajuste estructural, y la previsión de un
crecimiento renovado y prosperidad, están destinadas a encubrir el
proyecto imperial de recolonización. El programa real que está
detrás de la consolidación del nuevo orden imperial en América
latina es no sólo generar un renovado ciclo de acumulación capitalista,
sino también crear en el proceso las condiciones que permitirán
a las fuerzas del imperialismo norteamericano avanzar y expandirse en otras
partes del mundo. En efecto, América latina ha sido señalada
no sólo para ser saqueada en sus recursos, sino también como
un terreno de lanzamiento hacia la batalla pendiente por el mercado mundial
entre los centros líderes de los poderes capitalistas y las aspiraciones
hegemónicas, y las pretensiones del capital de Estados Unidos.
El Nuevo Orden Imperial: doce años en el poder
Existe abundante evidencia para sostener que los miembros de la elite de la
clase capitalista transnacional de América latina así como las
"empresas" imperiales se han beneficiado enormemente con la hegemonía
imperial de Estados Unidos en el último cuarto de siglo. La naturaleza
del Nuevo Orden Imperial en América latina puede ser entendida en términos
de los hondos lazos estructurales que han servido como puntos de extracción
de excedente y de las relaciones clase/estado que los han sustentado.
El Nuevo Orden Imperial se construye sobre cuatro pilares: pagos de intereses
a largo plazo de la deuda externa en gran escala; transferencia masiva de
beneficios derivados de las inversiones directas y de cartera; compras y toma
(takeovers) de empresas públicas lucrativas y de empresas nacionales
con problemas financieros, así como inversiones directas en talleres
y fábricas de sobreexplotación, en recursos energéticos
y en manufacturas e industrias de servicios de bajos salarios; cobro de rentas
provenientes del pago de regalías sobre una amplia gama de productos,
patentes, mercancías culturales, etc.; balances de cuenta corriente
favorables basados sobre la dominación de las corporaciones y bancos
de Estados Unidos en la región gracias a la tradicional "familiaridad"
con el mercado y a los lazos históricos.
(i) Pagos de intereses sobre la deuda
En lo que respecta al pago de los intereses sobre la deuda externa, las estadísticas
causan vértigo y la realidad que les corresponde aún más.
La mayoría del capital original en forma de préstamos bancarios
sindicados fue prestada en los setenta, cuando los bancos comerciales de Estados
Unidos expandieron rápidamente sus operaciones internacionales para
ubicar sus excedentes de capital y ganar las altas tasas de retorno que anticipaban.
Para 1982, unos 257.000 millones de dólares habían sido extendidos
en esta forma (préstamos bancarios) a los gobiernos latinoamericanos
y al sector privado, particularmente en México y el Brasil, que por
sí solos tenían más del 50% de toda la deuda acumulada
del tercer mundo. Con el inicio de la "crisis de la deuda" en 1982 el volumen
de los créditos bancarios a la región fue drásticamente
reducido, a pesar de que en el curso de la década -desde 1983 a 1989-
la deuda externa acumulada de la región creció de 257.000 millones
de dólares a 452.000 millones; esto a pesar de haberse pagado intereses
por 170.000 millones. El resultado fue un drenaje neto de recursos tan grande
(120.000 millones), que el entonces presidente del Banco Mundial se vio impulsado
a observar, con alguna vacilación, que la transferencia de recursos
en tales proporciones es... probablemente prematura".
Para los noventa, cuando el flujo de capital a la región había
cambiado significativamente en su composición (crecientemente en la
forma de valores y no deuda), los Institutos Financieros Internacionales (IFIs)
anunciaron en son de triunfo el fin de la crisis de la deuda, a pesar de que
la mayoría de los países aún tenían que servir
sus deudas externas por un nivel (50% de los ingresos por exportaciones) que
el mundo bancario define como "crítico". En el curso de la década
el problema de la deuda externa no se superó de ninguna manera, a pesar
de que era visto ahora por los IFIs como "manejable" (Cuadro1).
Para 1998 el total de la deuda externa de América latina trepaba a
698.000 millones de dólares, un incremento del 64% respecto de la deuda
existente en 1987, el año pico de la crisis de la deuda. De todas maneras,
lo que es significativo acerca de esta deuda no es su tamaño (alrededor
del 45% del producto bruto regional) ni el peso que representa para los trabajadores,
productores y clases medias de la región, sino el volumen de los pagos
de intereses a los bancos de Estados Unidos como una forma de plusvalía
y el drenaje de una inmensa masa de capital potencial de América latina.
En sólo un año (1995) los bancos recibieron 67.500 millones
de dólares de esta fuente y en el curso de la década más
de 600.000 millones, un número equivalente a aproximadamente el 30%
del total de los ingresos por exportación generados en el período
a un enorme costo económico y social.
Cuadro 1 Deuda y pago por la deuda, América latina, 1982-98 (en miles de millones de dólares, promedios anuales, a precios corrientes) |
|||||||||||
'80 |
'87 |
'90 |
'91 |
'92 |
'93 |
'94 |
'95 |
'96 |
'97 |
'98 |
|
Stock de deuda |
257 |
474 |
476 |
491 |
450 |
526 |
547 |
588 |
627 |
650 |
698 |
% de pnb |
36 |
66 |
45 |
45 |
42 |
37 |
35 |
36 |
35 |
33 |
36 |
Pagos |
30 |
47 |
41 |
39 |
37 |
38 |
35 |
36 |
35 |
33 |
35 |
% de exportaciones |
36 |
37 |
32 |
26 |
26 |
28 |
29 |
29 |
|||
Fuentes: Banco Mundial World Debt Tables 1994/95, 1994, World Development Report, varios años; Cepal, 1998b:25 |
(ii) Inversiones de cartera
Seducido por un programa de reformas neoliberales, el capital privado ha afluido
a América latina a una tasa acelerada a partir de 1991 (Cuadro
2). Las inversiones de cartera en acciones y títulos han formado
una parte importante de este flujo de capital, representando la parte del
león del total de los flujos de capital a lo largo de la década
y, como inversión directa extranjera (IDE), altamente concentrada en
los países avanzados más industrializados de la región,
el Brasil y México. En los años que llevan a la crisis de la
deuda de los ochenta hubo una salida neta de inversiones de cartera, que reflejan
no sólo la volatilidad de esta forma de capital, sino también
un síntoma de la fuga del capital así como de las condiciones
que llevaron a un incremento persistente de los déficits de la cuenta
corriente en la región y la erosión, sino saqueo, de las reservas
de divisas de los bancos centrales (Cuadro 6). Los primeros
años de los noventa vieron un boom de las inversiones de cartera, atraídas
por las altas tasas de interés y las oportunidades en los mercados
emergentes, pero en los años siguientes ha habido un considerable sube
y baja, y entrada y salida, en el flujo de la inversión de cartera,
en la medida en que los inversores responden a los ajustes de los gobiernos,
a las manipulaciones de las tasas de cambio y de interés, y a las condiciones
cambiantes. En general, se observa (Cuadro 2 y UNCTAD ) 2
que países de América latina (más que en cualquier otro
lugar, con la excepción de Chile) han tendido a apoyarse más
sobre la inversión extranjera de cartera que en la inversión
extranjera directa (IDE). Hasta hace poco y desde 1992 los flujos de entrada
de inversión de cartera en la región (bonos y títulos
emitidos por gobiernos, especialmente del Brasil y México) han excedido
por mucho a los flujos de entrada de IDE 3.
Cuadro 2 Flujos de capital en activos hacia América latina (miles de millones de dólares acumulados) |
|||||||||
1981-89 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
1995 |
1996 |
1997 |
|
Entrada neta 4 |
-8.3 |
12.2 |
25.3 |
51.1 |
76.3 |
66.3 |
61.2 |
89.1 |
94.8 |
IDE + Cartera |
82.1 |
28.2 |
45.7 |
91.6 |
91.8 |
37.3 |
94.2 |
88.6 |
|
IDE |
83.0 |
8.7 |
11.6 |
17.6 |
17.2 |
28.7 |
31.9 |
43.8 |
56.1 |
Cartera |
-9 |
16.6 |
28.1 |
74.4 |
63.1 |
5.4 |
50.9 |
32.5 |
|
Otras |
-90.5 |
-2.9 |
0.4 |
-15.3 |
-25.5 |
23.9 |
-5.1 |
6.2 |
|
Fuente: Para inversiones de cartera y otras, FM1 lnternational Financial Statistics varios años; para. W 1990-97: UNCTAD (1998: 256, 362) basada sobre datos provistos por ECLAC, Unit on Investment and Corporate,Strategies. De acuerdo con Securities Data (Excelsior, 16 de enero de 1999) 54.400 millones de dólares en OE en 1998 fueron usados para comprar activos de corporaciones existentes en 1998. |
(iii) Inversiones directas extranjeras
A lo largo de los ochenta la mayor parte del capital en la forma de valores
se dirigió a otros países desarrollados, mientras que los créditos
bancarios se dirigieron hacia los países en desarrollo; pero en los
noventa la dirección y composición de los flujos de capital
ha cambiado significativamente. El mayor cambio ha consistido en un giro relativo
hacia inversiones en valores tanto en forma de cartera como directa 5. Desde
1978 a 1981 los préstamos bancarios sindicados representaron la parte
del león de todos los flujos de capital hacia América latina
(82%). Una década más tarde desde 1990 a 1993 sólo representaba
el 32%, pero hacia el fin del milenio, unos seis años después,
la inversión en valores representa más de las tres quintas partes
de tales flujos -una tercera parte en la forma de cartera y cerca del 45%
en la forma de inversión directa, Otra característica de este
flujo de capital es su acrecentada preferencia por los "mercados emergentes"
de América latina y por los activos debido a las condiciones altamente
favorables que presenta el amplio programa de privatización de América
latina, la profundización de la liberalización, la estabilidad
macroeconómica -y política-, así como la Política
general de los gobiernos y el stock de recursos naturales, mercados, trabajo
y "activos creados" de la región 6. En el curso de la década,
el flujo de inversión directa creció un 223% en el mundo, pero
en América latina la tasa de aumento estuvo cerca del 600%, la mayor
parte (62%) corresponde al Brasil, México y la Argentina, mientras
que a Chile, Colombia, Perú y Venezuela les corresponde el 26% 7. Este
flujo de entrada de IDE a la región (Cuadro 2) se
refleja en el rápido crecimiento del stock acumulado de IDE y en la
acrecentada participación de la IDE en la formación de capital
fijo bruto -de un promedio anual de 4,2% en los años 1984 a 1989, 6,5%
de 1990 a 1993, 8,6% en 1993 y 11 % en los siguientes años un nivel
que refleja el peso desproporcionado de las CMNs en la economía de
la región 8.
La mayor parte de esta IDE se ha usado para comprar los activos de las empresas
públicas privatizadas y de empresas "privadas" de la región
con problemas financieros, con poca formación de capital comprometida
9. Tales adquisiciones, juntas, representan entre el 68 y el 75% de toda la
IDE de la región. La naturaleza improductiva de esta IDE se refleja
en las estadísticas sobre la explosión de fusiones y adquisiciones
transfronteras, que ha llevado a que sectores industriales clave y corporaciones
de primera línea cayeran en las manos (con compañías
tenedoras de acciones o en operaciones) de corporaciones de Estados Unidos,
las unidades más grandes en operaciones del imperialismo norteamericano
10. Para 1999, 33 de las 100 corporaciones más importantes de América
latina habían caído víctimas de los inversores extranjeros,
en su mayoría de Estados Unidos 11. El poder económico y el
control efectivo ejercido por estas corporaciones sobre la economía
latinoamericana es mucho mayor que el tamaño de su capital comprometido
(entre el 3,5 y el 5% del pbn de la región). Esto se debe a que los
activos actuales en posesión y controlados por las filiales de las
firmas imperialistas es aproximadamente 3,5 veces más grande que su
stock de entrada de IDE 12. A esto hay que agregar que el control corporativo
está concentrado y es ejercido estratégicamente.
El flujo de IDE en la región ha generado preocupación por el
impacto negativo de la IDE en las balanzas de pagos. En el Brasil, por ejemplo,
el déficit de la cuenta corriente ascendió de 1.200 millones
de dólares en 1994 a 33.000 millones en 1997, a la par que los flujos
de entrada subían de 3.000 millones a 17.000 millones 13. Un estudio
realizado por Varman-Schneider (Cuadro 5) sugiere que este
problema abarca a toda la región y está ligado con la cuestión
de la huida de capital, que aparece como un residuo en los datos de las balanzas
de pagos 14. De hecho, Varman-Scheneider muestra que grandes entradas en deuda
y valores de capital, así como los crecientes déficits en la
cuenta corriente y el vaciamiento de las reservas de divisas se vinculan con
el fenómeno de la fuga de capitales, que en muchos casos alcanza y
aun excede las proporciones de la deuda externa. Y estos problemas también
se vinculan con la enorme salida de ganancias realizadas por los administradores
de dinero de Wall Street y los bancos de inversión en sus inversiones
especulativas de corto plazo. En relación con esto, un informe reciente
sobre la crisis financiera en el Brasil señala las enormes ganancias
realizadas por algunas casas de inversión y bancos como el Chase Manhattan,
que en el contexto de la crisis brasileña duplicaron y hasta cuadruplicaron
su tasa "normal" de beneficio 15.
El ingreso generado por los flujos de entrada de IDE es considerable, constituye
una fuente muy importante de beneficios, de los cuales un 50% es reinvertido
regularmente (y por lo tanto considerando el volumen del flujo actual de IDE,
el flujo real de entrada de capital es sólo el 6% del total del flujo
registrado 16. El Cuadro 3 presenta diferentes formas de
este ingreso y la tasa de ganancia sobre la IDE de Estados Unidos. El ingreso
registrado representa en promedio anual una tasa de beneficio del 12% sobre
la IDE de Estados Unidos, calculada por el Departamento de Comercio (de Estados
Unidos), pero una tasa que va del 22 al 34% tal como la calcula ECLAC. Por
supuesto, la tasa real de retorno y de beneficio es mucho mayor porque gran
parte de él no es informado, o es disimulado a través de mecanismos
de transferencia con los precios, pero también porque no incluye los
beneficios reinvertidos y se calcula después de las deducciones por
impuestos, las obligaciones de las corporaciones matrices, los pagos por seguros
y derechos por licencias y regalías, y una serie de "ajustes" relacionados
con las valuaciones de las monedas. De todas maneras, aun como se registra
oficialmente, la tasa y magnitud de la repatriación de beneficios es
significativa -sobre la base de los cálculos de la ECLAC, sólo
en los últimos tres años fue de 157.000 millones de dólares
18. Esto constituye una fuente crucial de combustible para el proceso de acumulación
global y expansión del imperialismo norteamericano.
Cuadro 3 Pagos de ingreso sobre inversiones en valores y tasas de beneficio (en miles de millones, promedios anuales) |
|||||
1993 |
1994 |
1995 |
1996 |
1997 |
|
Ingreso sobre activos |
27.5 |
34.0 |
41.6 |
40.0 |
59.0 |
IDE |
14.3 |
16.6 |
16.7 |
17.8 |
19.9 |
Otros |
12.6 |
18.1 |
25.7 |
22.2 |
20.1 |
Tasa de beneficio sobre IDE 17 |
|||||
(1) |
14.2 |
12.3 |
12.1 |
11.6 |
|
(2) |
27.2 |
34.3 |
|||
Fuentes: FMI, varios años; UNCTAD, 1998: 267-268; Departamento de Comercio-BEA Estados Unidos, 4 de marzo de 1999. |
(iv) Royalties y derechos por licencia
La batalla de Estados Unidos por incluir las cláusulas de "propiedad
intelectual" en la Ronda Uruguay del GATT se basó sobre el hecho de
que las regalías y los pagos por licencias han devenido cada vez más
importantes para el balance de pagos de Estados Unidos (Cuadro 4).
Entre 1982 y 1992 los pagos por regalías y licencias totalizaron unos
1.300 millones de dólares, pero en los noventa tales pagos han excedido
los mil millones por año y representan un gravamen creciente impuesto
anualmente por las corporaciones matrices de Estados Unidos a las operaciones
de sus filiales en América latina. No sólo estos pagos constituyen
una forma de renta que puede ser cobrada sin añadir valor a la producción,
sino también permiten a las empresas matrices bajar sus tasas de beneficios
declarados en el país receptor. Los pagos de royalties y derechos de
licencias también están aumentando en los últimos años,
crecieron un 14% en 1996 y otro 20% en 1997.
Cuadro 4 Pagos por royalties y derechos de licencias a Estados Unidos desde América Latina. (en miles de millones de dólares, promedio de pago anual) |
||||
1985-90 |
1991-93 |
1994-95 |
1996 |
1997 |
0.9 |
1.1 |
1.6 |
1.4 |
1.7 |
Fuente: UNCTAD, 1998: 268; Depto. de Comercio - BEA de Estados Unidos, "US Direct Investment Abroad. Capital Flows" (1994; 1999) |
(v) Comercio
Los retornos acumulados de la inversión directa de Estados Unidos en
un amplio abanico de sectores económicos y los altos márgenes
de ganancia de las mayores corporaciones son de vital importancia para sostener
la economía norteamericana. Pero de igual importancia es el papel jugado
por el comercio entre América latina y Estados Unidos. Cerca de un
cuarto de las exportaciones norteamericanas y de las importaciones desde Estados
Unidos se dirigen hacia América latina. En este sentido, América
latina es la única región en el mundo que provee a Estados Unidos
con un excedente significativo en la cuenta corriente. Sin este excedente,
el déficit externo en cuenta corriente de Estados Unidos sería
significativamente mayor, el dólar estaría más débil
y el rol de Estados Unidos como banquero del mundo se volvería mucho
más problemático. Perder este papel devastaría la capacidad
de Estados Unidos para financiar sus enormes déficits. En este aspecto
América latina está considerada una reserva estratégica,
que compensa la debilidad comercial de Estados Unidos en otros lugares y provee
un importante flujo de beneficios para sostener la expansión imperial.
La especialización de las economías de América latina
impuesta por la "comunidad financiera internacional" ha generado ganancias
inesperadas para Estados Unidos y otros poderes imperiales. La doctrina de
las "ventajas comparativas" según la cual se aconseja a los países
latinoamericanos especializarse en ciertas líneas de producción
que reflejen sus dotaciones de factores, ha socavado el proceso de diversificación
económica que se había iniciado y puesto en marcha durante la
fase industrial nacional. El resultado ha sido una sobredependencia en una
limitada línea de productos de exportación -particularmente
materias primas- que ha sufrido una fuerte caída de precios a lo largo
de años, con el resultado de un deterioro relativo de los términos
de intercambio, que se estima ha costado a la región un 25% de las
ganancias potenciales por exportación. En la actual coyuntura (marzo
de 1999) una precipitada caída en el precio mundial del cobre, petróleo
y café está causando desastres en numerosas economías
de la región, con el resultado de que se anticipa una tasa general
de crecimiento negativa para el último año del milenio, con
un ajuste hacia la baja de un anterior -y repetido- pronóstico de crecimiento
sostenido.
En este contexto, en la medida en que los precios deĦ petróleo declinan
fuertemente en el mundo, las economías de México y Venezuela
han incrementado su dependencia de las exportaciones de petróleo hacia
Estados Unidos, con una desastrosa baja en sus ingresos que, a su vez, ha
provocado cortes salvajes en los programas sociales y en las inversiones públicas
y, por lo tanto, un deterioro sustancial de los niveles de vida y un incremento
masivo de la pobreza y el desempleo. La caída en los ingresos ha llevado
a la venta de aun más activos públicos lucrativos para cumplir
con los pagos de la deuda con el extranjero. Por otro lado la economía
de Estados Unidos se ha beneficiado enormemente con las fuentes de energía
barata para alimentar su propio crecimiento y maximizar los beneficios de
sus corporaciones.
La estructura del comercio entre Estados Unidos y América latina no
sólo ha provisto a Estados Unidos de un excedente sustancial en su
balanza comercial con la región, sino también facilita la transferencia
encubierta de una significativa masa de plusvalía y ganancia. Entre
otras cosas, las filiales de las corporaciones norteamericanas dominan este
comercio y, se estima, un 58% de ese comercio consiste en transferencias intrafirmas
y por lo tanto no está sujeto a las llamadas "fuerzas del mercado".
Más aun, hay evidencia de una considerable subfacturación o
falsificación de documentos de transacciones comerciales, como un medio
de ganar divisas por fuera del control o la regulación de los bancos
centrales de la región 19. Cuando se suma al ingreso perdido por el
mecanismo de los términos de, intercambio y el ingreso generado sobre
las exportaciones e importaciones, así como el enorme flujo hacia fuera
de ingreso en la forma de renta, pago de intereses y beneficios sobre inversiones
a largo y corto plazos, el resultado es una enorme masa de recursos que ha
succionado al exterior, a la manera de un sifón, la sangre vital de
la región, para enriquecer a los capitalistas locales o extranjeros,
pero mutilando la economía y empobreciendo a la gente.
Estancamiento, regresión y nuevo dualismo en América latina
El otro lado de la prosperidad de las corporaciones dentro del imperio norteamericano
es la profundización del estancamiento y las crisis sistemáticas
en América latina. Como Magdoff y Sweezy lo han argumentado de manera
convincente, el capitalismo en su fase monopolista posee una tendencia inherente
al estancamiento y la crisis. En ningún lado esto es más evidente
que en América latina hoy (Cuadro 5). A pesar de los
anuncios periódicos del Banco Mundial y del FMI acerca de América
latina se ha recuperado de la crisis y está en camino de un crecimiento
dinámico, tales proyecciones optimistas siempre son de corta vida en
la medida en que surgen nuevas y más serias crisis, a partir de la
debilidad de los fundamentals de la economía y las grietas en su base.
Entre 1980 y 1999 América latina ha experimentado el estancamiento,
perforado por crisis sistemáticas que son acompañadas por costosos
salvamentos que debilitan aún más las estructuras básicas
de la economía. Los años ochenta fueron llamados la década
perdida" en cuanto los bancos internacionales drenaron la economía
regional a través de masivas transferencias de pagos de la deuda y
la primera ola de compras de empresas públicas lucrativas. Las deudas
renegociadas y los nuevos préstamos estuvieron condicionados a la aplicación
de políticas que debilitaron el sistema productivo y socavaron el empleo
y la inversión pública en infraestructura, que pudo haber prevenido
una recurrencia de las crisis. Las "condiciones" impuestas por los IFIs abrieron
aún más las economías de la región a una inundación
de importaciones baratas y aflojaron los controles sobre los flujos de capital.
El resultado ha sido un boom de corto plazo en inversiones especulativas de
cartera, un debilitamiento del poder del estado sobre sectores estratégicos
de la economía y una mayor dependencia y vulnerabilidad con respecto
a los centros imperiales del capital extranjero.
Las inyecciones de capital de corto plazo en gran escala, de tiempo en tiempo,
dan la impresión de una "recuperación" y de la llegada a la
"tierra prometida" promovida por los ideólogos neoliberales De todas
maneras, poco después de que se anunciara la recuperación",
un evento disparado (en casa o afuera) llevaría al asalto de la moneda
nacional y de las reservas de los bancos centrales, conduciendo a una masiva
fuga de capitales, estimada por fuentes oficiales en una magnitud que excede
en mucho los nuevos flujos entrantes de capital. Esto condujo a una nueva
crisis, profundizando el estancamiento y el crecimiento deĦ desempleo y subempleo,
exponiendo la fragilidad del sistema financiero y productivo, y la completa
dependencia (leída como relaciones de interdependencia) de la región
de las agencias e instituciones imperialistas. Cada "solución" ofrecida
profundiza la penetración imperialista, aumenta las oportunidades rentables
y debilita los fundamentals de la economía.
Cuadro 5 Indicadores macroeconómicos del desarrollo de América latina |
||||||||||
1981-89 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
1995 |
1996 |
1997 |
1998 |
|
Pnb per cápita |
-0.9 |
-2.2 |
2.0 |
1.3 |
2.3 |
3.8 |
-1.2 |
1.8 |
3.6 |
0.7 |
Balanza de pagos (en miles de millones) |
||||||||||
Comercio |
-20 |
-32 |
-50 |
|||||||
Cuenta Corriente |
-5 |
-22 |
-38 |
-41 |
-46 |
52 |
-37 |
-64 |
-84 |
|
Capital |
62 |
80 |
62 |
|||||||
Balanza de pagos (promedio anual de cambio en %) |
||||||||||
Comercio |
-2.1 |
0.4 |
-1.2 |
-1.5 |
-0.6 |
-0.5 |
-0.5 |
-1.6 |
||
Cuenta Corriente |
-0.2 |
-1.5 |
-2.7 |
-3.2 |
-3.1 |
-2.1 |
-2.0 |
-3.2 |
||
Capital |
-0.7 |
1.9 |
3.8 |
4.3 |
2.5 |
1.7 |
3.5 |
4.1 |
||
Fuente CEPAL, 1998 a: 1; 1998 b: 26. |
Para atraer nuevo capital a las economías en deterioro los regímenes
neoliberales ofrecen tasas de interés más altas a los especuladores,
llevando a una ola de inversiones de cartera, venta de empresas lucrativas
y a una política de puertas abiertas a mayores flujos de importaciones,
profundizando por lo tanto el estancamiento en la medida en que las empresas
locales van a la bancarrota. En este sentido, se estima que unas 38.000 empresas
medianas en la Argentina, aquellas operadas por la pequeña burguesía,
o bien quebraron en la pasada década o están agobiadas por deudas
imposibles de pagar. En México este desarrollo es aun más crítico,
dando como resultado la formación de una organización de productores
endeudados con los bancos (El Barzon) que en el lapso de pocos años
ha reunido más de 750.000 miembros.
En el mismo contexto, los industriales locales buscan mantener la tasa de
beneficio sobre sus inversiones y operaciones bajando los salarios aún
más y/o volcándose hacia actividades de intermediación
y especulativas, así como a actividades ilícitas (drogas, contrabando
y prácticas corruptas en gran escala, comprendiendo sobre costos en
los contratos estatales). Para atraer las inversiones de cartera la "estabilidad
macroeconómica" que se busca a cualquier costo da como resultado una
moneda sobrevaluada, lo que lleva a la caída de las exportaciones y
al aumento de los déficits comerciales, lo que a su vez provoca apuestas
especulativas y corridas sobre la moneda, lo que demanda nuevas operaciones
de salvataje y el saqueo de las reservas de divisas de los Bancos Centrales
20. El resultado es un círculo vicioso (estancamiento -crisis -salvamento
-estancamiento) que beneficia al sistema imperial de conjunto así como
a sus corporaciones clave y a los agentes financieros, pero que sujeta a los
que conducen la política de la región a considerables dificultades
en la administración económica y gobernabilidad.
Del estancamiento a la crisis de clase
Para mantener los beneficios capitalistas bajo condiciones de estancamiento
crónico, la clase capitalista de América latina se ha empeñado
periódicamente en una serie de asaltos directos contra la clase obrera,
atacando su capacidad organizativa y negociadora, y en un asalto indirecto
(vía el estado) contra los beneficios sociales legislados estatalmente,
revirtiendo la legislación social del período previo para debilitar
aún más la capacidad del trabajo de participar en cualquier
aumento de la productividad. En este aspecto, muy poco del capital atraído
a la región ha sido o es invertido productivamente. En el curso de
los ochenta y noventa la tasa de participación del capital en las ganancias
de productividad asociadas con el proceso de conversión tecnológica
y transformación productiva, según la mayoría de los
cálculos, fue negativa o marginal. El trabajo, por otro lado, ha participado
sustancialmente del aumento de la productividad, pero lo ha hecho sin un aumento
correspondiente en sus niveles de participación. De hecho la participación
del trabajo en el valor añadido a la producción y al ingreso
nacional (Cuadro 6) ha sido reducida drásticamente
en el proceso de reestructuración laboral, lo cual ha resultado en
una compresión dramática del valor de los salarios, así
como una reducción de la parte del trabajo en eĦ ingreso nacional.
La clase obrera indudablemente soporta el embate más fuerte del proceso
de ajuste generado por los esfuerzos de insertar la economía de América
latina en el proceso de globalización.
Cuadro 6 Salarios como porcentaje del ingreso nacional |
|||||
1970 |
1980 |
1985 |
1989 |
1992 |
|
Argentina |
40.9 |
31.5 |
31.9 |
24.9 |
|
Brasil |
34.2 |
35.1 |
36.3 |
||
Chile |
47.7 |
43.4 |
37.8 |
19.0 |
|
Ecuador |
34.4 |
34.8 |
23.6 |
16.0 |
15.8 |
México |
37.5 |
39.0 |
31.6 |
28.4 |
27.3 |
Perú |
40.0 |
32.8 |
30.5 |
25.5 |
16.8 |
Fuente: CEPAL, varios años |
La base de este ajuste es la reestructuración del trabajo en sus formas
de empleo (precarización), sus condiciones de trabajo (irregularidad
e informalidad) y particularmente en su relación con el capital. El
proceso puede ser seguido en dos niveles. En términos estructurales,
se refleja, en primer lugar, en las condiciones que llevaron a una significativa
reducción de la participación del trabajo en los ingresos nacionales
(y en el valor añadido a la producción). A comienzos de los
setenta, bajo el régimen de Allende, los trabajadores chilenos recibían
más de un 50% deĦ ingreso nacional. Para 1980, después de cinco
años de crisis y de medidas draconianas contra el trabajo, esta participación
se había reducido al 43%; para 1989, después de 17 años
de dictadura y de reformas de libre mercado, al 19%. Y en otros países
la historia es la misma: en promedio, la parte del trabajo (salarios) en el
ingreso nacional ha sido reducida alrededor del 40% al comienzo del proceso
de ajuste a menos del 20%, y este desarrollo fue paralelo con una aún
mayor reducción de la parte del trabajo en el valor agregado al producto
social. Otros cambios estructurales pueden ser registrados en la reducción
de los trabajos en el sector formal de la producción y en una declinación
asociada y desaparición de proletariado industrial.
Los cambios estructurales en la clase obrera también son evidentes
en la caída en el valor deĦ salario promedio y de los salarios mínimos
y en el empeoramiento que va asociado de las ya amplias y profundas disparidades
en la distribución de los ingresos de los hogares. En muchos casos,
los niveles salariales a comienzos de los noventa estaban todavía por
debajo de los niveles alcanzados en 1980 y en el caso de la Argentina y Venezuela
en 1970. El Banco de México estima que al final de 1994 -esto es, antes
de la más reciente crisis que trajo una reducción mayor y drástica
de los niveles salariales- los salarios habían mantenido sólo
el 40% de su valor de 1980. En Venezuela y la Argentina los trabajadores todavía
no recuperaron los niveles salariales alcanzados en 1970 21.
En cuanto a la distribución del ingreso basada sobre una compresión
generalizada de los salarios, la Argentina brinda un caso ejemplar. En 1975
el ratio de ingreso recibido por los quintiles superior e inferior de la población
era de 8 a 1. En 1991 esta brecha en el ingreso se había duplicado
y en 1997 llegaba a un asombroso 25 a 1 En el caso extremo -pero no atípico-
del Brasil el 10% más alto recibe 44 veces más ingreso que el
último decil. En otros países se puede encontrar el mismo patrón
y la misma historia: crecientes desigualdades sociales en la distribución
de la riqueza y el ingreso; en un extremo, florece un puñado de enormes
fortunas y un proceso de acumulación asociado, y en el otro, la extendida
ampliación y profundización de una agobiante pobreza. ECLAC
estima que en el curso de las reformas estructurales implementadas en la región
en los ochenta la tasa de pobreza aumentó del 35 al 41% de la población,
pero que en la primera mitad de Ħos noventa esta tasa de pobreza se redujo
algo en ocho de doce países estudiados. De todas maneras un examen
más atento de las estadísticas sugiere manipulación o
directamente ocultamiento y mentiras: la pobreza se reduce redefiniendo la
línea de pobreza en términos del Banco Mundial de 1 dólar
por día. Con otras medidas más razonables, relacionadas con
la capacidad de la población de satisfacer sus necesidades básicas,
la tasa de pobreza ha continuado subiendo, hasta el 60% o más de los
hogares, de acuerdo con algunos estudios. En todo caso, el mínimo progreso
que se identificaba para la primera parte de los noventa ha desaparecido en
la segunda mitad.
En el nivel político, el ajuste de los trabajadores a las demandas
del imperialismo se refleja en la desarticulación y destrucción
de sus organizaciones de clase y en un generalizado debilitamiento de su capacidad
de negociar acuerdos colectivos con el capital. Estos desarrollos, así
como el fracaso o incapacidad de la clase obrera para resistir efectivamente
la imposición en todos lugares del nuevo modelo económico reflejan
una nueva correlación de fuerzas de clase en la región. En los
setenta los trabajadores enfrentaron una concentración de fuerza armada
y represión así como un asalto directo del capital a su capacidad
organizativa y a las condiciones de su existencia social. En los ochenta el
principal mecanismo de ajuste fue una reestructuración de la relación
capital -trabajo basada sobre las fuerzas liberadas en el proceso de cambio
de la política económica. En los noventa, dentro del mismo marco
político e institucional, la clase obrera enfrentó una gran
campaña a favor de la reforma del mercado laboral, llevada a cabo por
organizaciones como el Banco Mundial.
El objetivo de esta campaña, la última arma en el arsenal de
estas organizaciones que se han unido a la batalla del capital, fue crear
las condiciones políticas para un nuevo y más flexible régimen
de acumulación (capitalista) y un modo de regulación (laboral):
dar al capital, en su función de dirección, mayor libertad para
contratar, despedir y usar el trabajo en la medida que lo necesite y flexibilizarlo,
es decir, predispuesto a aceptar los salarios ofrecidos bajo las condiciones
del libre mercado y someter al nuevo modelo de dirección su relación
con el capital y la organización de la producción. Tal como
el Banco Mundial lo elabora, la extendida interferencia de los gobiernos en
el mercado laboral y lugares de trabajo (legislación salarial mínima),
así como el excesivo (monopólico) poder de los sindicatos, han
distorsionado el funcionamiento del mercado, llevando al capital a retirarse
del proceso de producción y generando con ello los problemas de desempleo,
pobreza e informalidad que infestan la región.
Para resolver estos "problemas", las legislaciones laborales que protegen
el empleo son reemplazadas por leyes que aumentan el poder arbitrario de los
empleadores para despedir obreros, contratar trabajo temporal y transitorio
y reducir las indemnizaciones por despidos. Tal desregulación del mercado
laboral y de otros mercados ha conducido a nuevas reglas impuestas por la
elite capitalista para facilitar la transferencia de ganancias, inversiones
y de la producción dentro y fuera de la región, con el resultado
de que fueron diezmados los trabajos estables, aumentó la marginalidad
en las comunidades y se polarizaron agudamente las economías nacionales.
Las disparidades en la distribución deĦ ingreso y el acceso a los recursos
productivos cuya distribución es aun más sesgada y la compresión
y reducción del valor de los salarios, se reflejan, en un polo, en
la abundancia de unos pocos multimillonarios, la concentración del
ingreso en la clase capitalista y propietaria, que dispone de la parte del
león de los recursos productivos y del ingreso. Peor aún, mucho
del ingreso disponible para esta clase no está declarado. Por ejemplo,
los ingresos provenientes del narcotráfico de capitalistas de México,
réditos de los cuales una parte se distribuye entre compinches -políticos,
banqueros y otros- exceden los ingresos provenientes de su principal exportación,
el petróleo y están subregistrados en gran medida.
Por otra parte, los hogares más pobres disponen de una reducida parte
del ingreso que está creciendo poco o no crece en absoluto en términos
reales. Un resultado de esto es la generación de nuevas formas y condiciones
de pobreza que alcanzó a las clases medias de las sociedades de América
latina. En relación con esto, una característica que impresiona
de la desigualdad inducida por el imperio es el crecimiento de los pobres
urbanos y el cambio de la composición de clase de los pobres. La nueva
pobreza es urbana más que rural y se extiende mucho más allá
de las clases trabajadoras y productoras, llegando a la otrora orgullosa clase
media, que ha sido diezmada por las fuerzas liberadas en el proceso de reestructuración.
En el pasado, la mayoría de los pobres estaban concentrados en las
áreas rurales en declinación. Mientras la pobreza rural continúa
siendo la regia, el crecimiento más rápido del número
de pobres hoy se registra en las ciudades. A diferencia del pasado, los nuevos
pobres urbanos no son simplemente "migrantes rurales" sino trabajadores en
situación descendente y capas bajas de la clase media, que han sido
despedidos de sus trabajos y no encuentran empleo en el superpoblado sector
informal. El creciente ejército de pobres urbanos de América
latina está formado ahora por trabajadores de segunda y tercera generación,
que crecientemente viven en villas de emergencia, incapaces de subir en la
escalera de ocupaciones hacia una mejora creciente de las anteriores generaciones.
Una de las mayores consecuencias de esto ha sido el gran crecimiento del crimen,
directamente ligado con la desintegración de la familia, y concentrado
en una juventud que en la anterior época habría canalizado sus
quejas a través de los sindicatos o del sistema fabril.
El nuevo dualismo: primer mundo, cuarto mundo
Los presidentes Carlos Menem, Fernando Cardoso, Ernesto Zedillo y Eduardo
Frei han anunciado, en alguno u otro momento, que sus respectivos países
(la Argentina, el Brasil, México, Chile) entraban en el primer mundo.
Exhiben los modernos shoppings, el boom de los teléfonos celulares,
los supermercados abarrotados de bienes importados, las calles atoradas por
autos y los mercados accionarios que atraen a grandes especulĦadores extranjeros.
Hoy en América latina el 15 a 20% de la población comparte un
estilo de vida "primer munclo": envían sus hijos a exclusivas escuelas
privadas, pertenecen a countries privados donde nadan, juegan al tenis y hacen
ejercicios aeróbicos, se hacen Iffing en sus caras en clínicas
privadas, viajan en autos lujosos en caminos con peajes y se comunican vía
computadoras, faxes y servicios de correo privado. Viven en comunidades con
entradas protegidas por policía privada. Frecuentemente veranean y
hacen compras en Nueva York, Miami, Londres o París. Sus hijos van
a universidades en el extranjero. Disfrutan del fácil acceso a políticos
influyentes, a los grandes personajes de la prensa, celebridades y consultores
de negocios. Por lo general hablan un inglés fluido y tienen la mayoría
de sus ahorros en cuentas en el exterior o en títulos locales nominados
en dólares. Forman parte del circuito internacional del nuevo sistema
imperial. Constituyen la audiencia a la cual los presidentes de América
latina dirigen sus grandilocuentes discursos de primer mundo sobre una nueva
ola de prosperidad global basada sobre el sometimiento a las exigencias del
nuevo orden económico mundial. Y a pesar de las subas y bajas de la
economía, continúan beneficiándose del sistema imperial.
El resto de la población vive en un mundo totalmente diferente: está
descendiendo del estilo de vida "tercer mundo" al "cuarto mundo". Los recortes
en el gasto social y la eliminación de los subsidios para la comida
básica han llevado a los campesinos a la malnutrición y el hambre.
Los despidos en gran escala de trabajadores industriales y su entrada en el
"sector informal" significan el retorno a una existencia de subsistencia y
dependencia de la1amilia extendida", de la caridad basada sobre la comunidad
y de la "solidaridad (ollas populares) para sobrevivir. La reducción
radical de los presupuestos en salud pública y educación da
como resultado que cada vez haya que pagar más los servicios y éstos
sean cada vez peores. Los recortes en las inversiones para mantener el agua,
las redes cloacales y otros servicios públicos han dado como resultado
el resurgimiento de enfermedades infecciosas. Los niveles de vida en baja,
medidos en ingreso monetario, así como las condiciones de vida, son
la realidad de dos tercios o más de la población. Una declinación
desde el estado de bienestar del tercer mundo a la miseria del cuarto mundo.
En la medida en que se profundiza la crisis del sistema de conjunto, la elite
de la clase, para desarrollar nuevas capacidades productivas, intensifica
la explotación de las clases asalariadas. Como los costos de asociarse
con los poderes del primer mundo se incrementan, las elites de América
latina desvían un mayor porcentaje de los ingresos estatales para subsidiar
sus sociedades a expensas de los programas sociales para las familias trabajadoras.
En la medida en que se acumulan los pagos de la deuda, y los intereses, regalías
y ganancias se van al exterior, los ingresos en retroceso achican los mercados
domésticos. Se multiplican las quiebras y la competencia de los mercados
extranjeros en baja se intensifica. La crisis deviene sistémica: las
economías vacilan al borde deĦ colapso. El estancamiento se transforma
en depresión, grandes bancos e instituciones financieras van a la quiebra,
se fusionan o son compradas por grupos financieros deĦ exterior. Los especuladores
del exterior amenazan con una salida rápida. Los salvatajes internacionales
se hacen más frecuentes y amplios, y son instrumentados para prevenir
el colapso inminente como es el caso del Brasil.
La crisis de los sectores y clases "excluidas" ha comenzado a extenderse desde
las clases medias a los sectores de elite y a las clases ligadas con la economía
internacional. América latina, uno de los eslabones más débiles
de la economía mundial capitalista, tiene la menor capacidad de resistencia:
las reservas extranjeras que parecen formidables en un momento, desaparecen
en meses, sino en semanas porque están construidas sobre arena; o peor,
sobre la gran afluencia de inversiones de cartera basadas sobre la fácil
entrada y la rápida salida. A comienzos de 1999 las propias elites
reconocían que las mayores y más importantes economías
de América latina marchaban hacia la depresión. Se espera que
la economía del Brasil caiga un 5% en 1999, arrastrando toda la región
a la recesión; se anticipa una caída del 1,2%. México,
la Argentina, Venezuela están en la misma espiral descendente, así
como Chile, la actual estrella y la vidriera del neoliberalismo latinoamericano.
Inversores de Estados Unidos ya están saliendo, los banqueros toman
resguardos ante la probabilidad de que no se cumplan pagos de la deuda y los
exportadores están enfrentando fuertes pérdidas en los mercados.
La crisis sistémica no es una predicción, es visible en las
estadísticas económicas. La verdadera cuestión ahora
es cuán honda va a ser, cuánto va a durar y cómo afectará
a la economía de Estados Unidos.
Respuestas a la crisis: reforma o revolución
En los últimos años algunas voces desde el seno del consenso
imperial han comenzado a cuestionar seríamente los resultados del "nuevo
modelo económico" sustentado sobre las operaciones del "mercado libre".
Funcionarios internacionales, intelectuales, políticos y líderes
de negocios han hablado de la necesidad de "volver a traer al estado". Al
tiempo que aceptan las premisas básicas del libre mercado, reclaman
una intervención estatal limitada para suavizar los golpes del mercado,
financiando programas de entrenamiento laboral, de alivio o reducción
de la pobreza y de autoayuda. Algunos han propuesto controles al capital para
estimular las inversiones productivas más que la Inversión especulativa".
Al tiempo que apoyan las privatizaciones como una cosa buena, cuestionan la
"transparencia" de los negocios, la venta a precios no competitivos a compinches.
Critican el alto desempleo, pero evitan abordar sus causas estructurales,
prefiriendo pedir más flexibilidad y entrenamiento laboral. En efecto,
promueven el modelo de mercado libre pero abogan por un banco agrario para
financiar a los productores pequeños y medianos al borde de la bancarrota,
por protección contra la afluencia de importaciones baratas y la necesidad
de aumentar la base social de la producción 22. Algunas de estas propuestas
han sido implementadas y, como era previsible, han fracasado en frenar la
profundización de la crisis; otras han sido archivadas una vez que
los críticos entraron al gobierno.
Por otro lado está creciendo una oposición más consecuente,
extraparlamentaria, que cuestiona la "globaloney" de las clases dominantes.
Estos nuevos movimientos sociopolíticos como el ELZN de México,
el MST de Brasil, las FARC de Colombia, los movimientos campesinos-indios
de Ecuador, Bolivia, el Paraguay, están desafiando abiertamente los
regímenes neoliberales y a los imperialistas que los respaldan. A pesar
de que sus tácticas varían desde las ocupaciones de tierra en
gran escala, a los ejércitos guerrilleros, pasando por una amplia gama
de otras acciones de masas, estos movimientos han llamado a la socialización
de los sectores estratégicos de la economía, a una redistribución
de gran alcance de la tierra y la reducción de la deuda externa y de
otras transferencias. Mientras que programas completos alternativos todavía
están en proceso de ser elaborados, estos movimientos están
luchando por crear regímenes antiimperialistas que pueden comenzar
la reconstrucción del mercado doméstico, recuperar el control
sobre las palancas esenciales de la economía, redistribuir la riqueza
y crear una forma de democracia participativa para reemplazar los sistemas
electorales dirigidos por la elite, basados sobre el extranjero, que corrientemente
se describen como democracias.
Conclusión
La parábola neoliberal ha completado su curso. A partir de los setenta,
cuando el neoliberalismo irrumpió en escena bajo las armas de los militares
y el tutelaje de la CIA y del Pentágono, se inauguró un nuevo
ciclo que atacó salvajemente a la clase obrera y al campesinado, demolió
el estado de bienestar y despejó el camino para la expansión
capitalista sin restricciones. Alimentados por masivos préstamos de
los IFIs, el flujo de capital de las corporaciones multinacionales y los préstamos
privados en gran escala y a largo plazo, los regímenes consolidaron
temporariamente su dominio. Ellos se aseguraron el apoyo entre sectores de
la pequeña burguesía y los trabajadores mejor pagados con facilidades
de crédito e importaciones baratas. El boom, de todas maneras, terminó
en seguida con la crisis mundial de estanflación de comienzos de los
ochenta que llevó al colapso virtual de las economías y casi
a una década de retroceso y desacumulación. El descontento popular,
el malestar en la elite y la intervención de Washington llevaron a
las transiciones desde las políticas militares a las electorales ampliamente
ubicadas dentro del "caparazón" de economías neoliberales e
instituciones estatales autoritarias. Las elites electorales profundizaron
y extendieron las políticas de libre mercado y las instituciones inauguradas
por los regímenes previos, sin consulta popular. Amplios sectores de
la economía fueron privatizados por decretos ejecutivos, los pagos
de la deuda fueron satisfechos al costo de los programas sociales y se impusieron
planes de austeridad al pueblo. Las políticas gubernamentales no guardaban
ninguna similitud con las campañas electorales: las promesas de reforma
social precedieron las fuertes reducciones en el gasto social; las promesas
de pleno empleo fueron seguidas por despidos en masa; la retórica sobre
la defensa del patrimonio nacional fue seguida por la privatización
de las empresas estratégicas y rentables.
El capital volvió a la región en el período 1990-93,
la mayor parte en forma de inversiones especulativas de cartera o simple compra
de empresas.
El estancamiento subyacente de las fuerzas productivas todavía es la
realidad, como es la propensión a las crisis. El crash mexicano de
1994-95 puso de relieve la declinación definitiva del neoliberalismo,
dejando como resultado la destrucción masiva de empleo productivo y
el colapso del sistema financiero. El "paquete de rescate" de 20.000 millones
de dólares sólo salvó a los especuladores norteamericanos
y sujetó a México a un abierto control colonial, con sus futuros
ingresos petroleros como hipoteca para el Departamento del Tesoro de Estados
Unidos.
Al final del milenio, el estancamiento de largo plazo y la crisis están
transformándose en un colapso en gran escala. Las reservas extranjeras
están siendo vaciadas, los salvatajes se multiplican en la medida en
que las monedas son amenazadas por el colapso, la tasas de crecimiento negativas
y de dos dígitos de desempleo (el Brasil: 12%; la Argentina: 14%) van
paralelas a un ejército permanente de reserva y/o subempleo (el sector
informal), alcanzando el 50, 60 y 70% de la población en países
como la Argentina, México y Venezuela. Los ingresos por exportaciones
están en picada, se están reduciendo las importaciones, las
deudas, internas y externas, están reduciendo cualquier recurso estatal
que hubiera podido usarse para estimular la economía. El ciclo neoliberal
se acerca al colapso aun cuando los regímenes continúan aplicando
fórmulas vacías para enriquecer un estrecho círculo de
compinches de clase, el 10% más alto de la población.
La vieja izquierda de los años setenta y ochenta, enlodada en disputas
electorales y acomodamientos socioliberales al status, muestra poca imaginación
y menos audacia para organizar una ruptura radical con el sistema, a pesar
de su colapso. Figuras militares populistas como Hugo Chavez emergen como
radical outsiders que rápidamente se. ponen en buenos términos
con los banqueros extranjeros y los inversores mientras florea la retórica
y se frustran las expectativas de las masas. La brecha entre las condiciones
objetivas de la crisis y el posible colapso del sistema capitalista y la respuesta
revolucionaria subjetiva se está ensanchando en la medida en que la
crisis se hace más sistémica. Las ONGs en este contexto zozobran
en los intersticios del sistema, sus proyectos locales y microempresas de
autoayuda actúan como un soborno ineficaz frente a niveles de vida
que colapsan. Los nuevos movimientos sociopolíticos radicalizados en
sus asentamientos rurales tienen hondas raíces populares "fuera" del
sistema. Ellos están comprometidos en la construcción de una
nueva subjetividad revolucionaria.
El problema fundamental es convertir estos movimientos sectoriales en formaciones
políticas nacionales capaces de transformar las luchas regionales en
revoluciones sociales. El fin del milenio trae intensas privaciones, elevadas
polaridades sociales y nuevas formas de represión estatal. El nuevo
milenio puede ser el preludio del renacimiento del socialismo, pero es probable
que el camino sea largo y tortuoso.
Bibliogratía
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Press
Notas
* La versión original de este trabajo, enviada por los autores para
su reproducción en la revista Realidad Económica, fue publicada
en Monthly Review (julio-agosto 1999). Traducción del inglés:
Rolando Astarita.
1.- Este asunto es discutible. Bergsten y Randall Henning (1996), entre otros,
han llamado la atención sobre la evidencia existente acerca del renacimiento
de la rivalidad interimperialista, reflejada en las disensiones en el seno
del G-7. De todas maneras, sostendremos que existe evidencia del esfuerzo
creciente y éxito de Estados Unidos, luego del colapso de la URSS y
del bloque socialista, en establecer su hegemonía sobre el conjunto
del sistema. El Japón, en particular, ha estado perdiendo terreno.
Al mismo tiempo, y a pesar de la evidencia de una creciente batalla por el
mercado global y de las dificultades dentro del G-7 para concertar políticas
de management global y de gobierno, y de las dificultades para controlar los
efectos del capital especulativo de corto plazo, el sistema en conjunto está
cada vez más bajo el poder y la hegemonía de Estados Unidos.
Este desarrollo se refleja en la participación decreciente del Japón
en las 500 multinacionales más importantes (de 71 en 1998 a 46 en 1999)
y de la Comunidad Europea (173 contra 244 de Estados Unidos). Entre las 100
primeras, la preponderancia de EStados Unidos es aun más llamativa:
el 70% contra 26% para Europa y 4% para el Japón (Financial Times "Global
500", 28 de enero de 1999)
2.- UNCTAD, 1998:17
3.- La liquidez y volatilidad de las inversiones de cartera se refleja en
la caída dramática de los flujos de inversión de cartera
en 1995 con la crisis financiera mexicana; inmediatamente después de
ésta más de la mitad de los bancos del país entraron
en default, requiriendo un salvataje equivalente al 8,6% del pnb de México.
4.- El flujo real de capital así como el ingreso derivado del mismo
es difícil de determinar y es probable que sea considerablemente mayor
al informado. Esto se debe en parte a las "distorsiones significativas" -como
dice CEPAL (1999:1)- generadas por el hecho de que más del 40% del
capital en activos, aun registrado oficialmente como flujo hacia la región,
es depositado en los "centros financieros del Caribe". Más todavía,
un "inusualmente alto" porcentaje de los ingresos de las filiales -58% en
1997, 54% en 1996 y 38% desde 1982 a 1995- es reinvertido (Departamento de
Comercio de Estados Unidos, Survey of Current Business, junio de
1998). Como resultado, la contribución de nuevo capital es mucho menor
que lo que reflejan las estadísticas del flujo de capital.
5.- En cuanto al stock de inversión directa extranjera, calculado en
3,5 billones de dólares para 1997 (UNCTAD, 1998:xvii), provee la base
para las operaciones de unas 53.000 corporaciones multinacionales y 448.000,
aproximadamente, de sus filiales, que dominan la producción y el comercio
mundiales; valor total se calcula en 9,5 billones de dólares. Observando
el flujo de IDE, los países en desarrollo tuvieron cerca de 2/5, o
149.000 millones de dólares de la IDE del mundo en 1997, lo que representaba
el doble de su participación en 1993 y diez veces la de 1985 (UNCTAD,
1998:16). Para 1997 América latina había superado a Asia del
Sur, del Este y del Sudeste como lugar preferido de llegada de IDE y en IDE
per cápita (ibid: 17,264)
6.- UNCTAD, 1998: xvii-xix, 246, 264. Dice la UNCTAD : "los marcos politicos
liberales nacionales" en la región son ahora tan comunes que pierden
su poder para atraer capital extranjero, el cual crecientemente se orienta
en sus decisiones por las "ventajas locales" de una región, esto es,
su stock de recursos humanos, infraestructura, acceso a los mercados,
así como los "activos creados" como tecnología y capacidad innovativa
(xxxi).
7.- UNCTAD, 1998: 224. En 1996 el Brasil mantuvo su posición como líder
de la región en la recepción de IDE, superando a México;
en 1997 esta superioridad sobre México se consolidó con una
entrada adicional cuantiosa basada sobre la mayor privatización efectuada
hasta la fecha.
8.-UNCTAD (1996 a: 61), UNCTAD (1998: 12,243). Mientras los flujos de IDE
hoy son casi dos veces mayores de lo que han sido en 1990 y aproximadamente
siete veces su volumen de 1989, ello subvalora fuertemente la magnitud real
de la inversión de las CMN porque no cubre las inversiones que son
financiadas con fondos captados en los mercados domésticos e internacionales
(UNCTAD, 1997a). Si éstos se incluyeran se estima que el capital base
de la producción global correspondiente a las corporaciones transnacionales
(CTN) y sus filiales sería de unos 1,6 billones de dólares,
aproximadamente 3,5 veces el valor del stock de IDE (UNCTAD, 1998:
8).
9.- De acuerdo con el Banco Central do Brasil (1998) sólo aproximadamente
el 30% de los activos privatizados en Brasil han sido adquiridos por inversores
extranjeros (la mayoría de Estados Unidos), aunque en los sectores
de telecomunicaciones y electrónica el involucramiento de empresas
extranjeras es más alto (39 y 40% respectivamente). Más en general,
desde 1996 la IDE se usa en forma creciente para adquirir las acciones de
firmas no privatizadas -un 40% de acuerdo con la CEPAL (1999).
10.- En 1997 el total de las transacciones por fusiones y adquisiciones transfronteras
(F y A) en el mundo sumaron unos 342.000 millones, representa aproximadamente
el 25% de todas la F y A del mundo, pero el 58% del total de los flujos de
IDE (UNCTAD, 1998: 19). En el Brasil, el campo de deportes de América
Latina favorito del capital transnacional, desde 1992 a 1997 se produjeron
600 F y A, 61% de los cuales involucraron a firmas extranjeras (en su mayoría
de Estados Unidos). Estas F y A han sido particularmente evidentes desde 1994
en los sectores de bancos, seguros y finanzas (que en 1997 se convirtieron
en el principal destino para la IDE en la región), así como
en productos farmacéuticos y químicos y telecomunicaciones (UNCTAD,
1998: 19 y ss.).
11.- América Economía, 1997/1998; UNCTAD, 1998: 248.
12.- UNCTAD, 1998: 8.
13.- IDB, 1998; UNCTAD, 1998: 263.
14.- La fuga de capital se mide de manera diferente en diversos estudios (Varman-Schneider,
1991). Tal como lo elabora el Banco Mundial, es un ítem residual en
la cuenta de la balanza de pagos, esto es, la diferencia entre la fuente de
financiamiento (cambio en las reservas oficiales de divisas, déficits
en la cuenta corriente y salidas de capital). Alternativamente la fuga de
capital se mide como la suma del cambio en la deuda externa acumulada, el
aumento en la IDE neta, el excedente en la cuenta corriente y el cambio en
las reservas oficiales.
15.- New York Times, 26 de marzo de 1999. El mecanismo de estos super
beneficios es la especulación acerca de los tiempos de las acciones
políticamente manipuladas del gobierno sobre la tasa de cambio del
real. Chossudovsky (1999) estima que los administradores de dinero de Wall
Street y los especuladores hicieron una ganacia adicional de 20.000 millones
de dólares por esta vía.
16.- UNCTAD, 1997: 27.
17.- La tasa de beneficio es calculada por los autores sobre la base de los
datos de la balanza de pagos informada por el Departamenteo de Comercio -BEA-
de Estados Unidos, sobre el ratio entre el ingreso por inversión
(el retorno sobre la IDE de Estados Unidos) y la posición de la IDE
de Estados Unidos (sobre la base de los costos históricos). El ratio
(1) es el ingreso de inversión calculado por el BEA sobre la IDE de
Estados Unidos, mientras que el ratio (2) utiliza los datos del ingreso
de IDE presentados por Investment and Entrepreneurship Strategy Unity de ECLAC,
del 12 de octubre de 1998. De acuerdo con esta fuente, la IDE desde 1990 a
1997 en las once economías más grandes de la región (Cuadro
5 para 1996-1998) generó un total de ingreso neto de 323.000 millones
de dólares, más del doble del ingreso registrado por el Departamento
de Comercio de Estados Unidos para ese período. Estos cálculos
de la tasa de beneficio sobre las inversiones directas se comparan con los
siguientes cálculos realizados por la UNCTAD (1994: 29) de los beneficios
realizados por CMNs con base sobre Estados Unidos sobre las inversiones directas
en América Latina: 11,7 (1977), 16,1 (1982), 10,7 (1987), 10,9 (1988),
14,6 (1989) y 11,4 (1990). A pesar de que estos cálculos claramente
subestiman las tasas reales de ganancia, el Departamento de Comercio de Estados
Unidos nota que la IDE en América Latina y en otros lugares siempre
genera una considerable prima sobre las ganancias generadas en las operaciones
domésticas, en compensación de los riesgos más altos
involucrados.
18.- ECLAC, 1998 c: 2; Slide 18.
19.- Varham-Schneider, 1991: 12.
20.- Este proceso está bien ilustrado en el caso del Brasil y su más
reciente crisis financiera que creó las condiciones que condujeron
al "miércoles negro" (15 de enero de 1999); un asalto especulativo
masivo sobre la moneda, con el resultado de una devaluación de facto
del 20%; la pérdida de 50.000 millones de dólares de reservas,
la mayoría de los cuales terminaron en los cofres de los especuladores
de Wall Street y en las cuentas en el exterior de la elite financiera
del Brasil; y una fuga de capital que, de acuerdo con fuentes oficiales, promedió
los 400 millones de dólares por día, pero que en por lo menos
dos días alcanzó 1.500 millones y 3.000 millones.
21.- Fields y Newton (1997). En términos de los datos del Banco Mundial
(1995), el índice de salarios bajó en Bolivia de 192 (1980)
a 76,4 (1987); en México de 129,2 en 1980 a 103,3 (1990); en el Brasil
de 100 (1981) a 68,3 (1989); y en Venezuela de 100 (1980) a 47,4 (1992).
22.- Cepal/ECLAC (1990) es la mayor fuente institucional de tales propuestas
en la región. Mientras el modelo neoliberal está dirigido a
un pequeño racimo de empresas (se estima un 15% aproximadamente de
todas las empresas) que son compeatitivas internacionalmente, así como
a otro grupo de empresas medianas que tienen "capacidad productiva", CEPAL
sostiene que es necesaria una forma de desarrollo económico más
participativa e inclusiva: incorporar en el proceso de producción (y
desarrollo) aquellas empresas formadas por los campesinos en la economía
rural, y por los operadores de micro empresas en la economía urbana
informal, que han sido dejados a merced de los vientos de las fuerzas del
mercado por el modelo neoliberal.