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18 de febrero 2002
Porto Alegre 2002: Una historia de dos foros

James Petras
Traducido para Rebelión por Jorge Capelán


El Foro Social (FS) que tuvo lugar en Porto Alegre entre el 1 y el 5 de febrero de 2002 atrajo casi 70.000 participantes, incluyendo a más de 15.000 delegados de casi 5.000 organizaciones. Los delegados vinieron de 150 países para participar en 28 conferencias, 100 seminarios y 700 talleres. Más de 3.000 periodistas de radio, televisión, periódicos y revistas cubrieron el evento. Siendo el primer evento de envergadura desde el 11 de septiembre/7 de octubre, el FS refutó la línea de propaganda de Bush-Rumsfeld de que los pueblos del mundo habían escogido entre el imperialismo de los EE.UU. y el terrorismo islámico. Porto Alegre demostró que el movimiento mundial "antiglobalización" está vivo y crece: en 2002 participó el doble de gente que el año anterior, hubo una mayor cobertura de los medios de comunicación (excepto en los EE.UU.), el espectro de grupos y participantes fue más amplio de lo que ha sido en cualquiera de los foros previos; finalmente, la manifestación de clausura con 50.000 participantes anti-ALCA fue la mayor hasta el momento en América del Norte o del Sur.
Probablemente, tan importante como la presencia física de grandes cantidades de gente y movimientos lo fue el espíritu del foro: la fe y el optimismo ascendentes se reflejaron en la consigna central, "Aquí? otro mundo es posible."
Había pocos rastros del derrotismo y la desmoralización evidentes en los círculos intelectuales de los EE.UU. y Europa después del 11 de septiembre. Las esperanzas en un mundo alternativo fueron atemperadas por el reconocimiento de que la ofensiva militar de los EE.UU. y su postura unilateralista pondrían más altos los obstáculos para el cambio socioeconómico y medioambiental.
En gran parte, la cobertura más amplia de los medios de comunicación y los reportajes más objetivos (excepto en los EE.UU.) se debieron a la presencia de celebridades políticas que sostienen posiciones centristas (miembros de la diligencia del Partido Socialista Francés, representantes de las Naciones Unidas, Banco Mundial, dirigentes del sector moderado/socialdemócrata del Partido de los Trabajadores del Brasil, etcétera). Los avances políticos y los logros del FS2002 notados por los medios Europeos Occidentales fueron acompañados por un particular prejuicio en los reportajes: la mayoría de los periodistas y redactores citaron y presentaron favorablemente las "ideas serias" de las personalidades y los líderes políticos más moderados que se reunieron en la Universidad Católica. Muy pocas veces se citó o se mostraron fotografías de los dirigentes de masas y de los activistas de los movimientos populares. Por ejemplo, el Financial Times (5 de febrero de 2002, p.28) caricaturizó las diferencias entre los radicales y los reformistas de la siguiente manera: "Tras las teatrales expresiones de protesta, el Foro se caracterizó por un serio intercambio de ideas y propuestas, tales como reformas de los acuerdos sobre los derechos de propiedad intelectual de la OMC. La mayoría (sic) de los participantes dijeron que no estaban en contra de la globalización, sino por una forma equitativa de la misma, con una participación internacional más amplia en la toma de decisiones."
Los medios de comunicación, en su mayoría, ignoraron los cientos de reuniones paralelas organizadas en los campamentos por grupos de activistas y las discusiones formales e informales de las organizaciones radicales y revolucionarias de mujeres, jóvenes, campesinos, indígenas. Mientras los medios de comunicación calificaron la presencia del Banco Mundial, de las Naciones Unidas y de otros funcionarios como que "agregaban legitimidad al Foro," para la mayoría de los activistas del Tercer Mundo lo fueron la presencia de fuertes contingentes de militantes de Argentina, recién venidos de echar abajo el régimen neoliberal, quienes le dieron al Foro su legitimidad.
Mientras que muchos de los líderes mencionaron la "diversidad" del FS, noventa por ciento de los participantes eran: brasileños (67%), italianos, españoles, franceses y argentinos (23%). Más significativo que la diversidad de las nacionalidades (que como lo demuestran los porcentajes indicados arriba, fue bastante limitada), fueron las diferencias sociopolíticas entre los participantes brasileños y europeos.

Una historia de dos Foros

Si la declaración final unitaria emitida por numerosos movimientos sociales expresó un nivel de consenso contra el pago de la deuda externa, oposición a la guerra de los EE.UU. en Afganistán y solidaridad con los palestinos, las demandas programáticas reflejaron las exigencias de las ONGs más reformistas y de las personalidades más ilustres, mientras que el calendario de las movilizaciones para 2002 reflejó la influencia de los activistas.
En realidad, el FS2002 se dividió entre reformistas y radicales, una división que encontró su expresión al interior de las diferentes organizaciones e individuos presentes. Esta división fue evidente hasta en la ubicación física de las discusiones, así como en el estilo de la presentación y composición de la audiencia.
La mayor parte de lo que se ha escrito acerca del FS está basado en lo que tuvo lugar en la Universidad Católica (PUC). Los eventos del PUC no fueron representativos del FS, al menos a los ojos de muchos activistas del movimiento. Los organizadores señalaron que aproximadamente una quinta parte (10.000) de los participantes del FS estuvieron en el PUC -por lo general, aquellos de más de 40 años de edad y en su mayoría profesionales de clase media. Fuera del PUC, aproximadamente 50.000 personas participaron en un espacio más politizado, que incluyó debates y discusiones acerca de la lucha por el socialismo.
En la Universidad Católica (PUC) por lo general académicos, intelectuales y 'oenegeros' discutieron entre ellos mismos. Sólo hubo un número muy limitado de dirigentes campesinos, activistas urbanos y sindicalistas. Más aún, los académicos hicieron muy poco por comunicarse efectivamente con los pocos activistas de base presentes, y sus presentaciones en su mayoría no lograron articularse con las preocupaciones actuales de los militantes. En las reuniones y talleres paralelos en los campamentos hubo mayor debate entre activistas y oradores, un intercambio más fluido de ideas y un mayor esfuerzo para articular experiencias entre los militantes de base.
El Foro estuvo fuertemente politizado. Por un lado estaban los reformistas -los oenegeros, los académicos y la mayoría de los organizadores del Foro: ATTAC -los partidarios de la Tasa Tobín de Francia- y dirigentes del ala social-liberal del Partido de los Trabajadores del Brasil. Por el otro, estaban los radicales del Movimiento Sin Tierra del Brasil, intelectuales activistas, piqueteros de Argentina, representantes de partidos de izquierda, sindicatos, movimientos urbanos y grupos de solidaridad. Hubieron diferencias significativas en la composición social de las reuniones y de las manifestaciones.
En la marcha inaugural, dirigida por los funcionarios reformistas, los manifestantes pertenecían a un conjunto diverso de grupos. La marcha no-oficial de 50.000 participantes contra el ALCA fue organizada por grupos radicales y concluyó con un amplio contingente de trabajadores brasileños, campesinos y gente sin vivienda, así como militantes internacionalistas de las luchas que están teniendo lugar en Argentina, Bolivia y otros países.
Lo que resultó más llamativo de ambas manifestaciones fue la preponderancia de contingentes, pancartas y banderas que representaban a los movimientos de izquierda y radicales, y la mínima visibilidad de los contingentes reformistas/ONGs. Hubo pocas pancartas del Partido de los Trabajadores, de la CUT de Brasil, de los grupos globales de ATTAC, etcétera. Las diferencias en cuanto a poder de 'convocatoria' eran evidentes. Sin embargo, los oradores centrales en ambos eventos fueron políticos del Partido de los Trabajadores del Brasil, que este año se encuentran de campaña electoral.
El Foro también estuvo dividido en cuanto a la dirección a seguir. Los reformistas, citando cláusulas de la constitución de Foro Social, justificaron la exclusión de los zapatistas, de las FARC y de otros movimientos populares insurgentes calificándolos de "movimientos políticos," mientras que por otro lado presentaban figuras dirigentes del Partido de los Trabajadores del Brasil, el Partido Socialista francés, etcétera. Más aún, las exclusión por parte de los funcionarios del FS2002 de las Madres de Plaza de Mayo, un movimiento social argentino muy prominente, fue protestada por el Movimiento Sin Tierra del Brasil, que envió una invitación a las Madres y un pasaje de avión a Hebe Bonafini. La división entre reformistas y radicales fue más evidente aún en sus definiciones de lo central de la lucha y en las propuestas. Los reformistas todavía hablaban el lenguaje de oponerse a la globalización, sumando a esto la oposición al militarismo yanqui. Los radicales, vinculaban cada vez más la expansión de las corporaciones multinacionales a los estados imperiales y hablaban cada vez más el lenguaje del antiimperialismo. Esta no es una distinción retórica, está profundamente enraizada en la orientación y las perspectivas estratégicas de los alineamientos en pugna.
Mientras que los reformistas hablaban el lenguaje de continuar con las movilizaciones, su impulso principal es el del cabildeo y las negociaciones entre elites con el Banco Mundial y otros Organismos Financieros Internacionales para asegurarse promesas de "globalización humanitaria." Muchos de los reformistas hablan y escriben de "otra globalización," una globalización que implica agregar cláusulas de derechos humanos, y un lugar en la mesa junto a los poderes imperiales y sus banqueros y directores ejecutivos. Los radicales ven la movilización como tendiente a la creación de nuevas organizaciones de poder popular, basadas en la organización de masas de movimientos de pobladores urbanos, trabajadores, indios y negros. Su orientación es la de crear nuevos movimientos internacionales basados en la clase, como la Vía Campesina, que busca implementar transformaciones radicales de los derechos de propiedad y las relaciones sociales de producción. Los reformistas, al referirse a la "sociedad civil," no muestra interés en el "poder estatal;" se contentan con presionar a los poderes imperialistas existentes para asegurarse mayor regulación, limitaciones sobre los capitales especulativos (la Tasa Tobín) y una mayor liberalización del comercio para ayudar a las elites agroexportadoras en el Tercer Mundo a asegurarse nichos de mercado en el Norte. Los radicales se refieren concretamente a organizaciones de clase que combinan género, raza y ecología, y reconocen que, aunque las reformas son esenciales, éstas no han sido duraderas y ni siquiera han sido implementadas por los estados imperialistas o por sus lacayos locales. Señalan la necesidad de un nuevo poder estatal, basado en asambleas de base y movimientos sociales capaces de socializar los medios de producción y democratizar las relaciones sociales -desplazando totalmente a las actuales elites corporativas y sus benefactores de las Instituciones Financieras Internacionales. Rechazan las políticas de compartir espacios en la mesa del Banco Mundial como estrategia de cooptación, en la que el control de los lazos financieros y estructurales a los estados imperiales y a las Corporaciones Multinacionales, hacen de la coparticipación una estrategia sin salida que sólo enriquece a los 'oenegeros' a expensas del pueblo.
En su búsqueda del máximo (en realidad, mínimo) común denominador para la "unidad antiglobalización," los reformistas incluyen personalidades y representantes políticos cuyos partidos apoyan la masacre de Afganistán y que dan apoyo ("con reservas") a la ofensiva militar de Bush a escala mundial. Los radicales describieron la presencia de éstos como incompatible con los principios básicos del Foro y algunos anarquistas estuvieron involucrados en un incidente de tarta-en-la-cara para dar a conocer su opinión en ese sentido. Dentro del bando radical, los disciplinados movimientos sociales, particularmente el MST, fueron la fuerza predominante para prevenir que provocadores y anarquistas se lanzasen al vandalismo y para movilizar a miles de militantes en una masiva pero pacífica demostración de fuerza política.
Mientras muchos comentaristas notaron la diversidad de los grupos y sus demandas, pocos cuestionaron la representatividad de los presentes. Muchas de las ONGs de Europa y los EE.UU. que estuvieron presentes son organizaciones en el papel, y la mayoría de las ONGs del Tercer Mundo son miembros de pequeños grupos de profesionales con pocos (si acaso) simpatizantes organizados y poseen poco poder de convocatoria. Por otro lado, hubo un pequeño número de representantes de movimientos de masas africanos, particularmente de Sudáfrica y Asia, que representaron a cientos de miles de activistas de base. Sin embargo, fueron las conocidísimas personalidades intelectuales de las ONGs las que llenaron las tarimas e informaron al público acerca de los movimientos en sus regiones. La sobre-representación de grupitos de personalidades a expensas de los militantes ciertamente que atrajo a los medios, pero no aumentó el intercambio de ideas y la transmisión de experiencias a aquellos que se encuentran en la primera línea de la lucha. Las sesiones plenarias oficiales y los "testimonios" estuvieron fuertemente sesgados a favor de los 'oenegeros' y los intelectuales, mientras que los talleres paralelos y los seminarios fueron el lugar de ocasionales intercambios fructíferos entre activistas de movimientos sustantivos trenzados en batallas significativas contra el imperialismo ("globalización").
En la discusión de "alternativas," los organizadores oficiales enfatizaron el imperialismo "reformado" y el capitalismo "regulado," mientras que los movimientos sociales radicales abrieron un debate y pusieron sobre la mesa la discusión acerca del socialismo. La declaración final de los movimientos sociales reflejó un compromiso entre los reformistas y los radicales. Por un lado, hubo un diagnóstico radical de los problemas del mundo y un calendario repleto de movilizaciones para todo el 2002, y por otro lado, las demandas finales reflejaron en su mayoría la inclinación de los reformistas por los intercambios de migajas, dejando de lado cualquier demanda estratégica por un socialismo participativo y la derrota del imperialismo.

Conclusión

Con nubarrones de guerra imperialista sobre el horizonte, una recesión mundial que se profundiza y Washington activamente dedicado a construir su imperio neomercantilista desde América Latina hasta los campos petrolíferos del Asia del Sur y Central, hay poco espacio y lugar para la política reformista. Como lo ha declarado el Presidente Bush, se trata de adaptarse al imperio o perecer. El giro a la derecha de los organizadores del Foro Social 2002, su programa minimalista y su énfasis en presentar personalidades moderadas, no es probable que logre construir una resistencia contra la ofensiva imperial de los EE.UU. El nuevo imperialismo está polarizando el mundo de una manera que se ajusta a los análisis de los radicales. La amplitud y la profundidad de la militarización de los EE.UU. no puede ser confrontada con protestas esporádicas de redes de ONGs sin un apoyo popular organizado. Los movimientos sociales radicales que construyen poderosos movimientos anticapitalistas locales, regionales e internacionales son mucho más efectivos que las ONGs internacionales trotamundos.
El FS2003 tendrá un año para reflexionar acerca de las nuevas realidades, y esperemos que pueda capitalizar el vasto apoyo presente en el FS2002 para profundizar y radicalizar su agenda, en línea con las realidades históricas emergentes. Hacer otra cosa llevará a una nueva consigna, "Otro Foro Social es Posible."


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