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8 de febrero 2002
Rebelión en Argentina:
"Uno mismo tiene que tomar la acción y desde la base"

James Petras
Socialist Worker
Traducido por Héctor Reyes

En noviembre, Argentina era un símbolo del desastre del mercado libre. Años de recesión habían llevado el desempleo a casi 20 por ciento y empujado a una tercera parte de la población a la pobreza. Y todo lo que el Presidente Fernando de la Rúa y su odiado ministro de economía Domingo Cavallo pudieron ofrecer fue más sueldos recortados a través de medidas de austeridad, despidos, recortes, y privatización. Pero Argentina es hoy el símbolo de algo más: la esperanza de un mejor futuro. A mediados de diciembre, el pueblo argentino dijo NO a la miseria de un sistema manejado por banqueros y patrones. Para el 20 de diciembre de 2001, cada ciudad y pueblo de Argentina, inclusive Buenos Aires, fueron paralizados por demostraciones masivas. Cavallo fue el primero en irse. Entonces de la Rúa. Y una semana después de esto, una ola nueva de demostraciones tumbó a otro gobierno.

James Petras ha trabajado por los últimos dos años con el movimiento de desempleados en Argentina y con el movimiento rural de trabajadores de sin tierra en Brasil por más de una década. El es el autor de numerosos libros sobre América Latina. El más reciente, escrito conjuntamente con Henry Veltmeyer, se titula "Globalization Unmasked: Imperialism in the 21st Century", publicado por Zed Books. El habló a principios de enero con Alan Maass, el redactor de Obrero Socialista, acerca del levantamiento.
¿De donde salió la chispa para el levantamiento de diciembre?
La fuerza motriz de estas movilizaciones masivas tiene sus raíces en las actividades sostenidas y de gran escala del movimiento de los desempleados.
El movimiento de trabajadores desempleados ha estado ganando fuerza durante los últimos cinco años. Pero en el último año, se ha extendido a través del país y ha jugado un papel mayor en asegurar programas de subsistencia del gobierno y programas de obras públicas para por lo menos un sector de los desempleados.
Sus tácticas consisten en paralizar la circulación de bienes y el transporte. Así que los llamados piqueteros bloquean las carreteras más importantes para hacer sus demandas.
En el movimiento de los desempleados existe una preponderancia de mujeres, especialmente mujeres a la cabeza de su hogar, que ha crecido con el desempleo.
En algunas áreas, el desempleo es probablemente de 50 a 60 por ciento. Muchos de los piqueteros son trabajadores de fábrica con experiencia sindical. Muchos otros son jóvenes que nunca han tenido un trabajo.
Ellos se organizan y bloquean las carreteras. El tráfico se embotella, los camiones no pueden moverse, las fábricas no pueden obtener sus suministros. Estos son los equivalentes funcionales de cuando los trabajadores de una fábrica ponen un alto al uso de sus herramientas. En este caso, en vez de la producción ser directamente parada, ellos paran las entradas de materia prima y la salida de productos procesados.
Entonces el gobierno puede mandar a la policía, en cuyo caso hay una confrontación total. Hay gente que ha muerto, cinco o seis recientemente en el norte de Argentina.
Pero el temor del gobierno es que si las confrontaciones continúan, las muchedumbres de los inmensos arrabales pueden sumarse al conflicto, y podrían convertirlo en una mini-guerra civil. Pero el gobierno generalmente - después de amenazas y movilizaciones de la policía - negocia un acuerdo.
Estos acuerdos son discutidos por los participantes mismos. Ellos no delegan a ningún líder para ir al centro de la ciudad. Ellos hacen que el gobierno venga a las carreteras, y la gente allí discute lo que ellos deben exigir y lo que ellos deben aceptar.
Su experiencia con el liderazgo delegado es que éstos van el centro, se sientan en una habitación grande con el gobierno o con la burocracia del sindicato, y usualmente son comprados. Los líderes reciben algún soborno, aún los líderes militantes. O son atrapados en algún acuerdo tripartita, y la base es traicionada. Su actividad se trata de representación directa, negociación directa, acción directa.
Estas demostraciones han sido enormemente exitosas dentro de las áreas limitadas en que ellos operan. Pero recientemente, tan temprano como septiembre del año pasado, hubo dos reuniones nacionales que trataron de coordinar los comités de las diferentes ciudades y regiones y suburbios de Buenos Aries, y ellos crearon una clase de comité coordinador.
Pero lo que ellos le enseñaron a toda la población es que uno no puede depender de los políticos. Uno mismo tiene que tomar acción y desde debajo.
¿Como fue que las luchas de los piqueteros prepararon el camino para las demostraciones de diciembre?
Pienso que ese espíritu comenzó a manifestarse, aún en el centro de Buenos Aires, poco antes de este último levantamiento. Hubo varios casos donde quejas surgieron, y los comerciantes y otros decidieron cerrar las calles del centro de la ciudad.
Había un debate inmenso dentro del movimiento, porque el supuesto liderato progresista del sindicato pensó que podría ganar el apoyo de la clase media bloqueando las calles principales pero permitiendo funcionar a las calles alternativas. Esto fue opuesto por los movimientos de desempleados más militantes, que dijeron que o se cierran todas las calles, o ninguna.
Este espíritu capturó la imaginación no sólo de trabajadores empleados y, por supuesto, de los jóvenes, pero también de la empobrecida clase media baja, e incluso sectores más opulentos de la pequeña burguesía, como comerciantes, pequeños empresarios y otros que tenían cuentas en los bancos.
Cuándo el gobierno confiscó finalmente los ahorros - billones de dólares en ahorros - de la clase media, estas capas también se tiraron a las demostraciones en las calles. Esta es una clase media empobrecida y radicalizada.
Es un error pensar en ésta como simplemente la clase media. Estas son gentes que perdieron todos sus ahorros. No tienen dinero pagar sus compras en el supermercado, o sus alquileres, o ir de vacaciones, o lo que sea. Así que a partir del ejemplo de los trabajadores desempleados, llegaron a juntarse varios sectores de la población.
Hay una gran masa de desempleados que está envuelta en algún tipo de economía informal. Hay trabajadores que no habían recibidos sus sueldos porque las cuentas de sus patrones habían sido congeladas. Y hay una gran masa de empleados públicos y pequeños comerciantes y otros que forman un frente muy amplio contra los banqueros.
Los banqueros han podido sacar su dinero. Usando la compra de acciones argentinas en la bolsa de valores de Nueva York, ellos no han tenido ningún problema en sacar su dinero fuera del país.
Entonces esto es un fenómeno de clase, en que los trabajadores desempleados formaron un polo de atracción, atrayendo a los trabajadores, a la pequeña burguesía y otros sectores de la clase media a la política de la lucha extraparlamentaria a la política de rechazar a los grandes partidos burgueses.
Esto, yo pienso, es la dinámica. Ahora, si esta clase media será un aliado estratégico si ellos logran un arreglo que les permita sacar su dinero de los bancos es algo que está por verse.
Pero creo que el factor más importante en esto es que la acción de masas, más que todas las huelgas rituales de la burocracia sindical, llevó al desalojo de los líderes principales del neoliberalismo y de los portavoces principales de los bancos de los EE.UU. y del imperialismo estadounidense en el gobierno en aquel momento.
Cada vez, estos fueron reemplazados por caras nuevas, todos dentro del marco del neoliberalismo. No hay forma de que la deuda sea pagada sin precipitar un levantamiento masivo, en cuyo caso, yo pienso, el sistema parlamentario burgués colapsará, y quizás habrá una guerra civil, con el ejército entrando en acción.
Nada en la prensa burguesa captura el grado de tensión y polarización que existe hoy en Argentina. En Argentina, los activistas y revolucionarios lo describen como una situación pre-revolucionaria. Y ciertamente el grado de hostilidad hacia todos los partidos burgueses y el grado de militancia de grandes masas de personas describiría la situación como pre-revolucionaria.
No hay en este momento un partido revolucionario organizado con raíces y apoyo. Hay miles de activistas y militantes locales que se envuelven en estas actividades, y hay una amplia radicalización de conciencia entre cientos de miles, sino millones, de argentinos hoy inaudito en tiempos recientes en América Latina.
Pero los pequeños partidos de izquierda - todos los Trotskistas y los partidos marxistas - gastaron la mayor parte de sus recursos recientemente para elegir oficiales a un parlamento impotente. Y en ningún lugar estos partidos - o la centro-izquierda, por supuesto - han ejercitado cualquier clase del liderazgo. Han estado fuera de vista. Ellos publican sus manifiestos; ellos venden sus periódicos. En ninguna de estas crecientes confrontaciones de masas que alcanza las proporciones de cientos de miles en ciudades diferentes ha habido alguna vanguardia organizada.
Hay militantes del movimiento de los desempleados, que tienen alguna experiencia de lucha callejera y preparación. Programáticamente, ellos están claros sobre sus demandas inmediatas que son proyectos masivos de empleo, sueldos decentes, beneficios de desempleo, y por supuesto, el rechazo al pago de la deuda. Y algunos sectores claman por la renacionalización de los sectores estratégicos de la economía.
¿COMO VA ser el nuevo gobierno de Duhalde?
EL ACTUAL gobierno del Presidente Duhalde es claramente una provocación. El es un hombre de la derecha, y él organizó, en el pasado, un aparato político de matones.
A pesar de lo que la prensa dice, él es capaz de movilizar a luchadores callejeros derechistas grupos cuasifascistas que pueden atraer a lumpenes y a algunos desempleados desorientados a retar por la hegemonía de las calles y quitarle un poco de presión a la policía. Ya ha habido una confrontación mayor, con la policía, por supuesto, tomando el lado de los matones peronistas de Duhalde.
Pero esto es, yo pienso, un ensayo. No va a haber un período de luna de miel para Duhalde. Ahora, mientras hablamos, están ocurriendo demostraciones masivas en Argentina, y hay preparaciones para una muestra grande de fuerza cuando él anuncie su programa económico esta tarde.
Más que ningún otro acontecimiento [internacional] reciente, nosotros hablamos de un país que tiene una larga tradición sindical, de acción colectiva. Las huelgas generales son más comunes en Argentina que en cualquier otro país del mundo.
Este es el país que hoy tiene la concentración más grande de trabajadores industriales desempleados del mundo. Y tercero, este es el país con el número más grande de trabajadores desempleados organizados y comprometidos con la acción directa.
Pienso, que lo que es necesario o que hace falta en este contexto es un liderato político reconocido que pueda llevar este proceso dinámico hacia adelante a la creación de un gobierno de trabajadores. Creo que la corriente lucha pondrá de relieve esta cuestión muy agudamente.
Debemos tener presente que el liderato en Washington no descansará hasta que entierre este movimiento. Y pienso lo que quizás veamos es la preservación de la fachada política civil y el regreso del ejército como un factor determinante en la política.
Y eso es como tirar madera al fuego. Como vimos con la dictadura de 1976, esto requirió 30,000 muertos y desaparecidos para enterrar al movimiento. Esta vez, hay muchos, muchos más activistas y militantes que los que había en el apogeo de las movilizaciones de los 1960s y 1970s.
Hablaste acerca de lo conservador de los líderes obreros y de las huelgas generales "rituales". ¿Pero no han jugado las uniones un papel en la resistencia?
UNO NO puede meramente hablar de una huelga general en Argentina. Hay huelgas generales, y hay huelgas generales. Y todos saben esto en Argentina. Uno puede hablar con un conductor de taxi, que, cuando uno le pregunta, "¿Qué piensas de esta huelga general?", dirá que los burócratas la usan para disipar la presión.
Estas son eventos de un día sin movilizaciones activas u ocupaciones de fábricas. Los patrones lo saben, y el gobierno lo sabe que si ellos se sientan y cruzan los brazos por un día, todo volverá a la normalidad.
Así que tienen pocas consecuencias. Hay poca movilización y poco que lleve a activar a la clase y a crear conciencia de clase. Son decididas desde arriba, y son apagadas desde arriba.
Hay tres confederaciones sindicales en Argentina. El sindicato oficial es la CGT, que se ha aliado con cada gobierno desde que cayó la dictadura e incluso llegó a tener arreglos con la dictadura.
Está la CGT-Moyano a CGT disidente dirigida por Hugo Moyano, que ha sido crítico de la CGT oficial por estar tan cercanamente vinculada al gobierno. Pero en cambio, esta federación es manejada por otro conjunto de burócratas que utilizan su oposición al status quo para presionar al gobierno a hacerle concesiones a sus miembros mientras se mantienen al margen de algún desafío estructural.
La tercera unión de importancia es la progresista CTA, que surgió como un rechazo a la CGT y que tiene muchos de los trabajadores del sector público trabajadores que no han recibido ningún alivio tras el cierre y los recortes de servicios y los despidos de cientos de miles.
La burocracia del sindicato de Moyano ha estado más dispuesta a comprometerse con las huelgas generales y a movilizarse en torno a asuntos específicos. Ellos usan muchísima retórica populista, pero negocian luego sobre asuntos más estrechos de carácter sectoriall, constantemente negociando a espaldas de los trabajadores.
Esto es por lo que muchos sectores de la clase de trabajadora desconfían de ellos, viéndolos esencialmente como una oposición oportunista que es capaz de traer gente a las calles, pero que es también bastante capaz de sacarla de las calles.
La CTA ha sido el más activo y radical de los sindicatos, dirigida por la ATE, la unión de empleados públicos. Ellos han estado envueltos con los piqueteros y los desempleados.
Ellos han señalado asuntos estructurales muy importantes. Sin embargo, en ningún momento han cuestionado el sistema capitalista. Además, ellos tienden a enfrascarse en acciones militantes, y entonces retroceden y negocian. Ellos han estado conscientes de su posición como empleados del estado y por lo tanto están comprometidos a negociar con el estado pero más allá de palabras no se comprometen con el resto de la clase trabajadora.
Ellos dicen que debemos unificar a los desempleados con los empleados públicos. Pero la experiencia de los trabajadores desempleados con el liderato nacional de la CTA y, particularmente, el de la ATE ha sido que los desempleados se convierten en auxiliares. Y cuando las negociaciones verdaderas suceden, es sobre reducciones en empleo en el sector público. Eso es por lo que los desempleados decidieron irse y organizarse por sí mismos.
Entonces, hay sectores poderosos de las uniones de empleados públicos, más sectores de la unión de maestros, que se han envuelto en la lucha de masas y en confrontaciones y han sufrido algunas heridas y muertes aún en las grandes movilizaciones.
Pienso que uno tiene que distinguir entre el liderato nacional - particularmente de la CTA y en menor grado del grupo de Moyano - y la gente común. Esto es especialmente cierto en las provincias, donde uno encontrará sindicalistas muy militantes y muy radicales, inclusive líderes locales, así como también de la base.
Por ejemplo, en Córdoba, en Salta, y en Neuquén, donde la industria del petróleo está localizada, uno tiene un número grande de activistas sindicales, algunos que han sido influenciados por los piqueteros, que se han unido a las luchas.
¿Cual és la forma que toman los vínculos entre los movimientos de desempleados y los miembros de base de las uniones?
TE PUEDO dar un ejemplo. Los trabajadores de un hospital en Neuquén protestaron por semanas, tratando de deshacerse de un director abusivo. Finalmente, el director llamó a la policía para que terminara el bloqueo que los huelguistas tenían de la entrada al hospital.
La voz rodó hasta que llegó a los desempleados. Ellos se montaron en sus automóviles y autobuses - o cualquier transporte disponible - y llegaron allí, tantos como 300. En menos de una hora, el director fue destituido, y los trabajadores del hospital eligieron a un director nuevo.
Esto es un ejemplo de la clase de solidaridad entre los trabajadores de la salud y los piqueteros que ocurre frecuentemente en el interior del país. Yo pienso que esto es un desarrollo muy prometedor. Pero tiene que ser visto en el contexto.
Las declaraciones que vienen de los lideratos generales no son representativas de lo que ellos hacen y ciertamente no corresponden a las clases de alianzas que se están levantando a nivel de base. Esto es lo significativo.
No quiero decir que no haya líderes individuales en algún sector particular de la industria que haya demostrado militancia. Pero la militancia de hoy tiene que ser entendida en un sentido muy concreto. ¿Dónde estaban a los líderes de la ATE y la CTA durante las protestas del 20 de diciembre?
Los militantes me dicen que estos estaban debajo de su cama. Ellos brillaban por su ausencia en esos días magníficos que derribaron al gobierno de de la Rúa. Ellos no enseñan la cara, como dicen en Argentina. Y eso es muy importante, porque la acción dice mucho más que los discursos y los programas.
¿En donde figuran los trabajadores industriales en este panorama del movimiento obrero?
El grueso de los trabajadores industriales está hoy desempleado. Ellos solían ser el 40 por ciento de la fuerza laboral. Hoy en día son menos del 20 por ciento.
Tenemos que pensar de los desempleados no como algún tipo de vendedores ambulantes urbanos pobres. Estamos hablando de Argentina. Hablamos de gente que trabajaba en plantas de autos, que eran trabajadores del acero, que trabajaban en la metalurgia y la mecánica. Cuándo hablé en una reunión en Argentina en mayo pasado, conocí a muchísimos trabajadores que tenían experiencia en los sindicatos.
Y lo que es aún más interesante son las esposas de los que fueron trabajadores industriales. Una de las cosas que he notado es la militancia y los niveles altos de participación de las esposas de los trabajadores industriales, esposas que han tomado aún más responsabilidades familiares porque sus esposos han llegado a desorientarse, en parte a causa de estar desempleados por tanto tiempo.
Las mujeres son quienes los empujan a unirse a la línea de piquete a llegarse allí y estar activos para conseguir un trabajo. Porque si uno no está en el bloqueo de la carretera, uno no va a estar allí para conseguir un trabajo cuando la asamblea reúna.
Para entender al movimiento sindical, pensemos que [John] Sweeney [presidente de la confederación sindical de los EE.UU., la AFL-CIO] y el sector común y corriente de la AFL-CIO estarían en la CGT. La centro-izquierda de la AFL-CIO estaría probablemente con Moyano, el disidente. Muy pocos sindicalistas estarían en la CTA. Y por supuesto, la sección militante de la CTA sería totalmente foránea al sindicalismo estadounidense o inclusive a la mayor parte del sindicalismo europeo contemporáneo.
Tenemos que poner esto en perspectiva. La acción de masas y las confrontaciones de masas que comenzaron el 20 hicieron más para cambiar la agenda política y la fisionomía del gobierno que todas las huelgas generales y las protestas simbólicas de los sindicatos en los últimos cinco o diez años. Las huelgas generales son importantes cuando tienen un contenido social cuando los trabajadores ocupan las fábricas y salen y confrontan al gobierno.
Esto es lo que yo pienso que estos movimientos de los desempleados tienen. Hoy estos son gente desesperada. Estos no son trabajadores empleados que luchan contra cierta reducción. Ellos han perdido todos sus ahorros. Ellos llevan sin trabajo mucho tiempo. Muchos de ellos no han visto carne por meses. Esto es toda una masa desesperada de gente que abarca varias clases pero en donde las demandas de clase son articuladas.
¿Cuáles son las perspectivas para el desarrollo de una organización o un partido que pueda adelantar las grandes cuestiones políticas?
EL PRINCIPIO organizativo de la lucha ha sido el hambre. Eso es lo que instigó el saqueo de los supermercados en diciembre, y la organización de los bloqueos de carreteras antes de eso. Había lo quizás podríamos llamar demandas de sobrevivencia pidiendo trabajos aún trabajos de baja paga como los de obras públicas que pagan unos $200 al mes y alimentos.
A partir de esa lucha y organización, algunos de los trabajadores más avanzados en el movimiento con experiencia sindical y alguna experiencia política comenzaron a traer otros asuntos, asuntos estructurales como el repudio de la deuda, inversiones públicas de gran escala y la renacionalización de las industrias estratégicas.
Hay marxistas y socialistas que han estado envueltos en algunas de estas organizaciones. Pero ellos están allí como militantes dentro de estos movimientos. Ellos no son, ciertamente, la fuerza dominante. Y ellos ciertamente no tienen la influencia en estos movimientos para dar liderato y dirección por lo menos por el momento.
Pienso que lo que tenemos son tres niveles. Uno es la base, que sufre una privación horrenda. Este es un país que es uno de los productores de carne y grano más grandes del mundo, y los trabajadores pasan hambre. Ellos no tienen carne de res, no tienen las pastas, no pueden alimentar a sus hijos y ellos ven los trenes transportando las decenas de miles de toneladas de carne hacia Buenos Aires para ser embarcadas a Europa.
Esto es una provocación. Aquí está una de las áreas más fértiles del mundo con un desempleo en gran escala y con hambre, inaudito en la historia de Argentina.
Eso es un nivel. El segundo nivel es el liderato emergente, que tiene una concepción de los cambios estructurales que nosotros podríamos llamar anti-capitalista y populista. Y entonces tenemos un tercer nivel, en que los asuntos del socialismo y de una revolución entran en juego.
Mientras el gobierno continúa evitando medidas que alivien los problemas, cada vez más el poder dentro de estas movilizaciones se mueve hacia la izquierda. Hace un mes, el asunto de la repudiación de la deuda extranjera era un asunto izquierdista. Hoy, es común y corriente. El asunto de grandes proyectos de obras públicas era un asunto izquierdista. Hoy, también se ha hecho común y corriente.
La renacionalización de industrias estratégicas básicas tenía un grupo muy pequeño de partidarios. Hoy, está ganando decenas de miles de adeptos. La intervención en los bancos era un asunto de una minoría. Hoy, ha llegado a ser un asunto principal.
Así que todo el debate político se ha movido hacia la izquierda, según la izquierda comienza a ganar hegemonía ideológica. Pero son las ideas, no una izquierda organizada.

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