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La centralidad del Estado en el Mundo Contemporáneo
James Petras
I. Introducción
La idea de que vivimos en un mundo sin estados-nación es uno de los
mitos más recurrentes e insidiosos de nuestros tiempos . Nada más
lejos de la realidad. En todas las regiones del mundo el estado - sea imperialista,
capitalista o neocolonial - se ha visto reforzado, se han impulsado sus actividades
y ha aumentado su intervención en la economía y en la sociedad
civil. El estado en las naciones imperialistas - lo que denominamos el estado
imperial - desarrolla una actividad especialmente intensa de concentración
de poder en la nación para proyectarlo sobre el exterior a través
de una gran variedad de instituciones, tanto económicas como políticas,
y estableciendo vastas esferas de influencia y dominación. Estados
Unidos lidera este fenómeno como estado imperial, seguido por la Unión
Europea (UE), encabezada ésta por Alemania y Francia, y Japón.
El poder del estado imperial se extiende hasta las Instituciones Financieras
Internacionales (IFI) como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco
Mundial (BM), el Banco Asiático (BA), la Organización Mundial
del Comercio (OMC), etc. Los estados imperiales aportan la mayor parte de
los fondos, nombran a los líderes de las IFI y les responsabilizan
de políticas que favorecen a las corporaciones multinacionales de sus
respectivos países. Los que anuncian un mundo sin estados-nación
o teóricos de la globalización se niegan a comprender que las
IFI no constituyen una nueva forma de gobierno por encima del estado-nación;
son instituciones que obtienen su poder de los estados imperiales.
Este ensayo abordará la discusión y crítica de argumentos
poco consistentes como los de las teorías de la globalización,
así como el debate en profundidad sobre el significado del estado en
el mundo contemporáneo, en las economías regionales y locales
. La tercera parte de este ensayo presentará una explicación
sobre las causas del crecimiento de lo estatal en las economías neoliberales
del mundo.
II. Argumentos relacionados con el mito de un mundo sin estados-nación
Los defensores de la tesis de un "mundo sin estados-nación", a los
que llamamos "teóricos de la globalización", parten de presunciones
bastante cuestionables. Existen ciertas discrepancias entre ellos, ya que
mientras unos consideran que el estado-nación es un anacronismo, otros
afirman que está en decadencia, y para un tercer grupo ya no constituye
una realidad. A pesar de que estas diferencia continúan suscitando
el debate, lo más significativo son los paralelismos que se encuentran
en las teorías globalizadoras. Éstas dudosas premisas son:
Presunción 1ª: Las corporaciones multinacionales son organizaciones
globales que no localizadas en ningún lugar específico de un
estado-nación concreto. Forman una nueva economía mundial ajena
a los controles nacionales y son parte de una nueva clase gobernante mundial.
Esta idea está basada en el hecho de que grandes corporaciones operan
en diferentes países, tienen gran movilidad y poder para evadir impuestos
y regulaciones en muchas jurisdicciones nacionales. Esta presunción
plantea varios problemas conceptuales y empíricos.
En primer lugar, el hecho de que las corporaciones multinacionales actúen
en numerosos países no entra en contradicción con el hecho de
que sus cuarteles generales, de donde surgen la mayor parte de las decisiones
estratégicas, directores y beneficios, estén situados en Estados
Unidos, Unión Europea y Japón .
En segundo lugar, la movilidad está basada en decisiones estratégicas
tomadas por directores desde las centrales situadas en los núcleos
imperiales. Estas decisiones dependen de condiciones económicas y políticas
creadas por el estado imperial y sus representantes en las IFI. La movilidad
es contingente respecto a las relaciones interestatales.
En tercer lugar, logran eludir impuestos y regulaciones gracias a decisiones
políticas tomadas en el estado imperial y sus bancos multinacionales
. El debilitamiento de las leyes de los estados neocoloniales contra la transferencia
de ganancias ilícitas de los estados imperiales es una forma de actuación
estatal que favorece la concentración a gran escala de riqueza y engrosa
las cuentas externas de los países imperiales. Las corporaciones multinacionales
obvian las regulaciones de los estados neo-coloniales y forman parte de un
engranaje de relaciones de poder ancladas en relaciones estatales imperiales
y neocoloniales.
Presunción 2ª: El gobierno de los viejos estados-nación ha sido
sustituido por un nuevo gobierno mundial formado por los dirigentes de las
IFI, la OMC, y los directores de las corporaciones multinacionales. Este es
un argumento basado en un debate superficial de epifenómenos, evitando
un análisis profundo de la lógica de poder. Si bien es verdad
que las IFI toman decisiones muy importantes en relación con diferentes
zonas geográficas, afectando así a sectores económicos
y sociales significativos, estas decisiones y los que las adoptan están
fuertemente influidos por los estados imperiales y sus corporaciones multinacionales.
Los miembros más poderosos de las IFI son dirigidos desde sus gobiernos
nacional-imperiales. Las líneas políticas más importantes,
que guían las condiciones de los préstamos, son determinadas
por los ministros de economía, finanzas y del tesoro de los estados
imperiales. La inmensa mayoría de los fondos de las IFI provienen de
los estados imperiales y la representación de la cúpula ejecutiva
de las IFI se establece en proporción a los fondos aportados por los
estados imperiales. El FMI y el BM han estado siempre liderados por individuos
de Estados Unidos o la UE .
La visión globalizadora se niega a analizar el poder de las IFI como
derivado de los estados imperiales; rechazan la idea de un poder internacional
basado en las entidades no-supranacionales de los estados imperiales. Esta
visión exagera la autonomía de las IFI e infravalora su subordinación
a los estados imperiales. La verdadera significación de las IFI reside
en su forma de magnificar, extender y profundizar el poder de los estados
imperiales, en cómo se convierten en terreno de competición
entre estados imperiales rivales. Lejos de debilitar los viejos estados, las
IFI han reforzado su posición.
Presunción 3ª: Uno de los argumentos más frecuentes de los teóricos
de la globalización consiste en afirmar que se ha producido una revolución
informativa que ha eliminado las fronteras estatales y ha creado una nueva
economía global. Consideran que esta revolución tecnológica
ha transformado el capitalismo, aportando un nuevo ímpetu al desarrollo
de las fuerzas productivas. Dudamos de la validez de una concepción
que afirma que las tecnologías de la información han revolucionado
las economías, creando así una nueva economía global,
en la que los estados-nación y las economías nacionales serían
ya inútiles.
Un análisis comparativo del crecimiento de la productividad en Estados
Unidos a lo largo de los últimos cincuenta años no corrobora
este argumento globalizador. Entre 1953 y 1973, antes de la llamada revolución
de la información, en Estados Unidos la productividad crecía
una media del 26%; con la introducción de los ordenadores el crecimiento
de la productividad entre 1972 y 1995 se redujo a la mitad . Incluso en el
llamado período del boom de 1995-1999, el crecimiento de la productividad
fue del 2%, por debajo del período anterior a la informatización.
Japón, país donde se da un uso extensivo de informática
y robótica, ha sufrido una década de estancamiento y crisis.
Entre los años 2000 y 2001, el sector de la información sufrió
una fuerte crisis, con diez mil despidos, cien empresas en bancarrota y caída
del 80% del valor de los capitales. La burbuja especulativa, que definía
la llamada economía de la información, explotó. Por otro
lado, los autores de la globalización sostenían que la mayor
fuente de crecimiento de la productividad se encontraba en la informatización
del área de fábrica de ordenadores. Diversos estudios han mostrado
que el uso de ordenadores en las oficinas consiste fundamentalmente en el
uso personal, y no potencia el intercambio de ideas, tal y como confirman
algunas estimaciones de las que se extrae que hasta un 60% del uso del ordenador
se dedica a temas no relacionados con la empresa. Las fábricas de ordenadores
suponen el 1,2% de la economía de Estados unidos y menos del 5% del
capital stock .
Por otro lado, el censo poblacional de Estados Unidos aporta una explicación
diferente en relación con las fuentes de productividad, que se identificarían
con los 5 millones de trabajadores en Estados Unidos, la mayor parte inmigrantes
ilegales que han inundado el mercado de trabajo en los noventa. Desde el momento
en que la productividad se mide en función de la producción
de cada trabajador estimado, estos 5 millones de trabajadores no incluidos
en la estimación engrosan los datos de productividad. Si fueran considerados,
los datos sobre productividad llegarían a descender hasta situarse
por debajo del 2%.
Con el declive de la economía de la información y las valoraciones
de stock se hace patente que la revolución de la información
no es el elemento explicativo esencial a la hora de entender la lógica
de las economías de los grandes estados imperiales, y desde luego tampoco
ha provocad la aparición de un nuevo orden mundial. El hecho de que
muchísimas personas tengan acceso a ordenador e internet, o que algunas
empresas tengan un mejor control sobre sus inversiones, no significa que el
poder haya dejado de estar en manos del estado-nación. Mientras continúan
las proclamas en relación con la revolución informativa, los
inversores en los mercados mundiales de stock desvían fondos hacia
la economía real alejándose de las empresas etéreas de
alta tecnología que no aportan ningún beneficio y aumentan las
pérdidas.
Presunción 4ª: en relación con la presunción anterior,
los globalistas afirman que vivimos en una Nueva Economía superadora
una Vieja Economía basada en fábricas, minas, agricultura y
servicios sociales. Según los globalistas el mercado crea una "democracia
real" en la que la "gente corriente" tiene ante sí opciones reales
sobre su futuro y la nueva eficiencia aportada por las nuevas tecnologías
garantiza altos niveles de crecimiento. La recesión de finales del
2000-2001 claramente refuta las bases de la Teoría de la Nueva Economía:
el ciclo económico no sólo no se ha alterado sino que resulta
reforzado por la naturaleza especulativa de la "Nueva Economía". De
esta forma, la "Nueva Economía" contiene todos los elementos propios
de una economía volátil y especulativa, guiada por demandas
exorbitantes de altos beneficios. Ante la ausencia de estos beneficios, resulta
que parte de lo que se calificaba como "Nueva Economía" consistí
esencialmente en una estafa financiera colosal, donde las altas ganancias
de los primeros inversores llevaban a aquellos que invertían con posterioridad
a la ruina financiera.
La nueva eficiencia vaticinada por los partidarios de la "Nueva Economía"
no resistió la lógica del ciclo de negocio capitalista. La producción
"Just In Time" se estableció en función de un crecimiento estable
y continuo de la demanda: la recesión de 2001, causada por la caída
repentina de la demanda, conllevó una acumulación de inventarios
entre productores y vendedores, provocando abundantes despidos. Con los problemas
de la circulación de líquido se multiplicaron los impagos y
quiebras propias de la "Vieja Economía".
Parece claro que la llamada "Nueva Economía" no sólo no evita
las crisis capitalistas, sino que es aún más vulnerable y cuenta
con menos recursos a la hora de recuperarse debido a que la mayor parte de
su flujo de dinero depende de expectativas especulativas y de altas ganancias
constantes. El fuerte declive de los ingresos por anuncios publicitarios en
los sitios web y la saturación del mercado informático ha causado
la crisis estructural de los productores de hardware y software, creando un
auténtico trauma en la "industria". El valor exorbitante del capital
se ha reducido drásticamente y las grandes compañías
de Internet luchan por sobrevivir en el conjunto de la "Nueva Economía".
Presunción 5ª: algunos teóricos de la globalización como
Toni Negri afirman que el llamado "sistema imperial" es incompatible con un
sistema de estados imperialistas - como si el uno pudiera existir sin el otro
. El "sistema" no tiene "centro" porque los estados se habrían diluido
ante las poderosas compañías multinacionales que dominan los
mercados. Esta concepción parte de una premisa equivocada al no tener
en cuenta el poder de clase e institucional de los bancos e industrias de
propiedad y dirección nacional. Y aún más grave, los
teóricos de sistemas se niegan a relacionar las estructuras, operaciones,
códigos legales y otros elementos de los estados imperiales con sus
corporaciones multinacionales y ramificaciones en las IFI. El amplio alcance
de su poder se concentra en beneficios, intereses, rentas y regalías
que revierten en los estados imperiales. El "sistema" se deriva de y es sostenido
por las fuerzas combinadas de los estados imperiales y sus corporaciones multinacionales.
Si a la hora de describir un estado imperial no se tiene en cuenta la lógica
de la propiedad y el poder de ese estado se pierden de vista las contradicciones
y conflictos básicos, las rivalidades Inter.-imperiales y las luchas
populares por el poder del estado. La quimera de los "imperios sin estado"
conlleva los mismos problemas que la noción del "mundo sin estados-nación";
exagera la autonomía del capital respecto al estado y propaga la falacia
del "libre mercado", en la que el "mercado" (o según Negri el capitalista
colectivista) domina el sistema imperialista.
Presunción 6ª: Los "globalistas" operan en un nivel excesivamente alto
de abstracción al abordar la definición de la configuración
del poder, obviando las variaciones más significativas en relación
con regímenes, estados y lógicas de clase. En consecuencia,
no aportan una concepción válida del cambio socio-económico.
El fallo conceptual más grave se encuentra en la definición
los diferentes estratos del sistema mundial , que denominan "centro", semiperiferia
y periferia. Este tipo de estructuración abstracta y simplista de la
economía y el poder mundiales, subordina la dinámica de las
relaciones de clase a una distribución estática de cuotas de
mercado. Estas categorías abstractas oscurecen las diferencias fundamentales
que plantean los diversos intereses de clase entre naciones en cada categoría,
diferencias que determinan cómo se distribuyen las cuotas de mercado
entre naciones, la estructura de propiedad, los niveles de vida, así
como las diferencias entre países dinámicos y estancados. Aún
más importante, al observar la situación del mercado, los globalistas
no consideran la ubicuidad del agente estatal a la hora de preservar o cuestionar
la relación entre estados y economías y la reestructuración
de la economía mundial.
III. La centralidad del estado
En el mundo contemporáneo el "estado-nación", tanto en su variante
imperial como neo-colonial, ha multiplicado y expandido su actividad. Lejos
de ser un anacrónico, el estado se ha convertido en un elemento vital
para la economía mundial y para el resto de los estados-nación.
Con todo, las actividades de cada estado varían en función de
su carácter de clase, esto es, en función de su condición
imperial o colonial.
Estados imperiales
En los últimos años, la centralidad del estado imperial se ha
puesto de manifiesto en áreas fundamentales de la actividad política,
cultural y económica. De hecho, ha sido el apoyo fundamental de la
continuidad del poder imperial, en concreto en el caso de Estados Unidos.
La gestión de la crisis
A lo largo de la última década se han producido fuertes crisis
en diferentes regiones del mundo. En cada caso, los estados imperiales, sobre
todo Estados Unidos, han intervenido para salvar a las corporaciones multinacionales
y evitar el colapso de los sistemas financieros. Por ejemplo, en 1994, cuando
el sistema financiero mejicano estaba al borde de la quiebra, el entonces
presidente Clinton intervino inyectando 20 billones de dólares en Méjico,
con el objetivo de tranquilizar a los inversores estadounidenses y estabilizar
el peso. Durante la crisis asiática de 1998, Estados Unidos y los gobiernos
europeos concedieron una ayuda de varios billones de dólares a cambio
de la apertura de sus economías, en especial Corea del Sur, a la toma
de sus industrias básicas por parte de extranjeros. En la crisis brasileña
de 1999 y en la de Argentina de 2001, Washington presionó a las IFI
para que sostuvieran estos regímenes. En EE.UU. la amenaza de quiebra
de uno de los mayores bancos inversores, provocó la intervención
de la Reserva Federal (banco central), que presionó a los bancos privados
para que concedieran su apoyo. En otras palabras, en el manejo de las crisis
el estado imperial ha jugado un papel cada vez más importante y ha
contado con recursos cada vez mayores a la hora de evitar la quiebra de los
grandes inversores, apuntalar corporaciones multinacionales insolventes y
prevenir el colapso de las monedas. Más que nunca, las corporaciones
multinacionales y la denominada "economía global" dependen de la intervención
masiva y constante de los estados imperiales para gestionar las crisis y asegurar
beneficios (compra de empresas locales).
Competición Inter-imperialista
La competición entre poderes imperiales rivales y corporaciones multinacionales
ha sido espoleada por estos mismos estados imperiales. Por ejemplo, EE.UU.
presiona constantemente a la UE para lograr la apertura del mercado europeo
a la carne de vacuno norteamericana y a las exportaciones norteamericanas
de plátanos procedentes de América central y del sur, mientras
que Japón y los estados europeos negocian con EE.UU. el aumento de
la cuota de una serie de exportaciones, entre ellas el acero, los textiles,
etc. El comercio y los mercados vienen definidos en buena medida por acuerdos
entre estados. La competición en términos capitalistas está
mediatizada, influida y dirigida por el estado. Los mercados no superan al
estado y de hecho actúan dentro de fronteras definidas por éste.
La conquista de mercados
El estado tiene una función de inmensa trascendencia tanto en la conquista
de mercados extranjeros como en la protección de los mercados locales.
En primer lugar, proporciona ayuda directa e indirecta a los sectores de la
exportación . Las exportaciones agrícolas de Estados Unidos
reciben subvención en forma de agua y electricidad, y ayudas a la exportación
a través de reducción de impuestos. En segundo lugar, el estado
imperial presiona a los estados beneficiarios de préstamos en el Tercer
Mundo a través de las IFI para lograr la eliminación de las
barreras al comercio así como la privatización y des-nacionalización
de empresas mediante la firma de acuerdos condicionados. Esto permite a las
corporaciones multinacionales estadounidenses, europeas y japonesas penetrar
en los mercados y comprar empresas locales. La mayor parte de las exportaciones
están financiadas por agencias estatales. La denominada "globalización"
no existiría sin la intervención del estado, como tampoco los
mercados permanecerían abiertos si no fuera por la intervención
militar y electoral del estado, las amenazas político-económicas,
la presión y el reclutamiento de los clientes locales. El imperialismo
adopta muchas formas, pero siempre con objetivos similares: la conquista de
los mercados del Tercer Mundo, la penetración de las economías
de los competidores y la protección de los mercados nacionales. Estados
Unidos, Europa y Japón han elaborado conjuntos de barreras al comercio
en un amplio grupo de áreas de producción de importancia estratégica:
las auto-importaciones, como el del azúcar, los textiles, el acero,
etc, se encuentran limitadas por cuotas . Existen múltiples restricciones
no tradicionales o bajo la forma de acuerdos informales (siempre fruto de
la negociación entre estados) que limitan la entrada de países
exportadores en los mercados estadounidenses. En muchos casos, al negociar
con regímenes neocoloniales, como el Brasil de Cardoso, Estados Unidos
rechaza el principio de reciprocidad, reclamando y garantizando la liberalización
de la industria de la información, cuando paralelamente impone la restricción
de las exportaciones de acero de Brasil, basándose en el falso pretexto
de costes de "anti-dumping".
Acuerdos comerciales
Cada uno de los grandes acuerdos económicos, que liberalizan el comercio
y regulan la inversión, son negociados por los estados y sometidos
a modificaciones también estatales. El GATT, la OMC, Lome, etc., que
establecieron las normas del comercio y el marco de las "redes comerciales
globales", fueron formulados por los estados. Además, los acuerdos
comerciales bilaterales y multilaterales regionales, como el NAFTA, LAFTA,
etc. fueron el resultado de iniciativas del estado imperial cuyo objetivo
fue siempre la apertura de mercados a sus multinacionales. El estado imperial
actúa siempre de acuerdo con su corporación multinacional. La
"expansión de los mercados" no tiene nada que ver con corporaciones
multinacionales superadoras de un sistema estatal anacrónico. En realidad,
la mayor parte de los movimientos de capital hacia nuevos mercados depende
de que el estado intervenga y destruya obstáculos económicos,
o desestabilice, en algunos casos, a los regímenes nacionalistas.
Acuerdos sobre inversiones
Los nuevos acuerdos sobre inversiones multilaterales y bilaterales son formulados
en el nivel estatal con el beneplácito y la participación activa
de las corporaciones multinacionales. La razón es obvia: las corporaciones
multinacionales reclaman una participación estatal que evite la expropiación
de su capital o la restricción de sus beneficios y garantice la minimización
de impuestos "discriminatorios". El estado asegura el cumplimiento de las
garantías sobre la inversión, elemento crucial en la expansión
de la inversión corporativa. En muchos casos, los estados imperiales
utilizan su representación en las IFI para imponer nuevos códigos
de inversión como condiciones sobre préstamos de "estabilización"
o desarrollo.
Protección, Subvenciones y Adjudicación
Los estados imperiales de la Unión Europea protegen férreamente
sus productos agrícolas. Estados Unidos y los estados europeos subvencionan
fuertemente su agricultura mediante el descenso del nivel impositivo sobre
el uso de electricidad y agua. La investigación y el desarrollo de
nuevas tecnologías obtienen abundante financiación estatal para
que sus resultados sean más tarde aplicados a las multinacionales.
En cada estadio, antes, durante y después, de la expansión de
las corporaciones multinacionales en el mercado internacional, el estado está
profundamente implicado. Más aún, allá dónde las
empresas nacionales no son competitivas, los estados imperiales inventan pretextos
para protegerlas de productores más eficientes. Japón protege
a sus productores de arroz, a pesar de que su precio resulte finalmente diez
veces más caro para el consumidor. Estados Unidos proporciona una enrome
subvención a los exportadores del "agro-business" de California en
forma de investigación, impuestos leves sobre el agua y préstamos
ligados a la compra de las exportaciones de grano estadounidense. La UE subvenciona
la formación de sus industrias de alta tecnología, agricultura,
etc.
La estatalidad o la neo-estatalidad es el elemento central de la "expansión
global" de las corporaciones multinacionales. El estado ha crecido, su alcance
se ha extendido, su función en la economía internacional es
esencial. La retórica falaz del "mercado libre", promovida por ideólogos
conservadores, ha sido extendida y cimentada por la izquierda "globalista".
Mientras la izquierda se alarma ante el debilitamiento del rol del estado,
la derecha se ha preocupado por poner en marcha una actividad dele estado
orientada a la satisfacción de los intereses de las corporaciones multinacionales.
Mientras la izquierda la "globalización" de los mercados, las corporaciones
multinacionales de los países imperiales y sus estados se reparten
esos mismos mercados, logrando aumentar sus esferas de dominación y
control.
Ante todo el estado imperial no es simplemente una institución económica;
la expansión exterior de las corporaciones multinacionales depende
intensamente del rol militar y político del estado imperial.
La Expansión del poder político y militar del estado imperial
La expansión exterior de las corporaciones multinacionales ha sido
posible gracias a la expansión político-militar del imperialismo
euro-americano a través de la OTAN y sus ejércitos vasallos
en África del Sur, América Latina y Asia. En Rusia (la antigua
URSS) y Europa del Este, los regímenes clientelares han sido financiados
e impulsados por los estados imperiales, preparando el terreno para la toma
de un vasto conjunto de industrias estratégicas, fuentes energéticas,
etc. El triunfo del estado imperial estadounidense sobre la URSS proporcionó
el impulso necesario para el desmantelamiento de los estados de bienestar
en Europa y el llamado estado de bienestar, si es que puede ser considerado
como tal, en Estados Unidos. Las guerras euro-americanas en el Golfo Pérsico
y los Balcanes consolidaron la preeminencia de los estados imperiales y extendieron
su control sobre los estados disidentes. La desestabilización de los
antiguos regímenes comunistas y las guerras destructivas contra los
regímenes nacionalistas en África del Sur o América Latina
entre otros, abrieron estas regiones a las prescripciones políticas
neoliberales. La expansión militar imperial, estrechamente relacionada
con los aparatos militares estatales promovió la expansión exterior
de las corporaciones multinacionales. La llamada globalización creció
a partir de los arsenales del estado imperial. Hoy, para proteger aún
más al capital en el extranjero, Estados Unidos y la UE han creado
una nueva doctrina de la OTAN que legitima las guerras ofensivas dentro y
fuera de Europa y contra cualquier país que amenace intereses económicos
vitales (sus corporaciones multinacionales) . La OTAN se ha ampliado para
incorporar nuevos estados-clientes en Europa del Este, y nuevos "socios de
paz" en los estados bálticos y las antiguas repúblicas de la
URSS (Georgia, Kazajstán, etc.). En otras palabras, las alianzas militares
del estado imperial incorporan más estados, incluyendo más aparatos
militares estatales que antes, con el objetivo de asegurar una penetración
eficaz de las corporaciones multinacionales euro-norteamericanas en nuevos
países y el flujo fácil de beneficios hacia sus centros de decisión
en Estados Unidos y Europa occidental.
El Estado y los medios de comunicación de masas
Ahora que los mass media y su aparato político-cultural atraviesan
más fronteras que nunca, la propiedad y el control de los mismos están
claramente concentrados en las corporaciones multinacionales estadounidenses
y europeas. Sus mensajes son crecientemente homogéneos, dictados y
coordinados por políticos de Washington, Berlín, Londres, etc.
Flujos globales y controles imperiales: esa es la esencia de los mass media
en la actualidad. Los estados imperiales fijan la línea política
y definen los parámetros de discusión, que son más tarde
difundidos por las corporaciones multinacionales de mass media, garantizando
así sus ingentes beneficios.
En definitiva los estados imperiales, lejos de haber sido sustituidos por
la expansión del capital en el exterior, han crecido hasta convertirse
en componentes esenciales en la configuración de la economía
política mundial. Los teóricos globalistas banalizan el rol
del estado imperial y al hacerlo parecen erigirse en defensores de los privilegios
y el poder de las corporaciones multinacionales.
Llegado el caso de que algunos teóricos de la globalización
admitieran el peso específico del estado imperial, lo harían
introduciendo un importante matiz: son ahora los estados re-colonizados los
que se están marchitando ante las corporaciones globales, que minan
su capacidad para tomar decisiones y regular sus economías nacionales.
IV. Estados recolonizados: el estado como ámbito de lucha.
Debemos partir de un punto de vista histórico a la hora de analizar
la situación de los Estados del Tercer Mundo (ETM), dado que la mayor
parte de este grupo de estados llevaron a cabo políticas contrarias
a las prescripciones del FMI y el BM a lo largo del período 1945-1975.
Detrás de esta actitud encontramos a la URSS tan sólo tangencialmente.
La explicación fundamental hay que buscarla en las clases sociales,
las alianzas políticas y la ideología que motivaba las decisiones
de los ETM, así como en la presión ejercida por los movimientos
de masas. A lo largo de este período de treinta años, los estados
imperiales (fundamentalmente Estados Unidos) presionaban a los ETM para que
liberalizaran sus economías, privatizaran sus empresas públicas,
etc. La mayor parte de estos ETM resistieron estas presiones imperiales, las
mismas que hoy se insiste en denominar globalización. Dos cambios esenciales
vinieron a alterar este escenario: los poderes imperialistas, liderados por
EE.UU., emprendieron una ofensiva militar, utilizando las fuerzas político-militares
clientelares como mercenarias. Esta ofensiva se desplegó en África
del Sur, América Central y del Sur y Asia, con el objetivo de destruir
sus economías y derribar aquellos regímenes nacionalistas y
socialistas que rechazaban el programa liberal. El segundo de los cambios
fue el ascenso de una nueva Clase Capitalista Trasnacional en el Tercer mundo
(CCT), formada fundamentalmente por altos funcionarios políticos y
ligada con los circuitos financieros internacionales. Esta nueva clase cuenta
con cuentas bancarias en el extranjero, inversiones y está participa
activamente en los mercados de exportación. Al aceptar y compartir
el programa neoliberal de los poderes imperiales, se transforma en la clase
dirigente en los ETM e inicia la implementación de políticas
que privilegian a los poderes imperiales. La dinámica interactiva entre
la CCT y los poderes imperiales produjo lo que hoy erróneamente se
describe como globalización. Lo que realmente se inició fue
la recolonización del Tercer Mundo a través de la función
de bisagra de la CCT en los Estados del Tercer Mundo.
Los ETM son descritos por los teóricos de la globalización como
agentes débiles que carecen de los atributos propios de un estado,
y por lo tanto incapaces de resistir las fuerzas de la globalización.
Este planteamiento conlleva diferentes problemas. En primer lugar amalgama
todos los ETM bajo una misma rúbrica, sin lograr singularizar aquellos
que en el pasado adoptaron parte de los atributos de los estados neo-coloniales.
En segundo lugar, no tiene en cuenta el hecho de que los ETM promovieron voluntariamente
políticas que facilitaban la liberalización de las economías.
En tercer lugar, los teóricos de la globalización ignoran las
variantes que existen en las políticas de los ETM a partir de una misma
agenda liberal determinada por los poderes imperiales. En cuarto lugar, prácticamente
obvian la importancia de la configuración de una nueva clase, la CCT,
que ha adquirido creciente influencia en el estado e impulsa la agenda liberal.
Por último, los globalistas infravaloran el alcance y profundidad de
la intervención del estado en la economía y la sociedad liberales,
concluyendo erróneamente que la ausencia de un estado de bienestar
social significa automáticamente que estemos ante un estado débil.
En realidad, el estado neocolonial practica una política de regulación
e intervensionismo tan activa como la del estado de bienestar o populista.
La diferencia estriba en que su actividad, sus normas y su intervención
están dirigidas al servicio de diferentes intereses de clase: el capital
extranjero y la CCT.
A lo largo del proceso de adaptación de su política a los designios
de los capitalistas extranjeros, banqueros, los estados recolonizados requieren
y retienen recursos sustanciosos y beneficios suficientes para llevar a cabo
su función. De hecho, si no existiera un estado recolonizado fuerte
los objetivos imperiales no serían alcanzados. En este contexto la
fortaleza se mide en función de la capacidad de los actores estatales
y sus instituciones para llevar a puerto cambios estructurales que aseguren
su estabilización frente a la oposición que representan los
movimientos sociales populares, los sindicatos y partidos políticos.
El estado recolonizado es débil ante las demandas de las IFI, pero
fuerte a la hora de convertir esas exigencias en política nacional.
De hecho, el concepto de estado débil plantea en sí muchas dudas,
ya que desde el momento en que el estado recolonizado comparte las políticas
del estado imperial y cuenta con asociados de las corporaciones multinacionales
- su propia CCT - no puede ser concebido como un actor que capitula ante las
IFI o está dominado por las llamadas "fuerzas globales".
La centralidad del estado recolonizado en la contra-revolución liberal
se pone de manifiesto en diferentes áreas políticas relacionadas
entre sí.
Privatización
El estado recolonizado, tras consultar a las IFI, aplica su programa liberal
a través de la privatización de empresas públicas estratégicas
y lucrativas. Esta privatización requiere una intensa intervención
estatal que incluye la construcción de alianzas políticas, la
represión de los sindicatos del comercio y/o despido de trabajadores
militantes, la socialización de las deudas de las empresas, la garantía
del apoyo de los bancos inversores extranjeros en la organización de
la venta, una intervención que garantice que los compradores obtengan
ventajas en la compra, y la eliminación de cualquier control sobre
el precio o tarifa en el caso de que la empresa pública funcione con
cuotas fijas.
La imposición de Políticas de Ajuste Estructural (PAE)
En esencia las siglas PAE significan mucho más que un mero "ajuste"
económico y "estructural". Hacen referencia al poder, la riqueza y
el control de clase . En este caso, el estado recolonizado cobra una enorme
importancia ya que las PAE suponen un cambio esencial en el concepto de propiedad
(de público a privado, de nacional a privado), la imposición
de impuestos regresivos (aumento de los VAT contra la imposición progresiva
sobre el capital rico y extranjero), reconcentración de los beneficios
y la propiedad (políticas salariales regresivas, congelación
de los salarios mínimos, promoción del agro-business a expensas
de la agricultura campesina, etc.), descenso de las barreras arancelarias
(arruinando a los productores nacionales, poniendo en manos de las corporaciones
multinacionales mayores porcentajes de los mercados locales, etc.), disminución
de los gastos sociales en salud y educación y aumento de las subvenciones
a los exportadores. Las Políticas de Ajuste Estructural son una estrategia
por y para la clase gobernante (CCT) y el capital extranjero contra la inmensa
mayoría de los productores locales, trabajadores y campesinos. Aumenta
la desigualdad y la pobreza. La aplicación de las PAE requiere un estado
fuerte dispuesto a imponerse a pesar de la oposición de la mayoría,
un estado entregado a una ideología y dispuesto a abandonar su papel
histórico como entidad independiente y rechazar la idea de soberanía
popular en aras de la implementación de políticas mediante medios
autoritarios, a través de decretos del poder ejecutivo.
Cuando hablamos de un estado neoliberal nos referimos a un estado poderoso
que impone y lleva a cabo su política.
Flexibilidad laboral
Este es un eufemismo utilizado para hacer referencia a la concentración
de poder en manos de los patronos y el estado recolonizado. Las "nuevas" Reformas
sobre el Trabajo y las Pensiones incrementan el poder en manos de los patronos
a la hora de contratar trabajadores en precariedad y despedirlos con poca
o ninguna indemnización. Representa el total sometimiento del trabajo
al capital. Los trabajadores quedan privados de cualquier posibilidad de control
sobre sus horas o días de trabajo, condiciones de seguridad o salud.
Los contratos precarios eliminan la seguridad en el trabajo desde el momento
en que los contratos son de corta duración, sin vacaciones, pensiones,
etc. La privatización de los fondos de pensiones pone billones de dólares
en manos de las empresas privadas que reciben honorarios exorbitantes y acceden
a fondos para especulación y fraude, enriqueciendo a unos pocos y amenazando
los ingresos por jubilación de millones. La aplicación de legislaciones
laborales y de pensiones regresivas requiere de un estado fuerte que pueda
actuar contra los sectores populares de la sociedad civil, y reprimir y resistir
las protestas de los sindicatos fuertes. Para lograr el cumplimiento de esta
tarea es preciso que se consolide el apoyo mutuo y colaboración entre
los capitalistas, asegurándose el respaldo de las IFI, siempre disponibles.
Un estado débil nunca sería capaz de resistir la presión
de las clases populares, haría concesiones. Un estado fuerte ignoraría
las protestas y procedería a la aplicación de la citada legislación
laboral y de pensiones.
Al examinar detenidamente las políticas más importantes emprendidas
por el estado recolonizado, se hace patente que la intervención estatal
es más intensa que nunca. La principal diferencia se encuentra en la
dirección socio-económica de la actividad estatal: el neo-estatalismo
liberal viene definido por una intervensionismo que persigue poner la riqueza
y la propiedad en manos del capital privado, rico, y, ante todo, extranjero.
El estado recolonizado no ha desregulado la economía, sino que ha establecido
nuevas normas que regulan la política de ingresos, pensiones, relaciones
laborales, políticas de exportación-importación, flujo
de capital, etc. Esta nueva normativa, que favorece a la CCT y al capital
extranjero, necesita un nuevo régimen regulador, en el que las dicotomías
trabajo-capital, populistas-nacionalistas, son reemplazadas por un único
agente: los representantes de la nueva clase liberal gobernante. Con el desmantelamiento
del régimen regulador previo, la economía social, y la construcción
de la nueva economía y sociedad liberal, el estado recolonizado juega
un papel esencial, activo e intervencionista (aunque actúe bajo la
dominación del estado imperial).
El porqué del papel central del estado
Los poderes imperiales y la CCT del Tercer Mundo tienen una visión
mucho más realista y pragmática de la centralidad del estado
- sea éste imperial o recolonizado - que la de los teóricos
globalistas que pretenden pertenecer a la izquierda. Los portavoces de la
clase gobernante proclaman y aceptan formalmente la retórica globalista,
pero en la práctica se esfuerzan por fortalecer y ampliar el poder
del estado, condición necesaria y previa a la hora de lograr la expansión
y supervivencia de sus intereses. Diversos factores hacen del estado un actor
esencial en el mundo contemporáneo.
La volatilidad de los mercados
La economía mundial contemporánea está profundamente
influida por los sectores financieros y la actividad especulativa, ambos altamente
volátiles y necesitados constantemente de una intervención estatal
que evite que crisis financieras periódicas en regiones concretas afecten
a toda la economía mundial. Los especuladores del mercado de capitales
en los países imperiales dependen en gran medida de los precios de
los intereses fijados por los Bancos Centrales. Los sistemas financieros y
bancarios que colapsan dependen de una intervención del estado orientada
a la "reestructuración" de los préstamos "malos" (en los que
se paga a los prestatarios con dinero de los contribuyentes) como en el caso
de Japón, Corea del Sur o Rusia. Las economías estancadas, como
Japón o China, necesitan de la intervención estatal para estimular
su crecimiento. El número de ejemplos podría multiplicarse,
pero la idea fundamental es que los movimientos crecientes de capital especulativo
han extendido el rol del estado. Éste intenta estabilizar la anarquía
del mercado, con cualquier recurso a su alcance, fundamentalmente a través
del aumento de las cargas impositivas sobre los contribuyentes con ingresos
bajos.
Desregulación financiera
El fenómeno de disminución del control estatal sobre las transacciones
financieras ha ido acompañado de la acentuación paralela de
la intervención del estado en el manejo de las crisis y la salvaguarda
de los sistemas financieros y empresas (por ejemplo en el caso de la crisis
de Savings and Loan en Estados Unidos). La inexistencia de controles sobre
el capital y la libre conversión han permitido la especulación
monetaria y la huida masiva de capital en tiempos de pánico. La intervención
del estado ha buscado la protección de las monedas o el establecimiento
de reservas monetarias, acompañadas o no de la reducción de
los préstamos a través de la subida de los tipos de interés.
La frecuencia y creciente intensidad de las crisis hacen que podamos hablar
de un estado-bombero (ha dejado de ser esencialmente policía) que lucha
contra los incendios creados por las conflagraciones financieras.
Competición interimperialista
Los estados imperiales han tomado una postura crecientemente activa en la
lucha por las cuotas de mercado, defendiendo cada uno sus propias corporaciones
multinacionales. Los estados recolonizados emprenden empresas arriesgadas
que unen a sus núcleos capitalistas trasnacionales con las corporaciones
multinacionales. Los estados imperiales han negociado cuotas de importación,
han llevado a sus competidores a la OMC, organizado boicots, etc., con el
objetivo de fortalecer sus corporaciones multinacionales a expensas de sus
rivales. El estado imperial norteamericano ha defendido a sus exportadores
de ganado frente a la UE, amenazando con boicots y represalias, y ha limitado
la importación de productos agrícolas de los países tropicales
productores de azúcar. En pocas palabras, la competición entre
corporaciones multinacionales nacionales ha tomado la forma de conflictos
interestatales, en los que los mismos estados acaban siendo el árbitro
definitivo. Ante mercados que se hunden y una creciente recesión desde
comienzos del 2001, es fácil predecir un aumento de la intervención
estatal y la protección.
El alcance y la profundidad de las transformaciones
Ninguna corporación multinacional tuvo nunca el poder suficiente como
para emprender la enorme transformación de las estructuras sociales
y económicas que precedió y permitió el flujo masivo
de capital hacia los mercados extranjeros. Fue el estado el que creó
el caparazón en el que fluyó el capital, y estableció
las reglas del juego que guiaron la expansión al extranjero. Dada la
fragilidad de estas estructuras el estado debe involucrarse continuamente
en la salvaguarda del capital, reflotando a los regímenes recolonizados.
Respaldando a las IFI
Dado que las IFI dependen de los estados imperiales para determinar sus líderes,
programas y prioridades, el apoyo de los estados imperiales es también
esencial a la hora de permitir que las IFI continúen interviniendo
en los estados recolonizados. Los fondos de las IFI dependen de los estados
imperiales, y sin ambos no contarían con autoridad alguna con la que
imponer sus prescripciones. Las IFI sirven como nexo de unión entre
los estados imperiales y los recolonizados. Las IFI obtienen su poder de los
centros imperiales. Por estas razones, el estado continua y continuará
siendo esencial para la economía política mundial. Lejos de
ser un poder residual vestigio del pasado, la continuada relevancia del estado
esta anclada estructuralmente en el sistema imperial contemporáneo.
V. Conclusión.
Las teorías derivadas del paradigma de la globalización no logran
explicar el papel central que juega el estado en las economías del
mundo contemporáneo. De la misma forma, la noción de sistema
imperial carece de significación si no analizamos las actividades del
estado imperial y la multiplicidad de funciones que desarrolla en la apertura
de mercados para la expansión de sus corporaciones multinacionales.
La actual configuración del poder en la economía mundial no
está basada en la "ausencia de estados" o en "corporaciones globales"
sino en corporaciones multinacionales que trabajan codo a codo con sus estados
imperiales . Las IFI, como el BM o el FMI, no conforman un nuevo estado global
sino que derivan su poder y sus recursos de los estados imperiales. El concepto
clave a la hora de entender los conflictos interestatales y la competición
intercorporativa es imperialismo y no globalización. Estados imperiales
y corporaciones multinacionales no son agentes enfrentados o contradictorios,
sino que más bien actúan en un contexto de sinergias entre neo-estatalismo
y neo-liberalismo. En el mundo actual, y en contra de la propia ideología
neoliberal de libre mercado, los políticos de los estados imperiales
y recolonizados eligen a los ganadores y a los perdedores mediante incentivos,
subvenciones y aranceles, provocando la expansión de grupos capitalistas
específicos y el declive de las pequeñas y medianas empresas
o grandes empresas no vinculadas estrechamente con el régimen impuesto.
El debate entre economistas burgueses se centra en dilucidar si la intervención
a gran escala, largo plazo y protección de las corporaciones multinacionales
es un "peligro moral", es decir, si el que los directores corporativos sepan
de antemano que el estado subvencionará sus pérdidas alimenta
la "especulación temeraria". Los economistas de la Nueva Economía
olvidan su ideología de libre mercado, recurriendo al estado en busca
de recursos financieros que eviten la quiebra, en tiempos de crisis. Estos
mismos neoliberales fundamentalistas continúan afirmando que los beneficios
se obtienen a partir de la base de los riesgos de inversión y, por
lo tanto, si el estado elimina ese riesgo acaba con la asignación eficiente
de recursos y promueve la especulación destructiva.
El problema central de la teoría de la globalización es que
se enfrenta al estudio de epifenómenos, como la expansión exterior
de las corporaciones nacionales hacia muchas regiones, sin tener en cuenta
sus lazos con los centros estratégicos de estas corporaciones. Las
corporaciones multinacionales compran y venden globalmente pero sus decisiones
estratégicas sobre tecnología e inversión son controladas
desde sus cuarteles generales en el estado imperial. Por su forma son multinacionales,
pero su esencia es nacional. Esta máxima es especialmente clarificadora
cuando analizamos los lazos estrechos entre los centros de las corporaciones
multinacionales y sus directores principales en el estado imperial.
La proclama globalista de un nuevo "régimen global" basado en la supremacía
de las IFI, surgida de una extrapolación superficial de las actividades
del FMI y el BM que obvia la matriz estado imperial, de la que en realidad
son un elemento subordinado. Como consecuencia, los teóricos globalistas
logra magnificar el poder de las IFI y minimizar el poder del estado, en particular
el del estado imperial.
Los globalistas intentan enmendar sus errores interpretando el paso del activismo
estatal desde el ámbito de lo social al de la subvención de
las pérdidas de las corporaciones multinacionales como "declive del
estado" o "debilitamiento del estado". Tal y como hemos demostrado, el estado
sigue teniendo enormes recursos y capacidad, así como una posición
estratégica entre los productores y la economía Mundial.
De esta forma, no se trata de globalizar la lucha sino de transformar la naturaleza
de clase del estado, reconfigurando su relación con las corporaciones,
multinacionales y la clase capitalista trasnacional. Esto significa que la
lucha de clase dentro del país por el poder del estado es esencial
a la hora de obtener los recursos económicos - centros de investigación
tecnológica, medios de producción, tierra - necesarios para
la redistribución de la riqueza y la reconstrucción de los mercados
nacionales. La intensas actividad que el estado recolonizado o imperial lleva
a cabo en relación con las corporaciones multinacionales muestra que
se trata de un centro de recursos, poder y actividad que puede llegar a transformar
y mejorar las vidas de los trabajadores si se revoluciona, si se le da la
vuelta. La ideología del declive y la desaparición del estado
es una falacia imperial diseñada con el fin de desviar el objetivo
de los movimientos populares hacia instituciones estrictamente secundarias
que además derivan su poder del estado.
El internacionalismo del ala izquierda globalista está basado en eventos
- encuentros contra el FMI, BM etc. - donde un amplio conglomerado de grupos
se encuentran, protestan y se dispersan. A pesar de que logran una amplia
cobertura mediática, estas actividades no amenazan los pilares estatales
y las estructuras del poder imperial y neocolonial.
El internacionalismo se hará fuerte allá donde los movimientos
políticos nacionales sean poderosos, donde las clases oprimidas conquisten
el poder del estado y puedan intervenir para apoyar a sus camaradas en el
extranjero. Movimientos nacionales fuertes construyen una solidaridad internacional
poderosa.
Traducción: Elisa Nieto
Campaña contra el Banco Mundial Barcelona 2001. Madrid
Junio de 2001