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Imperio con imperialismo
7 de noviembre de 2001
Por James
Petras
Traducción
para Rebelión:
Germán
Leyens
"Imperio" es
un libro extraño. Siendo que EE.UU. es la única superpotencia,
cuando caso un 50 por ciento de las 500 mayores multinacionales
son de propiedad estadounidense y están domiciliadas en EE.UU.,
y cuando Washington está conduciendo una guerra de intervención
contra Afganistán (después de guerras intervencionistas
anteriores en los Balcanes, en América Central (Panamá),
en el Caribe (Granada) y guerras por encargo en Colombia (Plan Colombia)
y antes en Angola, Mozambique, Nicaragua, los autores de este libro
tan elogiado, nos cuentan que el imperialismo es algo del pasado.
Argumentan que el "Imperio" es un fenómeno pos-imperialista
en el que el poder se dispersa y ninguna nación aislada puede
controlar el "imperio". Además argumentan que el "imperio"
es un adelanto positivo en la historia del mundo. "La cosa [sic]
que llamamos el Imperio es en realidad una enorme mejora histórica
respecto al sistema y al imperialismo internacionales." Después
de 413 páginas de texto y 57 páginas de notas, lo
mejor que los autores saben hacer es decirnos que "en este espacio
terso (?) del Imperio no hay un sitio determinado de poder -está
en todas partes y en ninguna. El Imperio es una OU-Topia o realmente
un no-sitio (p.190). Sin una noción clara de los agentes
del "imperio" ni su dinámica en los estados imperiales realmente
existentes y sus corporaciones, se nos dice que el Imperio es imperial
pero no imperialista, que la Constitución de EE.UU. es imperial
y no imperialista. De esto deducen (y nosotros aprendemos) que la
Constitución de EE.UU. es imperial porque (en contraste con
el proyecto del imperialismo de expandir constantemente en forma
lineal su poder en espacios cerrados e invadir, destruir, y subsumir
a los países sometidos bajo su soberanía) "el proyecto
constitucional de EE.UU. está construido sobre el modelo
de la rearticulación de un espacio abierto y de reinventar
incesantemente diversas y singulares redes a través de un
terreno ilimitado. La idea contemporánea de Imperio nace
a través de la expansión global del proyecto constitucional
interno de EE.UU." (p.182). En otras palabras, la celebración
del Imperio, es también una celebración del constitucionalismo
de EE.UU. (de la idea para ser exactos), que es un modelo
para la "democratización" del Imperio. El estudio se deshace
de las clases y de los conflictos de clase como pasados de moda
e imprecisos, y sustituye la noción de "multitudes biopolíticas
de producción" -un término que nunca es delineado
claramente y que no tiene una especificidad histórica o empírica.
Aparte de "multitudes", no hay agencias designadas para la "revolución"
anunciada pero no especificada. El programa de esta novedosa revolución
no es muy diferente del que es adoptado por los socialdemócratas
del estado de bienestar.
Se ha escrito
mucho sobre el "empuje del libro, su grandeza teórica". Frederic
Jameson, colega de Hardt en Duke, lo llama "la primera nueva gran
síntesis teórica del nuevo milenio."1
Dejando a un lado la hipérbola, pocos de los críticos
literarios han comentado la falta de evidencia histórica
y empírica para basar su sinnúmero de aserciones no
fundamentadas. Los autores argumentan desde el comienzo que los
orígenes intelectuales de la revolución estadounidense
pueden ser encontrados en Spinoza y Maquiavelo. A Rousseau y a Locke
los echan con cajas destempladas, a pesar de su mayor relevancia
inmediata. Discusiones extensas y tendenciosas de la soberanía
están entremezcladas con aserciones reduccionistas que colapsan
o que omiten numerosas diferencias. Por ejemplo, en su discusión
del totalitarismo y de la nación-estado, argumentan "Si Alemania
nazi es el tipo ideal de la transformación de la soberanía
moderna en soberanía nacional y de la articulación
en su forma capitalista, la Rusia estalinista es el tipo ideal de
la transmisión del interés popular y la cruel lógica
que resulta lleva a un proyecto de modernización nacional,
movilizando para sus propias intenciones las fuerzas productivas
que ansían liberarse del capitalismo" (p.110). He citado
extensivamente para ilustrar la naturaleza confusa, ilógica,
anti-histórica de las amplias y vacuas generalizaciones de
los autores. ¿Qué base empírica o histórica
existe para pretender que Alemania nazi es el "tipo ideal"? La soberanía
nacional existía antes de los nazis y continúa después
de su desaparición en entornos no-totalitarios. Si la Rusia
de Stalin encarnaba "el interés popular" ¿por qué
iba alguien a buscar su liberación de ella? "Lógica
cruel" de los "intereses populares" son cuentos del antiguo régimen
- difícilmente una base para la orientación de las
"multitudes" que según los autores son las nuevas agencias
para democratizar el mundo.
Los autores
se involucran en lo que George Saboul calificó una vez de
enfoque de "aspiradora" a la historia: un poco de historia antigua,
una pizca de exégesis de teoría política elemental,
una evaluación de los pros y los contras del posmodernismo,
una celebración del constitucionalismo estadounidense, una
breve sinopsis del colonialismo y del poscolonialismo. Estas incursiones
discursivas proveen un brillo intelectual al argumento central que
trata del mundo contemporáneo: la desaparición del
imperialismo; la obsolescencia de los estados imperiales, de los
estados-nación (y de las fronteras) y la supremacía
de un Imperio mal definido, la globalización y los organismos
gobernantes supranacionales, aparentemente similares a las Naciones
Unidas.
Comencemos con
la aserción de Negri y Hardt (NH) sobre la decadencia del
estado nacional o imperial. Su argumento a favor de un imperio sin
estados, exagera la autonomía del capital respecto al estado
y repite como un logro las falsas propuestas de los ideólogos
del libre mercado que pretenden que el "mercado mundial" es supremo.
Contrariamente a lo que pretenden NH, el estado nacional en el mundo
contemporáneo, tanto en su forma imperial como en la neocolonial,
ha expandido su actividad. Lejos de ser un anacronismo, el
estado se ha convertido en un elemento central de la economía
mundial y dentro de los estados-nación. Sin embargo, las
actividades del estado varían según su carácter
de clase y si son estados imperiales o neocoloniales.2
En los
últimos años, la centralidad del estado imperial ha
sido evidenciada en áreas fundamentales de las actividades
político-económicas, culturales y económicas
que refuerzan la posición de los poderes imperiales, particularmente
de EE.UU.
Gestión
de crisis
Durante la última
década, han ocurrido varias crisis importantes en los sectores
financiero y económico, en varias regiones del mundo. En cada
caso, los estados imperiales, sobre todo el estado EE.UU., han intervenido
para salvar a las compañías multinacionales, y evitar
el colapso de los sistemas financieros. Por ejemplo, en 1994, cuando
el sistema financiero mexicano estuvo al borde del colapso, el presidente
Clinton intervino para enviar 20.000 millones de dólares al
estado mexicano a fin de rescatar a los inversionistas estadounidenses
y estabilizar el peso. Otro caso fue durante la crisis asiática
de 1998, cuando EE.UU. y algunos gobiernos europeos aprobaron un paquete
de rescate por miles de millones de dólares del FMI y del Banco
Mundial a cambio de una apertura de sus economías, a la adquisición
de sus industrias básicas por empresas extranjeras, particularmente
en el caso de Corea del Sur. En la crisis brasileña en 1999
y en la crisis argentina en 2001, Washington presionó a las
instituciones financieras internacionales (IFIs) para que rescataran
a los regímenes. Dentro de EE.UU. la amenaza de bancarrota
de un importante banco internacional de inversiones, llevó
a la Reserva Federal (banco central) a intervenir, influyendo a favor
de un rescate por bancos privados. En una palabra, con cada vez más
frecuencia y con medios cada vez mayores, el estado imperial ha jugado
un papel dominante en la gestión de crisis, salvando de la
bancarrota a importantes inversionistas, apuntalando a compañías
multinacionales insolventes e impidiendo el colapso de divisas. Más
que nunca, las compañías multinacionales y la llamada
"economía global" dependen de la constante y masiva intervención
de los estados imperiales para administrar la crisis, y conseguir
ventajas (adquisiciones de empresas locales).
Competencia
inter-imperialista
Las competencias
entre poderes imperiales rivales, empresas económicas y compañías
multinacionales han sido encabezadas esencialmente por estados imperiales
rivales. Por ejemplo, el estado imperial EE.UU. dirige la lucha por
la apertura de los mercados europeos a la carne de vacuno estadounidense,
y a las exportaciones estadounidenses de plátanos de América
del Sur y de Centroamérica, mientras los estados japonés
y europeos negocian con EE.UU. para aumentar la 'cuota' de una serie
de exportaciones, incluyendo el acero, los textiles, etc. El comercio
y los mercados son generalmente definidos por acuerdos de estado a
estado. La 'globalización' no es sólo un producto del
'crecimiento de las compañías multinacionales', sino
que sobre todo un artificio de acuerdos de estado a estado. La competencia
entre capitales es lograda, influenciada, y dirigida por el estado.
Los mercados no van más allá del estado, sino que operan
dentro de fronteras definidas por el estado.
Conquista
de mercados
El estado juega un papel que todo lo invade y que es importante
en la conquista de mercados extranjeros y en la protección
de mercados locales. En el primer caso, el estado otorga subsidios
indirectos y directos a los sectores de exportación.3
En EE.UU., las exportaciones agrícolas reciben agua y energía
eléctrica subvencionadas, y subsidios en la forma de reducciones
impositivas. En segundo lugar, el estado imperial, a través
de las IFIs, hace presión sobre los estados receptores de
préstamos en el Tercer Mundo, a través de acuerdos
condicionados, para que reduzcan o eliminen las barreras arancelarias,
y que privaticen o desnacionalicen empresas, permitiendo así
que las compañías multinacionales estadounidenses,
europeas y japonesas penetren los mercados y adquieran empresas
locales. La llamada 'globalización' no existiría si
no fuera por la intervención estatal, ni los mercados seguirían
abiertos si no fuera por la intervención militar y electoral
del estado imperial, por las amenazas o la presión político-económicas,
y el reclutamiento de clientes locales.
El imperialismo
adopta muchas formas, pero persigue objetivos similares: la conquista
de mercados, la penetración de competidores y la protección
de sus mercados interiores. EE.UU. tiene un sistema minucioso de
barreras arancelarias en una amplia gama de productos de importancia
estratégica: las importaciones de automóviles están
limitadas por cuotas, así como el azúcar, los textiles,
el acero, etc.4 Una multiplicidad de
limitaciones no-tradicionales y de acuerdos informales limitan a
los países exportadores en sus intentos de penetrar los mercados
de EE.UU. - todos negociados de estado a estado. En muchos casos,
en sus negociaciones con regímenes neocoloniales, como Brasil
bajo Cardoso, el estado EE.UU. rechaza la reciprocidad, exigiendo
y logrando la liberalización de la industria informática,
mientras restringe las exportaciones de acero brasileñas,
con el falso pretexto de acusaciones "anti-dumping".
Acuerdos
comerciales
Todos los mayores
acuerdos comerciales, la liberalización del comercio y el establecimiento
de nuevas regulaciones del comercio, son negociados por los estados,
impuestos por los estados y sometidos a modificaciones por los estados.
El GATT, la OMC, y las Convenciones de Lomé, que establecieron
las bases para el comercio y el marco para las redes comerciales globales,
fueron formulados por los estados. Además, los pactos comerciales
bilaterales, así como aquellos regionales multilaterales, como
NAFTA (TLCAN), ALCA, son iniciados por el estado para abrir nuevos
mercados para las multinacionales. El estado imperial opera en sinergia
con sus corporaciones multinacionales. La "expansión en los
mercados" no tiene nada que ver con el que las corporaciones multinacionales
sustituyan a estados anacrónicos: por el contrario, la mayor
parte de los movimientos de capital a los nuevos mercados depende
de la intervención del estado para derribar barreras y en algunos
casos desestabilizar a los regímenes nacionalistas.
Acuerdos
de Inversión
Los estados imperiales
de la UE imponen poderosas barreras restrictivas para sus productos
agrícolas. EE.UU. y los estados europeos, subvencionan fuertemente
la agricultura con tarifas bajas para la electricidad y el consumo
de agua. La investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías
son fuertemente financiadas por el estado y luego transferidas a las
multinacionales. En cada etapa antes de, durante y después
de, la expansión de las compañías multinacionales
en el extranjero dentro del mercado internacional, el estado está
implicado profundamente. Además, donde las empresas nacionales
no son competitivas, los estados imperiales inventan pretextos para
protegerlas de productores más eficientes. Japón protege
a sus productores de arroz, aunque su producción sea diez veces
más cara para los consumidores. EE.UU. da inmensos subsidios
a los exportadores del agro-comercio en la forma de investigación,
bajos costos del agua y préstamos condicionados a la compra
de exportaciones de trigo estadounidenses. La UE subvenciona la formación
de sus industrias de alta tecnología.
El estatismo
o el neo-estatismo es el eje de la 'expansión global' de las
compañías multinacionales, ubicadas en los estados imperiales.
El estado ha crecido, su alcance se ha extendido, su papel en la economía
internacional es esencial. La retórica vacía de los
'libre mercados' promovida por los ideólogos conservadores
ha sido consumida y cotorreada por la 'izquierda globalista'. Mientras
NH escriben sobre la decadencia del papel del estado, la Derecha ha
actuado para promover la actividad del estado en apoyo de los intereses
de las compañías multinacionales. Mientras NH escriben
de la 'globalización' de los mercados, las multinacionales
de los países imperiales y sus estados se reparten los mercados,
aumentando sus esferas de dominación y control.
Sobre todo, el
estado imperial no es simplemente una institución económica;
la expansión en el exterior de las compañías
multinacionales depende fuertemente del rol militar y político
del estado imperial.
Expansión
del poder político y militar del estado imperial
La expansión
en el exterior de las compañías multinacionales ha sido
posibilitada por la expansión militar y política del
imperialismo euro-estadounidense a través de la OTAN y de ejércitos
supletorios en África meridional, América Latina, y
Asia. En Rusia (la antigua URSS) y Europa Oriental, los estados imperiales
han auspiciado y apoyado regímenes clientes, estableciendo
los fundamentos para la adquisición de una vasta selección
de industrias estratégicas, recursos energéticos, etc.
El triunfo del estado imperial EE.UU. sobre la URSS produjo el ímpetu
para desmantelar los estados de bienestar en Europa y lo que pretendía
ser un estado de bienestar en EE.UU. Las guerras euro-estadounidenses
en el Golfo y en los Balcanes consolidaron la dominación de
los estados imperiales y extendieron su influencia sobre los estados
disidentes. La desestabilización de los antiguos regímenes
comunistas, las guerras destructivas contra los regímenes nacionalistas
y socialistas en África meridional, América Latina y
otras partes, abrió esos regímenes a las recetas de
la política neoliberal. La expansión militar fue organizada
por aparatos estatales que acompañaron y promovieron la expansión
exterior de las compañías multinacionales.
La así
llamada globalización creció en el cañón
de un fusil -un fusil estatal imperial. Para proteger aún mejor
el capital en el extranjero, EE.UU. y la UE crearon una nueva doctrina
de la OTAN que legaliza las guerras ofensivas, fuera de Europa contra
cualquier país que amenace sus intereses económicos
vitales (sus compañías multinacionales).5
La OTAN ha sido expandida incorporando a nuevos estados-cliente en
Europa Oriental, y a nuevos "asociados por la paz" entre los estados
bálticos y las antiguas repúblicas de la URSS (Georgia,
Kazajstán, etc.). En otras palabras, las alianzas militares
estatales imperiales incorporan más estados, involucrando más
aparatos estatales que antes - para asegurar el libre paso de las
compañías multinacionales a sus países y facilitar
el flujo de los beneficios a sus centrales en EE.UU. y en Europa Occidental.
El
estado y los medios de comunicación de masas
Mientras los medios
de comunicación de masas y su propaganda político-cultural
atraviesan más fronteras que nunca, su propiedad y control
están fuertemente concentrados en manos de compañías
multinacionales de EE.UU. y Europa. El mensaje es crecientemente homogéneo,
y la fuente e inspiración está estrechamente coordinada
con los que deciden las políticas en Washington, Berlín,
Londres, etc. Los flujos globales, los controles imperiales son la
esencia de los medios de comunicación de masas de la actualidad.
Las compañías mediáticas multinacionales miran
hacia los estados y funcionarios imperiales para establecer su línea
política, como es explícitamente declarado durante la
Guerra de Afganistán, y definen los parámetros para
la discusión, mientras cosechan los beneficios.
En conclusión,
los estados imperiales, lejos de ser substituidos por la expansión
en el exterior del capital, han crecido y se han convertido en componentes
esenciales de la economía política mundial. El concepto
de imperio de NH, encubre el papel del estado imperial, disminuyendo
así la importancia de un adversario esencial, en las primeras
líneas de la defensa de los privilegios y el poder de las compañías
multinacionales.
Hardt y Negri
basan sus argumentos sobre un imperio sin estados y sin clases, sin
imperialismo, en una noción de un mercado mundial dominado
por las corporaciones multinacionales, las que, argumentan, "deberán
eventualmente superar el imperialismo y destruir las barreras entre
el interior y el exterior." (p.234). Esas compañías
multinacionales "globales" han convertido a las naciones y a los estados
imperiales en anacronismos.
NH no suministran
informaciones sobre la organización interna de las compañías
multinacionales (CMN), ningún análisis de la estructura
de la toma de decisiones, ninguna discusión de sus relaciones
con los estados. Teorizar por decreto es una manera conveniente de
evadir estudios empíricos inconvenientes. El argumento de Hardt
y Negri se basa esencialmente en seis suposiciones no fundamentadas.
Suposición
1:
Las CMN son corporaciones globales que no tienen una ubicación
específica en ninguna nación-estado en particular. Forman
una nueva economía mundial divorciada de los controles nacionales
y forman parte de una nueva clase gobernante del mundo.
Esta suposición
se basa en el hecho de que corporaciones en gran escala operan en
una gran cantidad de países, son móviles y tienen el
poder de evadir impuestos y regulaciones en muchas jurisdicciones
nacionales. Hay varios problemas conceptuales y empíricos con
esta suposición.
En primer
lugar, el que las CMN operen en muchos países no cambia en
nada el hecho que sus oficinas centrales, donde se concentra la mayoría
de sus decisiones estratégicas, sus directores, y sus beneficios,
están ubicadas en EE.UU., Europa, y Japón.6
En segundo lugar,
la movilidad se basa en decisiones estratégicas adoptadas por
los directores en las oficinas centrales en los centros imperiales.
Esas decisiones dependen de las condiciones políticas y económicas
creadas por el estado imperial y sus representantes en las IFIs. La
movilidad está supeditada a las relaciones entre estados.
En tercer lugar,
la evasión de impuestos y regulaciones, es posible gracias
a políticas deliberadas de los estados imperiales y de sus
bancos multinacionales.7 El no-cumplimiento
de las leyes contra transferencias de beneficios ilícitos de
los países neocoloniales a los países imperiales, es
una forma de actividad estatal que favorece la transferencia en gran
escala de riquezas que fortalecen las cuentas externas. El abierto
desacato por las CMN de las regulaciones de los estados neocoloniales,
forma parte de un sistema más amplio de relaciones de poder,
aseguradas por las relaciones entre estados imperiales y neocoloniales.
Suposición
2:
Los antiguos gobiernos-estado han sido substituidos por un nuevo gobierno
mundial, formado de los dirigentes de las IFIs, de la OMC, y los jefes
de las CMN (p.326). Es un argumento basado en una discusión
superficial de epifenómenos, en lugar de una visión
analítica más profunda de la estructura del poder. Aunque
es cierto que las IFIs toman muchas decisiones importantes en numerosos
emplazamientos geográficos, que afectan importantes sectores
económicos y sociales, esas decisiones y los que las toman,
están estrechamente ligados a los estados imperiales y a las
CMN que los influencian. Todos los principales funcionarios de las
IFIs son nombrados por sus gobiernos nacionales / imperiales. Todas
las fundamentales orientaciones políticas que determinan sus
préstamos y las condiciones para otorgarlos, son establecidas
por los ministros de finanzas, del tesoro y de economía de
los estados imperiales. La inmensa mayoría de los fondos de
las IFIs provienen de los estados imperiales. La representación
en el consejo ejecutivo de las IFIs está basada en la proporción
de la contribución financiera de los estados imperiales. El
FMI y el Banco Mundial han sido siempre dirigidos por individuos de
EE.UU. o de la UE.8
La visión
de Hardt y Negri del poder de las IFIs se basa en una discusión
del poder resultante y no de su fuente en los estados imperiales.
En este sentido, el poder internacional se basa en los estados imperiales
y no en las entidades supranacionales. Este último concepto
sobreestima en demasía la autonomía de las IFIs y subestima
su subordinación a los estados imperiales. La verdadera significación
de las IFIs es cómo magnifican, extienden y profundizan el
poder de los estados imperiales y cómo se convierten en un
campo de competencia entre estados imperiales rivales. Lejos de sustituir
a los viejos estados, las IFIs han reforzado sus posiciones.
Suposición
3
Uno de los argumentos
comunes de teóricos globalistas como Hardt y Negri es que ha
habido una revolución de la información que ha eliminado
las fronteras de los estados, transformado el capitalismo y creado
una nueva época (p.145) trayendo nuevos ímpetus al desarrollo
de las fuerzas productivas. La pretensión que las tecnologías
de la información hayan revolucionado las economías
y así hayan creado una nueva economía global en la que
los estados nacionales y las economías nacionales resultan
superfluos, es extremadamente dudosa.
Una comparación
del crecimiento de la productividad en EE.UU. durante el medio siglo
pasado no apoya el argumento globalista. Entre 1953 y 1972, antes
de la llamada revolución de la información, la productividad
en EE.UU. creció un promedio de 2,5%; con la introducción
de los ordenadores, el crecimiento de la productividad entre 1973
y 1995, fue menos de la mitad.9 Incluso
en el llamado período del boom de 1995 a 1999, el crecimiento
de la productividad fue de un 2,5%, aproximadamente lo mismo que en
el período anterior a los ordenadores. Japón, que hace
el uso más extensivo de ordenadores y de robots, ha sufrido
una década de estagnación y de crisis. Durante el año
2000-01. el sector informático entró en una profunda
crisis, decenas de miles fueron despedidos, cientos de firmas quebraron,
las acciones bajaron su valor cerca de un 80%. La burbuja especulativa,
que definía la llamada economía de la información,
reventó. Además, la mayor fuente del pretendido crecimiento
de la productividad fue la informatización de la producción
de ordenadores. Se ha demostrado en estudios al respecto que el uso
de ordenadores en oficinas se orienta más hacia el uso personal
que hacia el intercambio de ideas. Se calcula que hasta un 60% del
tiempo en los ordenadores es utilizado en actividades que no tienen
relación con la empresa. Los fabricantes de ordenadores totalizan
un 1,2% de la economía estadounidense y menos de un 5% del
capital social.10
Además,
el censo de la población de EE.UU. da otra explicación
de las altas cifras de productividad - los 5 millones de inmigrantes
ilegales que inundaron el mercado laboral de EE.UU. en los años
90. Ya que la productividad es medida por la producción por
trabajador registrado, los 5 millones de trabajadores no contados
inflan los datos de productividad. Si los 5 millones fueran incluidos,
las cifras de productividad se desinflarían.
Con la declinación
de la economía de la información y sus valoraciones
en la bolsa, se hace claro que la "revolución informática"
no es la fuerza trascendental que define las economías de los
principales estados imperiales, ni mucho menos que puedan definir
un nuevo orden mundial. El que la mayor parte de la gente tenga ordenadores
y navegue en Internet, que algunas firmas controlen mejor sus inventarios,
no significan que el poder haya trascendido la nación-estado.
Las afirmaciones de los publicistas sobre la "revolución informática"
suenan vacías, cuando los inversionistas en las bolsas del
mundo, transfieren fondos hacia la economía real, lejos de
las compañías de alta tecnología que no muestran
beneficios y aumentan sus pérdidas.
Suposición
4
En relación
con la suposición anterior, los globalistas NH argumentan que
estamos viviendo en una Nueva Economía que ha sustituido a
la Vieja Economía, de manufactura, minería, agricultura
y servicios sociales (pp. 3-21). Según los globalistas, el
'mercado' crea nuevas eficiencias producidas por las nuevas tecnologías
y asegura un elevado crecimiento. La recesión de fines de 2000
a 2002 refuta claramente las afirmaciones de los ideólogos
de la Nueva Economía: el ciclo económico continúa
operando y, además, el ciclo es particularmente acentuado por
la naturaleza altamente especulativa de la 'Nueva Economía'.
El resultado es que la 'Nueva Economía' muestra todas las características
de una economía especulativa volátil, movida por las
promesas exorbitantes de altos rendimientos. En la ausencia de beneficios
o incluso de ingresos, resulta que gran parte de lo que era promocionado
como una 'Nueva Economía' era, en realidad, un colosal timo
financiero, en el que los altos rendimientos para los primeros inversionistas
llevaron a la ruina de los que los siguieron.
Las "nuevas eficiencias"
pronosticadas no superaron la lógica del ciclo económico
capitalista. La 'producción justo a tiempo' se basaba en un
crecimiento continuo y estable de la demanda. La recesión de
2000 a 2002, la declinación repentina de la demanda, llevaron
a una acumulación de inventarios entre los productores y los
vendedores, y a los despidos resultantes. Problemas de cash-flow,
creciente endeudamiento y las bancarrotas características de
la 'Vieja Economía', reaparecieron con fuerza.
Es claro que la
llamada 'Nueva Economía' no supera la crisis capitalista, en
realidad es más vulnerable y tiene menos recursos a los que
recurrir, ya que la mayor parte de su cash-flow depende de las expectativas
especulativas de continuos altos rendimientos. La disminución
de las entradas por publicidad comercial en los sitios de la red y
la saturación del mercado de ordenadores, han llevado a una
crisis estructural tanto para productores de hardware como para los
de software, conduciendo a una inmensa escarda en la 'industria' -
el exorbitante 'valor ficticio' de las acciones se desplomó
a una fracción de su valor y las principales compañías
de Internet luchan por sobrevivir, ¡cómo para que vayan a definir
la naturaleza de una 'nueva época capitalista'!
Suposición
5
Los teóricos
globalistas como NH escriben sobre un 'sistema imperial' en lugar
de estados imperialistas -(prefacio), como si lo uno pudiera existir
sin lo otro. El 'sistema' no tiene 'centro' ya que todos los estados
han perdido su especial importancia ante las todopoderosas CMNs que
dominan los mercados. Los enfoques sistémicos no llegan a reconocer
el poder clasista e institucional de los bancos e industrias de propiedad
y dirección nacionales. Lo que es aún más fatal,
los teóricos sistémicos no llegan a asociar las estructuras,
las operaciones, los códigos legales y los lazos entre los
estados imperiales, las corporaciones multinacionales y sus vástagos
en las IFIs y el amplio alcance de su poder y de su concentración
de beneficios, intereses, arrendamientos y royalties en los países
imperialistas. El 'sistema' se deriva de, y es apoyado por, las fuerzas
combinadas del estado imperial y sus CMNs. Abstraer de las especificidades
de la propiedad y del poder estatal para describir un sistema imperial,
es perder de vista las contradicciones y conflictos básicos,
las rivalidades imperiales interestatales y las luchas de clase por
el poder en el estado.
Suposición
6
NH operan a un
tal nivel de abstracción al definir las configuraciones del
poder que oscurecen las variaciones más importantes en los
regímenes, los estados, y las configuraciones de clase. Como
resultado, no tienen una concepción muy convincente del cambio
socio-económico. Su concepto del imperio se parece al enfoque
del sistema mundial. En lugar de núcleo, semi-periferia y periferia,
hablan de 'imperio' y de 'multitudes'. Este tipo de estratificación
simplista y abstracta de la economía y del poder mundiales,
subordina la dinámica de las relaciones de clase a una distribución
estática de cuotas de mercado. Las categorías abstractas
oscurecen las diferencias fundamentales en los intereses de clase
entre las naciones en cada categoría, diferencias que determinan
cómo se distribuyen las cuotas de mercado, la posesión
de la propiedad, los niveles de vida, así como las diferencias
entre países dinámicos y estancados. Lo que es más
fundamental, al considerar las posiciones de mercado, NH pasan por
alto la ubicuidad del estado en la preservación y la confrontación
de la relación entre los estados, las economías y la
reconfiguración de la economía mundial.
El
mito de la tercera revolución científico-tecnológica
El segundo argumento
principal de N y H, es que vivimos en una época totalmente
nueva. Un nuevo capitalismo, gracias a la tercera revolución
científico-tecnológica (TRCT). Estudios empíricos
detallados de la economía de los años 90, han refutado
efectivamente el argumento de que la TI, la transmisión por
fibra óptica, y la biotecnología inauguraron una "nueva
época del capitalismo" al revolucionar las fuerzas de producción.
Japón,
que 'robotizó' temprano sus fábricas y que diseñó
y aplicó muchos de los nuevos productos de la TI ha estado
estancado (crecimiento promedio de aproximadamente un 1% durante los
últimos 11 años) y entró a una aguda recesión
en 2001). El sector manufacturero en EE.UU. tuvo un crecimiento negativo
desde fines de agosto de 2000 que continúa durante 12 meses
consecutivos - el período más prolongado de crecimiento
negativo registrado desde el fin de la segunda guerra mundial. Se
espera que la recesión continúe durante un período
indeterminado - los cálculos van de 1 a 3 años. Las
tasas de crecimiento de la TI fueron negativas durante todo el año
2001. Las perspectivas de una recuperación rápida no
son nada de halagüeñas, ya que los niveles de ahorro negativos,
los inmensos déficit, el fuerte dólar, inhiben el crecimiento
interior o aquel nutrido por las exportaciones. Al coincidir las crisis
estructural y cíclica, es muy probable que la recesión
continúe durante algún tiempo.11
La recesión desmiente totalmente a los ideólogos de
la TI que declararon que la 'Nueva Economía' había hecho
pasar de moda los ciclos económicos. En realidad, las compañías
de TI han sido las más maltratadas en el bajón actual.
Más de un 80 por ciento de las punto.com no dan beneficios.12
En segundo
lugar, la actual economía de la TI es menos competitiva y más
concentrada que nunca antes, ya que sólo unos pocos gigantes
han sobrevivido y muchos han fracasado. Mientras miles de punto.com
desaparecían, las principales 5 compañías de
la TI retuvieron su posición entre las 10 más importantes
del mundo.13
La revolución
de la productividad -un crecimiento de un 2,5%- se basaba en un breve
intervalo de 4 años (1996-2000) y fue seguido por una disminución
de la productividad a un 1,2% negativo durante el primer trimestre
de 2001.14
Las inversiones
de miles y miles de millones de dólares en la TI, desviaron
las inversiones de otros usos más productivos, llevaron a una
vasta sobrecapitalización de un sector con bajos rendimientos
y con pocos efectos indirectos. Además, el mayor estímulo
para la TI provino del engaño del año 2000 - la exageración
de la posibilidad de una avería de los sistemas, con el comienzo
del nuevo milenio. Cientos de miles de millones de dólares
fueron gastados en la TI entre 1996 y 1999, para evitar un problema
dudoso, sin tener virtualmente ningún efecto a largo plazo.
No se realizó ninguna evaluación crítica o un
análisis comparativo con países como Rusia, China,.
Finlandia, y unos pocos otros, que gastaron una fracción de
lo que se gastó en Europa y en América del Norte en
el Y-2, sin sufrir una "avería catastrófica". Esto viene
a presentar la pregunta si la burbuja de la TI propiamente tal, no
fue un artefacto de un inmenso fraude promocional. En todo caso, los
datos en los que se basan las pretensiones de la TI sobre una revolución
productiva, son extremadamente limitados y problemáticos.
Un reciente estudio
por Paul Strassman, uno de los principales críticos de los
ideólogos de la TI, basado en el estudio de 3.000 compañías
europeas, demuestra que no hay ninguna relación entre la inversión
en ordenadores y la rentabilidad.15 Por
lo tanto, tres argumentos básicos de la revolución de
la TI: que ha eliminado el ciclo económico, que ha generado
una revolución sostenida de la productividad, y que produce
elevados beneficios, no se ajustan a la realidad. Lo cierto es que
las irracionalidades del capitalismo han sido ampliadas por la burbuja
de la TI: el ciclo económico opera con toda su fuerza, la productividad
tiende a estancarse, y existe una tendencia a que disminuya el nivel
de rentabilidad.
Un artículo
reciente de Robert Gordon que analiza el aumento de la productividad
(entre 1995 y 1999) presenta serias dudas sobre las afirmaciones de
Hardt y Negri sobre una "nueva época".16
Señala que casi un 70% de las mejoras en productividad pueden
deberse a una mejora de los sistemas de medición de la inflación
(cálculos más bajos de la inflación significan
necesariamente un mayor crecimiento de la producción real,
por lo tanto de la productividad) y la reacción de la productividad
al crecimiento excepcionalmente rápido de la producción
del período de 3 ½ años. Por lo tanto, sólo un
30% del aumento de 1% de la productividad (o sea de un 3%) durante
el período de 1995 a 1999, puede ser atribuido a la informatización
de la llamada "revolución informática", difícilmente
una revolución.
Según el
estudio longitudinal de Gordon sobre el progreso técnico, que
cubre el período entre 1950 y 1996, el período de máximo
progreso técnico manifestado en el crecimiento anual multi-factores
de la productividad, fue en el período entre 1950 y 1964, en
los que alcanzó aproximadamente un 1,8%. El período
de menor crecimiento multi-factores de la productividad en este siglo
fue entre 1988 y 1996, aproximadamente un crecimiento de un 0,5%.17
Un reciente estudio
empírico detallado del Mc Kinsey Global Institute demuestra
que la aguda mejora en el desempeño económico de la
economía de EE.UU. entre 1995 y 2000 fue debido a sólo
un puñado de sectores empresariales y sobre todo no fue el
resultado de un repentino aumento de las inversiones en la tecnología
de la información.18 El estudio
demuestra que en la mayor parte de los sectores de la economía
los grandes aumentos en las inversiones en la TI no produjeron mejora
alguna en la productividad (www.mckensey.commends.) El estudio provee
información que demuestra que 53 sectores que representan un
69% de la economía contribuyeron sólo un 3% de crecimiento
de la productividad. Esos 53 sectores realizaron un 62 por ciento
de la aceleración en los gastos en TI. Muchos de ellos incluso
tuvieron una deceleración de la productividad. Entre los sectores
que mostraron un crecimiento acelerado, la TI fue sólo uno
de numerosos factores.
Está claro
que las innovaciones a principios y a mediados del siglo XX fueron
causas mucho más importantes de mejoras generales de productividad
en la economía que los sistemas electrónicos, informatizados,
de fines del siglo XX.
Los fabricantes
de ordenadores tienen una participación de un 1,2% en la economía
de EE.UU. y de sólo un 2% en el capital social (1997). Aunque
las corporaciones gastan montos sustanciales en ordenadores, es sobre
todo para reemplazar otros anticuados. No hay evidencia que respalde
las afirmaciones de NH de una "nueva época capitalista".19
La afirmación
de Hardt y Negri sobre una nueva era capitalista no se basa en ninguna
supuesta Tercera Revolución Científica de la Información.
La industria de
la biotecnología, junto con la TI y las fibras de transmisión
óptica fueron consideradas como los tres motores de la Nueva
Economía. La industria de la biotecnología tiene más
de un cuarto de siglo y aún tiene que proveer un flujo consistente
de nuevos tratamientos y beneficios. Según Arthur Levinson,
Presidente y Director General de Genetech, la mayor y más exitosa
de las compañías de biotecnología - "no ha habido
ninguna revolución en la medicina en los últimos 25
años."20 Según el Director
Ejecutivo de otra compañía biotecnológica, Kevin
Sharer, de Amgen, de los miles de millones de dólares invertidos
en el sector, sólo han resultado en 63 nuevas drogas presentadas
en el mercado.21 Analistas del mercado
señalan que sólo 25 de las más de 400 compañías
de biofármacos de EE.UU. lograrán beneficios.22
La mayor parte de los grupos fundados hace más de una década
aún tienen que demostrar que son rentables. La mayor parte
de los grupos de biotecnología de los años 80 ya no
existen. Toda la publicidad promocional alrededor de las secuencias
del genoma humano, que sigue atrayendo miles de millones, probablemente
va a provocar desilusiones según Levinson. Como el timo de
la TI, la revolución biotecnológica atrajo miles de
millones de dólares, desviando inversiones de fines productivos,
llevando al mismo tiempo a muchos hacia la bancarrota.
En los años
90, el presidente Clinton y los dirigentes, inversionistas, y académicos
europeos occidentales vieron un brillante futuro para las fibras de
transmisión óptica -la tercera fuerza en la "nueva época
capitalista". Entre 1999 y 2000, más de 160 millones de kilómetros
de fibras ópticas fueron instaladas en todo el mundo, mientras
las compañías gastaban 35 mil millones de dólares
para establecer redes de comunicación inspiradas por Internet.23
Hoy sólo un 5% de la fibra instalada está "activado",
pero los costos astronómicos de energía y de entrega
al consumidor final, han llevado a una disminución dramática
en las inversiones en la industria de la comunicación. Como
en la biotecnología, el colapso ha impactado el resto de la
economía: miles de millones invertidos en las compañías
de telecomunicación parecen haber sido desperdiciados. El agotamiento
de la inversión es una de las razones por las que la economía
se ha paralizado. Los gigantes en los equipos de comunicación
como Lucent Technologies y Nortel han declarado pérdidas de
miles de millones. Nortel anunció una pérdida de 19
mil millones en el primer trimestre de 2001. En la primera mitad de
2001, hubo compañías que no pagaron 13.900 millones
de dólares en bonos de telecomunicación resultando en
pérdidas de los inversionistas por 12.800 millones de dólares.24
Una vez más, la Revolución Técnico-Científica
terminó reventando como una burbuja especulativa.
La "supremacía
global" de EE.UU. y Europa se sostiene sobre 3 soportes inestables
e insostenibles. Uno reposa sobre un sector altamente vulnerable y
especulativo, tendiente a gran volatilidad y que entra en una profunda
recesión. El segundo es el alto nivel de transferencias de
beneficios, pagos de intereses y royalties de sus respectivas áreas
colonizadas. Sólo en el caso de América Latina se transfirieron
entre 1990 y 1998 más de 700 mil millones de dólares
en pagos a bancos y multinacionales en Europa y EE.UU.25
La tercera base del imperio es el poder político (incluyendo
el poder de imprimir dinero para cubrir los déficit) y la seguridad
que los estados euro-estadounidenses ofrecen a los nacionales extranjeros
que transfieren fondos, incluyendo miles de millones obtenidos ilegalmente
en sus respectivos países. El poder político y la seguridad
de los estados imperiales dependen de la aquiescencia o del consenso
de sectores económicos estratégicos que son vulnerables
a la competencia de libre mercado de países rivales imperiales
y no-imperiales. Por ejemplo, a causa del fuerte dólar, las
corporaciones siderúrgicas estadounidenses tienen dificultades
para exportar bienes o incluso para competir en el mercado de EE.UU.
El problema para
los gobernantes euro-estadounidenses es cómo administrar sus
imperios frente a una creciente recesión, un sector de la TI
deprimido y el creciente desempleo en los sectores económicos
que no son competitivos en el mercado mundial.
El
nuevo imperialismo: alternativa al "Imperio"
El neoliberalismo
siempre fue un mito: los estados imperiales nunca han abierto completamente
sus mercados, eliminado todos los subsidios o dejado de intervenir
para apoyar o proteger a sectores económicos estratégicos,
sea por razones políticas o sociales. El imperialismo neoliberal
siempre significó una apertura selectiva a países seleccionados
durante períodos especificados en áreas seleccionadas
de productos. El gobierno de EE.UU. abrió mercados a productos
producidos por afiliadas estadounidenses en países extranjeros.
"El libre comercio" en el país imperial no se basaba en criterios
económicos sino que políticos. Por otro lado, los responsables
de la política en Europa y EE.UU., y sus empleados en el FMI-Banco
Mundial, predicaron el "fundamentalismo de mercado" al Tercer Mundo:
la eliminación de todas las barreras arancelarias, subsidios
y regulaciones, para todos los productos y servicios en todos los
sectores. Las prácticas selectivas de libre mercado de los
estados imperiales permitieron que sus multinacionales se aprovecharan
de las oportunidades de mercado en los países-objetivo, practicando
fundamentalismo de mercado mientras protegían los sectores
económicos interiores que afectaban a importantes electorados
políticos. El conflicto apareció cuando los dos rivales
imperiales, EE.UU. y Europa (ambos activos en el libre mercadeo selectivo)
trataron de abrir los mercados de los otros mientras protegían
áreas importantes por su influencia electoral.
Con el advenimiento
de la triple crisis de recesión, colapso especulativo y de
competencia intensificada, los países imperiales han recurrido
a una mayor intervención estatal en una multiplicidad de sectores:
mayores subsidios agrícolas y otros subsidios estatales - 30.000
millones de dólares en EE.UU. en 2001; a un incremento en el
recurso a la interferencia en el comercio para imponer "cuotas" a
las importaciones (el compromiso de Bush con la industria del acero
de EE.UU.)26 y la intensificación
de la explotación de regiones del Tercer Mundo para aumentar
el flujo de beneficios, intereses, y obtener ventajas comerciales
(la proposición del "Libre Comercio de las Américas"
de EE.UU.) y la guerra, Keynesianismo militar - como en el ataque
de EE.UU. contra Afganistán.
El comercio administrado
por el estado que combina la protección de los mercados interiores
y la intervención para asegurarse de ventajas monopolísticas
en el mercado y beneficios para las inversiones, define el contenido
del imperialismo neomercantilista. El imperialismo neoliberal con
su retórica de libre mercado y su apertura selectiva de mercados
está siendo reemplazado por un neomercantilismo que apunta
a la mayor monopolización de zonas de comercio regionales,
a más decisiones políticas unilaterales para maximizar
las ventajas comerciales y la protección de los productores
interiores y una mayor dependencia de estrategias militares para profundizar
el control sobre las economías liberales atormentadas por las
crisis, dirigidas por clientes desacreditados y para aumentar el Keynesianismo
militar.
Igual que EE.UU.
fue el líder en el desarrollo de su imperio neoliberal y Europa
fue una región seguidora, ahora cuando se trata de la transición
a un imperio neomercantilista, EE.UU. juega el papel dirigente.
En lo esencial,
si no en el estilo, la transición al neomercantilismo comenzó
durante el régimen de Clinton y se convirtió en la estrategia
dominante de construcción del imperio durante la administración
Bush.
Durante la era
Clinton, EE.UU. "compartió" la absorción de los mercados
y de las empresas latinoamericanos con los europeos. Por ejemplo,
los bancos, y las compañías energéticas y de
telecomunicaciones de EE.UU. compitieron con las multinacionales españolas
en la adquisición de las antiguas empresas públicas
y de los bancos nacionales. El régimen Clinton, sin embargo,
trató de debilitar a la competencia europea y japonesa, firmando
el Tratado Norteamericano de Libre Comercio que privilegió
a las empresas estadounidenses en Canadá y México. El
éxito de Washington en la monopolización del mercado
mexicano contrastó con la relativa disminución de su
parte en las empresas recientemente privatizadas y en los mercados
latinoamericanos.
La proposición
de Clinton de extender el control monopolista de EE.UU. a través
del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) recibió
más ímpetu de la administración Bush -particularmente
en la cumbre de las Américas de Québec en abril de 2001.
El propósito del ALCA es dar privilegios a las compañías
y a los exportadores estadounidenses que operan en América
Latina, mientras se restringe el acceso latinoamericano a los mercados
de EE.UU. Aunque el ALCA se presenta como una doctrina de comercio
recíproco, la administración Bush se negó a hacer
concesiones sobre las llamadas regulaciones anti-dumping, que son
evocadas normalmente para restringir el ingreso de productos latinoamericanos
competitivos, que se apoderarían de segmentos del mercado de
compañías estadounidenses. Además, la "reciprocidad"
es un concepto sin sentido cuando las dos regiones que comercian tienen
desigualdades tan inmensas en la capacidad productiva y en el tamaño
de muchos sectores económicos y cuando se obliga a industrias
en desarrollo a competir con gigantes empresas bien establecidas.
En esas circunstancias, la "reciprocidad" se convierte en una fórmula
para adquisiciones estadounidenses y la bancarrota de las empresas
latinoamericanas. Como hemos visto, las empresas estadounidenses en
los sectores bancario, energético, de telecomunicaciones, minero,
y del transporte, tienen inmensas ventajas que han utilizado para
desplazar a sus competidores latinoamericanos. El ALCA obliterará
decisivamente lo que queda de las economías nacionales latinoamericanas
e impondrá una estructura de toma de decisiones económicas
que estará concentrada en las centrales de los bancos y de
las corporaciones multinacionales de EE.UU.
De igual importancia
es que el estado EE.UU. dictará las reglas y regulaciones que
gobiernan el comercio, las inversiones y la legislación sobre
patentes que regirán en las Américas. Esto posibilitará
que el gobierno de EE.UU. esté en condiciones de combinar el
proteccionismo en el interior, la exclusión de Europa de América
Latina y los libres mercados en América Latina.
Un claro ejemplo
de los elementos proteccionistas del imperio neomercantilista son
las promesas de la Casa Blanca de proteger las plantas siderúrgicas
de EE.UU. contra la competencia extranjera -incluyendo a Brasil. En
la primera semana de junio (de 2001), la administración Bush
lanzó una acción (una investigación bajo la sección
201 de "prácticas comerciales injustas") para proteger a los
productores de acero de EE.UU. contra la competencia extranjera.27
Tanto Donald Evans, el Secretario de Comercio de EE.UU., como Robert
Zoellick, el representante comercial de EE.UU. defendieron públicamente
la intervención estatal para proteger a los productores de
acero estadounidenses no-competitivos contra el "comercio injusto".
La verdadera razón de la pérdida de competitividad de
la producción de EE.UU. es el fuerte dólar y los mayores
costos operativos en EE.UU. Como indicó la Asociación
Nacional de Fabricantes de EE.UU. en una carta al Secretario del Tesoro
de EE.UU. [los niveles actuales de cambio del dólar estaban]
"teniendo un fuerte impacto negativo en las exportaciones industriales,
la producción y el empleo." La carta señalaba que el
dólar de EE.UU. ha aumentado un 27% desde principios de 1997,
"llevando a precios que excluyen a los productos de los mercados tanto
en el interior como en el extranjero."28
Sin embargo, un
dólar fuerte es una estrategia preferida por el poderoso sector
financiero de EE.UU. y es vital para el continuo flujo de capital
extranjero a EE.UU., para financiar el creciente déficit comercial.
El lavado de fondos
ilícitos por los principales bancos de EE.UU. es una fuente
importante de flujos del extranjero a EE.UU. Cálculos de un
subcomité del senado de EE.UU. van de 250 a 500 mil millones
de dólares por año. Como el anterior imperio mercantilista
que dependía en parte de participar en el botín de sus
rapaces piratas, la economía neomercantilista prospera con
los gobernantes corruptos que saquean sus economías y transfieren
sus fondos ilícitos a los imperios euro-estadounidenses. El
dólar fuerte es uno de los atractivos de los depredadores y
de los gobernantes corruptos. No es sorprendente que la administración
Bush haya debilitado considerablemente su apoyo a una iniciativa internacional
tendiente a reforzar la regulación financiera para combatir
el lavado de dinero, excepto cuando se trata de fondos "terroristas".29
El imperialismo
mercantilista en el que el estado imperial combina el proteccionismo
en casa, los monopolios en el extranjero y el libre comercio dentro
del imperio, es por lo tanto la estrategia escogida paras mantener
el imperio y recibir apoyo político en el interior, a un costo
horrible para América Latina y consternando a los competidores
europeos. Para llegar al imperio neomercantilista, Washington debe
basarse crecientemente en decisiones y políticas unilaterales.
Por su naturaleza monopolista, el mercantilismo depende de la exclusión
de aliados competidores y de la maximización de las ventajas
comerciales a través de decisiones estatales unilaterales.
El rechazo unilateral
del acuerdo de Kyoto, su decisión unilateral de proceder con
el nuevo programa de misiles, violando los acuerdos existentes, sus
crecientes subsidios a la agricultura de EE.UU., su declaración
unilateral de guerra contra Afganistán y su intento de acelerar
el ALCA, constituyen ejemplos de unilateralismo al servicio de la
construcción del imperio neomercantilista.
Los ataques terroristas
en Nueva York y Washington han llevado a los bombardeos de superficie
de Afganistán en la mejor tradición imperialista, digan
lo que digan Negri y Haardt, incluso si las condiciones en los mercados
mundiales se deterioran. La política de construcción
de alianzas, particularmente con la UE, no ha modificado la intención
de Washington de lograr la hegemonía, Al contrario, la alianza
está basada en la subordinación de la UE al comando
militar de EE.UU. y su monopolización de todas las decisiones
relacionadas con la guerra, aún más de lo que sucedió
en el caso de Kosovo. Lo que sorprende en las primeras fases de la
intervención militar de EE.UU. es el grado en el que sus exigencias
bélicas fueron totalmente aceptadas por la UE, Rusia, China,
y algunos regímenes árabes del Oriente Medio, sin ningún
quid pro quo explícito. Va sin decirlo, la intervención
afgana y el poderoso rol del estado imperial en la definición
de los temas, las alianzas, y las circunstancias políticas
para las transacciones de mercado, es otro paso en el camino a la
derrota de los imperios sin estado y fortalece el argumento a favor
de una teoría de un nuevo estilo mercantilista de imperialismo.
El mercantilismo,
con su fuerte énfasis en los beneficios de los monopolios,
la acción unilateral y, particularmente, la intervención
estatal para favorecer los intereses empresariales contra sus rivales
externos, ha sido acompañado históricamente por conflictos
armados y grandes gastos militares. El neomercantilismo contemporáneo
sigue la misma regla. El ALCA es acompañado por un importante
aumento de los gastos militares de EE.UU. en América Latina,
nuevas bases militares, la colonización del espacio aéreo,
de las costas, de los ríos y estuarios. El Plan Colombia, la
Iniciativa Andina y los gastos militares correspondientes para militarizar
las fronteras de Ecuador con Colombia y de Panamá con Colombia,
involucran más de 1.500 millones de dólares y cientos
de agentes militares estadounidenses. La subcontrata de oficiales
militares latinoamericanos, de fuerzas paramilitares y de mercenarios
estadounidenses, forma parte integral de la protección y la
expansión de la construcción del imperio neomercantilista.
La guerra en Afganistán ha llevado a vastos aumentos en los
gastos militares (100.000 millones de dólares), mayor proteccionismo
y amenazas militares en todas direcciones. Al imperialismo y al Imperio
les va bien, sin duda - las únicas que sufren son las "multitudes".
Después
de leer "Imperio" no sorprende que los críticos de Time
y del New York Times hayan aplaudido el libro. "Imperio",
alineado con la teoría de la tontería global generalizada,
argumenta que la globalización es un movimiento progresista
en la historia, al abolirse el imperialismo por decreto intelectual
y al encarnarse las alternativas sistémicas en una multitud
amorfa que carece de cualquiera de las herramientas de análisis
y de organización política que se identificaban con
las luchas revolucionarias contemporáneas. La mención
en el libro de citas embalsamadas provenientes de un ejército
aplastante de pensadores, provee el boato formal para una celebración
del constitucionalismo estadounidense - en una época en el
que sus dirigentes están bombardeando Afganistán para
devolverlo a la Edad de Piedra, después de enviar a Irak y
a Yugoslavia a la Edad de Hierro. "Imperio" es una síntesis
generalizada de las banalidades intelectuales sobre la globalización,
el postmodernismo, el posmarxismo, unidos todos por una serie de argumentos
y suposiciones no fundamentados que violan seriamente las realidades
económicas e históricas. La tesis del postimperialismo
de "Imperio" no es novedosa, no es una gran teoría y explica
poco del mundo real. Más bien es un ejercicio verboso vacío
de inteligencia crítica.
1 Citado en el
New York Times, 7 de julio de 2001, p. A15
2 Para ver una discusión detallada de las instituciones del
estado imperial y del desarrollo del imperialismo poscolonial, véase
"El estado imperial EE.UU." de James Petras y Morris H. Morley, en
Review, Vol. IV. No. 2, otoño de 1980. Muchos de los
temas y argumentos discutidos en nuestro artículo fueron repetidos
por Leo Panith en Socialist Register, desgraciadamente sin
citar nuestro artículo. "Imperio" no contiene ninguna discusión
de las instituciones del estado imperial, ni siquiera de su "imperio",
excepto para refundir este último con el "mercado mundial".
3 En el año 2000, el Banco de Exportación e Importación
de EE.UU. financió más de 15.000 millones de dólares
en ventas de exportación estadounidenses. Actualmente, EE.UU.
está en séptimo lugar entre los países que subsidian
exportaciones, después de Japón, Francia, Alemania,
Holanda, Canadá y Corea del Sur. Véase Financial
Times, 6 de marzo de 2001, p.4
4 Tanto EE.UU. como la UE manipulan las regulaciones "anti-dumping"
para proteger a industrias no-competitivas contra productores más
eficientes. Véase Financial Times, 6 de marzo de 2001,
p.8
5 Véase "El concepto estratégico de la alianza atlántica"
Reunión en la cumbre de la OTAN, 23-24 de abril de 1999.
6 Paul Doremus, William Kelly, Louis Pauly y Simon Reich, The Myth
of the Global Corporation (Princeton, N.J.: Princeton University
Press 1999) ch. 5.
7" Bancos privados y lavado de dinero: un estudio de oportunidades
y vulnerabilidades", audiencias ante el Subcomité permanente
sobre investigaciones del comité sobre asuntos gubernamentales,
senado de EE.UU., Congreso No. 106, 9-10 de noviembre, 1999. También
"Informe sobre bancos corresponsales: un portal para el lavado de
dinero" Personal de la minoría del subcomité permanente
sobre investigaciones del senado de EE.UU., febrero de 2001.
8 Washington nombra al jefe del Banco Mundial, Europa al director
del FMI. En la última reunión para seleccionar al jefe
del FMOI, EE.UU. trató de imponer a su propio candidato, pero
los europeos finalmente ganaron, pero no sin que se les haya obligado
a cambiar su postulante.
9. Martin Wolf "Not so new economy", Financial Times, 1 de
agosto, 1999, p.10.
10 Martín Wolf, op. cit
11 Financial Times, 15 de mayo de 2001, p.17.
12 Financial Times, 10 de mayo de 2001, p. 12.
13 Alan Cane, "Meltdown, but the strongest keep their cool". FT
500, The world´s largest companies, 11 de mayo de 2001 (suplemento
del Financial Times), p. 9
14 Financial Times, 6 de junio de 2001, p.6.
15 Financial Times, 28 de junio de 2001, p.14.
16 Robert Gordon. "U.S. economic growth since 1870: One Big Wave?",
The American Economic Review, mayo de 1999. La discusión
que sigue se basa en el artículo de Gordon.
17 Ibíd.
18 www.McKensey.commends-
19 Robert Gordon, op. cit.
20 Financial Times, 6 de abril de 2001, p.14.
21 Ibíd..
22 Ibíd..
23 New York Times, 28 de junio de 2001, p.1.
24 Ibíd..
25 James Petras y Henry Veltmeyer, "América Latina al fin del
milenio", Monthly Review, julio y agosto de 1999, pp. 31 a
52.
26 Edward Alden y Richard McGregor, "White House promises to protect
U.S. steelworkers", Financial Times, 7 de junio de 2001, p.6.
27 Edward Alden y Christopher Bowe, "Bush seeks friends in steel industry",
Financial Times, 8 de junio de 2001, p. 6.
28 Edward Alden, "Manufacturers in call to Bush on strong dollar,"
Financial Times, 8 de junio de 2001, p.8
29 Edward Alden y Michael Peel, "US may ease stance over money laundering",
Financial Times, 1 de junio de 2001. Desde el 11 de septiembre
de 2001, funcionarios estadounidenses han llamado a los países
a reforzar los controles sobre el lavado de fondos de terroristas,
lo que, desde luego, no afecta los miles de millones lavados por los
bancos de EE.UU. y de Gran Bretaña.