Marzo 28, 2025
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JAMES PETRAS
La lucha por
un cambio social progresista en Estados Unidos y en Espa�a gira
alrededor de reformas pol�ticas, econ�micas y culturales. Existe
en la actualidad un reconocimiento cada vez mayor de que el cambio
pol�tico y socioecon�mico depende cada vez m�s de la capacidad de
los trabajadores para expresar sus demandas y preocupaciones en
el idioma en el que lo hacen con mayor facilidad. Es m�s, la creaci�n
de una clase obrera capaz de expresarse y segura de s� misma se
basa en la recuperaci�n de su Historia, de su contribuci�n cultural,
de la memoria colectiva de sus l�deres y movimientos que dieron
lugar a la industria y a los servicios que hicieron que la naci�n
prosperase.
En Estados Unidos,
la lucha de los trabajadores hispanos, asi�ticos y afroamericanos
oprimidos se centra en cambios fundamentales de los programas educativos
y sociales. Los manuales de Historia se han escrito de nuevo en
muchos sitios para tener en cuenta la experiencia hispana, afroamericana
y asi�tica. Con la misma trascendencia, las guerras culturales han
girado en torno a la cuesti�n del biling�ismo, el derecho de los
ni�os hispanos y asi�ticos a recibir la ense�anza en su idioma nativo,
sea espa�ol o asi�tico, as� como en ingl�s. La reacci�n de la derecha
angloamericana ha sido la de resistir y oponerse a toda concesi�n
en favor del reconocimiento de un cierto pluralismo y de la diversidad
cultural, como forma de retener el poder pol�tico y econ�mico. El
monoling�ismo es el bander�n de enganche de la clase �tnica dominante
en importantes zonas en las que las poblaciones de idiomas espa�ol
y asi�tico son mayoritarias o est�n cerca de la mayor�a (California,
Texas, la ciudad de Nueva York).
Una situaci�n
parecida se da en Catalu�a, donde la clase �tnica catalana dominante
est� imponiendo un sistema monoling�ista a la poblaci�n de habla
hispana, incluso en las numerosas ciudades del cintur�n de Barcelona
en las que la aplastante mayor�a de la poblaci�n y, sobre todo,
los estudiantes son hispanohablantes. La tiran�a ling��stica de
la elite catalana se justifica mediante una ret�rica centralista
de la que Franco se habr�a sentido orgulloso: alusiones a un m�tico
pasado catal�n, la necesidad de una vigorosa naci�n unificada y,
m�s discretamente, el sentimiento de superioridad y arrogancia t�pico
de todos los grupos �tnicos que dominan los principales bancos,
las empresas y los puestos de gobierno.
Los monoling�istas,
sea en Catalu�a o en Estados Unidos, evocan la imagen de �amenazas�
a su integridad cultural y, en el colmo del absurdo, se presentan
a s� mismos como �oprimidos� por sus v�ctimas. Resulta curioso que,
mientras los movimientos populares de los grupos de habla hispana
y asi�tica han conseguido importantes avances hacia la educaci�n
biling�e en Estados Unidos, ocurra al contrario en Catalu�a: el
dogma monoling�ista es cada vez m�s la pr�ctica habitual. Item m�s,
si en Estados Unidos son los sindicatos de profesores progresistas,
los movimientos sociales de la izquierda liberal y las confederaciones
sindicales los que han asumido un papel abiertamente en defensa
de los derechos al biling�ismo y a la cultura de afro-americanos,
asi�ticos e hispanos, en Catalu�a los progresistas (incluidos sindicatos
y partidos de izquierda) han respaldado las pol�ticas monoling�istas
del autoritario r�gimen catal�n.
Los Estados
Unidos tiene graves problemas �tnicos y raciales; en pocas palabras,
la sociedad est� impregnada de racismo. Pero se admite, y las fuerzas
sociopol�ticas est�n divididas y se enfrentan en torno a los temas
en conflicto. En Catalu�a se da una asombrosa falta de conciencia
sobre los derechos de la clase trabajadora de habla hispana, en
particular sobre su derecho a recibir ense�anza en su propia lengua.
Las consecuencias son desastrosas. Estudiantes que se han criado
hablando en un determinado idioma en casa son obligados a estudiar
en otro, lo que les hace padecer una situaci�n gravemente desventajosa.
Tanto los mexicanos en California como los murcianos y andaluces
en Catalu�a registran m�s altas tasas de abandono de los estudios
y de fracaso escolar que los estudiantes cuyo idioma nativo es el
ingl�s o el catal�n. Quiz� se trate precisamente de eso al imponer
el monoling�ismo: perpetuar las posiciones de privilegio de la poblaci�n
anglo y catalano hablante en la sociedad mientras se relega a �los
otros� a puestos de baja categor�a, peor pagados, porque les faltan
los requisitos de formaci�n exigibles.
Lo absurdo de
esta campa�a para catalanizar Catalu�a se me revel� hace pocos a�os,
cuando me pidieron que diera una conferencia en la joya de la educaci�n
superior en Barcelona, la Universidad Pompeu Fabra. �El patrocinador
me pregunt� si la pronunciar�a en catal�n o en ingl�s! ��Por qu�
no en espa�ol?�, pregunt� yo. El profesor respondi� que eso era
inaceptable. As� que habl� en ingl�s y me d� cuenta de que menos
de la mitad de la audiencia entend�a la conferencia, aunque el 100%
entend�a espa�ol. M�s tarde pregunt� a alguien de la jerarqu�a universitaria
por qu� pensaba que el ingl�s era menos represivo que el espa�ol,
dado que el imperialismo de Estados Unidos ense�oreaba la OTAN y
el imperio financiero de los bancos en Wall Street y Londres. Su
respuesta: �Hemos estado oprimidos por los espa�oles mientras que
las grandes empresas angloamericanas son socios nuestros en la modernizaci�n
de nuestra naci�n�. Rambla abajo, v� �la opresi�n�: la reconstrucci�n
del Barrio Chino financiada con fondos del Estado, las nuevas, enormes
y feas torres de acero y cristal de Plaza Catalunya, los bloques
de car�simos pisos nuevos en los alrededores del estadio ol�mpico
en los que viven los oprimidos catalanes.
Tom� luego el
metro a Bes�s, en Hospitalet, donde los bares rebosaban a primera
hora de la tarde de j�venes en paro que beb�an cerveza y todo el
mundo hablaba espa�ol. �S�, se�or! �Catalanes oprimidos! Igual que
los anglos oprimidos de Beverly Hills o de la parte este de Manhattan,
que se quejan de la educaci�n biling�e. En Estados Unidos, los educadores
progresistas que respaldan la diversidad cultural y el biling�ismo
han tenido �xito en las grandes ciudades porque los gobiernos locales
tienen poder para decidir sobre pol�tica educativa. Es indispensable
en Catalu�a una mayor autonom�a municipal para que la mayor�a hispanohablante
que vive en los suburbios de Barcelona pueda fomentar el biling�ismo
en las escuelas. A fin de cuentas, si Pujol puede justificar la
autonom�a y la autodeterminaci�n catalanas dentro del Estado espa�ol,
�por qu� la mayor�a hispanohablante de las ciudades de Catalu�a
no ha de poder exigir tambi�n autonom�a y autodeterminaci�n en materia
ling��stica? �No es hora ya de que los progresistas catalanes dejen
de imitar a la derecha norteamericana?
James Petras es profesor de Etica Pol�tica de la Universidad de Binghamton
(EEUU)