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Globalización
y ciudadanía. I
Por
James Petras
Dimensiones
sociales y políticas
Introducción
Uno de los problemas fundamentales en la actualidad, con relación
a los intelectuales críticos, es la corrupción del lenguaje
político, la ofuscación del capitalismo realmente existente
a través del uso de eufemismos y conceptos que tienen poca
relación con las realidades sociales y políticas sobre
las que pretenden hablar.
Estamos farniliarizados
con este tipo de mistificaciones simplemente al ojear las páginas
financieras de la prensa diaria. Términos tales como "reforma
económica" no tienen nada en común con sus tratamientos
tradicionales ni con su significado de sentido común -redistribución
de ingresos, crecimiento de bienes públicos- el concepto ahora
se refiere a la reconcentración de ingresos, ascendentes y
hacia el exterior, la transferencia de propiedades públicas
a monopolios privados, la reasignación de gastos del presupuesto
nacional, desde bienes sociales para los trabajadores y pequeños
granjeros hasta la exportación de subvenciones para corporaciones
gigantes. Surge el mismo problema con todo el repertorio de conceptos
elaborados en las últimas dos décadas por ideólogos
del neoliberalismo para justificar y disfrazar las crecientes diferencias
socioeconómicas y las Prácticas políticas autoritarias
que acompañan la hegemonía capitalista. Una discusión
seria acerca de los mayores problemas sociales y políticos
de hoy en día debe comenzar clarificando conceptos básicos.
El tema de esta conferencia
contiene dos conceptos: "globalización" y "ciudadanía"
que exigen una desmitificación.
En este ensayo, procederé
a argumentar contra el concepto de "globalización" y en favor
del concepto de imperialismo, no en términos ideológicos
sino como un modo más preciso de comprender e interpretar el
contexto en el que están enmarcados los problemas políticos
y sociales. Procederé luego a discutir el problema de ciudadanía
a través de un marco de trabajo más amplio, desde una
visión crítica de la "democracia" y de las transiciones
democráticas, introduciendo el concepto de "neoautoritarismo"
para explicar cómo los procesos electorales han conducido a
diferencias socioeconómicas perversas y desequilibradas. Dentro
de este imperio, e del marco neoautoritario, el ensayo examinará
visiones de ciudadanía "oficiales" y críticas, fijando
la atención en la diferencia entre prácticas de ciudadanía
formal y sustantiva.
En la segunda parte del
ensayo, discutiré el ascenso y el declive de la democracia
y de la ciudadanía en el Sur de Europa en el contexto del nuevo
orden imperial y de la consolidación de su posición
subordinada dentro de ese sistema.
En la conclusión
discutiré las futuras perspectivas de cambio, enfocándolas
desde una serie de probabilidades contextuales que Podrían
hacer detonar transformaciones de gran escala a largo plazo.
Mitos globales y Poder imperial.
La Globalización o el Imperialismo de los Estados Unidos, esa
es la cuestión. Y 1998 debe ser visto como la respuesta definitiva:
la economía mundial está cada vez más dominada
por el Poder económico de EE.UU. La visión de los años
80 Y Principios de los 90 era la de que estábamos entrando
en un mundo de "corporaciones globales" que rebasaban los límites
nacionales, lo que algunas autoridades llamaron una "ciudad global"
y lo que otros calificaron como estados interdependientes unidos por
corporaciones internacionales. Esta perspectiva ya no es sostenible.
El análisis sistemático de la composición de
la economía internacional demuestra de manera concluyente,
que las corporaciones multinacionales de EE.UU. están lejos
de la fuerza dominante y fuera de ella, y que cada vez lo están
más. Las ideas de un mundo "bipolar" o "tricolor", de una economía
mundial más diversificada basada en la aparición de
las economías del milagro asiático, es un espejismo.
La idea de un contrapeso europeo al poder de EE.UU., anclado en una
economía alemana unida y que resurge, no es evidente, al menos
en términos de corporaciones gigantes que dan forma a la economía
mundial.
Hasta el extremo en que
persiste la globalización retórica, ésta se ha
convertido en una máscara ideológica que disfraza el
poder de las corporaciones de EE.UU, que está emergiendo, explotando
y enriqueciéndose ellas mismas y a sus directores, los jefes
del ejecutivo, hasta un nivel sin precedentes. En la actualidad la
globalización debe ser vista en gran parte como un nombre en
clave del imperialismo ascendente de EE.UU..
El predominio corporativo de EE.UU.
El informe más moderno de las compañías más
importantes del mundo basado en su capitalización de mercado
demuestra que entre las 500 mayores compañías del mundo,
los EE.UU. tienen 244 empresas, Japón tiene 46, Alemania 23.
Incluso si sumamos todas las de Europa, el total viene a ser de 173
compañías, muy por debajo de EE.UU. Está claro
que el capitalismo europeo, no en cambio el japonés, permanece
como el único competidor de los EE.UU. en la dominación
del mercado mundial. La aceleración del poder económico
de EE.UU. y el declive de Japón en 1998 se manifiesta en el
creciente numero de firmas empresariales estadounidenses entre las
500 más importantes, de 222 a 244, y el precipitado declive
de las firmas japonesas de 71 a 46. Esta tendencia se acentuará
en los próximos años debido a que las corporaciones
multinacionales estadounidenses están comprando gran número
de empresas japonesas, así como coreanas, tailandesas y de
otras firmas.
Si miramos las 25 firmas
más importantes, aquellas en las cuales el capital excede de
los 86 billones de dólares, la concentración del poder
económico de EE.UU. está aún más clara:
más del 70% son estadounidenses, el 26% son europeos y el 4%
son japonesas. Si miramos las 100 compañías más
importantes, el 61% son estadounidenses, el 33% son europeas y solamente
el 2% japoneses. En el nivel en que las multinacionales controlan
la economía mundial, es en los EE.UU donde en gran parte han
resurgido, de manera abrumadora, como el poder dominante. En la medida
en que las compañías más importantes sean la
primera fuerza a la hora de comprar compañías menores,
mediante uniones y fusiones, podemos suponer que las multinacionales
de EE.UU. jugarán un papel más importante en el proceso
de concentración y centralización del capital.
El mito de los "mercados emergentes"
A mediados de los años 70, colectivos de periodistas, banqueros
inversores y académicos comenzaron a referirse al fin de la
dependencia del Tercer Mundo, al surgimiento de nuevos centros de
poder económico, y a la subida de Asia como el nuevo centro
del capitalismo mundial. En la actualidad esas declaraciones no tienen
valor. Todos los países que están surgiendo (en América
Latina, en Asia, en Oriente Medio, en África), juntos, suman
26 de las 500 compañías que están a la cabeza
-el 5%. Lo que es aún más significativo es que debido
a las crisis económicas y a las políticas de privatización,
muchas de esas compañías han sido expropiadas con capital
estadounidense o europeo -son, como consecuencia, sucursales de los
gigantes del imperio euroamericano. Por ejemplo, en América
Latina la mayoría de las compañías de telecomunicaciones
y eléctricas, que están entre las mayores del mundo
empresarial de América Latina, pertenecen a multinacionales
europeas. Las privatizaciones en Brasil, especialmente Telebras, la
mayor compañía de América Latina, ha extendido
el imperio euroamericano.
Los sectores económicos
que encabezan las 500 compañías más importantes
son la banca, comunicaciones, farmacéuticos, equipamiento y
software de oficinas y seguros. En otras palabras el predominio de
los EE.UU. está localizado tanto en el capital financiero como
en la alta tecnología -la mayor compañía del
mundo hoy en día es Microsoft seguido de General Electric.
El poder imperial de EE.UU. está basado en un taburete de cuatro
patas: financiero, alta tecnología, farmacéuticos y
recursos energéticos.
El cambio dinámico
que se ha producido en el poder económico también puede
ser ilustrado, mirando el número de grandes compañías
nacionales con aumentos significativos, así como decrecimientos
de valor entre 1997/98: entre las 23 compañías más
importantes 13 eran estadounidenses y 10 eran europeas - ninguna compañía
de Asia ni de América Latina estaba en la lista. Como contraste,
entre las compañías cuya capitalización había
decrecido de manera significativa, 12 eran de Japón, 5 eran
de otros países asiáticos y sólo 5 eran de EE.UU.
y Europa Occidental. El valor creciente de las compañías
de EE.UU. y de Europa les da más capital para extender sus
imperios, mientras que el decreciente valor de las compañías
de Japón, del Sudeste Asiático y de América Latina
las hace vulnerables frente a las compras.
El precipitado declive
de Asia como poder en la economía mundial, coincide con el
final del desafío comunista al poder euroamericano. Las "reglas
de la cooperación capitalista" entre los centros del imperialismo
y los "mercados emergentes" han cambiado de una forma dramática.
En el período previo de confrontación sistemática,
el capital asiático emergente era visto por Washington como
un aliado estratégico que debía ser consentido con un
acceso fácil a los mercados y al capital; sus regulaciones
de estado y políticas de proteccionismo eran supervisados convenientemente.
En el período postcomunista contemporáneo de competición
intercapitalista, todas las reglas han cambiado. Asia es percibida
como un competidor, como un objetivo a conquistar. Washington y Wall
Street presionaron fuerte para liberalizar, privatizar y desregular
sus mercados financieros. La resultante crisis en Asia es una oportunidad
tremenda para las compañías de EE.UU. y de Europa para
reconquistar empresas lucrativas asiáticas y para eliminar
competidores.
Ventajas comparativas de las corporaciones de EE.UU. en la economía
mundial
Incluso en los días más oscuros del relativo declive
en el poder global, desde mediados de los 70 a mediados de los 80,
las compañías estadounidenses poseían varias
ventajas estratégicas que más tarde pudieron explotar
enteramente para recuperar la supremacía mundial
En primer lugar, las corporaciones
estadounidenses tienen un control indiscutible sobre el sistema político
en un nivel que es inimaginable en Europa, Tanto el Demócrata
como el Republicano están comprometidos paraexpandir el poder
corporativo en el extranjero, incluso sacrificando programas sociales
en su propia casa. El Congreso, la Presidencia y la Reserva Federal
(el Banco Central) ante cualquier diferencia mínima existente
sobre cuestiones marginales, están orientados a promover expansiones
en el extranjero.
En segundo lugar, los sindicatos
estadounidenses representan sólo cerca del 10% de la fuerza
laboral del sector privado y es más significativo es que dependen
totalmente de los dos partidos mayoritarios y además se unen
con ellos. No hay democracia social ni amenaza de una política
de izquierdas ante el consenso de los dos partidos acerca de la expansión
de grandes negocios en el exterior. Los sindicatos estadounidenses
oficiales cooperan con las compañías en despidos masivos,
reduciendo beneficios sociales, e implernentando reglas de trabajo
que maximizan el poder corporativo. Obligan a los trabajadores a aceptar
cambios tecnológicos y reclasificaciones en el trabajo en un
nivel mucho mayor de lo que hacen los sindicatos europeos o asiáticos.
Como resultado, las grandes compañías de EE.UU. pueden
acumular capital y expandirse extranjero sin ninguna resistencia política
como la que encuentran las compañías en Europa o en
Asia.
En tercer lugar, las corporaciones
de EE.UU. tienen los impuestos más bajos que en cualquier país
industrializado. Los impuestos corporativos responden al 10% de los
ingresos federales, los impuestos sobre la renta de los salarios es
del 47%. Los EE.UU. tienen el mayor número de trabajadores
sin ningún fondo de salud, que cualquiera de los países
industrializados o semi-industrializados. En combinación, estos
factores proporcionan a las compañías estadounidenses
los mejores beneficios a la hora de comprar competidores y financiar
fusiones llegando así a posiciones dominante el mercado laboral.
En cuarto lugar, el Departamento
de Hacienda Puede financiar los enormes déficits de la cuenta
corriente de EE.UU. poniendo en circulación dólares
-la mayor moneda de cambio en mundial. Ningún competidor capitalista
tiene esta Posición Privilegiada para financiar sus balances
negativos con el dinero de otros países.
En quinto lugar, los funcionarios
del Departamento de Hacienda de EE.UU. son los miembros que mayor
influencia tienen en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco
Mundial, estando de ese modo en una posición que les permite
reforzar políticas económicas que minan competidores,
aumentando la vulnerabilidad de los países competidores y facilitando
al corporativo de EE.UU. ocupar el poder, bajando las barreras a las
invasiones financieras o de inversión.
Finalmente, el estado imperial
de EE.UU. a través de una multiplicidad de agencias (Comercio,
CIA, Pentágono, Hacienda) ha concentrado sus esfuerzos minando
la economía japonesa, conservando influencia en Europa (vía
OTAN), incautándose de bienes en Asia y América Latina
mediante una combinación de intervenciones políticas
y militares que compone la agenda de desarrollo en dirección
a los mercados libres.
Estas ventajas internas
y externas, políticas y económicas, les han proporcionado
a las compañías de EE.UU. unos recursos internos y una
estructura internacional para fusiones de gran escala y expansión
hacia el extranjero... que ha dado lugar al resurgimiento del imperio
económico americano.
Y es imperio no globalización,
lo que explica por qué la economía de EE.UU. sigue creciendo
mientras Asia experimenta quiebras masivas y la economía brasileña
colapso. El contraste entre la capitalización creciente de
grandes compañías estadounidenses y la caída
de la capitalización de firmas empresariales en Asia y América
Latina no puede ser explicado mediante una economía global
"interdependiente" Más bien, el crecimiento de beneficios,
los pagos de intereses a los bancos y las compras hechas por multinacionales
que preceden y acompañan al colapso asiático y latinoamericano
se entienden mejor corno una operación exitosa del orden imperialista
de EE.UU. La crisis de sus competidores es la oportunidad para los
negocios de EE.UU.: adquisiciones a bajo precio de empresas y bancos
en Corea, Japón y Brasil. Las devaluaciones de los salarios
más bajos en los países donde las compañías
estadounidenses operan y los bienes de consumo baratos, alimentan
el gasto del consumidor estadounidense.
Se encuentra una buena
ilustración del modo en que la "crisis" ha beneficiado al imperio
estadounidense y europeo en las exportaciones de empresas rentables.
En 1998, multinacionales estadounidenses y europeas invirtieron 47
billones de dólares comprando firmas brasileñas. En
1999 la devaluación de la deuda y a depresión en Brasil,
hacen esperar que compañías euroamericanas hagan compras
más lucrativas. En Corea más del 53% de las inversiones
de EE.UU. estaban dirigidas a hacerse con el poder de operaciones
existentes de empresas nacionales coreanas. En 1998, debido a que
la industria japonesa cayó un 6.9%, algunas corporaciones de
banca y financieras de EE.UU. están haciendo profundas incursiones
en el mercado financiero y de bienes japoneses.
El imperio económico
creciente se corresponde con el creciente consentimiento de la Administración
Clinton a usar la fuerza en Irak, en Europa Central, en Asia y en
África, para incrementar el presupuesto militar de EE.UU. y
para designar unos asesores firmes de inteligencia y de seguridad
presidencial para dirigir una intervención militar cubierta
y abierta. Washington está preparado para defender su ascendencia
económica recién recuperada mediante todos los medios
necesarios: mediante el "libre comercio" si es posible, y mediante
la fuerza militar si es necesario.
Según la mayoría
de los defensores de la teoría de la "globalización"
estamos entrando en una nueva época de interdependencia, en
la que las corporaciones apátridas van más allá
de las fronteras nacionales, estimuladas por la tercera revolución
tecnológica y facilitadas por los nuevos sistemas de información.
Desde este punto de vista el estado-nación es un anacronismo,
los movimientos de capital son imparables e inevitables y el mercado
mundial es el que determina la macroeconomía y microeconomía
política. El neoliberalismo es un derivado ideológico
que pone el énfasis en el mercado libre, el libre flujo de
capital y la privatización. El resultado, según los
teóricos de la globalización, es progresivo, dinámico,
que moderniza el mundo con naciones prósperas. El contraste
entre premisas y promesas de los teóricos de la globalización
y la realidad contemporánea no podía ser más
desolador. En lugar de naciones interdependientes tenemos dramáticos
contrastes entre naciones acreedoras y deudoras; corporaciones de
billones de dólares apropiándose de empresas, intereses,
privilegios y excedentes de comercio, mientras billones de trabajadores
y campesinos cosechan, pobreza y existencias miserables. Estructuralmente
encontrarnos que más del 80% de las mayores corporaciones multinacionales
controlan sus inversiones, decisiones acerca de investigaciones y
tecnológicas fuera de sus oficinas de casa en EE.UU., Alemania
o Japón. Las corporaciones multinacionales se basan en operaciones
en todo el mundo pero su control está centralizado.
La contradicción
más sorprendente en la teoría de la globalización
está en el contraste entre la relativa prosperidad del capitalismo
en EE.UU. y Europa, y el colapso o la depresión de las economías
en el resto del mundo. La crisis en Asia, América Latina, ex-URSS,
etc. se alimentó con las presiones de los poderes euroamericanos
que animaron en la liberalización, la desregulación
y la deuda. En la actualidad estas corporaciones multinacionales (CMN)
euroamericanas se benefician mediante compras de bancos y corporaciones
a bajos precios, explotan labores de bajo salario, del mismo modo
en que ejercitan mayor control sobre el comercio y las políticas
macroeconómicas. Es un extraño concepto de "globalización"
el que describe el pillaje y se aprovecha en un mismo soplo de las
corporaciones interdependientes y apátridas. La gran concentración
de ganancias e intereses corresponde a cuentas de los cuarteles de
las CMN de los EE.UU. y Europa.
El concepto de imperialismo
es mucho más preciso al definir la concentración general
de riqueza y poder, la centralización de capital, los efectos
diferenciales de las crisis, pérdidas debidas a ellas y la
distribución de beneficios, Más exactamente, el enfoque
histórico del imperialismo está localizado en la actualidad
en los EE.UU.
El crecimiento de los EE.UU.
ha llevado al declive la teoría de declive de EE.UU.. Los bancos
estadounidenses y las casas de inversión dominan cada vez más
en Asia y Europa. Las exportaciones de la comodidad cultural de EE.UU.
han expandido geométrica e igualmente a oficiales estadounidenses
nombrados en las instituciones financieras que actúan y son
vistos como peldaños para corporaciones multinacionales y bancos
estadounidenses.
Igualmente importante a
causa de la OTAN y de su expansión en la Europa del Este, los
EE.UU. ahora tienen una mayor presencia e influencia en Europa que
en cualquier-otro período de la guerra fría. La influencia
militar de EE.UU. se ve mediante su presencia militar en Bosnia, Irak,
Yugoslavia (Kosovo), Macedonia. La influencia estadounidense en las
Naciones Unidas, y particularmente su control sobre los inspectores
de NU en Irak es ahora conocida públicamente la violación
de Washington a los mandatos de NU al bombardear Irak y su reto hacia
la OMC (Organización Mundial de Comercio) mediante sanciones
unilaterales contra Europa en el problema del plátano es simbólico
en cuanto a la arrogancia del poder imperialista.
Es difícil discutir
contra la naturaleza imperialista de las relaciones internacionales,
e incluso más difícil negar la ascensión de los
EE.UU. dentro del sistema imperialista. Para seguir negando las realidades
económicas y militares mediante la referencia continuada a
la "naturaleza global" de la economía es necesario convertirse,
en parte, a la ofuscación de los actores principales y de los
beneficiarios del mismo sistema.