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El
nuevo campesinado revolucionario
El crecimiento, liderado
por el campesinado,
de la oposición al neoliberalismo
Por James Petras
Fui invitado
a dar unas de las charlas inaugurales en el Segundo Congreso del
CLOC (Congreso Latinoamericano de Organizaciones del Campo) que
se celebró en Brasil del 3 al 7 de Noviembre del año
1997. Había aproximadamente 350 delegados de prácticamente
todos los países latinoamericanos (solo estaban ausentes
Uruguay y El Salvador). El Congreso marcó un punto de inflexión
en la política revolucionaria latinoamericana al destacar
el resurgimiento y el dinámico crecimiento de movimientos
independientes, de base popular, dedicados a derrocar los regímenes
neo-liberales y crear una alternativa humana e igualitaria.
El crecimiento de la
masiva oposición, liderada por el campesinado, al neo-liberalismo
es desigual. En algunos países, como Brasil, donde el Movimiento
de los Campesinos Sin Tierra (MST) representa a centenares de miles
de granjeros, el movimiento rural proporciona liderazgo a la lucha
nacional. En otros países, por ejemplo Chile, los movimientos
formados por granjeros aún no se han recuperado de la salvaje
represión del régimen de Pinochet y es una fuerza
marginal incluso a niveles locales. Uno de los factores clave que
explica la creciente influencia de los movimientos campesinos es
su autonomía e independencia de los partidos políticos
y de los "comandantes" de la guerrilla allí donde
solo son meras "correas de transmisión" de la política.
El segundo factor es
que abarcan una agenda socio-política nacional. En las discusiones
con muchos de los líderes campesinos en la conferencia de
la CLOC (como también en otros encuentros en los cinco años
anteriores) la cuestión fundamental fue la "auto-determinación",
la idea que los granjeros solo pueden liberarse a través
de sus propias organizaciones. La FENOC en Ecuador, el MST en Brasil
y la Federación Campesina paraguaya, que han jugado, las
tres, un papel preponderante en la formulación del debate
nacional sobre la reforma agraria, emergieron de la organización
campesina de base, desarrollaron sus propias estructuras y líderes,
y no debían nada a ningún partido.
Por contra, las organizaciones
rurales chilenas están ligadas, mayoritariamente, a las élites
de los partidos políticos (Socialistas y Cristianodemócratas)
los cuales forman parte de la coalición de gobierno que implementa
una agenda neo-liberal. Estas organizaciones tienen poca capacidad
para organizarse y dependen del Estado para obtener unos escasos
subsidios.
La influencia y poder
de los movimientos rurales es evidente:
En Ecuador los movimientos
campesino e indígena fueron la punta de lanza de la movilización
que forzó la dimisión del presidente Bucaram, acusado
de corrupción y de tratar de imponer al pueblo una agenda
de libre mercado según las directrices del FMI.
En Brasil, el MST ha instalado a cerca de 150000 familias, lo que
representa casi un millón de personas, sobre tierras sin
cultivar a través de la acción directa –esto es, las
movilizaciones de ocupación de tierras. Con sus acciones
en 21 estados, el MST ha llevado la reforma agraria al centro del
debate político. Un indicador de su éxito lo encontramos
en recientes encuestas realizadas en Sao Paulo (la ciudad más
grande de Brasil), las cuales indican que cerca del 75 por ciento
de la población apoya una distribución de tierras
que favorezca a los campesinos sin tierra.
En Bolivia, los campesinos, particularmente los cultivadores de
coca, antiguos mineros del estaño, han liderado la lucha
en defensa de la soberanía nacional y recientemente sus candidatos
han arrasado en las elecciones en el área de Cochabamba.
En Colombia, el ejército guerrillero de base rural, el ejército
popular de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC),
ha extendido su influencia a casi la mitad de los municipios rurales
del país. Aunque, estrictamente hablando, no se trata de
un movimiento rural ya que casi un tercio de sus reclutas proceden
de áreas urbanas, muchas de sus demandas programáticas
se centran en temas rurales: reforma agraria, derechos humanos en
el campo, sindicación de los granjeros, etc. Con cerca de
15000 combatientes, en su mayoría campesinos, es, probablemente,
el ejército guerrillero más potente en el Tercer Mundo
en la actualidad y cada vez gana más fuerza. Es indicativo
el hecho que el Departamento de Defensa de los EE.UU. haya abandonado
la ficción que su multimillonario programa de ayudas militares
está dirigido a la lucha contra el narcotráfico. Los
EE.UU. han confirmado públicamente que los envíos
de armamento son para reprimir la insurgencia campesina.
En Paraguay, solo la masiva movilización de campesinos y
estudiantes bloqueó un temido golpe militar. La caída
en picado de los precios del algodón ha puesto a centenares
de miles de campesinos al borde de la bancarrota. Las políticas
de libre comercio y de promoción estatal de los grandes exportadores
agrarios están perjudicando seriamente a los pequeños
productores locales, incitando un ciclo de ocupaciones de tierra
por parte de los campesinos y violentos desalojos militares.
En México, el movimiento zapatista (EZLN) ha reabierto la
cuestión de los derechos de los indígenas, la reforma
agraria, y de manera más profunda el rechazo al paquete completo
de políticas de mercado libre promocionadas por Clinton y
Zedillo, reforzadas a raíz de la firma del NAFTA [Acuerdo
NorteAmericano de Libre Comercio]. Sin la sublevación zapatista
de 1994, la firma y posterior implementación del NAFTA habría
pasado como un evento ceremonial de las élites. Desde que
empezó la implementación de los acuerdos NAFTA, cerca
de un millón de campesinos se han arruinado y decenas de
millones de asalariados han visto reducidos a la mitad sus ingresos.
Las demandas y la crítica del EZLN resuenan por todo el país.
El nuevo campesinado
Los movimientos
campesinos contemporáneos no son comparables a los del pasado,
y tampoco encajan con el estereotipo de campesinos analfabetos,
locales y tradicionales luchando con la consigna "la tierra
para el que la trabaja". Muchos de los delegados campesinos
e indígenas en el congreso de la CLOC eran personas instruidas
(ya sea autodidactas o con al menos seis años de escolarización
formal) y tenían conocimientos de asuntos nacionales e internacionales.
Los nuevos movimientos rurales tienen una agenda nacional: no solo
se preocupan de las cuestiones rurales. Más específicamente,
saben que las políticas de redistribución de tierras
solo tendrán éxito con créditos, asistencia
técnica, y mercados protegidos. Reconocen que la alianza
política con clases y organizaciones urbanas es necesaria
para transformar el régimen. No son simplemente "organizaciones
económicas". Son movimientos socio-políticos,
que combaten las políticas privatizadoras de libre mercado,
desreguladoras, y promotoras de la exportación. Los movimientos
rurales han formado alianzas políticas con sindicatos y han
contribuido a la organización de los habitantes de los barrios
pobres de las ciudades. Las huelgas generales que sacudieron Ecuador
en Febrero del 1997, Brasil en Junio del 1996, Bolivia en Diciembre
del 1996, por ejemplo, se basaban en alianzas entre sindicatos y
campesinos indígenas.
En la conferencia de
la CLOC la mayoría de los delegados estaban entre los 20
y los 30 años. Se presentaban al congreso dejando moméntaneamente
sus luchas regionales y nacionales. La histórica primera
Asamblea Latinoamericana de Mujeres del Campo se celebró
antes que la conferencia de la CLOC y tuvo una asistencia de cerca
de 100 delegadas. Sobre un 40 por ciento de los delegados en el
encuentro de la CLOC eran campesinas, la mayoría sobre 20
y 30 y pocos años. Este fue un cambio extraordinario: en
el congreso anterior de la CLOC celebrado tres años antes
menos del 10 por ciento de los delegados eran mujeres.
Afortunadamente, los
delegados más jóvenes no han conocido las guerras
sectarias de los 60 y los 70 en el seno de la izquierda. Su apoyo
a la Revolución Cubana se fundamentaba en su resistencia
a la intervención estadounidense y a su reforma agraria progresista.
Pocos, si es que hay alguno, adquirió de Fidel Castro sus
"normas doctrinales". "Incorporaron" al Che
Guevara o Fidel Castro a causas sociales y nacionales particulares.
Así el delegado de los cultivadores de coca mencionó
el antiimperialismo del Che cuando habló de la lucha contra
las políticas de erradicación de cultivos promovidas
por la DEA estadounidense. Se citó a Fidel Castro como precursor
de la lucha de los campesinos brasileños en la ocupación
de tierras y la resistencia al desalojo. Así pues, no hay
ni repudio ni entronización de revolucionarios del pasado.
El crecimiento de los
nuevos movimientos campesinos afronta retos importantes, planteados
tanto en las sesiones formales como en las discusiones informales.
Por ejemplo, uno de los "slogans" de la conferencia fue
"reforma agraria, anti-imperialismo, y socialismo", aunque
los representantes de la organización guatemalteca (CONIC)
me dijeron que era imposible plantear ninguna de esas cuestiones
en Guatemala. "El terror masivo y las continuas operaciones
de los escuadrones de la muerte paramilitares siguen pesando mucho
en el mundo rural". Los acuerdos de paz firmados por los comandantes
de las guerrilla dejó a los generales genocidas inmunes ante
cualquier persecución. El sistema político emergente
aún está ligado a las instituciones violentas del
Estado (ejército, magistratura y policía secreta),
a las cuales solo se les ha lavado la imagen, dándoles otro
nombre y reorganizando su personal.
"La principal prioridad
es crear una organización que haga de paraguas a la docena
de movimientos campesinos surgidos en los últimos años.
Tenemos que moderar nuestra actividad para no poner en peligro el
precario y muy limitado espacio político que ocupamos",
comentó un líder rural. Los fondos para cuestiones
rurales de la ayuda estadounidense se han usado para crear organizaciones
rivales de los movimientos campesinos militantes y para animar a
las agrupaciones a pensar en términos de "proyectos"
y no en la reforma agraria.
Cultura y revolución
Las cuestiones culturales,
particularmente las demandas de una autonomía territorial
por parte de los indígenas, reconocimiento de sus religiones,
lenguas y sus economías de base comunitaria fueron cuestiones
centrales planteadas, especialmente, por las delegaciones ecuatoriana,
boliviana y guatemalteca. Una líder campesina boliviana habló
de la naturaleza religiosa y sagrada de la producción de
la coca, en la cual ella se involucró para ayudar a su familia.
Los guatemaltecos se hicieron eco de una preocupación común
de todas las delegaciones campesinas indígenas acerca de
un mayor derecho al auto-gobierno.
Lo que sí quedo
claro, sin embargo, en el curso de las discusiones, fue las profundas
diferencias entre estos militantes y las figuras públicas
que los grandes medios occidentales presentan como "portavoces
de los indígenas". Por ejemplo, los bolivianos hablaron
despectivamente de su "vice-presidente de habla quechua",
el cual se llena la boca con los indígenas y trabaja para
los extranjeros ricos. Los guatemaltecos fueron muy críticos
con Rigoberta Menchú por desligar su abrazo a los simbólicos
cambios culturales "Mayas" de las grandes cuestiones político-económicas
y de derechos humanos. Y los líderes ecuatorianos de la FONIC-I
criticaron a dos líderes indígenas del movimiento
paraguas CONAI que cedieron para formar parte del régimen
corrupto y partidario del libre mercado de Bucaram. Los líderes
de los movimientos indígenas presentes en el congreso de
la CLOC no eran víctimas de la política de la "identidad
cultural" diseñada para dividir y comprar a los líderes
locales con la idea de subvertir las demandas de los movimientos
sobre el derecho a las tierras.
Los nuevos movimientos
han sido profundamente influenciados por las doctrinas sociales
de la Iglesia. En una de las sesiones plenarias, Fray Beto, el teólogo
católico brasileño, preguntó cuántos
de los delegados habían sido influenciados por las enseñanzas
religiosas: sobre un 90 por ciento de los delegados levantaron la
mano. La religiosidad popular, fusión de las lecciones bíblicas
y de los valores religiosos, ha tenido un efecto directo estimulando
a la nueva generación de líderes rurales, junto con
el marxismo, los valores comunitarios tradicionales y las modernas
ideas feministas y nacionalistas. La disciplina organizativa, integridad
personal, y el compromiso moral que infunde gran parte del movimiento
proviene de su anterior substrato religioso, aunque la mayoría
de los militantes se encuentran muy lejos de la conservadora jerarquía
de la Iglesia y del Vaticano.
El éxito de la
Asamblea Latinoamericana de Mujeres Campesinas se manifestó
en la respuesta abrumadoramente favorable a sus propuestas por una
presencia equitativa en todos los niveles de la organización
campesina (de la internacional a la local) y en todas las instancias
del proceso de reforma agraria (desde los títulos de propiedad
sobre las tierras al liderazgo de cooperativas). Las energías
y el entusiasmo desatado proporcionaron una vitalidad adicional
a las propuestas para una acción coordinada continental acerca
de las demandas rurales.
La nueva militancia de
mujeres campesinas se manifestó con otros ejemplos. Una delegada
del movimiento campesino de la Cochabamba describió la lucha
de los cultivadores de coca contra la campaña de erradicación
dirigida por los EE.UU. "Este año ya han asesinado a
varios de nuestros miembros y a uno de nuestros líderes.
Hemos resistido y continuaremos resistiendo. Estoy ayudando a mi
anciana madre y a mi único hijo en mis cuatro acres. Negociamos
con el gobierno un pacto a cambio de la erradicación de 7000
acres dedicadas a la producción de la coca y el gobierno
prometió financiar actividad económica alternativa,
incluyendo una fábrica para emplear a los granjeros desplazados.
Hemos reducido en 3000 acres la zona de producción de coca
pero aún ni siquiera se ha comenzado a construir la fábrica.
Nos la han jugado otra vez. Ahora nos amenazan con enviar a los
militares a masacrarnos y erradicar los cultivos de todas nuestras
tierras sagradas, dejándonos en la miseria. Quiero aprender
a usar un arma. Porque quiero ser capaz de formar parte de la resistencia
armada cuando llegue la invasión del ejército".
Militarización
y represión estatal
Los regímenes
neo-liberales y los que les apoyan en Washington han respondido
a los crecientes movimientos rurales militarizando el campo: hay
40000 soldados en Chiapas, México, además de los,
al menos 5, nuevos grupos paramilitares desde 1995. En Colombia,
el ejército ha armado decenas de grupos paramilitares, aterrorizando
y desplazando varios centenares de miles de campesinos a los que
se ve como potenciales o reales simpatizantes de las FARC. En Perú,
el ejército, con el apoyo de los EE.UU., ocupa tres cuartas
partes del campo y el presidente Fujimori celebra sus conferencias
de prensa y sus reuniones de altos vuelos en los cuarteles. En Bolivia,
los militares, secundados por consejeros de la DEA estadounidense,
han masacrado a los cultivadores de coca y están saturando
la región para un gran asalto sobre un territorio en el cual
hay unas 40000 familias cuyo único medio de vida es el cultivo
de la hoja de coca.
Es transparente la responsabilidad
de Washington en la militarización de las zonas rurales latinoamericanas,
con el consiguiente crecimiento de la violencia. La apuesta de Clinton
por los mercados perjudica a los productores rurales locales que
se ven arruinados por las baratas importaciones de cereal y grano
estadounidenses. La financiación por parte de la Casa Blanca
de las estrategias en pro de grandes negocios agrarios dedicados
a la exportación está convirtiendo el campo en una
enorme plantación desplazando campesinos y granjeros indígenas
comunales. Aquellos que no son desplazados por el mercado, aquellos
que deciden quedarse y organizarse o dedicarse a cultivos alternativos
que son comercializables, son expulsados por fuerzas militares y
paramilitares entrenadas por los EE.UU. Si algo está claro
en Latinoamérica es que los activistas rurales se han dado
cuenta de la complicidad de la administración Clinton con
algunas de las políticas económicas más perniciosas
que han experimentado. Con la subvención por parte de Washington
de la creciente militarización del continente, Clinton puede
superar el sangriento record de Reagan de 275000 muertos centroamericanos
en los años 80.
Pero los nuevos movimientos
campesinos han crecido, a pesar de la represión de los nuevos
regímenes civiles. En Santa Carmen hubo una ocupación
de tierras en la cual los campesinos estaban aclarando el terreno
con sus machetes y se alimentaban en una cocina comunitaria. En
agosto del año 1996, el ejército ocupó el territorio
y mató a tres campesinos, destruyó sus casas y sus
cosechas, y echó a decenas de familias del territorio. Varios
meses después los campesinos re-ocuparon las tierras y organizaron
una conferencia nacional a la que asistieron un millar de personas
que incluían a estudiantes, profesionales, hombre de negocios
progresistas y campesinos procedentes de todo el país. Formaron
un comité de coordinación nacional para la reforma
agraria.
Del mismo modo, en Brasil,
en Para, 18 campesinos sin tierra que bloqueaban pacíficamente
autopistas fueron masacrados por la policía militar por orden
del gobernador. Un fotógrafo grabó en vídeo
los hechos. Inmediatamente se produjo una protesta nacional. Manifestaciones
masivas tuvieron lugar en Sao Paulo, Rio, y en otras ciudades. Las
encuestas de opinión mostraron un apoyo abrumador al MST.
El MST organizó una marcha sobre la capital y a ella se le
unieron unas 100000 personas, incluyendo sindicalistas y habitantes
de los barrios pobres. El presidente Cardoso, quien denunció
el MST como un "movimiento anacrónico" luchando
por batallas anticuadas (como la reforma agraria), encaró
las masivas protestas, e invitó a uno de los líderes
al Palacio Presidencial para discutir la mejor manera de implementar
las reformas. La mesa nacional formada por 15 miembros apareció
en público para demostrar que no había un solo líder
y rechazó la oferta de Cardoso de firmar un acuerdo que suspendiese
las ocupaciones de tierras a cambio de asentar 49000 familias acampadas
en tierras en litigio. Como dijo después Joao Pedro Stedil,
un líder del MST, "es necesario negociar pero nunca
al precio de desmobilizar al movimiento. Si así lo hiciéramos,
no habría nada que negociar en el futuro."
Pero no todos los movimientos
campesinos se encuentran en situación de responder a la represión
de los escuadrones de la muerte. Un líder campesino de Colombia
habló, en el congreso, del exterminio sistemático
de activistas campesinos y de sus familias por parte de grupos paramilitares
que sospechan que cualquier partidario de la reforma agraria o de
los que abogan por los derechos humanos es un simpatizante de la
guerrilla disfrazado porque las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia) también apoyan esas demandas.
En Perú, la Confederación
Campesina de Perú (CCP) se encuentra en el proceso de reagrupar
sus fuerzas, diezmadas por los asesinatos del régimen de
Fujimori, de Sendero Luminoso, la fanática secta maoísta,
y las divisiones provocadas por los partidos políticos que
buscan sacar provecho de sus miembros. En algunas regiones la CCP
ha organizado "rondas campesinas" [nota: en español
en el original], grupos de auto-defensa campesinos para resistir
a las fuerzas paramilitares y las "acciones ejemplarizantes"
de los sectarios de Sendero. López y otros campesinos son
críticos con las trayectorias de anteriores líderes
de su movimiento que ganaron un sillón en las elecciones.
"Cuanto más cerca del parlamento, más lejos del
pueblo".
ONG
Las ONG crean muchos
problemas a las luchas de los campesinos: existe mucho financiamiento
exterior ligado a practicar políticas compatibles con el
libre mercado; centrarse en proyectos locales más que en
cambios estructurales (léase reforma agraria); el énfasis
en las estrategias de auto-explotación y auto-ayuda en lugar
de salud pública universal, educación y promoción
de la vivienda.
Los activistas y los
líderes campesinos han descrito como las ONG competían
con los líderes rurales, dividiendo a las comunidades, y
se ganaban a los activistas con sus fondos. Una activista brasileña
habló de los esfuerzos de las mujeres del MST para formular
una estrategia común en el Encuentro Latinoamericano de Mujeres
Campesinas. "Propusimos una estrategia unitaria sobre reforma
agraria, un papel activo en el liderazgo en la lucha relacionada
con la ocupación de tierras y una estrategia de confrontación
con el rol represivo del estado. En el encuentro no se consiguió
alcanzar un acuerdo", dijo, "a causa del comportamiento
manipulador de las mujeres profesionales de las ONG, que querían
controlar la agenda y limitarla exclusivamente a la cooperación
internacional y constreñir la lucha a cuestiones feministas
exclusivamente lo que significa no apoyar la reforma agraria, ni
el anti-imperialismo ni el anti-neoliberalismo".
Continuó describiendo
a las feministas profesionales de las ONG como "autoritarias
y con mentalidad colonialista; no tienen a nadie detrás excepto
sus ricos financiadores extranjeros". Un líder campesino
ecuatoriano comentó "Yo no tengo ninguna objeción
a la financiación de nuestro movimiento por la reforma agraria
por parte de ONG extranjeras si eso es lo que quieren hacer. Pero
es ofensivo que impongan sus prioridades y financien a profesionales
de nuestro país para que vengan y socaven nuestra lucha".
Los campesinos han aprendido
del pasado que incluso profesionales progresistas bienintencionados
han usado su apoyo a los campesinos para cimentar una carrera profesional
lucrativa en la política como expertos o asesores en materia
exterior. Eso no quiere decir que los campesinos den la espalda
a los intelectuales o profesionales. La principal diferencia es
que quieren que los intelectuales sean un recurso añadido
para los movimientos, en vez que los movimientos sirvan de trampolín
a los profesionales e intelectuales para obtener becas del extranjero.
Alianzas urbano-rurales
El aspecto más
prometedor de los nuevos movimientos rurales es la comprensión
que han alcanzado sobre los límites de los "movimientos
campesinos" estrictamente confinados a las cuestiones del campo.
Todos los grandes movimientos campesinos están haciendo un
esfuerzo concertado para construir una base urbana de apoyo y para
coordinar las luchas rurales y las urbanas. En Ecuador, la FENOC
está envuelta en la lucha para elegir una asamblea constitucional,
reflejando los intereses de los pobres del campo y de la ciudad.
La Federación Campesina paraguaya ha formado un Fórum
Sobre la Reforma Agraria que incluye estudiantes, profesionales,
y gente de negocios. Han extendido sus horizontes políticos
para oponerse al capitalismo de libre mercado y a la élite
narco-capitalista. En Bolivia, los cultivadores de coca han formado
un nuevo partido político, la Alianza para la Soberanía
del Pueblo. La Alianza consiguió la victoria barriendo en
todas las regiones dedicadas al cultivo de la coca, alcanzando alrededor
de un 60 por ciento de los votos y eligiendo a Evo Morales como
representante en el Congreso.
En Brasil, el MST ha
comenzado un esfuerzo sistemático de cara a organizar las
inmensas favelas , los grandes asentamientos marginales que circundan
Sao Paulo, Rio, y otras grandes ciudades. Han encontrado mucha receptividad
entre los favelados, principalmente a causa de sus exitosas luchas
rurales y del hecho que muchos de los favelados son emigrantes recientes
del campo. El MST no solo se centra en demandas inmediatas de títulos
de propiedad de tierras e infraestructura (luces, agua, carreteras
pavimentadas, transporte público, etc.), sino también
en la educación política en escuelas que formen para
el liderazgo político y el desarrollo de una perspectiva
anti-capitalista basada en la comprensión de la naturaleza
explotadora del capital, sea de bienes raíces o financiero.
Tienen la esperanza de evitar el patrón previo según
el cual los líderes que encabezaron una lucha valiente y
fueron elegidos para el Ayuntamiento seguidamente se dedicaron a
construir máquinas electorales basadas en políticas
clientelistas.
El MST ve a su proyecto
para la organización urbana como parte de la lucha política
nacional. Con ese fin, han formulado un programa llamado "Proyecto
Brasil" que se basa en la inversión de las más
importantes contra-reformas del mercado libre: renacionalización
de las industrias básicas (petróleo, telecomunicaciones,
etc.), la socialización de los centros estratégicos
de la economía (bancos, comercio exterior) y una reforma
agraria integral, que limite las exportaciones baratas y promocione
enlaces entre cooperativas y plantas industriales de procesado de
alimentos.
Ganarse a las ciudades
no es un camino fácil. Hay obstáculos: la clase media
urbana e incluso los sindicatos aún tienen una visión
condescendiente para con el campesinado. Hoy en día son los
trabajadores rurales quienes están desafiando la creencia
tradicional que los líderes de la clase trabajadora urbana
son la vanguardia designada para el cambio histórico. Los
líderes campesinos actuales están buscando una alianza
con los trabajadores de la ciudad, como también con los habitantes
de las enormes bolsas de pobreza urbanas para fijar un programa
común en el cual las cuestiones agrarias ocupen un lugar
central. El internacionalismo de viejo estilo ligado a una patria
socialista ha sido reemplazado por un nuevo internacionalismo voluntario,
descentralizado y consultivo en el cual florecen culturas diversas
y luchas comunes se forjan no a través de líderes
carismáticos sino por el constante trabajo de organización
y el heroísmo diario, con campesinas y campesinos viajando
día y noche a los pueblos de Guatemala, a los altiplanos
de Ecuador y a las enormes extensiones de Brasil, enseñando,
aprendiendo y creando una nueva política revolucionaria de
liberación social y realización espiritual.
Zmagacine