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Documentos de James Petras

29 de mayo de 2003

Reportaje a James Petras en Neuquén
Mano a mano con un grande de la izquierda internacional

(Primera parte)
Por Elio Brat desde Neuquén

¿Cómo llega a ser el Petras que hoy conocemos?

"Mi padre era un trabajador que cortaba peces y yo lo seguí a él en ese trabajo. Empecé a los 14 años y trabajé cuatro con él, mientras estuve en la escuela secundaria. Hasta que un día, después de pasar una noche con amigos y habiéndome levantado, como era común, a las cinco de la madrugada para ir a comprar los peces, se me escapó el cuchillo y me corté casi todos los dedos. No los perdí pero fue muy problemático? Entonces mi padre me dijo que mejor que siguiera los estudios porque para ese trabajo no servía. Decía que tenía mi cabeza en otro lado. Y me dijo: "mejor que estudies porque no servís como trabajador?". Así que me transformé en un intelectual porque soy un obrero fracasado? (risas).

MI madre era una mujer educada que nació bajo el imperio otomano, y eso hizo que tuviera, por lo menos, una actitud nacionalista. En mi casa nosotros hablábamos griego y ella era de un territorio muy cerca de Asia, de Turquía y cerca de Palestina, del Medio Oriente.

Pero cuando fui a la universidad, eran tiempos malos porque había macartismo y mucho miedo e intimidación. Tenía amigos judíos cuyos padres era por lo menos socialdemócratas y nuestro barrio era algo curioso. Teníamos muchas discusiones mientras tomábamos cerveza y hablábamos de política, de religión y temas como el existencialismo. Así que, por fin, decidí abandonar el lugar donde vivimos cerca de Boston y me fui a California porque entendía que en la universidad de allá las cosas eran más progresistas. Llegué en el período de los grupos rebeldes culturales. Pero luego del primer semestre dejé la universidad y empecé a escribir cuentos y poesías que leía en los bares y cafés donde nos juntábamos para ver y escuchar lo que habíamos escrito. Y en 1960, en San Francisco fue donde conocí grupos marxistas, quienes me convencieron -o me convencí yo mismo leyendo libros de Marx, Lenin, Trotsky, Gramsci- de sus ideas. La verdad es que también me radicalicé acompañando la Revolución Cubana, cada vez que los cubanos se iban más y más a la izquierda, declarándose una revolución socialista. Y fue en esa época que mis compañeros me convencieron de volver a trabajar en una fábrica. Así lo hice durante tres años en una metalúrgica que mantenía máquinas automáticas que pelaban fruta. La verdad es que no reclutamos a nadie ya que eran buenos tiempos para los obreros de las fabriles, quienes tenían aumento de salarios de 6 a 7 por ciento anual. Y eran muy pocos los que nos escuchaban".

¿En qué organización militaba?

"Estaba en un grupo que se llamaba Partido de Obreros Socialistas, que era un grupo trotskista. Pero desde el comienzo yo tenía una visión diferente de cómo hacer política. Ese tiempo en la fábrica generó muchas lealtades con los obreros, que eran en su mayoría conservadores del sur pero también eran muy solidarios cuando me expulsaron de la fábrica por estar en una manifestación contra el macartismo. Cuando tomamos el ayuntamiento en San Francisco, la policía federal fue a la fábrica y pidieron mi expulsión como castigo. Allí, los obreros -entre los cuales había muchos que eran veteranos de la guerra en Corea y otros que venían del sur y que eran medio racistas- cuando llegó le momento de mi expulsión, el delegado de la fábrica se me acercó y me dijo que no estaba de acuerdo con mis opiniones pero que él respetaba el derecho que tenía de decirlas. Así fue como los obreros amenazaron con cerrar la fábrica y hasta convencieron a la burocracia sindical para que me respalden porque sino van a perder todo el respeto en una fábrica donde había cien obreros calificados. Y la lucha se ganó y me tenían que reinsertar en el trabajo. Pero como me notificaron con sólo 24 horas y yo estaba visitando a mi madre, al volver me dijeron que como no había aparecido me indemnizaban con salarios por un año. Con eso vuelvo a la universidad de Berkeley, donde participé en la lucha en defensa de Cuba contra la política agresiva de Kennedy. En esa universidad que era la mayor, creamos un gran movimiento de estudiantes que llegaron a ser unos 40 activistas trotskistas, incluyendo muchos jóvenes que eran anarquistas y de la nueva izquierda. El tema es que nuestro partido miraba todo ese movimiento como un gran peligro, porque no aceptábamos la verticalidad. Al final tuvimos alguna discrepancia y nos fuimos todos. El partido se quedó con dos personas. Allí empezamos a integrarnos a la lucha de masas de los negros y de los antiguerra, con los cuales llevamos a cabo las primeras grandes huelgas generales estudiantiles que tuvieron de más de 30 mil jóvenes. Ese movimiento detonó en todo el país.

Terminé esta fase de mi vida y preparando mi tesis fui a Chile, Perú y Argentina. Pero concentrándome especialmente en Chile, escribí una tesis sobre el proceso de lucha y la formación socioeconómica de Chile. Y mi tesis ganó un premio, publicándose como un libro que también llegó a editarse en Argentina. El libro era un poco profético porque en el último capítulo escribí que era muy probable que gane (Salvador) Allende las elecciones (de 1970) pero que iba a encontrar el autoritarismo chileno latente y muchas fuerzas para derrocarlo. Eso fue en el año 1968, donde la tendencia para mí era clara por la trayectoria de Allende. Pero también algo descubrí debajo de la fachada cívica democrática de Chile, donde existía un fuerte autoritarismo y una historia de odio de clases desde arriba. Allí participé varios años asesorando al gobierno de Allende, trabajando con varias personas y también manteniendo relaciones con grupos extraparlamentarios. Finalmente salí de Chile nueve días antes del golpe del 11 de septiembre del '73 porque pensaba que todo estaba perdido una vez que Allende aceptó la renuncia de los tres generales constitucionalistas. Fue un acto de suicidio y yo personalmente pensaba que Allende cometió terribles errores, sacrificando la lucha de masas y el pueblo obrero organizado en las fábricas por pactar con militares y buscando una alianza con la Democracia Cristiana en el final de esa época. Creo que eso facilitó el golpe y me fui".

¿Se lo dijo cara a cara al presidente Salvador Allende?

"No se lo dije a él sino a su ministro de Defensa Orlando Letellier, quien era mi contacto con el gobierno. Luego lo volaron con una bomba en su carro en Washington? Cuando volví, enseguida me llamó el senador Lelio Basso de Italia y formamos el Tribunal Russel contra la violación a los Derechos Humanos en América Latina. Y en esa época la organización de ese tribunal tuvo mucha influencia en la prensa y en los medios de comunicación de masas. Lo conformamos con media docena de premios nobeles y otros como García Márquez y Julio Cortázar y otros matemáticos de gran prestigio. Integré este jurado como una persona menos conocida que todos los demás, pero fui más que nada el autor del documento de preparación para la acusación contra el gobierno norteamericano y contra las multinacionales implicadas en la represión, tanto en Brasil, Chile, después Bolivia y todos los países que vinieron con el avance de la derecha.

Eso fue una gran experiencia. Allí conocí al dirigente del Partido Socialista griego Andreas Papandreu, que estuvo en una de las sesiones. Me invitó a Grecia y fui en 1976 para dar un cursillo como tutor de quien iba a ser el próximo presidente que saldría del Partido Socialista en Atenas. Discutimos mucho, enseñando los conceptos básicos del marxismo y cómo aplicarlo para entender lo que pasa en Grecia. Bueno, no fue mi mejor alumno porque cuando llegó al poder dio señales por la izquierda y virajes por la derecha?

Yo estuve en Italia cuando ganó las elecciones y le mandé un telegrama de felicitaciones. Y enseguida me invitó a Grecia. Al otro día viajé y me ofreció un centro de estudios en el Mediterráneo, vinculado con los sindicatos, cooperativas y otras organizaciones. Pasé casi tres años allí en Grecia? Una experiencia rica con avances sobre la legislación de la mujer, legislación de las pensiones y la sindicalización. Fueron avances democráticos pero el presidente no se atrevió a intervenir las fábricas endeudadas para entregarlas a los obreros como yo traté de insistir. El siempre decía que primero solucionamos la crisis y después lo pensamos. Yo decía que al contrario, debíamos atacar la crisis precisamente a partir de intervenir las fábricas y así íbamos a estimular la recuperación. Teníamos diferencias. Y finalmente cuando él empezó a aplicar un plan de ajuste, los sindicatos llamaron a una huelga -incluso los sindicalistas socialistas- y él expulsó a todos del partido. Entonces yo renuncié en solidaridad con los expulsados. Eso fue aproximadamente en el '86. Entretanto estuve antes en Venezuela y en Centroamérica con el sandinismo? Nunca me identifiqué mucho con los sandinistas porque los encontraba muy soberbios, verticalistas y algo oportunistas".

¿Usted dice el propio Daniel Ortega?

"Ortega y su hermano Humberto, quien termina con un estilo corrupto siendo uno de los hombres más ricos de Nicaragua. Colaboró con Chamorro y les dio medallas a los marines norteamericanos. Pero en Venezuela estuve en el primer período de Carlos Andrés Pérez, en el 76/77, cuando ocurre la nacionalización del petróleo. Y un año después hice una investigación cuando estaba dando un curso en Maracaibo. Investigué qué impacto tenía la nacionalización sobre la estructura de clases y los ingresos. Y descubrí que el simple hecho de nacionalizar no dio los resultados que se esperaban. Los nuevos gerentes hablaban con acento inglés, ocupaban las mismas enormes casas y tenían los mismos privilegios que los anteriores. Entonces vi que no había cambiado nada en las relaciones sociales de producción. Y peor: los nuevos ingresos se canalizaban hacia sectores pseudoagrícolas que tenían granjas pero recibían préstamos que los invertían en bienes inmobiliarios y no en la agricultura y en la producción. Allí hice un estudio crítico de quién se beneficia con esa nacionalización. Y ahora con Chávez es muy relevante el libro que escribí hace tanto tiempo?"

¿Usted confía en el presidente Hugo Chávez? Algunos hablan que es otro Perón?


"No hay que hacer analogías. Chávez es un sui generis. Es un populista en su estilo. Es un hombre muy sencillo, plebeyo, amable. Nos conocimos dos veces, en un almuerzo y en una cena donde conversamos. Yo creo que está bien intencionado, pero que no tiene claro un programa estratégico. En su gobierno hay muchas improvisaciones. Y tiene una política similar a Perón en el sentido que puede unificar todos los productores: capitalistas, obreros, agricultores, campesinos en un gran block de producción. Utilizando los ingresos de petróleo para financiar obras sociales. Y más: cree que puede compaginar el nacionalismo independiente con buenas relaciones con Estados Unidos. Y eso creo que son sus limitaciones.

Por otro lado, creo que su discurso y el hecho de su gobierno dirigiendo fondos a obras sociales provocó una reacción muy fuerte en la clase media alta y en la clase dominante. Provocó un gran odio hacia él y hacia las clases populares que lo apoyaron. Un odio de clase que solo uno puede imaginar en una situación de un régimen socialista. Un odio mutuo: después de dos golpes Venezuela es lo más dividido que se ha visto desde la polarización en Chile. Y más: creo que como tenemos en los Estados Unidos un gobierno extremista, odia al régimen también de una forma visceral. Creo que eso genera una situación bastante interesante porque Chávez, diferente de Perón, hizo una política hacia el ejército. Trató de reagrupar oficiales jóvenes alrededor de su política. Hizo una buena purga de los golpistas, por lo menos en los primeros niveles. No armó los obreros pero están organizando las villas de allá. Entonces, es un proceso muy contradictorio y él sigue pensando que se puede combinar el antiimperialismo con una política liberal. Su equipo económico es el punto más débil porque, por ejemplo, en el Banco Central son neoliberales. Y él propone políticas de bienestar. El sigue pagando la deuda pero también quiere extender los programas sociales. Pero cuando caigan los precios del petróleo ahora, después de lo de Irak, tiene que tomar una definición. Porque van a bajar los precios del petróleo y van a bajar dramáticamente los ingresos del gobierno. Su gran momento son las derrotas de los golpes, que fortalecieron su gobierno".