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10 de junio de 2002
James Petras explica por qué
Estados Unidos trató de derrocar a Hugo Chávez
La Casa Blanca dirigió el golpe
James Petras
Znet en español
Cada vez son más numerosos los indicios que implican a la Administración
Bush en el intento de golpe de estado contra el presidente de Venezuela, Hugo
Chávez. Dos antiguos funcionarios de la Agencia de la Seguridad Nacional
aportaron el último de ellos al confesar a la prensa que el Pentágono
disponía de fuerzas en estado de alerta para proporcionar "apoyo logístico"
a los golpistas. La operación casi funcionó. Tras una huelga en
la industria del petróleo, organizada por la patronal, y una gran manifestación
contra el gobierno en Caracas, que terminó de manera violenta, Chávez
fue detenido y Pedro Carmona, el presidente de la principal patronal venezolana,
tomó el poder. Pero Carmona mostró de inmediato sus verdaderas
intenciones al disolver la Asamblea Nacional, justo cuando los pobres empezaban
a movilizarse. Al cabo de dos días, las protestas masivas invirtieron
la corriente y Chávez regresó a su puesto. JAMES PETRAS es un
experto en América Latina, autor de numerosos libros. En esta conversación
con ALAN MAASS, del Socialist Worker, habló del papel de Estados Unidos
en la intentona y de por qué fracasó el golpe.
¿Cuales fueron los antecedentes políticos del intento de golpe de estado
a Chávez?
Para comprender lo que ha sucedido en Venezuela, necesitamos observar la política
de Estados Unidos, que ha consistido en imponer su control sobre el mundo a
través de esa burda campaña antiterrorista y, en particular, en
aumentar la nómina de subordinados que apoyen sus planes en Oriente Próximo,
en Colombia y en otros lugares. Ése es el contexto y Estados Unidos ha
sido capaz de ganar para su causa gobiernos como los de Uruguay, Costa Rica
y Argentina, que dicen amén a todo con tal de obtener un mayor acceso
a los mercados y, quizá, algunos préstamos. Sin embargo, esta
estrategia de Estados Unidos se enfrentó con una negativa por parte del
presidente Chávez, que siguió una política exterior ajena
a las cuestiones que más preocupan a Estados Unidos. Reforzó la
OPEC, se saltó el bloqueo estadounidense de Iraq e Irán, ha establecido
lazos comerciales y de otra índole con Libia, ha rechazado el Plan Colombia
-ese intento de militarizar la guerra civil en dicho país-, ha prohibido
los vuelos estadounidenses sobre el espacio aéreo venezolano y ha criticado
el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) por considerar
que va demasiado lejos y es precoz. No se trata de una ruptura completa, pues
como explicaré más adelante, Chávez es un liberal social
en política interior. Pero está más interesado en los tratados
regionales latinoamericanos que en un acuerdo comercial controlado por Estados
Unidos. Más aún, expulsó a los consejeros militares estadounidenses
del ministerio de defensa y se rodeó de personal de inteligencia muy
cercano a la comunidad cubana. A esto hay que sumarle los estrechos lazos políticos
de Chávez con Castro y el abastecimiento del petróleo que le proporciona
a cambio de servicios médicos. Digo "estrechos lazos" no porque Chávez
haya llevado a cabo ninguna transformación social radical, sino desde
el punto de vista de las personalidades y de los encuentros simbólicos.
Si juntamos todo -sus políticas regional e internacional y su identificación
con los pobres- Chávez ha polarizado Venezuela como ningún político
anterior, convirtiéndose en un polo de atracción para todos los
desheredados. En este sentido, casi de manera independiente de su política
interior, el país está dividido entre la burguesía favorable
a Estados Unidos, las clases medias altas y la corrupta dirigencia sindical
por un lado y, por el otro, los desempleados o infraempleados, que suponen algo
así como el 60% o 70% de la fuerza laboral. Este contexto, me parece,
estableció los requisitos para la explosión que tuvo lugar en
octubre de 2001. Yo me reuní con Chávez justo después de
aquel evento, que precipitó la ofensiva total de Estados Unidos. Refiriéndose
a la matanza de Estados Unidos en Afganistán, Chávez dijo que
no es posible combatir el terror con el terror, lo cual era una referencia directa
a la guerra de Bush. Estados Unidos retiró de inmediato su embajador,
es decir, lo repatrió con la excusa habitual, las denominadas consultas.
Envió luego una delegación de alto rango a Venezuela para que
se encontrara con Chávez y le advirtiera que el precio de su oposición
sería tan elevado que lo pagarían incluso las futuras generaciones
de venezolanos. Esto me lo contó uno de los consejeros principales de
Chávez, que asistió a la reunión. Chávez escuchó,
contestó que deseaba unas relaciones amistosas con Estados Unidos, que
no estaba de acuerdo con esta o aquella política, que deseaba las inversiones
estadounidenses, etc. No le hicieron ni caso.
De inmediato empezó a agruparse la clientela de Estados Unidos, es decir,
la patronal -que tiene la mayor parte de su capital en bonos del gobierno de
Estados Unidos y en bienes raíces- y la burocracia sindical, que en 50
años nunca ha organizado ninguna oposición eficaz contra los recortes
salariales y el desempleo. Estos líderes sindicales se parecen a los
del sindicato estadounidense AFL-CIO en que, como ellos, ganan cientos de miles
de dólares en salarios y en beneficios. Hicieron una piña, junto
con la jerarquía católica y, por supuesto, los medios de comunicación,
que organizaron una viciosa campaña favorable a un golpe de estado, inventándose
las patrañas más vergonzosas. Los medios acusaron a Chávez
de ser un dictador. He aquí una persona que ha ganado seis elecciones
en menos de cuatro años -presidenciales, constituyentes, legislativas,
municipales, etc.- y, sin embargo, dicen que es un dictador... Chávez
no roba elecciones como hizo la Administración Bush en Florida, sino
que gana con toda limpieza y por márgenes enormes. Entre tanto, la prensa
tenía licencia absoluta para publicar y retransmitir llamadas abiertas
al derrocamiento del gobierno por medio de la violencia. El Secretario de Estado,
Colin Powell, dijo que Estados Unidos apoyaría un gobierno "de transición".
James Wolfensohn, del Banco Mundial, dijo lo mismo. ¿Un gobierno "de transición",
para sustituir a un presidente electo? Eso sólo significa un golpe de
estado.
Y Estados Unidos hizo todo esto, incluso si Chávez es cualquier cosa
menos un radical.
La clave está en recordar el historial de Chávez en política
interior. Ha aumentado el gasto estatal para la vivienda, las escuelas y la
salud. Ha aumentado la renta per cápita en un pequeño margen de
3% o 4%. Ha incrementado los impuestos de manera limitada, para que las clases
altas paguen algo en vez de nada. Pero para lograrlo, también ha desregulado
el sistema financiero. Los bancos españoles están muy implicados
en el sistema desregulador. Privatizó la electricidad de Caracas. Las
compañías petroleras estadounidenses no han sido molestadas, únicamente
pagan impuestos un poco más elevados sobre el petróleo. En otras
palabras, no ha habido ninguna redistribución radical o incluso moderada
de la renta per cápita. No ha habido expropiación alguna de propiedades,
excepto la de las tierras de labranza no utilizadas, que pagó con dinero
líquido. Ésta es la reforma agraria más conservadora que
se ha visto en América Latina, es decir, la compra de la tierra a precios
de mercado, y con dinero líquido. Entonces, ¿por qué esa gente
hace tanto ruido? Tienen acceso a los medios de comunicación, podrían
oponerse a través de las elecciones. ¿Por qué no lo hacen? Pues
porque todo este ruido no tiene nada que ver con los asuntos internos. El problema
está en que Estados Unidos quiere deshacerse de Chávez para que
Venezuela haga lo mismo que sus otros clientes de América Latina; quiere
derrocar al único gobierno que ofrece una política exterior alternativa
en toda la región. No quiere la alternativa actual. Por eso planeó
el golpe, dirigido y financiado por la Administración Bush. No fue sólo
la CIA. El Secretario de Estado asistente a los asuntos del hemisferio occidental
estaba implicado. Estoy hablando del terrorista exilado cubano Otto Reich. Estoy
hablando de gente como Elliot Abrahams, que perteneció a la Administración
Reagan y justificó entonces los asesinatos en América Central,
es decir, unos 300.000 muertos. Estoy hablando de John Negroponte, el embajador
estadounidense ante las Naciones Unidas, que estuvo implicado con los escuadrones
de la muerte en Honduras. Podría darle una lista más larga, pero
ésta le indica que la política latinoamericana de Estados Unidos
está dirigida por criminales capaces no sólo de derrocar un gobierno,
sino de iniciar cualquier represión violenta como la que tuvo lugar durante
las 24 horas del golpe.
¿Por qué fracasó el golpe?
El golpe fracasó por razones muy elementales. El servicio de inteligencia
de Estados Unidos en esta situación dependía en gran medida de
los clientes militares, de la dirigencia sindical, de los magnates de la prensa
y de la patronal. Esa gente, que está a sueldo de Estados Unidos, les
dijo lo que querían escuchar, que los sondeos de opinión mostraban
que el apoyo popular de Chávez estaba cayendo en picado. Los generales
que apoyaron el golpe afirmaron que el ejército estaba detrás
de quienes lo planearon. La segunda parte de la historia es que Washington se
ha emborrachado de poder después de Afganistán y está atropellando
al resto del mundo. Eso fue lo que sucedió después de la invasión
de la República Dominicana en 1965: estaban borrachos de poder y creyeron
que Vietnam sería un paseo. Se equivocaron entonces y se han equivocado
al pensar que su actuación en Venezuela eliminaría todos los obstáculos.
Subestimaron totalmente la voluntad de los venezolanos pobres que habitan en
medio urbano, que son en torno al 50% de la población de Caracas y que
descendieron desde las montañas. La CIA creyó que las manifestaciones
contrarias a Chávez, provenientes de las barriadas de clase media alta,
representaban la totalidad del país. También subestimaron el factor
racial. No se dieron cuenta de que parte de la oposición a Chávez
se debe a que es negro, el primer presidente negro de la historia moderna de
Venezuela. Todas las lumbreras dirigentes de la burguesía lo detestan
a causa de su origen social y de su raza. Hay un cuarto factor, y es la idea
de que Chávez era un payaso, incapaz de desafiar la autoridad de Estados
Unidos. Creyeron que podrían atraparlo, llevarlo a una isla y utilizar
la presión psicológica o cualquier otra forma de interrogatorio
para hacerlo dimitir, tras lo cual podrían tomar el poder. Pero se les
fue la mano desde el principio. Disolvieron el parlamento, los tribunales y
todas las instituciones representativas. Lo primero que hicieron fue derogar
el acuerdo comercial y las relaciones diplomáticas con Cuba. Lo segundo
fue decir que no respetarían los acuerdos con la OPEC. Ninguna de estas
decisiones había provocado oposición interior, se trata en realidad
de prioridades importantes para Estados Unidos, de manera que algunos de los
militares sediciosos se sintieron desairados por el total servilismo de la junta
a Estados Unidos y se pusieron de nuevo de lado de Chávez.
El tono de Chávez desde su regreso al poder ha sido moderado y conciliador.
¿Seguirán las condiciones sociales siendo las mismas, lo cual daría
a los complotadores la posibilidad de reagruparse e intentarlo de nuevo?
Hay algo de verdad en eso. Chávez es un nacionalista en política
exterior y un liberal social en política interior. Desde su primer año
en el poder ha estado a favor de la colaboración entre las clases. No
obstante, la oposición no está interesada en colaboración
alguna entre las clases, lo quiere todo. La historia personal de Chávez
-en términos prácticos, no retóricos- es la de la búsqueda
de un equilibrio entre las clases. Su política consiste en equilibrar
el presupuesto. No se ha internado en ningún tipo de financiación
del déficit, en ese aspecto es muy ortodoxo. Ha pagado religiosamente
la deuda, mejor que la mayor parte de los países de Iberoamérica.
Trata de equilibrar su política exterior nacionalista y su política
económica liberal. El problema es que eso es inaceptable para Washington,
debido a lo cual, los mismos oficiales del ejército que inicialmente
apoyaron el golpe y luego se pusieron de nuevo junto a Chávez están
de nuevo en sus posiciones de mando. Va a haber una investigación de
unos 30 militares claramente identificados con el golpe y es probable que pasen
a la situación de retiro, alejados del mando de las tropas. Los golpistas
burgueses -que en cualquier país normal estarían en la cárcel,
acusados de alta traición- están de nuevo en sus despachos, con
la excepción de Carmona y unos pocos de sus compinches que entraron en
el gobierno. El presidente de la patronal, que preparó las bases del
golpe, está de nuevo en su puesto; Ortega, el jefazo sindical, también
y ahora se dedica a exigir un referéndum contra Chávez. Al día
siguiente del fracaso del golpe ya estaba otra vez organizando huelgas, esas
huelgas tan peculiares en las que los patrones pagan los salarios más
una prima a los trabajadores para que dejen de trabajar. Es verdad, su intento
de ser conciliador, que tiene antecedentes en su programa social y económico,
ha dejado en su lugar a la gente que organizó el golpe y que estará
pensando en intentarlo de nuevo. Se trata de un peligro real. Condoleezza Rice
ya lo ha dicho durante un discurso absolutamente cínico y despreciable:
"Espero que Chávez haya aprendido la lección". Lo cual significa:
haz lo que queremos o habrá un segundo golpe.
Entre tanto, se trata de un país en el que la mitad de la población
vive en la pobreza. ¿Podría ser que las bases populares que apoyaron
a Chávez se desilusionen por la ausencia de progreso económico
y social y lo abandonen?
Es posible. Por otro lado, mientras la extrema derecha siga golpeando a los
pobres, creo que permanecerán junto a Chávez y contra la derecha.
Creo que la cuestión principal para llegar a las masas con un programa
de izquierda es, en primer lugar, mantener la política exterior progresista
de Chávez y, luego, desarrollar una política social y económica
alternativa. Creo que quienes rechazan por principio a Chávez están
totalmente aislados, porque las masas los consideran aliados encubiertos de
la derecha. La absoluta polarización en Venezuela hace que cualquier
política de izquierda, para tener sentido, tenga que ser desplegada en
el contexto de este marco nacionalista. Lo cual quiere decir que cualquier programa
socialista o marxista ha de encontrar la manera de acoplarse al fenómeno
Chávez. Y no estoy hablando de bajar la guardia ni de plegarse a él
sin ningún tipo de crítica, en especial con respecto a su política
interior, que para mí es perfectamente criticable desde la izquierda,
ya se trate de la reforma agraria o de sus posiciones con respecto a los mercados
financieros, a las inversiones extranjeras o a la privatización. Se trata
de una agenda completa, abierta a un enfoque alternativo.
9 de mayo de 2002
Título original: The coup was directed by the White House
Autor: James Petras
Origen: Socialist Worker Online
Traducido por Manuel Talens y Verónica Saladrigas; revisado por Germán
Leyens
Links: http://www.socialistworker.org/2002-1/406/406_08_PetrasOnChavez.shtml
http://www.zmag.org/content/LatinAmerica/petrassocwork.cfm