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Las entrevistas de Barsamian
a Chomsky

5 de marzo del 2001

1- Propaganda y adoctrinamiento
David Barsamian: Hablemos de un tema al que volvemos periódicamente, propaganda y adoctrinamiento. ¿Como profesor, cómo hace que la gente piense por ella misma? ¿Se pueden impartir las herramientas para conseguir tal cosa?
Noam Chomsky: Yo creo que se aprende a base de práctica. Soy un Deweyita desde hace ya tiempo, desde mis experiencias de la infancia y mis lecturas. Uno aprende a base de práctica, a hacer las cosas observando como otros las hacen. Esta es la manera como uno llega a ser un buen carpintero, por ejemplo, o un buen físico. Nadie puede enseñar como aplicar la física. En las ciencias naturales no se imparten cursos de metodología. Quizás sí en las ciencias sociales, pero en cualquier campo con un contenido intelectual importante, no se enseña metodología. Uno sólo puede observar a otros hacer las cosas, y participar con ellos en hacerlas. Así pues, un seminario de graduados en un curso de ciencia consistiría en un grupo trabajando en equipo, muy similar a la forma en que un artesano aprendiendo un oficio trabaja con otro que supuestamente es bueno en dicho oficio. Lo mismo pasa aquí. Yo no trato de persuadir a la gente, o al menos no de un modo consciente. Quizás sí lo hago. Si es así, es un error. La manera correcta de hacer las cosas no es tratar de persuadir a la gente de que uno tiene la razón, sino desafiarles a que lo piensen por sí mismos. No hay nada en los asuntos humanos de lo que podamos hablar con gran certeza, cosa que en gran parte también es cierta para las ciencias naturales exactas. En áreas complicadas, como los asuntos humanos, no poseemos un nivel extremadamente alto de certeza, muy a menudo es sólo un nivel mínimo. En el caso de los asuntos humanos, asuntos internacionales, relaciones familiares, lo que sea, podemos acumular evidencia y juntar las cosas para observarlas de un cierto modo. El enfoque correcto, dejando a un lado lo que uno u otro haga, es animar a la gente a hacer esto. Hay que intentarlo uno mismo, y en particular intentar mostrar el abismo que separa las versiones corrientes de lo que pasa en el mundo, de lo que la evidencia de los sentidos y las preguntas que hace la gente nos demuestran tan pronto lo miramos de esta forma. Una respuesta común con la que me encuentro, hasta en chats en la red, es 'No puedo creer nada de lo que dice, es totalmente contrario a lo que me enseñaron y siempre he creído, y no tengo tiempo de mirarme todas estas notas al pie de página. ¿Cómo sé que lo que dice es cierto?' Es una reacción plausible, yo digo a la gente que es la reacción correcta. Nadie debería creer que lo que yo digo es cierto. Las notas están ahí, para que uno mismo lo averigüe si quiere, pero si uno no quiere tomarse la molestia, no hay nada que hacer. Nadie nos va a verter la verdad en el cerebro. Es algo que uno mismo debe averiguar.
DB: Otro comentario que he oído cuando se habla de este tema es 'Yo no soy Noam Chomsky. No tengo sus recursos. Trabajo en el aeropuerto de 9 a 5. Tengo que pagar la hipoteca. No tengo ni el acceso ni la habilidad' ¿Hace falta tener un cerebro especial?
NC: No un cerebro especial, pero sí un privilegio especial. Tienen razón. Hay que tener un privilegio especial, que nosotros tenemos. No es justo, pero lo tenemos. Los recursos, la formación, el tiempo, el control sobre nuestras vidas. Quizás yo trabajo cien horas a la semana, pero son las cien que yo elijo. Es un lujo poco frecuente, del que sólo un sector diminuto de la población disfruta, y aún menos de los recursos y la formación. Es extremadamente difícil hacerlo uno solo. La mayoría de los que lo consiguen no poseen ningún privilegio, y eso es porque al mismo tiempo tienen varias ventajas. El no haber tenido una buena educación, el no haber sido sujetos al enorme flujo de adoctrinamiento que comporta tal educación y el no haber participado en el sistema de adoctrinamiento y control para interiorizarlo. Con adoctrinamiento quiero decir desde el jardín de infancia hasta la vida profesional. Al no formar parte de todo esto se es de algún modo más libre. Así pues, también hay ventajas fuera del sistema de privilegio y dominación. Pero también es verdad que una persona que trabaja cincuenta horas a la semana para llevar comida a la mesa no tiene el lujo que nosotros tenemos. Por eso la gente se junta. De eso se trataban los sindicatos, de la educación de los trabajadores, que a menudo salía de los sindicatos en los movimientos de trabajadores. De este modo la gente se juntaba, para animarse, para aprender los unos de los otros, para averiguar cosas sobre el mundo. Sobre distintos mundos, de hecho: literatura, historia, ciencia, matemáticas. Algunos de los grandes libros de ciencia y matemáticas para el público (para millones de personas) fueron escritos por especialistas de izquierdas, y estos temas pasaron a la educación de los trabajadores, unas veces a través de los sindicatos, otras de ramificaciones. Hay cosas que se pueden conseguir en grupo pero no individualmente. De hecho, esto es verdad para las ciencias más avanzadas. Poco se hace a modo individual, normalmente se trabaja en grupos de acción colectiva, intercambio, crítica y desafío, con alumnos que juegan un papel activo y a menudo crítico. Lo mismo pasa aquí. Parte del genio del sistema de dominación y control yace en la separación de los individuos para que esto no ocurra. No podemos consultar a nuestros vecinos, tal como uno de mis cantantes favoritos dijo en los años treinta. Mientras no podamos consultar a nuestros vecinos creeremos que hay buenos tiempos. Es importante asegurarse de que la gente no consulte a sus vecinos.
DB: ¿Quién era el cantante?
NC: T-Bone Slim.
DB: ¿Escuchaba a T-Bone Slim?
NC: Leo cosas así, no estoy a tono con el mundo auditivo.

2- Vencer las ortodoxias

David Barsamian: Volvamos a lo que los individuos pueden hacer para vencer las ortodoxias. Steve Biko, el activista surafricano asesinado por el régimen apartheid cuando se encontraba bajo custodia, dijo 'El arma más poderosa en manos del opresor es la mente del oprimido'.
Noam Chomsky: Es bastante acertado. La opresión tiene lugar porque se ha interiorizado su legitimidad. Eso es cierto para los casos más extremos. Tomemos la esclavitud como ejemplo. Si uno era un esclavo no era fácil rebelarse, en absoluto. Pero si nos fijamos en la historia de la esclavitud veremos que de algún modo se admitió como un 'así son las cosas, haremos lo que podamos bajo este régimen'. Otro ejemplo, también contemporáneo (se estima que en el mundo hay unos 26 millones de esclavos), son los derechos de las mujeres. En este caso la opresión ha sido ampliamente interiorizada y aceptada como legitima y apropiada. Es así hoy, y ha sido así a lo largo de la historia. Como en muchos otros casos. Tomemos el de los trabajadores. A mitad del siglo XIX, en los estados Unidos, hace 150 años, un trabajador asalariado no era considerado muy diferente a un esclavo. Esta no era una postura nada inusual. Era el eslogan del partido republicano, la bandera bajo la cual los trabajadores del norte fueron a luchar durante la guerra civil. Estamos en contra de cualquier tipo de esclavitud. Los individuos libres no se alquilan a otros. Quizás nos vemos obligados a hacerlo de manera temporal, pero sólo para convertirnos en personas libres. Una persona libre es aquella que no recibe órdenes de nadie, es un ideal de la ilustración. A propósito, la idea no surgió del radicalismo europeo, estos eran trabajadores en Lowell, Massachussets, un par de kilómetros al norte de donde estamos. Hasta se escribieron editoriales sobre esto en el New York Times en aquel tiempo. Hizo falta mucho tiempo para inculcar a la gente la idea de que es legítimo alquilarse a otros. Desgraciadamente hoy en día esta muy aceptado. Esto es opresión interiorizada. Cualquier persona que piense que es legítimo ser un trabajador asalariado esta interiorizando opresión de un modo que hubiera parecido intolerable a la gente de los molinos hace 150 años.
Tomemos las manifestaciones de Washington para cancelar la deuda. Correcto, se debería cancelar la deuda. Pero también hay que darse cuenta - mucha gente ya lo ha hecho - que la forma de las protestas y las objeciones por parte de los países pobres están interiorizando una forma de opresión que no se debería aceptar. Están diciendo que la deuda existe. ¿Existe? No existe como un hecho económico, sólo como una construcción ideológica. De nuevo, esto es opresión interiorizada. Y no terminaríamos nunca. Tal y como Biko dijo, es un éxito tremendo por parte de los opresores el inculcar sus presunciones como la manera en que uno ve las cosas que suceden en el mundo. A veces se hace de un modo totalmente consciente, como es el caso de la industria de las relaciones públicas. Otras veces, es una especie de rutina, la manera como uno vive. Liberarnos de todas estas preconcepciones y perspectivas significaría un paso enorme hacia el vencimiento de la opresión.
DB: Discuta el papel de los intelectuales en esta ecuación. Hoy en día se habla mucho de los intelectuales públicos. Este término, ¿significa algo para usted?
NC: Es una idea antigua. Los intelectuales públicos son supuestamente quienes tienen que presentar los valores, principios y comprensión. Fueron los intelectuales públicos los que se enorgullecieron al involucrar los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Démonos cuenta de quienes eran. Walter Lippmann era uno de ellos, pero Eugene Debs no. De hecho, estaba en prisión, ya que el vengativo Woodrow Wilson rehusó concederle amnistía mientras muchos otros la recibieron por navidad. ¿Por qué motivo no era Eugene Debs un intelectual público? Porque era un intelectual que estaba de parte de los pobres y los trabajadores, era el líder del movimiento laborista en los Estados Unidos. Fue candidato a la presidencia, y aunque se encontraba fuera del principal sistema político, obtuvo muchos votos. Contó verdades sobre la Primera Guerra Mundial, y por este motivo fue encarcelado. Si nos fijamos en lo que dijo, veremos que es bastante acertado. Por otro lado, Walter Lippmann, que formaba parte de la agencia de propaganda, la comisión Creel, y que más tarde explicaría en sus ensayos progresistas sobre democracia el porque las multitudes desconcertadas tenían que ser espectadores y no participantes, y otras cosas por el estilo, sí que es un intelectual publico, de hecho, uno de los líderes intelectuales públicos del siglo XX en los Estados Unidos. Siempre es así en general. Los intelectuales públicos son los que se consideran aceptables dentro del espectro de alguna corriente principal presentando ideas, defendiendo valores. A veces lo que hacen no está mal, a lo mejor hasta está muy bien. Pero si tomamos la intervención humanitaria de nuevo, veremos que los que no aceptan los principios, las asunciones, raramente son calificados de intelectuales públicos, no importa lo famosos que sean. Por ejemplo, Bertrand Russell, que bajo cualquier criterio es una de las figuras intelectuales más importantes del siglo XX, fue uno de los pocos que se opuso a la Primera Guerra Mundial, y por eso fue difamado y acabó en prisión, igual que sus colegas alemanes. A partir de los años cincuenta, especialmente en los Estados Unidos, fue duramente criticado y acusado de ser un viejo loco antiamericano. ¿Por qué? El motivo es que defendía valores que otros intelectuales aceptaban, pero con la diferencia que él estaba tomando medidas. Por ejemplo, Russell y Einsten, para citar otro intelectual importante, estaban de acuerdo en temas como el de las armas nucleares, creían que podían destruir las especias. Firmaron declaraciones similares, hasta alguna de conjunta, creo. Pero luego reaccionaron de un modo distinto. Einstein volvió a su despacho del Instituto para Estudios Avanzados en Princeton y siguió trabajando en teorías de campo unificadas. Russell salió a la calle. Participó en las manifestaciones contra las armas nucleares, se opuso a la guerra del Vietnam ya desde un principio, cuando la oposición publica era casi inexistente. Intentó cambiar cosas, organizó un tribunal, manifestaciones. Por eso fue denunciado. Al contrario de Einstein, que era un figura santa. Básicamente tenían la misma postura, pero Einstein no alborotó el gallinero. Estas cosas siempre son así. Russell fue duramente criticado por el New York Times, por Dean Rusk y otros en los años sesenta. No era considerado un intelectual público, sólo un viejo loco. Un buen libro sobre esto es 'Bertrand Russell´s America', publicado por South End Press.
DB: Usted se ha puesto a la disposición de varios grupos en todo el país, desde colaboraciones con la Red de Acción del Timor del Este hasta una conferencia que va a dar próximamente sobre la Movilización de Boston para la Supervivencia. Tomó esta decisión muy temprano. ¿Cómo es que otros intelectuales no se involucran en política?
NC: La gente tiene sus propias razones. Presuntamente el motivo por el que muchos no lo hacen es porque piensan que están haciendo lo correcto. Estoy seguro de que muchos de los que dan apoyo a actos atroces de poder y privilegio, creen y se convencen a sí mismos que están haciendo lo correcto, que no es nada difícil. De hecho, una técnica corriente de formación de creencias consiste en hacer algo en interés de uno mismo y construir un entorno en el que lo hecho es lo correcto. Todos lo sabemos por experiencia propia, nadie es tan santo de no haberlo hecho de forma ilegítima varias veces. Siempre conseguimos construir un entorno que no diga 'Sí, esto es lo correcto y va a ser positivo'. A veces las conclusiones son correctas, no siempre es ilusión. Pero es muy fácil caer en el engaño cuando nos conviene.
DB: ¿Y cuando la cultura y los medios de comunicación lo alaban?
NC: Es una ventaja. Si te convences, o si de un modo cínico decides jugar de acuerdo con las reglas oficiales, sacas provecho. Por lo contrario, si no te adhieres a las reglas oficiales y sigues el camino de Bertrand Rusell, eres un objetivo. En algunos estados te pueden matar. Si se trata de un estado cliente de los Estados Unidos, te matan. Acabamos de pasar el vigésimo aniversario del asesinato del arzobispo de El Salvador Oscar Romero. Era un arzobispo conservador que intentó ser la voz de los que no tenían, por eso fue asesinado por las fuerzas americanas. David Peterson, que es una fuente inapreciable, hizo un análisis de bases de datos muy interesante. Prácticamente no salió nada en la prensa nacional, sólo Los Angeles Times publicó la información, ya que Los Angeles tiene la mayor comunidad salvadoreña del país y el arzobispo Romero era una especie de santo, por eso publicaron un par de artículos. Pero por lo demás, silencio.
En noviembre fue el aniversario del asesinato por las fuerzas americanas en el Salvador de seis intelectuales jesuitas destacados de América Latina. Fue parte de una masacre a gran escala, pero los jesuitas fueron asesinados de una manera especialmente brutal. Si hace diez anos las fuerzas rusas hubieran volado los sesos a Vaclev Havel y media docena más de intelectuales checos, el aniversario se hubiera celebrado y alguien sabría sus nombres. Pero en este caso David Peterson hizo un análisis de los medios de comunicación y no encontró prácticamente nada, sus nombres no fueron mencionados en la prensa americana. Aparte de los seis intelectuales jesuitas, la asistenta y su hija de quince anos también fueron asesinadas.
Y centenares más murieron asesinados sin que sus nombres hayan salido nunca a la luz pública. El hecho de que nadie sepa los nombres de los intelectuales salvadoreños asesinados es intrigante e instructivo. Si preguntamos a los intelectuales públicos o a nuestros amigos cultos si pueden darnos el nombre de alguno de ellos, raramente obtendremos una respuesta. Eran personajes notables, uno era el rector de una universidad destacada. Hay gente que sí sabe quienes eran, personas involucradas en actos solidarios para América Central. Pero no eran conocidos. Nada como lo que sabemos de los disidentes de la Europa del este. Estos sí son conocidos, todo el mundo sabe sus nombres, lee sus libros y les alaba. De hecho sufrieron represión. Pero en el periodo post Stalin no fue nada remotamente parecido al trato al que por norma son sujetos los disidentes de los dominios norteamericanos. Es una reacción muy instructiva.
En realidad la cosa empeora. Poco después de que fueran asesinados, Vaclav Havel viajó a Washington para dar un discurso en una sesión conjunta del Congreso, en el que alabó a los defensores de la libertad, quienes de hecho eran responsables del reciente asesinato de sus colegas. Esto comportó una reacción eufórica en las editoriales del Washington Post, sobre el 'por qué no podemos tener intelectuales magníficos como este, que vengan y nos alaben como los defensores de la libertad'. Anthony Lewis escribió sobre como vivimos en una época romántica. Es bastante interesante. Luego paso el décimo aniversario y por supuesto nadie lo recordó. El vigésimo aniversario del arzobispo Romero, olvidado
¿Qué sucede si eres un disidente intelectual en nuestros dominios? En las sociedades ricas, Estados Unidos e Inglaterra, no eres asesinado. Si eres un líder negro, a lo mejor sí, pero los relativamente privilegiados están a salvo de la represión violenta. Por otro lado, hay otras reacciones que no gustan a mucha gente. De hecho, la única manera de continuar haciéndolo es que no te importe. Por ejemplo, si uno desprecia la corriente principal de intelectuales pero le da igual, no hay ningún peligro. Pero si quieres ser aceptado por dicha comunidad, si quieres que te alaben, que critiquen tus libros y que te digan lo brillante que eres, y conseguir un buen puesto de trabajo, no es recomendable ser un disidente. No es imposible, ya que en nuestra sociedad hay suficiente vaguedad para que esto ocurra, pero no es fácil. Los dos podemos nombrar a muchos que simplemente fueron expulsados del sistema porque su trabajo era demasiado honesto. Esto bloquea el acceso. No es lo mismo que si te vuelan los sesos o te meten en prisión, pero no es agradable.

3- Escapar de las ortodoxias

DB: Hable de maneras concretas de liberar la mente de las ortodoxias. Tomemos, por ejemplo, la intervención humanitaria.
NC: La intervención humanitaria es una ortodoxia, y se da por supuesto que es humanitaria porque nuestros líderes lo dicen. Pero se puede comprobar, podemos consultar la historia de la intervención humanitaria, y descubriremos que prácticamente todo uso de la fuerza militar es descrito como intervención humanitaria. No espero que la gente tenga tiempo de mirarse el repertorio de jurisprudencia internacional, pero si alguien lo hace verá que, en efecto, la intervención humanitaria es casi universal, si con eso nos referimos a la razón que los líderes dan cuando hacen uso de la fuerza. Sean Murphy, editor del American Journal of International Law (Diario Americano de Derecho Internacional), ha escrito el principal estudio académico reciente de intervención humanitaria, Humanitarian Intervention: the UN in an Evolving World Order (Intervención Humanitaria: las Naciones Unidas en un orden mundial giratorio). Nos indica, correctamente, que antes de la segunda guerra mundial, en 1928, existía el pacto Kellogg-Briand, que prohibía la guerra. Entre este pacto y la Carta de las Naciones Unidas en 1945 encontramos tres ejemplos importantes de intervención humanitaria. El primero es la invasión japonesa en Manchuria y el norte de China, el segundo es la invasión de Mussolini en Etiopía y el último es la toma de poder de Hitler en Sudetenland, todos acompañados de rebosante e impresionante retórica humanitaria, que como de costumbre no era del todo falsa. Hasta la propaganda más vulgar contiene elementos verdaderos. De hecho, la propaganda fue similar en su retórica a la de otras llamadas intervenciones humanitarias, e igualmente plausible. Además hay que fijarse en otras cosas, en la reacción de los Estados Unidos, por ejemplo. Parte de ella es pública, pero hay partes que pertenecen al informe interno, actualmente parcialmente desclasificado. La reacción se llama comúnmente apaciguamiento. Pero es un poco engañoso, ya que da la impresión de que se rebajaron ante los tiranos. No nos da a entender que de hecho la reacción fue de aprobación y soporte, y que cuando fue crítica, lo fue en aspectos menores. Esto es lo que yo escribí hace más de treinta años sobre la invasión japonesa de Manchuria y el norte de China, y como se trataba de informes públicos, la reacción de los Estados Unidos fue 'no nos gusta, pero nos da igual, mientras los intereses económicos americanos en China queden garantizados'. El embajador de los Estados Unidos, Joseph Grew, un personaje muy influyente en la política asiática de la administración de Roosevelt, en 1939 ridiculizó la idea de que los japoneses eran los grandes tiranos y los chinos los oprimidos. Para entonces ya habían tenido lugar enormes atrocidades, como la masacre de Nanking. Grew dijo que el único problema era que los japoneses no estaban protegiendo los intereses de los Estados Unidos en China. Si lo hicieran, no habría ningún problema. Al mismo tiempo, Cordell Hull, secretario de estado de Roosevelt dijo que se podría llegar a un modus vivendi con Japón si estos últimos protegieran los intereses comerciales de los Estados Unidos en China. El hecho de que hubieran masacrado a doscientas mil personas era otro tema.
Lo mismo pasó con Mussolini. Hubo un apoyo excepcional. El departamento de estado aclamó a Mussolini por sus magníficos éxitos en Etiopía y también por sus logros en aumentar el nivel de las masas en Italia. Esto fue en los años treinta, varios años después de la invasión. El mismo Roosevelt describió a Mussolini como 'ese admirable caballero italiano'. En 1939 alabó el experimento fascista en Italia, como hicieron muchos otros, esto no es una critica a Roosevelt en particular, y dijo que Hitler lo había corrompido, pero que aparte de esto había sido un buen experimento. ¿Y por lo que se refiere a la invasión de Hitler de Sudetenland en 1938? Uno de los principales asesores de Roosevelt era A. A. Berle, quien dijo que no había nada de alarmante en la conquista, ya que probablemente era necesario que el imperio austriaco fuera reconstituido bajo el poder alemán. El departamento de estado, internamente, dio un apoyo mucho mayor a Hitler, por motivos interesantes. Hitler era un representante del ala moderada del partido nazi, entre los extremos de la derecha y la izquierda. En 1937 la división europea del departamento de estado declaro que el fascismo tenia que triunfar o sino las masas insatisfechas, con el ejemplo de la revolución rusa ante ellas, se inclinarían hacia la izquierda para juntarse con la clase media desilusionada. Esto supondría una gran tragedia. Démonos cuenta que estamos hablando de los años treinta, que aún no había ninguna preocupación por la agresión rusa. Es un comentario típico, es la manera como todos los monstruos son descritos, como moderados entre los extremos de la derecha y la izquierda, y hay que darles apoyo, sino vamos mal. Hay un comentario famoso de John F. Kennedy sobre Trujillo, relatado por Arthur Schlesinger, historiador liberal y ayudante de Kennedy. Kennedy dijo algo así como 'Trujillo no nos gusta, es un gangster asesino. Pero mientras no nos podamos asegurar de que no habrá un Castro, tenemos que dar apoyo a Trujillo'. Recordemos como Castro era considerado en aquella época, lo sabemos gracias a la información desclasificada. Kennedy se iba a centrar en América latina, tenia una misión, que incluía a Arthur Schlesinger, quien iba a transmitir las conclusiones de la misión a Kennedy. Por supuesto que hablaron de Cuba. Schlesinger dijo que el problema de Cuba era la expansión de la idea de Castro de tomar las cosas por la cuenta de uno mismo. Más tarde explicó que esta idea tenía un gran atractivo para los pobres y los oprimidos de América latina, que se podían inspirar con el ejemplo de la revolución de Cuba. Esta era la amenaza cubana. Schlesinger también mencionó la amenaza soviética. Había que detenerlo. Dijo que la unión soviética se estaba desmarcando, ofreciendo prestamos para el desarrollo y presentándose como modelo para alcanzar la modernización en una sola generación. Estas eran las amenazas cubana y soviética. Es la misma razón que el departamento de estado dio cuando apoyó a Hitler en los años treinta, y en muchos otros casos. La amenaza de un buen ejemplo, a veces llamada el efecto del virus. El virus del nacionalismo independiente puede tener éxito y inspirar a otros. De hecho, la guerra del Vietnam empezó del mismo modo.
DB: Hubo un comentario atribuido a FD Roosevelt sobre un dictador latinoamericano, creo que Somoza. Puede que sea un HDP, pero es nuestro HDP.
NC: Erróneamente atribuido, pero la idea es correcta.
DB: Hablando de la Alemania nazi, Goebbels una vez dijo 'No seria imposible demostrar, con suficiente repetición y conocimiento psicológico de la gente involucrada, que un cuadrado es de hecho un círculo. Son sólo palabras, y las palabras se pueden moldear hasta que visten ideas y las disfrazan'.
NC: Goebbels sacó esta idea, al igual que Hitler, de la práctica de las democracias. Les impresionó mucho. Hitler en particular habló de los éxitos de la propaganda angloamericana durante la Primera Guerra Mundial y tuvo la impresión, no sin motivos, que esta fue en parte la causa por la cual Alemania perdió la guerra. No pudo competir con los vastos esfuerzos de propaganda de las democracias. Gran Bretaña tenía un ministerio de información, el propósito del cual era, como dijeron sus líderes, controlar el pensamiento del mundo, y en particular el de los intelectuales americanos liberales. Recordemos las circunstancias. Gran Bretaña tenia que involucrar a los Estados Unidos en la guerra, sino no la iba a ganar. Esto significaba que tenía que apelar a los sectores cultos de los Estados unidos y ponerlos de su parte, cosa que consiguió. Si leemos lo que el círculo de John Dewey produjo sobre la Primera Guerra Mundial, me sabe mal decirlo, veremos que es muy similar al coro de auto adulación que círculos similares produjeron durante el bombardeo de Yugoslavia el año pasado, lleno de alabanzas a su propia ilustración. Eran muy partidarios de la guerra de Wilson, y la población no. De hecho Wilson fue elegido en una especie de programa pacifista. Paz sin victoria, este fue su eslogan. Inmediatamente trató de convertir a la población en belicistas delirantes, cosa que consiguió a través de la propaganda. Pero los sectores cultos, especialmente los progresistas liberales, se enorgullecieron públicamente, por ejemplo, en The New Republic, el periódico principal, del hecho que esta era la primera guerra en la historia no debida a la conquista militar o a obtusos motivos económicos, sino sólo a valores, y que había sido conducida por los sectores cultos quienes habían comprendido el motivo y habían llevado el pueblo a la guerra. Se trataba de una nueva era en la historia de la humanidad. Por cierto, es lo mismo que escuchamos el año pasado en Yugoslavia. La primera guerra hecha por principios y valores. Somos un estado ilustrado. Hubo un coro enorme de auto alabanzas. Nada nuevo, muy similar a la Primera Guerra Mundial. En aquel tiempo, los sectores cultos americanos nos transmitían historias sobre las atrocidades de los hunos, que cortaban los brazos de los recién nacidos belgas. Como en la mayoría de propaganda, había un poco de verdad en ellas, pero resultó ser en gran parte una fabricación. La situación no era nada atractiva, pero no era lo que se nos presentaba. Uno de los pocos que resistió fue Randolph Bourne, quien había formado parte del círculo de Dewey pero que había sido más o menos expulsado, excluido de toda participación, porque contaba la verdad, lo que más tarde se reconocería como la verdad, sobre los motivos reales de la guerra y el porqué Wilson quería involucrar a los Estados Unidos. Esto no era aceptable, al igual que no es aceptable aquí y ahora. De hecho la similitud es extraordinaria, así como el estilo y el nivel intelectual y moral de la defensa de la ortodoxia. Vale la pena fijarse en estas cosas si uno quiere analizar la intervención humanitaria.
Así pues, los británicos tenían el ministerio de información, y los Estados Unidos el comité de información publica, la comisión Creel, que estaba formada mayoritariamente por liberales como Walter Lippmann y Edward Bernays. Este último fue el fundador de la industria de las relaciones públicas. Tuvieron éxito. Ellos mismos se quedaron impresionados con su propio éxito al convertir rápidamente una población pacifista en extremistas fanáticos antialemanes. Había una histeria real hacia los alemanes. Fue todo muy efectivo. Varios grupos se quedaron muy impresionados, entre ellos los intelectuales progresistas. Estos son los antecedentes de las teorías sociales y políticas que surgieron de la mayoría de círculos progresistas en los años veinte,. Es parte del fundamento de las ciencias políticas modernas y de la industria de las relaciones públicas y los medios de comunicación. La nueva percepción, el nuevo arte de la democracia, es que hay maneras, tal y como dijo Bernays, de reglamentar la mente de los hombres del mismo modo que el ejército reglamenta los cuerpos, y deberíamos hacerlo. Porque nosotros somos los buenos y los listos, y ellos son estúpidos e ignorantes, y en consecuencia tenemos que controlarles por su propio bien. Y podemos hacerlo porque poseemos estas nuevas técnicas maravillosas de la propaganda. En aquel tiempo se llamaba honestamente propaganda. El libro de Bernays se llama Propaganda. Y el de Lippmann, y el de Harold Lasswell, y el de Reinhold Niebhur, la lista no tiene fin. Otro grupo que quedó impresionado fue el de los líderes de negocios. Aquí es donde pasaría la gran explosión y la enorme industria de publicidad y relaciones públicas. Y sus líderes fueron de nuevo bastante francos. Tenemos que imponer a la gente una filosofía de futilidad, y asegurarnos que se concentran en las cosas superficiales de la vida, como el consumo de moda. Tienen que buscar lo que llamaron caprichos, necesidades inventadas. Nosotros creamos las necesidades y luego hacemos que ellos pongan su atención en ellas, y así ya no nos molestan. No es difícil ver las consecuencias años más tarde. Esto no era nuevo. Estas ideas empezaron con la revolución industrial, pero a partir de los años veinte fue en aumento. Estas son las enormes industrias de dominio y control. Otros que quedaron impresionados fueron los que se convertirían en nazis, quienes reconocieron, tal y como Hitler lo discute creo que en Mein Kampf, que los alemanes simplemente no podían competir con la propaganda angloamericana. Y la próxima vez, dijo, estaremos preparados con nuestra propia propaganda. Estos son los antecedentes de la cita de Goebbels. Sí, lo reconocieron, y lo recibieron de una buena fuente, las democracias.
Que por cierto, no es nada sorprendente. Es de esperar que estas ideas se desarrollaran en las democracias. Porque en las democracias hay que controlar la mente de la gente. No se les puede controlar con la fuerza. Hay una capacidad limitada de controlarles con la fuerza, y como tienen que ser controlados y marginalizados, ser espectadores de la acción, no participantes, tal y como dijo Lippmann, hay que recurrir a la propaganda. Esto se entendió perfectamente y de una manera totalmente consciente, fue una reacción razonable, que se remonta al siglo XVII, con la primera revolución democrática
Znet.
Traducción para Rebelión: Marta Negro

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