Documentos de Noam Chomsky
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No
conozco ningún pensamiento nuevo
particularmente interesante.
diciembre
de 1993
En
esta entrevista Chomsky habla de la relación entre su producción
académica y su postura política, así como de
los libertario en Europa oriental y Estados Unidos. Conviene hacer
aquí una salvedad, pues en este último país,
como ocurre en otros casos del vocabulario político (la noción
de "liberal", por ejemplo), el adjetivo "libertario" tiene una acepción
bastante diferente de la europea; la voz inglesa libertarian posee
un sentido mucho menos marcado y abarca un abanico de movimentos,
algunos de ellos conservadores. Es así como el propio Chomsky
puede reclamarse heredero de un pensamiento "libertario" que incluye
a A. Smith o S. Mill (en estos últimos casos quizá hablaríamos
de liberalismo radical).
-¿Qué conexiones hay entre su producción académica
e intelectual en el ámbito de la lingüística y
sus opiniones políticas?
Las conexiones pueden
ser de muchas clases. Históricas, no hay ninguna. Mis opiniones
políticas estaban ya tomando forma mucho antes de que oyera
hablar de lingüística, y la que estudié en años
posteriores en la universidad era una especie de tecnología
descriptiva con , en mi opinión, pocas implicaciones más
amplias. En los diversos movimientos estructuralistas fueron frecuentes
los intentos de ensanchar esas ideas, pero el resultado de todo eso
es, creo, muy débil y poco convincente; en cualquier caso,
no tuvo ninguna influencia sobre mí. En cuanto a las conexiones
lógicas, tampoco hay ninguna, por lo que yo veo. Hay, no obstante,
algunos vínculos más tenues y abstractos cuya pista
puede rastrearse hasta la Ilustración, cuando pensadores como
Rousseau y Humboldt intentaron relacionar las cuestiones de la libertad
y las raíces del conocimiento, la acción y la comprensión
humanos; en particular, en conexión con el lenguaje. He escrito
alguna vez sobre estas interesantes y sugerentes ideas.
Hablando en términos
generales, no nos cabe otra opción que tomar posiciones sobre
cuestiones políticas; ya seamos revolucionarios, reformistas,
partidarios del statu quo o simplemente apáticos, adoptando
en este último caso una postura política según
la cual el destino de los seres humnos no es asunto nuestro. Cada
una de estas posiciones está basada en algunas creencias, quizá
sólo tácitas, sobre las consecuencias humanas de la
postura adoptada y su importancia. Una persona seria y racional intentará,
en la medida de lo posible, basar en los hechos tales creencias. Sabemos
demasiado poco de los humanos como para ser capaces de lograrlo con
cierto grado de confianza, pero al menos podemos intentarlo. Podemos
intentar desarrollar nuestras creencias de un modo que permita someterlas
al pensamiento, el análisis, la crítica y el cuestionamiento.
En última instancia, esas creencias sobre la naturaleza humana
y los modos en que se manifiesta (quizá dañada o desvirtuada)
en instituciones y circunstancias sociales específicas.
Las actitudes libertarias
se basarán (e, históricamente, se ha basado) en la creencia
de que, en la naturaleza humana, es esencial una especie de "instinto
de libertad", un deseo de estar libre, de cualquier autoridad externa
arbitraria, de ser capaz de ejercitar las propias capacidades para
preguntar, crear, comprender, jugar, etc., por medio de una elección
libre y en libre asociación con otros. El mundo es complejo
y esos "instintos" (en caso de que sean reales) no agotan el espacio
de la acción social moral y responsable exigida por todo tipo
de compromisos y adaptaciones. Pero quienes son serios en su critica
a la autoridad y a la jerarquía deben asumir que semejante
conjunto de necesidades y derechos se encuentra en el centro de la
naturaleza humana.
Sobre estos temas sabemos
pocas cosas y, por lo tanto, dependemos en gran medida de la intuición,
la experiencia... y las esperanzas. Pero en el terreno cognitivo sabemos
algo, y lo que sabemos nos dice que los aspectos más distintivos
de la inteligencia humana, en especial la capacidad del lenguaje,
están enraizados en unos mecanismos notables, únicos
en los humanos, que sepamos, que proporcionan los medios para lo que
a veces se ha llamado "el aspecto creativo del uso del lenguaje":
el uso normal del lenguaje para expresar los propios pensamientos
en un modo ilimitado en amplitud, gratuito en apariencia aunque coherente
y apropiado, así como evocador en el oyente de pensamientos
que podían haberse expresado de modo similar. Para los cartesianos,
estas propiedades eran la prueba más clara de que otra criatura
tiene una mente como la nuestra. Estamos lejos de comprenderlas bien,
pero al menos sabemos algo de ellas. Y es posible que una mayor comprensión
conduzca al establecimiento de lazos con otros aspectosde la acción
libre y creativa y sus raíces en la naturaleza humana, quizá
incluso a los rudimentos de una teoría social libertaria basada
en alguna comprensión real de la naturaleza humana.
Estas perspectivas son
remotas, pero algunas de las cuestiones parecen estar en el horizonte
de preguntas, y hay sugerentes ideas sobre cómo podría
desarrollarse. Si esta vía logra seguirse de modo productivo,
podría ser posible elaborar ciertos lazos entre lenguaje y
libertad, del tipo quizá de los que ha dado lugar a una especulación
interesante desde, por lo menos, la Ilustración.
Me gustaría subrayar
de nuevo que toda posición política (y no podemos evitar
la adopción de semejantes posiciones) se basa en, como mínimo,
suposiciones tácitas sobre la naturaleza humana. Tenemos que
ser lo más claros posible sobre la cuestión, aunque
sólo sea para que los demás puedan interpretar de modo
adecuado nuestra postura. Lo que acabo de apuntar brevemente es uno
de esos puntos de vista que hay que desarrollar y valorar junto con
otros. Quienes creen que no están adoptando algunos de estos
puntos de vista se engañan a sí mismos.
-¿Cuáles son las perspectivas generales para el anarquismo
tras el fin de los regímenes posestalinistas de Europa oriental?
Las perspectivas han
mejorado muchísimo, como mejoraron tras el colapso del fascismo.
La caída de cualquier sistema de tiranía y dominación
mejora las perspectivas de libertad. Sin embargo, debemos reconocer
que las fuerzas dominantes de la sociedad global no pretenden ensanchar
el ámbito de la libertad. Más bien, su objetivo es,
y ha sido durante setenta años, devolver Europa oriental a
su papel de servicio tradicional, una especie de "latinoamericanización"
de la región. Esto es exactamente lo que estamos presenciando,
y también lo que se ha predicho. La antigua "nomenklatura"
se está colocando felizmente en posición de asumir el
papel de las elites del tercer mundo, que se enriquecen por medio
de su asociación con los amos extranjeros mientras la población
se hunde en el sufrimiento y la miseria. Las perspectivas de libertad
quizá existan, pero no se realizarán sin lucha, ni en
Europa oriental ni en cualquier otra parte.
-En Estados Unidos, "libertarios" significa algo diferente que aquí.
¿Cómo los definiría? ¿Cuál es su posición
respecto a ellos?
La sociedad estadounidense
es una sociedad poco común en muchos aspectos. Goza de privilegios
únicos. Tras el exterminio o el desplazamiento de la población
nativa, los colonos que llegaron pudieron disponer de ingentes riquezas.
Estados Unidos sigue siendo el país más rico del mundo,
con ventajas incomparables. El hecho de que ocupe una posición
bastante rezagada entre las sociedades industriales en los índices
de bienestar social es sólo uno de los múltiples signos
de las catastróficas consecuencias humanas del capitalismo.
En las sociedades ricas no existe un verdadero sistema capitalista
porque los propietarios y gestores exigen ser defendidos de sus estragos,
pero sus elementos pueden encontrarse en diversos grados. Estados
Unidos se sitúa hacia el extremo capitalista del espectro capitalista
estatal, y los costos sociales son obvios. Si bien es, en muchos aspectos,
la sociedad más libre del mundo, es también excepcional
por el indiscutido poder y dominio de las clases empresariales, que
siempre han tenido una elevada conciencia de clase y han sabido que
deben luchar una continua y amarga guerra de clases para impedir que
la pobalción en general haga uso de las libertades conquistadas.
La clase intelectual, como cabría esperar, sirve en gran medida
estos intereses, de modo que el espectro de la ideología articulada
tiene una tendencia bastante marcada hacia la derecha. Esto es cierto,
en particular, del pensamiento libertario. En Estados Unidos, de forma
diferente del resto del mundo, los "libertarios" (liberales) son abogados
del capitalismo puro, abarcan desde los friedmanistas que creen que
la labor del gobierno es satisfacer las necesidades de los ricos (por
supuesto, lo dicen de otras formas) hasta los "libertarios" más
extremos que se oponen a carreteras, escuelas y a cualquier acción
social que viole la libertad de enriquecerse.
Hago de nuevo incapié
en que los propietarios y gestores de la sociedad no tolerarían
jamás ni por un momento formas capitalistas y que siempre han
recurrido a la fuerza estatal para protegerse, regular mercados revueltos,
garantizar un subsidio público y un mercado apoyado estatalmente
para el exceso de producción e incrementar de otras muchas
formas sus riquezas y privilegios. Pero las ideología libertarias
son, no obstante, útiles. La doctrina anarcocapitalista puede
utilizarse como un arma contra el gasto social que podría beneficiar
a la población en general , aunque en seguida se deja de lado
cuando se trata de otorgar subsidios a la industria de alta tecnología
a través del sistema del Pentágono, aplastar la independencia
del Tercer Mundo de modo que se disponga de mano de obra y recursos
baratos para las necesidades de los inversores ricos, etc. En cierta
forma en gran medida parecida, las sociedades ricas del mundo imponen
al Sur las doctrinas del fundamentalismo del FMI, que ellas mismas
han rechazado siempre, y que siguen rechazando, razón por la
cual son ricas y prósperas.
En cuanto a mi relación
con los libertarios estadounidenses, es compleja. Tengo muchos buenos
amigos en esos grupos y hay una gama compartida de creencias, convicciones
y principios morales; no hablo de los cínicos puros, que utilizan
esas ideas como ariete contra otros, sino de personas que las toman
en serio (de forma equivocada en mi opinión). De modo más
específico, tendemos a estar de acuerdo acerca de la violencia
estatal. Durante algunos años, los únicos periódicos
en los que pude publicar en Estados Unidos fueron los libertarios
de derecha. No bstante, disentimos al tratar temas más fundamentales
y, a menudo, en cuestiones políticas.
En mi opinión el
libertarismo derechista y, en general, el capitalismo librecambista
doctrinalmente de moda son una burda perversión del pensamiento
liberal clásico, despojado del contenido intelectual y moral
esencial y, a menudo, completamente desvirtuado (es destino de Adam
Smith en el sistema doctrinal es un buen ejemplo). El liberalismo
clásico se fundaba en las doctrinas sobre la libertad humana
a las que he aludido antes. Se oponía al poder arbitrario y
la coersión representados, en aquella época, por el
Estado absolutista, es sistema feudal, la autoridad religiosa, los
imperios mercantiles apoyados por el Estado, etc. En tiempos posteriores,
surgieron nuevas formas de poder centralizado, en especial el sistema
industrial-financiero corporativo, un conjunto de instituciones cuya
estructura interna es completamente totalitaria, en las que las órdenesvan
de arriba a abajo y que dejan a los individuos la elexxión
de alquilarse a los amos o morir de hambre. Además, estas instituciones
han acumulado un poser sin precedentes que les ha permitido socavar
las instituciones democráticas, aislar y marginar a la población,
controlar el sistema ideológico y utilizarlo para sus propósitos,
etcétera. Nos enfrentamos ahora a una nueva etapa del proceso,
a medida que toma forma un gobierno mundial de facto que refleja los
intereses de las compañías transnacionales y las instituciones
financieras que dominan la economía mundial, un gobierno situado
más allá de la influencia y de la conciencia, incluso,
del público en general.
Sin duda hay y siempre
ha habido contratendencias. Pero lo que digo es que, si aplicamos
a la era moderna el pensamiento básico del liberalismo clásico,
acabaremos fuertemente enfrentados a estos nuevoos sistemas de poder
y dominación e intentaremos superarlos y disolverlos para ampliar
el reino de la libertad. Los herederos de liberalismo clásico
son, en mi opinión, los socialistas libertarios. Enesto, es
obvio, disiento de modo radical del libertarismo capitalista estadounidense,
que, de realizarse, daría lugar a un sistema de tiranía,
opresión, miseria y odio mutuo más allá de lo
concebible. Por fortuna, nohay posibilidades de que semejantes doctrinas
lleguen a realizarse, porque los amos nunca lo permitirían,
por las razones explicadas hace años por Karl Polany y otros.
-¿Cuáles son hoy, en la actual situación político-económica,
los principales ejes sociales e ideológicos de resistencia?
-Con la aceleración
que se ha producido en los últimos veinte años en la
globalización de la economía se hace cada vez más
posible que las compañías industriales trasladen la
producción a zonas de elevada represión y bajos salarios
y que recurran a una aplicación de lo más selectivo
de la doctrina neoliberal para destruir los valores comunitarios,
las normas medioambientales y la vida humana en general.Una conseecuencia
es que las propias sociedades industriales estás empezando
a adoptar ciertos aspectos del Tercer mundo, desplazándose
hacia el modelo tercermundista dual, con islas de extrema riqueza
y privilegio en un mar de miseria y desesperación. Podemos
ver estos procesos en Estados Unidos, en muchos aspectos la sociedad
industrial más avanzada con las clases empresariales más
sofisticadas. Europa, en mi opinión, no le va demasiado a la
zaga. Gran parte de la población va a volverse superflua en
términos de producción de riqueza, y se necesitarán
muchos menos que antes en términos de mercado. De la producción
pueden encargarse los pobres sobrexplotados, y el mercado lo constituirán
los sectores ricos de las sociedades internacionales, pequeños
grupos del Tercer Mundo, en lugar de amplios sectores en las sociedades
más ricas.
No cabe duda de que hay
que resistir a estas tendencias. Esto significa, en primer lugar,
esfuerzos para invertir el notable deterioro de las formas democráticas
en las sociedades industriales, donde gran parte de la población
de ve cada vez más marginada y apartada de la participación
activa en la influencia de los asuntos públicos, e incluso
de su conocimiento. En los últimos treinta años en particular,
se ha producido un considerable incremento del nivel culturaly moral
entre la población general, en especial en estados unidos,
con una preocupación muchomayor por la opresión racista
y sexista, los derechos de las generaciones futuras (y los temas ecológicos
en general), más respeto por otras culturas, oposición
a la violencia estatal, todo lo cual se ha hecho tan fuerte que el
gobierno estadounidense ya no tiene el recurso a la intervención
clásica, y lo sabe muy bien. Sin embargo, estos acontecimientos
tienen escasa forma institucional. Deben convertirse en algo más
que pensamientos en las cabezas de personas aisladas, o que preocupaciones
de organizaciones de base muy locales y diseminadas. Existe el potencial
para grandes y eficaces movimientos sociales comprometidos con la
paz, la justicia y la verdad. Pero la realización de este potencial
no será tarea fácil.
Tomás
Ibañez, entrevista aparecida en El Canelo, nº 50, .