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              Visiones del Milenio y Visión Selectiva
               
               14 
              de abril de 2000 
 El 
              nuevo año comenzó con los refranes familiares, amplificados 
              por la numerología: un coro de auto-adulación, rumiaduras 
              sobre el mal incomprensible de nuestros enemigos y el recurso usual 
              a la amnesia colectiva para aplanar el camino. Siguen unas pocas 
              ilustraciones, que pueden sugerir el tipo de evaluación que 
              podía haber aparecido, si prevalecieran valores diferentes 
              en la cultura intelectual.
              Comencemos con la letanía familiar sobre los monstruos que 
              hemos confrontado a través del siglo y terminado por destruir, 
              un ritual que, por lo menos, posee el mérito de tener raíces 
              en la realidad. Sus terribles crímenes han sido registrados 
              en el "Libro Negro del Comunismo" por los intelectuales franceses 
              Stephane Courtois y otros, que acaba de ser traducido (al americano, 
              nota del traductor) y que es el tema de reseñas escandalizadas 
              durante la transición al nuevo milenio. La más seria 
              de éstas, que yo haya visto, es por el filósofo político 
              Alan Ryan, un distinguido erudito académico y comentador 
              social-demócrata, en la primera edición de este año 
              del New York Times Book Review (2 de enero). 
              El "Libro Negro" rompe, por fin, "el silencio sobre los horrores 
              del comunismo" escribe Ryan, "el silencio de gente que está 
              simplemente estupefacta por tanto sufrimiento absolutamente fútil, 
              sin sentido e inexplicable." Las revelaciones del libro, sin duda, 
              serán una sorpresa para aquellos que de alguna manera han 
              logrado permanecer inconscientes sobre el torrente de denuncias 
              amargas y revelaciones detalladas sobre "los horrores del comunismo" 
              que he estado leyendo desde mi infancia, especialmente en la literatura 
              de izquierda durante los últimos 80 años, sin hablar 
              del flujo permanente en los medios y los periódicos, películas, 
              bibliotecas inundadas con libros que van de la ficción a 
              la erudición...¾ todos incapaces de levantar el velo del 
              silencio. Pero dejemos eso a un lado.
              El "Libro Negro", escribe Ryan, tiene el estilo de un "ángel 
              registrador." Es una "acusación criminal" inexorable por 
              el asesinato de 100 millones de personas, " un recuento de las víctimas 
              de un colosal experimento, social, económico, político 
              y psicológico, totalmente fracasado." El mal total, irredento 
              por siquiera un indicio de logro en parte alguna, pone en ridículo 
              "la observación de que no se puede hacer una tortilla sin 
              romper los huevos." 
              La visión de nuestra propia magnificencia comparada con la 
              incomprensible monstruosidad del enemigo ¾ "la conspiración 
              monolítica y despiadada" (John F. Kennedy) dedicada a la 
              "obliteración total" de cualquier traza de decencia en el 
              mundo (Robert McNamara) ¾ recapitula en gran detalle la imaginería 
              del pasado medio siglo (en realidad, bastante más allá, 
              aunque los amigos y los enemigos cambian rápidamente, hasta 
              el presente.) Aparte de una vasta literatura publicada y de los 
              medios comerciales, es capturada vívidamente en el documento 
              interno NSC 68 de 1950, ampliamente reconocido como el documento 
              de fundación de la Guerra Fría, pero citado raramente, 
              tal vez por el embarazo ante la retórica frenética 
              e histérica de los respetados estadistas Dean Acheson y Paul 
              Nitze; para ver un ejemplo, véase mi comentario "Deterring 
              Democracy", cap. 1.
              El cuadro ha sido siempre extremadamente útil. Renovado una 
              vez más hoy en día, nos permite borrar por entero 
              todo el prontuario de horribles atrocidades cometidas por "nuestro 
              lado" en los años pasados. Después de todo, no son 
              nada si los comparamos con la gran maldad del enemigo. Por grande 
              que sea el crimen, fue "necesario" para confrontar a las fuerzas 
              de la oscuridad, finalmente reconocidas ahora por lo que fueron. 
              Podemos, por lo tanto, volver al cumplimiento de nuestra noble misión, 
              con un mínimo de arrepentimiento, aunque, como nos recordó 
              el corresponsal del "New York Times" Michael Wines en los rescoldos 
              del triunfo humanitario en Kosovo, no debemos dejar de ver algunas 
              "lecciones profundamente aleccionadoras": "la profunda división 
              ideológica entre un Mundo Nuevo idealista inclinado a terminar 
              con la inhumanidad y un Mundo Viejo igualmente fatalista sobre los 
              conflictos interminables." El enemigo era la encarnación 
              del mal total, pero incluso nuestros amigos tienen un largo camino 
              por delante hasta que puedan llegar a nuestras alturas mareantes. 
              De todas maneras, debemos marchar adelante "con manos limpias y 
              corazones puros," como corresponde a una Nación bajo Dios. 
              Y, crucialmente, podemos desechar, ridiculizándola, cualquier 
              investigación demente sobre las raíces institucionales 
              de los crímenes del sistema estado-corporación, simples 
              trivialidades que de manera alguna manchan la imagen del Bien contra 
              el Mal, y no nos enseñan lecciones, "profundamente aleccionadoras" 
              o no, sobre lo que ocurrirá en el futuro ¾ una posición 
              muy conveniente, por razones que son demasiado obvias para entrar 
              en más detalle.
              Como otros, Ryan, razonablemente, selecciona como Prueba A de la 
              acusación criminal las hambrunas chinas de 1958¾ 61, con 
              25¾ 40 millones de muertos, dice, una parte importante de los 100 
              millones de cadáveres que los "ángeles registradores" 
              atribuyen al "Comunismo" (sea lo que fuere, pero utilicemos el término 
              convencional.) La terrible atrocidad merece plenamente la severa 
              condena que ha recibido durante muchos años, que se renueva 
              aquí. Además, es correcto atribuir la hambruna al 
              Comunismo. Esta conclusión fue establecida con máxima 
              autoridad en el trabajo del economista Amartya Sen, cuya comparación 
              de la hambruna china con la trayectoria de la India democrática 
              recibió particular atención cuando ganó el 
              Premio Nobel hace algunos años.
              Escribiendo al principio de los años 80, Sen observó 
              que India no sufrió semejante hambruna. Atribuyó la 
              diferencia entre India y China al "sistema político de fiscalización 
              por el periodismo y la oposición" de India, mientras, por 
              lo contrario, el régimen totalitario de China sufrió 
              de "información errónea" que impidió una respuesta 
              seria, y hubo "poca presión política" de grupos de 
              oposición y un público informado. (Jean Dreze y Amartya 
              Sen, "Hambre y Acción Pública", 1989; estimaron las 
              muertes en 16,5 a 29,5 millones). El ejemplo es una "acusación 
              criminal" dramática contra el Comunismo totalitario, exactamente 
              como escribe Ryan. Pero, antes de cerrar el libro sobre la acusación, 
              podríamos echar una mirada hacia la otra mitad de la comparación 
              de India y China hecha por Sen, que de alguna manera pareciera que 
              nunca llega a la superficie a pesar del énfasis que puso 
              Sen.
              Señala que entre India y China hubieron "parecidos que eran 
              bastante impresionantes cuando comenzó la planificación 
              económica hace 50 años, incluyendo las tasas de mortalidad. 
              "Pero cabe poca duda de que en lo que respecta a la morbilidad, 
              mortalidad, y longevidad, China tiene una ventaja grande y decisiva 
              sobre India" (también en educación y en otros indicadores 
              sociales). Estima que el exceso de mortalidad en India sobre China 
              es de cerca 4 millones por año: "India parece arreglárselas 
              para llenar su armario con más esqueletos cada ocho años 
              que los que China colocó allí en sus años de 
              vergüenza," 1958¾ 1961 (Dreze y Sen). 
              En ambos casos, los resultados tienen que ver con las "predisposiciones 
              ideológicas" de los sistemas políticos: en el caso 
              de China, una distribución relativamente equitativa de los 
              recursos médicos, incluyendo los servicios de salud rurales 
              y la distribución pública de alimentos, todas cosas 
              que no existen en India. Esto fue antes de 1979, cuando "la tendencia 
              descendiente de la mortalidad (en China) ha sido, por lo menos, 
              detenida y posiblemente invertida" gracias a la reforma del mercado 
              instituida ese año.
              Venciendo a la amnesia, supongamos que ahora aplicáramos 
              la metodología del "Libro Negro" y sus reseñadores 
              a toda la historia, no sólo a la mitad doctrinalmente aceptable. 
              Por ello concluimos que en India el "experimento" democrático 
              capitalista desde 1947 ha causado más muertes que las ocurridas 
              en toda la historia del "colosal experimento, totalmente fracasado" 
              del Comunismo en todo el mundo desde 1917: más de 100 millones 
              de muertos hasta 1979, decenas de millones desde entonces, sólo 
              en India.
              La "acusación criminal" del "experimento democrático 
              capitalista" se hace más dura aún si consideramos 
              sus efectos después de la caída del Comunismo: millones 
              de cadáveres en Rusia, para tomar un caso, mientras Rusia 
              seguía la receta confiada del Banco Mundial de que "Los países 
              que liberalizan rápida y extensivamente se recuperan más 
              rápido [que aquellos que no lo hacen]," volviendo a algo 
              como lo que había sido, antes de la Primera Guerra Mundial, 
              un cuadro familiar a través de todo el "tercer mundo." Pero 
              "no se puede hacer una tortilla sin quebrar huevos", como hubiera 
              dicho Stalin. La acusación se vuelve mucho más dura 
              si se consideran las vastas áreas que permanecieron bajo 
              tutela occidental, produciendo un record verdaderamente "colosal" 
              y "sufrimientos absolutamente fútiles, sin sentido e inexplicables" 
              (Ryan). La acusación toma aún más fuerza si 
              agregamos a la cuenta los países devastados por los ataques 
              directos del poder occidental, y sus clientes, durante los mismos 
              años. No es necesario revisar la lista aquí, aunque 
              parece ser tan desconocida a la opinión respetable como lo 
              eran los crímenes del Comunismo antes de la aparición 
              del "Libro Negro".
              Los autores del "Libro Negro", observa Ryan, no dudaron al enfrentar 
              la "gran pregunta": "la inmoralidad relativa del Comunismo y el 
              Nazismo." Aunque "el recuento de víctimas hace que la balanza 
              se incline contra el Comunismo," 
              Ryan concluye que, a pesar de ello, el Nazismo desciende más 
              bajo en su nivel de inmoralidad. No formula otra "gran pregunta" 
              presentada por "el recuento de víctimas", cuando se supera 
              la amnesia ideológicamente útil.
              Para que se me entienda bien, no estoy expresando mis juicios, más 
              bien aquellos que resultan de los principios que son empleados para 
              establecer las verdades preferidas ¾ o las que resultarían 
              si se removieran los filtros doctrinarios.
              Sobre la auto-adulación, un verdadero maremoto este año, 
              ¾ tal vez baste con recordar la observación de Mark Twain 
              sobre uno de los grandes héroes militares de la campaña 
              de matanza en masas en las Filipinas que abrieron el siglo glorioso 
              que hemos dejado atrás: este héroe es "sátira 
              encarnada", ninguna obra satírica puede "alcanzar perfección" 
              porque él "mismo ocupa la cima." La referencia nos recuerda 
              otro aspecto de nuestra magnificencia, aparte de la eficiencia en 
              la matanza y la destrucción y una capacidad de auto-glorificación 
              que llevaría a cualquier escritor satírico a la desesperación: 
              nuestra disposición a enfrentar honestamente nuestros crímenes, 
              un tributo al floreciente mercado libre de ideas. Los amargos ensayos 
              anti- imperialistas de uno de los principales escritores de los 
              EE.UU. no fueron suprimidos, como en los países totalitarios: 
              están a la libre disposición del público en 
              general, con una demora de sólo unos 90 años.
              Noam 
              Chomsky 
              Traducido por Germán Leyens y revisado por Josué Pérez, 
              marzo 2000