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¿Qué hace que los medios
convencionales sean convencionales?
10
de julio de 2000
De
una charla en el Z Media Institute, Junio 1997 Parte de las razones
por las que escribo sobre los medios es porque estoy interesado
en la cultura intelectual en general, y la parte más fácil
de investigar son los medios. Salen cada día. Puedes hacer
una investigación sistemática. Puedes comparar la
versión de ayer con la de hoy. Hay muchas pruebas de en qué
se profundiza y en qué no, y de la forma en que están
estructuradas las cosas.
Mi impresión es que los medios no son muy diferentes de las
universidades o de, por ejemplo, las revistas de opinión
intelectuales; hay algunas limitaciones añadidas, pero no
es radicalmente diferente. De hecho interactúan, lo cual
explica porqué hay gente que va de un sitio a otro con bastante
facilidad.
Si vas a examinar los medios, o cualquier institución que
quieras comprender, te preguntas sobre su estructura institucional
interna. Quieres saber algo de su posición en la sociedad
en general. ¿Cómo se relacionan con otros sistemas de poder
y de autoridad? Si tienes surte, hay un registro interno de los
dirigentes en el sistema de información que te dice de qué
van (una especie de sistema doctrinal). No me refiero a los comunicados
de la industria de relaciones públicas sino a lo que se dicen
entre ellos sobre qué quieren hacer. Hay bastante documentación
interesante.
Esas son tres fuentes básicas de información sobre
la naturaleza de los medios. Quieres examinarlos de la forma que
un científico estudiaría una molécula compleja
o algo así. Examinas la estructura y luego haces alguna hipótesis
basada en esa estructura en cuanto a cómo es probable que
sea el producto que salga. Luego investigas ese producto y ves si
cumple tus hipótesis o no. Casi todo el trabajo en el análisis
de los medios es esta última parte, intentar estudiar detenidamente
cómo es el producto y si cumple las hipótesis obvias
sobre la naturaleza y estructura de los medios.
Bueno, ¿qué es lo que encuentras? Primero, descubres que
hay diferentes tipos de medios que
hacen varias cosas diferentes, como la industria del entretenimiento
de Hollywood, los culebrones de televisión, etc, o incluso
la mayoría de periódicos del país (la inmensa
mayoría de ellos). Están dirigiendo a la audiencia
de masas.
Hay otro sector de los medios, los medios de élite, a veces
llamados los medios que marcan la agenda porque son los que tienen
grandes recursos y establecen el marco en que opera el resto. El
New York Times, CBS, ese tipo de cosa. Su audiencia es principalmente
gente privilegiada. La gente que lee el New York Times, gente con
dinero o parte de lo que a veces se llama la clase política,
están realmente involucrados en el sistema político
de forma práctica. Son básicamente gestores, de un
tipo o de otro. Pueden ser gestores políticos, gestores empresariales
(ejecutivos o similares), gestores doctrinarios (como profesores
de universidad) o otros periodistas que se ocupan de organizar el
modo en que la gente piensa y ve las cosas.
Los medios de élite establecen un marco dentro del cual opera
el resto. Si miras la Associated Press [agencia de noticias], que
saca un constante flujo de noticias, a media tarde para y saca algo,
cada día, que dice "Aviso a editores: el New York Times de
mañana tendrá las siguientes historias en su portada".
El objetivo de eso es que, si eres el editor de un diario en Dayton,
Ohio y no tienes los recursos para saber cuáles son las noticias,
o no quieres ni pensar en ello, esto te dice cuáles son.
Estas son las historias para el trozo que dedicarás a algo
que no sean asuntos locales o entretenimiento. Estas son las historias
que pondrás porque es lo que el New York Times te dice que
es lo que debe interesarte. Si eres un editor en Dayton, Ohio, casi
tendrás que hacer eso, porque no tienes muchas más
posibilidades en cuanto a recursos. Si te sales de la línea,
si empiezas a sacar historias que no le gustan a los grandes, te
lo harán saber muy pronto. De hecho, lo que ocurrió
hace poco con el San Jose Mercury News es un ejemplo dramático
de eso. Así que hay muchas formas en que los juegos de poder
te pueden devolver a tu sitio si te pasas. Si intentas romper el
molde, no durarás mucho. Ese marco funciona bastante bien,
y es comprensible que sea tan sólo una reflexión de
las estructuras obvias de poder.
Los medios de masas de verdad intentan básicamente distraer
a la gente. Que hagan cualquier otra cosa, pero que no nos molesten
(a nosotros, la gente que manda). Que les interesen los deportes
profesionales, por ejemplo. Dejemos que se vuelvan locos con ellos,
o con escándalos sexuales, o con las personalidades y sus
problemas o algo así. Cualquier cosa, siempre que no sea
seria. Por supuesto, lo serio es para los peces gordos. "Nosotros"
nos ocupamos de eso.
¿Qué son los medios de élite, los que marcan la agenda?
(El New York Times y la CBS, por ejemplo). Bueno, primero de todo,
son empresas muy grandes, con grandes beneficios. Es más,
muchas de ellas están relacionadas, o son directamente propiedad
de, empresas aún más grandes, como General Electric,
Westinghouse, etc. Están en la cima de la estructura de poder
de la economía privada, que es una estructura muy tiránica.
Las grandes empresas son básicamente dictaduras, jerárquicas,
controladas desde arriba. Si no te gusta lo que hacen, vete. Los
grandes medios son tan sólo parte de ese sistema.
¿Qué hay de su entorno institucional? Bueno, es más
o menos lo mismo. Con quien se relacionan, con quien interactúan,
es con otros centros de poder: el gobierno, otras empresas o las
universidades. Dado que los medios son un sistema doctrinal actúan
conjuntamente con las universidades. Imagina que eres un periodista
escribiendo un reportaje sobre el Sudeste de Asia, o Africa, o algo
así. Se supone que irás a esa gran universidad y encontrarás
un experto que te dirá qué tienes que decir, o si
no a una de las fundaciones como el Brookings Institute o la American
Enterprise, y te darán las palabras a usar. Esas instituciones
externas son muy similares a los medios.
Las universidades, por ejemplo, no son instituciones independientes.
Puede haber gente independiente esparcida por ahí entre ellas
pero eso también ocurre en los medios. También es
cierto en las grandes empresas en general. Incluso en los estados
fascistas es cierto. Pero la institución en sí es
un parásito. Depende de fuentes externas de financiación,
y esas fuentes externas, como fortunas privadas, grandes empresas
con sus programas, y el gobierno (que está tan directamente
ligado al poder empresarial que apenas los puedes distinguir), ésas
son con las que tiene que tratar la universidad. La gente que haya
que no se ajuste a la estructura, que no la acepte y la internalice
(no puedes realmente trabajar con ello si no lo has internalizado
y te lo crees), digo que la gente que no haga eso probablemente
será excluida durante el camino, desde la guardería
hasta el final. Hay todo tipo de dispositivos de filtración
para deshacerse de la gente que piense de forma independiente y
pueda crear problemas. Aquellos de vosotros que hayáis ido
a la universidad sabéis que el sistema educativo está
muy enfocado a premiar la conformidad y la obediencia; si no haces
eso, eres un alborotador. Así pues, es un dispositivo de
filtración que acaba produciendo gente que, de forma realmente
honesta (no mienten), han internalizado el marco de creencias y
actitudes del sistema de poder en la sociedad. Las instituciones
de élite, como Harvard y Princeton, o las pequeñas
universidades elitistas, por ejemplo, están mucho más
enfocadas a la socialización. Si vas a un sitio como Harvard,
mucho de lo que ocurre ahí es sobre enseñar modales;
cómo comportarse como un miembro de la clase alta, cómo
tener las ideas adecuadas, etc.
Si habéis leído Rebelión en la Granja, de George
Orwell, que fue escrita a mediados de los 40, era una sátira
de la Unión Soviética, un estado totalitario. Fue
un gran éxito. Todos estaban encantados. Pero resulta que
había escrito una introducción a Rebelión en
la Granja que fue suprimida. Sólo apareció 30 años
más tarde. Alguien la encontró entre sus papeles.
La introducción versaba sobre "Censura literaria en Inglaterra"
y lo que decía es que obviamente ese libro estaba ridiculizando
la Unión Soviética y su estructura totalitaria, pero
que Inglaterra no era tan diferente. No tenemos el KGB vigilándonos
pero el resultado es bastante parecido. La gente que tiene ideas
independientes o que tiene las ideas equivocadas es apartada.
Habla un poco, sólo dos frases, sobre la estructura institucional.
Dice, ¿cómo pasa eso? Bueno, primero, porque la prensa es
propiedad de gente muy rica que quiere que sólo ciertas cosas
lleguen al público. Lo otro que dice es que cuando pasas
por el sistema educativo de élite, cuando vas a las mejores
escuelas de Oxford, aprendes que hay ciertas cosas que no está
bien decir y hay ciertas ideas que no está bien tener. Ese
es el papel socializante de las instituciones de élite y
si no te adaptas te apartan. Esas dos frases más o menos
lo dicen todo.
Cuando criticas a los medios y dices, mirad, esto es lo que escribe
Anthony Lewis o cualquier otro, se enfadan mucho. Dicen, con mucha
razón, "Nadie me dice qué tengo que escribir. Escribo
lo que quiero. Todo ese rollo sobre presiones y limitaciones es
una tontería, yo nunca tengo ninguna presión". Lo
cual es completamente cierto, pero el tema es que no estarían
ahí si no hubieran demostrado previamente que nadie tiene
que decirles qué escribir porque ya dirán lo correcto
ellos mismos. Si empiezas en el apartado de noticias metropolitanas,
por ejemplo, y sigues las historias no adecuadas, no llegarás
nunca a las posiciones en que puedas decir cualquier cosa que te
apetezca. Lo mismo ocurre con la mayoría de profesores de
universidad en las disciplinas más ideológicas. Han
pasado por el sistema de socialización.
Muy bien, entonces examinas la estructura del sistema en su conjunto.
¿Cómo esperas que sean las noticias? Bueno, es bastante obvio.
Toma el New York Times. Es una empresa que vende un producto. El
producto son las audiencias. No ganan dinero cuando compras el periódico.
Están contentos poniéndolo gratis en la red. De hecho,
pierden dinero cuando compras el periódico. Pero la audiencia
es el producto. El producto es gente privilegiada, justo la misma
gente que está escribiendo esos periódicos, ya sabes,
la gente que toma las decisiones de alto nivel en esta sociedad.
Tienes que vender un producto a un mercado, y el mercado es, por
supuesto, los anunciantes (es decir, otras grandes empresas). Sea
televisión o periódicos o lo que sea, están
vendiendo audiencias. Grandes empresas que venden audiencias a otras
grandes empresas. En el caso de los medios de élite, son
empresas muy grandes.
Bueno, ¿qué esperas que ocurra? ¿Qué predicción
harías sobre la naturaleza del producto de los medios, dadas
las circunstancias? ¿Cuál sería la hipótesis
nula, el tipo de conjetura que harías sin asumir nada más?
La suposición obvia es que el producto de los medios, lo
que aparece, lo que no aparece, el modo en que se presenta, reflejará
los intereses de los compradores y vendedores, y de las instituciones
y sistemas de poder que están a su alrededor. Si no pasara
eso, sería una especie de milagro.
Bien, entonces viene el trabajo duro. Te preguntas si realmente
funciona como has predicho. Bueno, podéis juzgar vosotros
mismos. Hay mucho material sobre esta hipótesis obvia, que
ha sido sujeta a las pruebas más duras imaginables, y aún
aguanta notablemente bien. Virtualmente nunca encontrarás
en las ciencias sociales algo que apoye de manera tan clara cualquier
conclusión, lo cual no es una gran sorpresa, porque sería
milagroso que no fuera así dadas las fuerzas que están
operando.
Lo siguiente que descubres es que todo esto es completamente tabú.
Si vas a la Kennedy School of Government o a Stanford [dos renombrados
programas de Ciencias Políticas], y estudias periodismo y
comunicación, o ciencia política académica,
etc, esas cuestiones probablemente no aparecerán. Es decir,
la hipótesis que a cualquiera se le ocurriría sin
saber nada de nada, no se puede expresar, y las pruebas que lo demuestran
no se pueden discutir. Bueno, también predices eso. Si examinas
la estructura institucional, dirías, claro, eso ocurrirá
porque, ¿por qué querría esa gente verse descubierta?
¿Por qué deberían permitir que hubiera un análisis
crítico de lo que están haciendo? La respuesta es,
no hay razón para permitirlo y de hecho no lo permiten. De
nuevo, no es una censura directa. Es sólo que no llegas a
esos puestos. Eso incluye a la izquierda (lo que se llama izquierda)
tanto como la derecha. A no ser que hayas sido adecuadamente formado
y socializado para que haya ciertas ideas que simplemente ya no
tengas, porque si las tuvieras no estarías ahí. Así
que tienes un segundo orden de predicción, que es que el
primer orden de predicción no se puede discutir.
La última cosa a examinar es el marco doctrinal en que esto
tiene lugar. La gente que está en los más altos puestos
del sistema de información, incluyendo los medios, la publicidad,
la ciencia política académica, etc, ¿tiene esa gente
una imagen real de lo que ocurre cuando escriben para ellos mismos?
(no cuando están haciendo discursos). Cuando hacen discursos,
son todo bonitas palabras. Pero cuando escriben para ellos mismos,
¿qué dice esa gente? Hay básicamente tres fuentes
a examinar. Una es la industria de relaciones públicas, ya
sabes, la industria de propaganda de las grandes empresas. ¿Qué
dicen los líderes de la industria de PR (relaciones públicas)?
El segundo lugar a examinar es los llamados intelectuales públicos,
los grandes pensadores, la gente que escribe editoriales y cosas
así. ¿Qué dicen estos? La gente que escribe libros
impresionantes sobre la naturaleza de la democracia y ese tipo de
cosas. La tercera fuente que examinas es el sistema académico,
concretamente la parte de la ciencia política relacionada
con las comunicaciones y la información y todo eso, que ha
sido un rama de la ciencia política desde hace 70 o 80 años.
Entonces, examinas esas tres cosas y ves lo que dicen, ves lo que
las grandes figuras han escrito sobre eso. Todos dicen (cito en
parte) que la población general son "intrusos ignorantes
y entrometidos". Tenemos que mantenerlos lejos de la arena pública
porque son demasiado estúpidos y si tomaran parte todo lo
que harían sería crear problemas. Su sitio es ser
"espectadores", no "participantes".
Se les permite votar de vez en cuando, escoger a alguno de nosotros,
los tipos listos. Pero luego se supone que deben volver a casa y
hacer cualquier otra cosa, mirar el fútbol o lo que sea.
Pero los "intrusos ignorantes y entrometidos" tienen que ser "espectadores,
no participantes". Los participantes son lo que se llama la "gente
responsable" y, por supuesto, el escritor siempre es uno de ellos.
Nunca te preguntas, ¿por qué yo soy un "hombre responsable"
y aquel otro está en la cárcel? La respuesta es bastante
evidente. Es porque tú eres obediente y estás subordinado
al poder, y esa otra persona puede ser independiente, etc. Pero
no te lo preguntas, claro. Así que tenemos a esos tipos listos
que se supone que deben dirigir el cotarro y el resto se supone
que estará fuera de eso, y no deberíamos sucumbir
(y cito de un artículo académico) "a los dogmatismos
democráticos de que los hombres son los mejores jueces de
sus propios intereses". No lo son. Son unos jueces malísimos
de sus propios intereses, así que tenemos que hacerlo nosotros
por su propio bien.
De hecho, eso es muy similar al leninismo. Hacemos todo esto por
vosotros, lo hacemos en interés de todos, etc. Me imagino
que esa es en parte la razón por la que ha sido históricamente
tan fácil para esa gente cambiarse la chaqueta y pasar de
ser entusiastas estalinistas a grandes partidarios del poder de
los EE.UU. La gente cambia muy fácilmente de una posición
a la otra, y mi sospecha es que es porque básicamente es
la misma. No es un gran cambio. Simplemente haces una estimación
diferente de dónde está el poder. En un momento crees
que está aquí, en otro crees que está allí.
Pero adoptas la misma postura.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Es una historia interesante.
Gran parte viene de la Primera Guerra Mundial, que es una encrucijada.
Cambió considerablemente la posición de los EE.UU.
en el mundo. En el siglo XVIII los EE.UU. eran ya el sitio más
rico del mundo. La calidad de vida, la salud, la longevidad que
tenían no se alcanzó, entre la clase alta británica,
hasta el siglo XX, no digamos en el resto del mundo. Los EE.UU.
eran extraordinariamente ricos, con enormes ventajas, y, a finales
del siglo XIX, tenían con mucho la mayor economía
del mundo. Pero no era un actor importante en el teatro mundial.
El poder estadounidense se extendía a las islas del Caribe,
alguna parte del Pacífico, pero no mucho más.
Durante la Primera Guerra Mundial, las relaciones cambiaron. Y cambiaron
más dramáticamente durante la Segunda Guerra Mundial.
Después de ésta, los EE.UU. más o menos tomaron
el mando del mundo. Pero después de la Primera ya hubo un
gran cambio, y los EE.UU. pasaron de ser un país deudor a
ser un país acreedor. No era enorme, como Gran Bretaña,
pero adquirió un papel importante en el mundo por primera
vez. Ese fue un cambio, pero hubo otros.
La Primera Guerra Mundial fue la primera vez en que hubo propaganda
estatal altamente organizada. Los británicos tenían
un Ministerio de Información, y realmente lo necesitaban,
porque tenían que meter a los EE.UU. en la guerra o tendrían
muchos problemas. El Ministerio de Información se dedicó
a enviar propaganda, incluyendo grandes invenciones sobre las atrocidades
de los "hunos" y cosas así. Estaban dirigidos a los intelectuales
americanos bajo la razonable suposición de que era la gente
más crédula, más dispuesta a creer la propaganda.
También son los que se encargaron de divulgarlo en su propio
sistema. Así que estuvo dirigida especialmente a los intelectuales
americanos y funcionó muy bien. Los documentos del Ministerio
Británico de Información (muchos de ellos han sido
desclasificados) muestran que su objetivo era, en sus propias palabras,
controlar el pensamiento de todo el planeta, apenas un objetivo
menor, pero especialmente de los EE.UU. No les importaba mucho lo
que pensara la gente en la India. El Ministerio de Información
consiguió engañar a los intelectuales americanos para
que aceptaran las invenciones de su propaganda de una forma apabullante.
Estaban orgullosos de ello. Y con razón, pues les salvó
el cuello. Sin eso, hubieran perdido la guerra.
En los EE.UU. fue otra historia. Woodrow Wilson fue elegido en 1916
con un programa contra la guerra. Los EE.UU. eran un país
muy pacifista. Siempre lo ha sido. La gente no quiere ir a luchar
en guerras foráneas. El país estaba muy en contra
de la Primera Guerra Mundial y Wilson había sido elegido
con un programa contra la guerra. "Paz sin victoria" era su eslogan.
Pero él quería ir a la guerra. Así que el tema
era, ¿cómo hacemos que este pueblo pacifista se convierta
en lunáticos histéricos anti-alemanes para que quieran
ir a matar a todos los alemanes? Eso requiere propaganda. Así
que montaron la primera y realmente única gran agencia estatal
de propaganda en la historia de los EE.UU. Se llamaba el Comité
de Información Pública (bonito título orwelliano),
también conocida como Comisión Creel. El tipo que
la dirigía se llamaba Creel. La tarea de esta comisión
era llevar a la población a una histeria nacionalista. Funcionó
increíblemente bien. En unos pocos meses, había una
histeria colectiva a favor de la guerra, y los EE.UU. pudieron entrar
en ella.
Mucha gente quedó impresionada por estos hechos. Una de ellas,
y eso tuvo repercusiones en el futuro, fue Hitler. Si leéis
Mein Kampf, llega a la conclusión, bastante justificada,
de que Alemania perdió la Primera Guerra Mundial porque perdió
la batalla de la propaganda. No pudieron competir con una propaganda
británica y americana que les apabulló. Hitler aseguró
que la próxima vez tendrían su propio sistema de propaganda,
y así lo hicieron en la Segunda Guerra Mundial. Más
interesante para nosotros es el hecho de que la comunidad empresarial
norteamericana también quedó impresionada con el esfuerzo
propagandístico. En aquella época tenían un
problema. El país se estaba haciendo formalmente más
democrático. Mucha más gente podía votar, ese
tipo de cosas. El país se iba haciendo rico, más gente
podía participar y también estaban llegando muchos
inmigrantes.
Entonces, ¿qué haces? Va a ser más difícil
llevar las cosas como un club privado. Por lo tanto, obviamente,
tienes que controlar lo que piensa la gente. Había habido
hasta entonces especialistas en relaciones públicas, pero
no una industria de relaciones públicas. Había un
tío que se encargaba de limpiar la imagen de Rockefeller
y ese tipo de cosas. Pero esa industria de relaciones públicas
enorme, que es una invención estadounidense y una industria
monstruosa, surgió de la Primera Guerra Mundial. Sus principales
líderes fueron la gente de la Comisión Creel. De hecho,
su líder, Edward Bernays, salió directamente de la
Comisión Creel. Publicó un libro justo después
titulado Propaganda. El término "propaganda", por cierto,
no tenía connotaciones negativas en esos tiempos. Fue durante
la Segunda Guerra Mundial cuando el término se convirtió
en tabú, pues estaba conectado con Alemania y todas esas
cosas malas. Pero en ese periodo, el término propaganda tan
sólo quería decir información o algo parecido.
Así que escribió el libro Propaganda hacia 1925, y
empieza diciendo que está sacando lecciones de la Primera
Guerra Mundial. El sistema de propaganda de la Primera Guerra Mundial,
y la comisión de la que formó parte, muestran, nos
dice, que es posible "reglamentar la mente pública exactamente
igual que un ejército reglamenta a sus soldados". Las minorías
inteligentes, dice, tienen que utilizar estas nuevas técnicas
de reglamentación de las mentes para asegurarse que la chusma
esté en su sitio. Ahora podemos hacerlo porque tenemos estas
nuevas técnicas.
Ese es el manual principal de la industria de relaciones públicas.
Bernays es una especie de gurú. Fue un auténtico liberal
estilo Roosevelt o Kennedy. También preparó el esfuerzo
de relaciones públicas para apoyar el golpe que derribó
al gobierno democrático de Guatemala con el apoyo de los
EE.UU.
Su mayor éxito, el que le llevó a la fama a finales
de los años 20, fue conseguir que las mujeres fumasen. Las
mujeres no fumaban en esa época y él preparó
una enorme campaña para Chesterfield. Ya sabéis todas
las técnicas, modelos y actrices famosas con cigarrillos
y ese tipo de cosas. Eso le valió grandes alabanzas. Así
que se convirtió en una figura de la industria y su libro
era el manual.
Otro miembro de la Comisión Creel fue Walter Lippman, la
figura más respetada del periodismo norteamericano durante
medio siglo (quiero decir periodismo serio, artículos de
opinión). También escribió los llamados ensayos
progresistas sobre la democracia, considerados progresistas en los
años 20. Estaba, una vez más, aplicando las lecciones
del trabajo sobre la propaganda de forma muy explícita. Dice
que hay un nuevo arte en democracia llamado "manufactura del consenso".
Esta frase es suya. Edward Herman y yo la copiamos para nuestro
libro, pero viene de Lippman. Bien, dice, tenemos este nuevo arte
en el método de la democracia, la manufactura del consenso.
Al manufacturar el consenso, puedes superar el hecho de que formalmente
mucha gente tenga derecho a votar. Podemos hacerlo irrelevante porque
podemos manufacturar el consenso y asegurarnos que sus opciones
y actitudes estén estructuradas de tal forma que siempre
hagan lo que les digamos, incluso si tienen un modo formal de participar.
Así tendremos una democracia real. Funcionará correctamente.
Eso es aplicar las lecciones de la agencia de propaganda.
La ciencia social y la ciencia política académicas
parten de los mismos supuestos. El fundador de lo que se llama ciencia
política académica y comunicación fue Harold
Glasswell. Su mayor logro fue un libro, un estudio sobre la propaganda.
Dice, de forma muy franca, las cosas que yo citaba antes, esas cosas
sobre no sucumbir a los dogmatismos democráticos, todo eso
viene de la ciencia política académica (Glasswell
y otros). De nuevo, sacando lecciones de la experiencia en tiempo
de guerra, los partidos políticos sacaron las mismas conclusiones,
especialmente el partido conservador en Inglaterra. Sus primeros
documentos, que acaban de salir a la luz, muestran que también
reconocían los logros del Ministerio de Información
británico. Se daban cuenta que el país se estaba democratizando
y ya no podría ser un club privado. Así que la conclusión,
en sus propias palabras, es que la política tenía
que convertirse en guerra política, aplicando los mecanismos
de la propaganda para controlar los pensamientos de la gente que
tan brillantemente habían funcionado durante la Primera Guerra
Mundial.
Esa es la parte doctrinal y coincide con la estructura institucional.
Refuerza las predicciones sobre cómo debería funcionar
el tema. Y las predicciones están bien confirmadas. Pero
estas conclusiones tampoco se pueden discutir. Todo esto forma parte
de la literatura disponible pero sólo es para la gente que
está en el ajo. Cuando vas a la universidad, no lees los
clásicos sobre cómo controlar las mentes de la gente.
De la misma forma que no lees lo que dijo James Madison durante
la convención constitucional sobre que el principal objetivo
del nuevo sistema tenía que ser "proteger a la minoría
de los opulentos contra la mayoría" y que tenía que
ser diseñada para conseguir ese fin. Esa es la fundación
del sistema constitucional, así que nadie lo estudió.
No puedes encontrarlo ni en la literatura académica, a no
ser que mires muy a fondo.
Este es básicamente el cuadro, tal como yo lo veo, de la
forma en que funciona el sistema institucionalmente, las doctrinas
que hay detrás de ello, y lo que resulta de todo eso. Hay
otra parte, dirigida a los "intrusos ignorantes y entrometidos".
Esa es sobre todo usar diversiones de un tipo o de otro. De eso,
creo, podrías predecir lo que esperarías encontrar
ahí.
Noam Chomsky-Z Magazine. Traducido por Alfred
Sola y revisado por Déborah Gil