1 de febrero de 2003
El regalo de Porto Alegre
Chomsky-Roy: cómo enfrentar al Imperio
Noam Chomsky
http://www.lavaca.org
La conferencia del célebre Noam Chomsky ante 15.000 personas que ovacionaron
su percepción de que las cosas efectivamente empiezan a cambiar en favor
de un mundo más volcado a la vida que a la muerte.
El Gigantinho es lo que es: un pequeño estadio gigante, se supone que
con capacidad para 15.000 personas. Pero este lunes, a las cuatro de la tarde,
habría que haber sumado a las que estaban sentadas en los pasillos, las
escaleras, los que estaban de pie, los que espiaban desde la puerta, los que
se trepaban por la ventana. Toda esa gente participó de una ceremonia
colectiva, en dos actos, traducida a todos los idiomas a través de los
auriculares que retiraron previamente y sin pago en las ventanillas del estadio.
El primer acto fue una reunión, a lo largo de la mesa que ocupaba el
centro del escenario, de los principales referentes de Israel y Palestina. No
estamos hablando de funcionarios, sino de seres humanos: intelectuales y activistas
de organizaciones que se abrazaron para sellar una declaración histórica.
El texto de esa declaración llegó desde el auricular con lágrimas:
la traductora -como todos allí- fue fiel no solo a las palabras, sino
a los sentimientos que allí se comunicaban. Y dice, palabras más,
lágrimas menos, esto:
"Nosotros, israelíes y palestinos, militantes de la paz, estamos decididos
a perseguir la paz y eliminar la ocupación israelí de los territorios
ocupados, crear un estado Palestino y consagrar Jerusalem como la ciudad capital
de ambos estados; encontrar una solución justa a los refugiados y exigir
a los gobiernos que pongan fin a la violencia de ambos lados. Paz Ahora".
El estadio, en ese momento, estaba de pie y unido mano con mano. Por los parlantes
se escuchaba a John Lennon y esto que el alcalde de la ciudad anunció
como un regalo de Porto Alegre al mundo hubiese sido perfecto, sino tuviese
tantas otras cosas. En princpio, la docena de hombres de negro que protegían
en el escenario el abrazo de los firmantes de la declaración.
Luego, llegó Bertolina Sisa, desde Bolivia, con un mensaje del dirigente
Evo Morales, invitado al cierre del acto, pero imposibilitado de viajar por
los sucesos de los que pocos hablan: 9 muertos, 100 heridos y 1.000 detenidos,
según informó la carta, por la represión a los piquetes
que los cocaleros iniciaron para hacer oir sus demandas "en defensa de nuestra
tierra y nuestro futuro".
Entonces, llegó el segundo acto.
Un hombre pequeño, de camisa celeste, anteojos grandes, casi anciano,
entró al escenario y recibió la ovación de un ídolo
de rock. Noam Chomsky, 74 años, estadounidense, lingüista, investigador
del mayor centro de Ciencia y técnica del mundo, el mítico MIT,
fue consagrado así como el líder intelectual del nuevo siglo.
Del otro mundo posible.
Chomsky fue el encargado de dar la explicación, sin quererlo, cuando
comenzó comentando a su compañera de panel, la joven escritora
india Arundathi Roy, que a partir de ahora debería cambiar el título
de aquel artículo que escribió hace un año sobre él,
y que decía: "La soledad de Noam Chomsky". ¿Qué hizo posible que
esa justa apreciación de Roy ahora quedara anacrónica y provocara
risas? La valentía de Chomsky, el primer intelectual en nadar contra
la corriente en pleno 11 de setiembre y en el corazón del Imperio. Esa
honestidad intelectual, ese coraje, le reportaron tantas críticas, como
aplausos ayer. No tuvo que esperar tanto tiempo para verse compensado. Apenas
este larguísimo año, en que todo cambió.
El profesor Chomsky podría haber hecho cualquier cosa ayer, porque lo
más importante ya había sido hecho. Sim embargo, eligió
dar una lección. De muchas cosas. La primera, de antidemagogia.
Durante casi una hora, en inglés y ante un público que mantuvo
los auriculares y la atención apretados para poder seguirlo, leyó
un ensayo sobre todo lo que vio y entendió en este año. Es decir,
brindó una lección que el silencio convirtió en misa.
"Estamos enfrentando un momento histõrico que tiene mucho de sombrío,
pero también de esperanza. El poder proclamó en alta voz que tiene
intenciones de gobernar el mundo por la fuerza. El Imperio expresó explícitamente
que no va a tolerar ninguna competencia ni ahora ni en el futuro. Su doctrina
no es nueva, pero nunca ha sido proclamada tan abiertamente y con tanta arrogancia."
Luego, repitió en voz alta el título de la conferencia: "Cómo
enfrentar al Imperio". Y contestó: "No pienso responder a esta pregunta
porque ustedes conocen la respuesta incluso mejor que yo: creando un mundo distinto,
sin miedo a la opresión."
Luego, comentó lo que había hecho ayer: visitar uno de los campamentos
del poderoso Movimiento Sin tierra de Brasil. Fue en el asentamiento de Maio
y en un área de 850 hectáreas donde viven 46 familias. Allí
plantó un cedro, comió arroz, recorrió el asentamiento
y cuando partió recibió el elogio que mejor lo define: "Es el
hombre más coherente que conocí", dijo su anfitrión. Joao
Pedro Stédile, uno de los líderes del MST y de la Vía Campesina,
organizadora de este visita de la que participaron 2.000 personas.
Chomsky no contó estos detalles a la multitud, sino las conclusiones
que le dejaron.
"Ese es un mundo que nos brinda una esperanza. Este movimiento popular es uno
de los más importantes del mundo y, por ellos, es que el Foro Mundial
se celebra aquí". Esta fue otra de las lecciones de Chomsky: recordar
-y con ello rescatar- el verdadero espíritu del Foro, su origen fundacional,
su alma. En el último día de esta tercera reunión en donde
tantos partidos politicos disfrazados -como lobos con piel de oveja- bajo las
denominaciones más variadas intentaron "disciplinar" aquí y allá,
con recetas y dogmas, a los nuevos movimientos sociales autónomos, esta
mención de Chomsky no fue casual, sino central: no estamos aquí
por obra del Partido de los Trabajadores, sino por el Movimiento Sin Tierra.
La diferencia hace a la diferencia.
Luego, Chomsky contó otro viaje, realizado meses antes, al sudeste de
Turquía, en territorios donde los kurdos viven bajo el terror de la violencia
más salvaje, que Chomsky describió con escenas y datos precisos.
Uno de ellos: Turquía fue el principal receptor de armas de los Estados
Unidos hasta 1999. Ahora, ese puesto lo ocupa Colombia: "El país donde
hoy más se violan los derechos humanos de todo el hemisferio, y el líder
mundial del asesinato de trabajadores. Hoy en Colombia hay 20 asesinatos por
día, el doble que hace cinco años".
Allí estuvo Chomsky hace unos meses y allí se encontró
con el relato de otros campesinos que le contaron cómo la guerra química
no sólo destruyó sus tierras, sino cómo asesinó
a sus hijos, intoxicõ a las mujeres y contaminó su futuro. "La
agricultura se basa en una tradición muy rica que se transmite, básicamente,
de madre a hija. Es, entonces, sumamente frágil porque depende de la
vida humana. Y podemos perderla en una sola generación".
Como en Bolivia, según le contaron esta misma mañana. Allí
también las multinacionales entran, arrancan el carbón y el oro,
y expolian la tierra con la agroexportación y las semillas de laboratorio.
"Así como Vía Campesina nos da esperanza, en todos estos países
y bajo condiciones indescriptibles, hay gente que tiene el coraje de luchar
por la justicia y la libertad. Eso también nos da esperanza porque enfrentan
al Imperio allí donde está matando, torturando y destruyendo."
En ese instante de su charla trazó, con dos rayas, los grandes temas
que cruzaron a este foro. "Por un lado, la justicia global, entendida como la
vida después del capitalismo, aunque no resulta tan claro que las especies
puedan sobrevivir en este capitalismo por mucho tiempo. En segundo lugar, la
guerra y la paz."
Llegó el momento, entonces, de las "buenas noticias":
"Así como en este Foro estamos llenos de esperanza, vigor y ánimo,
las noticias nos hablan de que Davos no es precisamente una fiesta global como
ésta. Davos y Porto Alegre están fatalmente relacionados. En la
medida en aquí aumenta el ánimo y la participación, allí
se ponen sombríos. Los fundadores de Fondo Económico Mundial de
Davos han reconocido su derrota. O sea: ganamos nosotros."
"Lo que nos queda por hacer ahora es recoger los trozos. Avanzar. Y crear la
vida después del capitalismo".
Para no parecer ingenuo, Chomsky comenzó a citar los datos de tres encuestas
realizadas en las últimas semanas, en donde a la cabeza de los rankings
de confianza figuran los líderes de las ONGs y en las que los Estados
Unidos es considerado la mayor amenaza para la paz mundial, por encima de Irak,
Corea y Al Qeda. "Hacen muy bien los 30.000 asistentes a Davos en debatir como
tema central de esta reunión, el tema de la confianza."
Siguió, con el significado que para estos dirigentes tiene la palabra
democracia. Y citó un concepto clave: el parlamento virtual que conforman
los prestamistas que deciden las leyes de las democracias pobres.
Por supuesto, llegó el turno de arremeter contra el periodismo. Contó,
entonces, que en el aeropuerto, camino a Porto Alegre, un periodista nortemericano
le preguntó porqué era tan pobre la protesta contra la guerra
dentro de los Estados Unidos. Apenas unos días antes, una manifestación
de 500 mil personas se había pronunciado contra la guerra en Washington,
los concejales de Chicago habían aprobado una declaración por
41 votos contra 1 y la Universidad de Texas, vecina a la finca de George Bush,
había también suscripto una declaración anti guerra. No
es suficiente, para determinados periodistas que ven sólo lo que quieren
ver.
A Chomsky tampoco le pareció "muy revelador" comparar la situación
actual con la guerra de Vietnam. En los 60, la protesta pacifista tardó
años en madurar. "En cambio ahora se ha manifestado mucho antes de que
se tire la primera bomba".
Describió la estrategia de la administración Bush. Pprimero, crear
un monstruo, para luego presentarse como el salvador que todos esperan que se
haga cargo de exterminarlo, aunque la realidad indique que "Saddan era mucho
más peligroso cuando los Estados Unidos lo apoyaba, que ahora". La maniobra
fue descripta "como una vieja estrategia de desviar el descontento que produce
el poder creando otro enemigo".
Finalmente, y con el mismo medio tono con el que comenzó, Chomsky resumió
en qué punto estamos parados. "Una mirada realista nos indica que hay
muchas razones para tener esperanza, pero también que el camino es muy
largo. Recién estamos empezando".
Arundathi Roy escribió un libro delicioso: El Dios de las cosas pequeñas.
Ella también es pequeña y tiene la sonrisa divina, pero ninguna
de esas cosas fueron las que le permitieron levantar a la platea varias veces
y con adoración. Roy, con su energía, firmeza, indignación
y fuerza representó no solo el futuro del Foro -que se hará en
la India el próximo año- sino su cimiento. Su voz era la voz de
esa generación que creó el movimiento, lo puso en la calle y lo
empujó de arriba para abajo, hasta convertirlo en este plato sabroso
que hoy muchos se disputan. Roy habló como lo que es: una aplicada alumna
de Chomsky, con vuelo propio. "Este es uno de los momentos más lindos
de mi vida. Estar quí, en la misma mesa con una de las mentes más
brillantes de nuestra época", dijo para contagiar a todos su entuasiamo.
Luego, se preguntó: ¿Qué es el Imperio? ¿Son los Estados Unidos,
la Unión Europea, el Banco Mundial, El FMI, la Organización Mundial
del Comercio y las corporaciones multinacionales? ¿O algo más? ¿Los nacionalismos,
los fanatismos religiosos, el terrorismo, la violencia? Porque uno camina al
lado del otro en este proyecto de globalización corporativa.
¿Cómo resitirlo? se peguntó después de hacer un repaso
sobre la actualidad de su país (en el con que con la velocidad de un
plan de ajuste, la democracia quedó convertida en nada). La respuesta:
buenas noticias. "No nos va tan mal. En Bolivia, Cochabamba. En Perú,
Arequipa. En Venezuela, el presidente Chávez se mantiene a pesar del
esfuerzo del Norte, se mantiene. Y la mirada mundial se dirige ahora hacia la
Argentina, que está tratando de renacer entre las cenizas, luego de la
desvastación. ¿Y cómo le ha ido a Enron, Arthur Andersen y todas
esas compañías que este año fueron solo escándalos
y malversación? ¿Y quién era el presidente de Brasil el año
pasado y quien ahora? Aun así muchos de nosotros pasamos por momentos
de desesperación o desaliento. Las bombas nos caen al lado, las patentes
se están registrando, los recursos naturales se están desvastando.
No parece fácil esta batalla, pero hemos ganado algo muy importante.
Hemos logrado desenmascarar al Imperio. Y al sacarse la máscara, lo vemos
como lo que es, brutal y homicida. Incluso los secretos de los Estados Unidos
ya son historia. Todos saben ahora que son mentiras. Y hasta ridículas.
Nos dicen, por ejemplo, que quieren llevar la democracia a Irak. Y ya pocos
le creen. Nos dicen que estaríamos mejor sin Saddan. Y muchos más
creen que estaríamos mejor sin Bush. ¿Tenemos por eso que bombardear
la Casa Blanca?"
Consciente de lo que significa la lucha cotidiana, Roy no magnifica las posibilidades
de triunfo, sino sus pequeñas y contundentes victorias cotidianas. "Podemos
construir una opinión pública que logre ensordecer a Bush y Blair,
que los llame como lo que son: asesinos de niños, evenenadores de agua,
homicidas. Podemos reinventar la desobediencia civil de mil maneras. Podemos
sitiar al Imperio, quitarle el oxígeno, burlarnos de él con nuestro
arte, nuestra literatura, nuestra obstinación, nuestra alegría
y nuestro brillo. Negándonos a comprar lo que nos venden: sus ideas,
su versión de la historia, su noción de inevitabilidad. Somos
muchos y ellos son pocos. Nos necesitan más de lo que los necesitamos
a ellos. Otro mundo no es solo posible, sino que ya llegó. Ya se puede
escuchar cómo está respirando."
De pie, el aplauso llegó como aire fresco a un estadio que hervía,
literalmente.
Y con ese sudor y esos aplausos se anunciaba el parto no de otro mundo, sino
de este que es posible.
Porque ya llegó.