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Documentos de Noam Chomsky

8 de octubre de 2003

Entrevista a Noam Chomsky
Bush y su grupo, mafia que domina el planeta

Jim Cason, David Brooks
La Jornada
En el plano internacional, Washington siempre actúa de acuerdo con sus intereses y utiliza instituciones multilaterales (como la ONU o la OMC) solo cuando le conviene, pero cuando no, opera al margen de ellas. Entrevista con Noam Chomsky.

La manera en que Estados Unidos obra en el mundo es como la Mafia, «se encarga de su propio show y desprecia la ley lo más posible... si puede comprar funcionarios corruptos e influir en ellos estará contento de utilizar al gobierno local para realizar sus propósitos; así se manejan los asuntos internacionales», afirma Noam Chomsky.

Señala a Iraq para ilustrar, una vez más, cómo Estados Unidos se ha manejado siempre en el plano internacional de acuerdo con sus intereses, utilizando instituciones multilaterales cuando le conviene, como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de Comercio (OMC), y operando al margen de ellas cuando no.

En Iraq, dice, «la ocupación se está haciendo cada vez más costosa; entonces Estados Unidos busca cómo transferir el costo a otros mientras mantiene la autoridad. Este es el debate que se realiza ahora mismo, cómo elaborar una resolución (dentro de la ONU) que permita a Estados Unidos distribuir los costos, pero sin perder el control».

Aunque Washington estaba complacido por entregar Afganistán y Kosovo al control de la ONU, no está dispuesto a hacerlo en el caso de Iraq. ¿Por qué?

«Las razones son bastante obvias: ?Iraq importa, su control es importante. De hecho fue en principio, por eso Estados Unidos fue allá. Justo en el corazón de las reservas energéticas del mundo, las segundas en volumen están en Iraq. Tener el control militar de Iraq y contar con bases allá, brinda un enorme control sobre los recursos mundiales; por lo tanto, importa.»

Para Washington, señala Chomsky, Timor Oriental, Kosovo y Afganistán son casos perdidos y alguien más puede pagar los costos, ya que no hay una ventaja particular en controlarlos directamente, o tal vez solo para efectos de relaciones públicas. La diferencia es notoria, señala. Por tanto, «la ONU y otras instituciones son útiles para los propósitos de poder, y claro que es el caso de la OMC, la cual está aún más bajo la dominación del gobierno mundial de facto, compuesto por Estados Unidos, las instituciones financieras internacionales, y los otros poderes mayores. O sea, se usan las instituciones cuando se puede, y se ignoran cuando uno tiene que hacerlo así».

Chomsky dice que este comportamiento de Washington, de hacer caso omiso de las reglas e instituciones internacionales, no es nuevo y se puede observar claramente en la ONU. «El historial de vetos casi nunca se comenta, por una razón muy sencilla: revela la verdad sobre este comportamiento estadounidense.»

El profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) y autor de numerosos libros sobre la política interna y exterior de este país, señala que desde los primeros días la ONU fue básicamente un instrumento del poder estadounidense. Sin embargo, al avanzar la descolonización de varias regiones del mundo, el organismo mundial comenzó a ser un poco más representativo y con ello Estados Unidos empezó a retirarse de ese foro. «Antes de 1965 no había vetos estadounidenses, pero desde entonces Estados Unidos está por mucho en primer lugar en términos de vetar resoluciones de la ONU, seguido por Inglaterra; nadie más se les acerca.»

Y Estados Unidos no oculta la razón, agrega, ya que el propio Departamento de Estado ha dicho que frecuentemente la mayoría del mundo no está de acuerdo con Washington, y por lo tanto, este país determinará qué reglas y leyes acotar a nivel internacional.

Esto fue declarado explícitamente en 1985, recuerda Chomsky, cuando Washington determinó que no aceptaría el fallo ni la jurisdicción de la Corte Mundial en el caso sobre Nicaragua. Pero a la vez, reiteró, esto no significa que Estados Unidos se retire de estas instituciones internacionales, sino «que está contento con usarlas cuando vale la pena, y es lo mismo con la OMC».

Chomsky, lingüista, analista y uno de los intelectuales más reconocidos del mundo, dice en entrevista con La Jornada que el gobierno estadounidense siempre ha impuesto su voluntad, pero que el de Bush «es un punto extremo en el espectro del unilateralismo estadounidense, pero vale recordar que ese espectro es extremadamente angosto». El extremismo unilateral ha llegado a tal punto que provoca preocupación hasta en la cúpula política permanente de este país, advierte.

Y esta preocupación, anota, se incrementó particularmente en los últimos meses. «Desde septiembre pasado se ha visto una crítica enorme y sin precedente a la política del gobierno de Bush desde adentro de los circuitos de la elite de política exterior. La razón es que en septiembre el gobierno anunció su estrategia de seguridad nacional, declaración bastante descarada que decía que Estados Unidos tiene la intención de gobernar al mundo en forma permanente, por la fuerza si es necesario, para bloquear para siempre cualquier reto potencial a esa dominación. No es que fuera nuevo, sino la forma de afirmarlo.»

Señaló que las críticas fueron expresadas públicamente, desde la revista más influyente en asuntos de política exterior ?Foreign Affairs? hasta en la ultima reunión de Davos.

Menciona otros ejemplos que provocan preocupación en la elite de este y otros países en el terreno internacional. El mismo día que anunció su nueva estrategia de seguridad nacional (el 17 de septiembre de 2002), el gobierno de Bush informó que abandonaría los esfuerzos internacionales para prevenir la guerra bacteriológica, y que haría un boicot de por lo menos cuatro años a estas negociaciones.

Tras destacar que estas armas podrían ser extremadamente peligrosas para el mundo, Chomsky indica que la razón del retiro estadounidense de esta negociación fue para proteger su industria farmacéutica y sus secretos, junto con la probabilidad de que el propio gobierno esté involucrado en trabajos experimentales que son ilegales conforme a los tratados vigentes y no deseaban que los investigaran.

«Entonces, para sus intereses de corto plazo, el poder y las ganancias, está dispuesto a asumir el riesgo de destruir el mundo junto con él», dice.

En octubre, agrega, la ONU consideró dos resoluciones muy importantes; una fue contra la militarización del espacio y la otra era una reafirmación de un protocolo de Ginebra que prohíbe las armas biológicas. Las dos fueron aprobadas de manera unánime con dos excepciones, recuerda Chomsky: Estados Unidos e Israel.

«Bueno, una abstención de Estados Unidos es esencialmente un veto, en esencia un doble veto, ya que no se puede adoptar ninguna acción, pero también es vetado de la historia.» Chomsky dice que la lista sobre la posición unilateralista extrema del gobierno de Bush puede seguir, y menciona el protocolo de Kyoto como otro ejemplo.

Sin embargo, los objetivos de Estados Unidos siguen siendo los mismos, aunque otros de la elite prefieren la misma política, pero manejada de manera más sutil. Los resultados de esta política no son sorpresivos para la elite, tanto fuera como dentro del gobierno. «No fue gran secreto que la invasión de Iraq probablemente provocaría un incremento del terrorismo internacional, y muy probablemente llevaría a la proliferación de las armas de destrucción masiva. Eso fue ampliamente pronosticado por las agencias de inteligencia, incluyendo la CIA, y por especialistas en asuntos internacionales en el mero centro del establishment. Y ha quedado bastante claro que eso es lo que ha ocurrido», señala Chomsky.

O sea, los desastres y las consecuencias no son sorpresa para la elite.

Pero la respuesta de Chomsky sobre dónde ubica al gobierno de Bush dentro de la lógica del poder estadounidense es: «El grupo en el poder ahora resulta estar a un extremo de un espectro bastante angosto».