Documentos de Noam Chomsky
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20 de mayo de 2003
Una entrevista de David Barsamian con Noam Chomsky
Ambición Imperial
Traducido para
Rebelión por Carlos J. Gil Bellosta
Monthly Review, 2003.
David Barsamian: ¿Cuáles son las implicaciones regionales de la invasión y ocupación de Irak por los EE.UU.?
Noam Chomsky: Creo que no sólo la región sino el mundo entero la percibe acertadamente como un primer paso en el empeño por convertir en norma el recurso a la fuerza militar, tal y como se indicó en términos generales el pasado mes de septiembre. Fue entonces cuando se publicó la Estrategia de Seguridad Nacional de los EE.UU., con un contenido relativamente nuevo e inusualmente radical acerca del uso de la fuerza en el mundo. Y es evidente cómo el redoble de tambores alrededor del asunto de la guerra en Irak coincidió con eso. Y también coincidió con el inicio de la campaña electoral del congreso. Todo está vinculado.
La nueva doctrina no tenía tanto que ver con un cierto tipo de guerra preventiva, la que se hace para afrontar un peligro cierto e inminente, que bien podría caber dentro de una interpretación laxa de la Carta de las Naciones Unidas, sino con otra que no tiene ningún fundamento dentro del ordenamiento jurídico internacional (N.T.: me ha resultado imposible encontrar términos en español que transmitiesen el matiz que en inglés distingue "preemptive" de "preventive"; "preemptive" es una guerra que se inicia, por ejemplo, cuando el enemigo ya ha acumulado tropas en la frontera y espera no más la orden de ataque.). Dicha doctrina, recuérdese, establece que los EE.UU. habrán de gobernar el mundo por la fuerza, y que en caso de percibir cualquier tipo de desafío a su dominación, aunque sea remoto, inventado o imaginado, entonces los EE.UU. tendrán derecho a destruirlo antes de que se convierta en una amenaza. Eso es guerra preventiva.
Y, una vez declarada la doctrina, un estado poderoso tiene capacidad de hacer de ella una nueva norma. Por ejemplo, el que la India invada Paquistán para poner fin a atrocidades monstruosas, no es norma. Pero si los EE.UU. bombardean Serbia con argumentos dudosos, eso sí lo es. Ése es el papel del poder.
Para establecer una nueva norma, hay que hacer algo. La manera más fácil de hacerlo es seleccionando una víctima indefensa a la que la mayor fuerza militar de la historia pueda pueda abrumar completamente. No obstante, para que todo resulte creíble, por lo menos frente a la población propia, hay que crear miedo: la víctima inerme ha de ser mostrada como una amenaza impresionante para la supervivencia, hacerla responsable de lo ocurrido el 11 de Septiembre, decir que planea atacarnos de nuevo y así sucesivamente. Y eso fue lo que pasó. A partir del pasado mes de septiembre se desencadenó una campaña masiva que logró convencer a los estadounidenses, aunque sólo a ellos, de que Saddam Hussein es no solamente un monstruo sino una amenaza para su propia existencia. En eso consistía la resolución del congreso de octubre y de otras cosas que la siguieron. Y eso se refleja en las encuestas: ahora, la mitad de la población lo cree responsable de los atentados del 11 de septiembre.
Todo esto está unido. Por un lado, se enuncia una doctrina. La doctrina deviene norma al aplicarse en un caso muy sencillo. Los estadounidenses caen en el pánico, siendo los únicos en el mundo en incurrir en semejantes fantasías, y, por lo tanto, apoyan el uso de la fuerza militar en acto de autodefensa. Si alguien lo cree así, entonces, realmente lo es. Es un caso paradigmático de agresión que tiene como propósito el hacer posibles otras agresiones. Una vez resuelto, se pueden considerar casos más difíciles.
Ésas son las razones principales por las que en tantas partes del mundo predomina de forma aplastante la oposición a la guerra. No únicamente el ataque a Irak. Mucha gente la percibe acertadamente tal y como se ha concebido: como declaración patente de que hay que andarse con cuidado porque han cambiado las reglas del juego. Ésa es la razón por la que un porcentaje -que, probablemente, es mayoritario- de la población mundial considera ahora a los EE.UU. como la mayor amenaza a la paz mundial. George Bush ha conseguido, en sólo un año, convertir a los EE.UU. en un país al que se teme, al que no se aprecia, al que se odia, incluso.
DB: En el Foro Social Mundial de Porto Alegre, a finales de enero, usted tildó a Bush y a su entorno de "nacionalistas radicales" entregados a una política de "violencia imperial". Este gobierno ¿difiere sustantivamente de los anteriores?
NC: Es conveniente considerar cierta perspectiva histórica. Considérese el extremo opuesto del espectro político, el liberalismo de Kennedy, lo más disímil en que pueda pensarse. En 1963, se anunció una doctrina no muy distinta de la contenida en el informe sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de Bush. Esto sucedió en 1963. Dean Acheson, un estadista prestigioso, uno de los principales consejeros del gobierno de Kennedy, pronunció una conferencia frente a la Sociedad Americana de Derecho Internacional en la que sostuvo que el que los EE.UU. respondiesen a un desafío a su posición, prestigio o autoridad no entrañaría ningún tipo de cuestionamiento legal. El enunciado era más o menos así. ¿A qué se refería? A la guerra terrorista y económica de EE.UU. contra Cuba. Y la fecha es tremendamente significativa: poco después la crisis de los misiles, que condujo al mundo al borde de la guerra nuclear. Y ése fue el resultado de una vasta campaña de terrorismo internacional encaminada a lo que ahora se denomina cambio del régimen, uno de los factores que motivaron el envío de los misiles. Fue justo después cuando Kennedy intensificó la campaña de terrorismo internacional y Acheson alegó frente a la Sociedad de Derecho Internacional de que teníamos derecho a emprender una guerra preventiva contra un mero desafío a nuestra posición y prestigio, ni siquiera a nuestra existencia. Su enunciado, de hecho, era aún más extremo que el contenido en la doctrina de Bush del pasado mes de septiembre.
Por otra parte, para relativizarla adecuadamente, hay que tener en cuenta que se trataba de una opinión de Dean Acheson y no una declaración política oficial. Y no se trató, obviamente, de la primera o la última declaración en tal sentido. La del pasado mes de septiembre es inusual por su arrogancia y por el hecho de ser una declaración política formal, no simplemente la opinión de un funcionario de alto rango.
DB: Un lema que hemos oído en las manifestaciones por la paz es "nada de sangre a cambio de petróleo". Se habla frecuentemente del petróleo como la fuerza impulsora del ataque estadounidense y de la ocupación de Irak. ¿Hasta qué punto es relevante el petróleo en la estrategia de EE.UU.?
NC: Es esencial, indudablemente. Nadie en su sano juicio lo pone en duda. La región del Golfo es la principal productora de energía del mundo. Ha sido así desde la Segunda Guerra Mundial y se espera siga sucediendo, por lo menos, durante otra generación. Es una fuente enorme de poder estratégico, de riqueza material. E Irak es tremendamente importante en ese sentido. Posee las segundas mayores reservas de petróleo que, además, es muy barato y de fácil extracción. Quien controla Irak tiene un poder muy importante sobre los mecanismos que determinan la producción del crudo y su precio -ni demasiado alto ni demasiado bajo-, puede, probablemente, minar la OPEP y, en definitiva, hacer sentir su poder en todo de mundo. Igual que desde que acabó la Segunda Guerra Mundial. No tiene nada que ver realmente con el petróleo en sí; no es el objetivo prioritario. Tiene que ver con el control. Eso es lo importante. Si Irak estuviera en alguna parte del Centro de África, no habría sido elegido como víctima. El asunto del petróleo está presente; pero también lo hay en otras partes del mundo no tan cruciales, como el centro de Asia, por ejemplo. De modo que el petróleo no está detrás del calendario específico de la operación: la preocupación constante es el cuándo y no el qué.
DB: Un documento de 1945 del Departamento de Estado sobre el petróleo en Oriente Medio lo describía como "... una extraordinaria fuente estratégica de energía y uno de los tesoros materiales más importantes de la historia". Los EE.UU. importan el 15% de su petróleo de Venezuela. También lo importan de Colombia y Nigeria. Esos tres países son ahora, desde la perspectiva de Washington, algo problemáticos: Hugo Chávez gobierna en Venezuela, hay conflictos internos serios, guerra civil de hecho, en Colombia y sublevaciones en Nigeria que amenazan el suministro de petróleo. ¿Qué opina de todos esos factores?
NC: Eso es muy pertinente: todas ésas son regiones sobre las que los EE.UU. pretenden ejercer control. Quiere controlar Oriente Medio, pero, de acuerdo con las proyecciones de los servicios de inteligencia, los EE.UU. buscan depender más de los recursos de la Cuenca Atlántica -es decir, África Occidental y la ribera atlántica de América- que considera más estables y que controlan menos problemáticamente que Oriente Medio, una región complicada. Así que el plan pasa por controlar Oriente Medio sin descuidar la Cuenca Atlántica, que incluye los países que menciona. Se deduce que a una sublevación o rebelión, del tipo que fuere, en alguno de los países de la zona seguiría un episodio similar al ocurrido en Irak, si éste concluye tal y como esperan los planificadores civiles del Pentágono. Si la victoria es fácil, no hay lucha, se establece un nuevo régimen "democrático", y no hay excesivos contratiempos, si ocurre así, entonces los EE.UU. van a envalentonarse y embarcarse en nuevos proyectos.
Respecto a ellos, caben varias posibilidades. Una de ellas, es, de hecho, la Región Andina. Los EE.UU. la tienen cercada de bases militares. Ya hay fuerzas militares en la región. Colombia y Venezuela son ambos, especialmente Venezuela, sustanciales productores de petróleo. Y hay más en otras partes, como Ecuador y el mismo Brasil. Sí, es posible que el siguiente paso en la campaña de guerras preventivas, una vez convertidas y aceptadas como norma, podría darse allí. Otra posibilidad es Irán.
DB: Irán, sí. Aquél al que Bush denominó "hombre de paz", el mismo Sharon, recomendó a los EE.UU. que, una vez acabasen con Irak deberían continuar con Irán. ¿Qué pasa con Irán? Se trata de otro país del denominado "eje del mal" con vastos recursos petroleros.
NC: Por lo que respecta a Israel, Irak nunca ha sido un problema serio, no era un rival importante. Pero Irán es distinto. Irán posee un poder militar y económico mucho mayor. Durante años Israel ha estado azuzando a los EE.UU. contra Irán. Irán es un rival demasiado importante para Israel, por lo que pretende que sean otros los que le resuelvan el problema
Y es bastante probable que la guerra pueda ya estar en curso. Hace un año, se supo que más del 10% de la fuerza aérea israelí estaba emplazada permanentemente en el este de Turquía, es decir, en esas gigantescas bases que los EE.UU. tienen allí. Al parecer, realizan labores de reconocimiento en la frontera iraní. Además, existen informes fidedignos de que los EE.UU., Turquía e Israel están tratando de promover levantamientos nacionalistas azeríes en el norte de Irán encaminados a promover cierto tipo de unión entre partes de Irán y de Azerbayán. Hay una conjunción de intereses de los tres países anteriores en la zona opuestos a los de Irán y que podrían conducir a su desmembramiento o incluso un ataque militar. Aunque éste sólo sería posible si pudiera contarse con que dicho país estuviese totalmente indefenso. No van a invadir un país que pudiera ofrecer una resistencia seria.
DB: Con fuerzas militares de EE.UU. en Afganistán e Irak, en las bases en Turquía y Asia central, Irán está literalmente rodeado. ¿No podría eso empujar a Irán a desarrollar las armas nucleares -si no la tiene ya- en autodefensa?
NC: Muy probablemente. La poca evidencia con que se cuenta -es decir, evidencia seria- indica que el bombardeo israelí en 1981 del reactor de Osirak probablemente estimuló y pudiera haber sido el punto de arranque de un programa iraquí de desarrollo de armas nucleares. Estaban construyendo una central nuclear, aunque nadie sabía de qué tipo. Fue investigada in situ después del bombardeo por parte de un físico nuclear muy conocido, de Harvard -creo que era el jefe del Departamento de la Física de Harvard en aquel entonces-. Su análisis fue publicado en Nature, la principal publicación científica. Según él, se trataba de una central eléctrica. Él es experto en la materia. Otras fuentes Iraquíes, exiliados, han indicado, aunque no se pueda probar, que no era nada especial. Podían haber tenido en mente el desarrollar armas nucleares, pero fue el bombardeo lo que estimuló finalmente dicho programa. No se puede probar, pero es lo que parece deducirse de las evidencias. Y es muy plausible, aunque pueda no ser verdad.
Lo que ha apuntado es sumamente probable. Si un país carece de medios de defensa convencional, amenazarlo viene a ser lo mismo que empujarlo a desarrollar armas de destrucción masiva y redes terroristas. Es evidente. Justo por eso lo predijeron la CIA y muchos otros.
DB: ¿Qué significa la guerra y la ocupación de Irak para los palestinos?
NC: El desastre.
DB: ¿No hay itinerarios hacia la paz?
NC: Es interesante leer al respecto. Una de las reglas del periodismo -ignoro cómo se instituyó, aunque se sigue a rajatabla- es que cuando se menciona el nombre de George Bush en un artículo, el títular tiene que referirse a su visión y el cuerpo tiene que hablar de sus sueños. Quizás venga acompañado de una fotografía suya en que mira hacia el horizonte. Y uno de los sueños y visiones de George Bush debe de ser el de la creación de un estado palestino en alguna parte, alguna vez, en cierto lugar sin especificar, quizás en el desierto. Se nos pide elogiar eso como si fuese una visión magnífica. Se ha convertido en una costumbre de los periodistas. Uno de los principales artículos del Wall Street Journal del 21 de marzo mencionaba las palabras "visión" y "sueño" unas diez veces.
El verdadero sueño es que los EE.UU. dejen algún día de minar totalmente de los esfuerzos a largo plazo que el resto del mundo, casi sin excepción, ha hecho por llegar a algún tipo de acuerdo político viable. De momento, durante los últimos veinticinco o treinta años, los EE.UU. no han hecho sino tratar de impedirlo. El gobierno de Bush ha ido mucho más allá en su intento, a veces de forma tan radical que ni siquiera ha trascendido.
Por ejemplo, el pasado mes de diciembre, en la ONU, por primera vez, el gobierno de Bush cambió la política estadounidense sobre Jerusalén. Hasta entonces, los EE.UU. habían seguido, por lo menos en principio, la resolución de 1968 del Consejo de Seguridad que ordenaba Israel revocar sus política de anexión, ocupación y colonización de Jerusalén Este. Pero entonces, el gobierno de Bush dio marcha atrás. Ése es uno de los muchos pasos emprendidos para minar la posibilidad de cualquier acuerdo político significativo. Para disfrazarlos, se los denomina "visiones"; y al esfuerzo por llevarlas a cabo, "iniciativa de EE.UU."; aunque, de hecho, lo que realmente representan, como cualquier persona con una mínima formación en historia sabe, es el intento por parte de los EE.UU. de ponerse a la altura de los europeos y los árabes, con su trabajo de años y años, para arrebatarles el protagonismo. El que en los EE.UU. se halague a Sharon, donde se lo considera un gran estadista -es, después de todo, uno de los principales terroristas que el mundo ha conocido en los últimos cincuenta años-, representa un fenómeno interesante y revela otro de los logros sustanciales de la propaganda, uno muy peligroso
A mediados de marzo, Bush hizo la que fue denominada su primera declaración significativa acerca Oriente Medio, sobre el problema entre árabes e israelíes. Pronunció un discurso. Grandes titulares. Primera declaración significativa en años. Quien la leyó la encontró banal... excepto en una frase. Esa frase, si se la examina con detenimiento, traza todo un itinerario: conforme avance el proceso de paz, Israel deberá detener los programas de colonización. ¿Qué significa eso? Que en tanto el proceso de paz no alcance el punto al que se refería Bush , y que podría retrasarse indefinidamente, Israel puede continuar construyendo nuevos asentamientos. Eso representa un cambio de política. Hasta la fecha, por lo menos oficialmente, los EE.UU. se habían opuesto a la expansión de los programas ilegales de colonización que imposibilitan todo tipo de solución política. Pero ahora Bush dice lo contrario: sigan colonizando. Seguiremos financiando las colonizaciones hasta que decidamos que, de alguna manera, el proceso de paz ha alcanzado el punto adecuado. Así que, en efecto, hubo un cambio significativo hacia una una situación de más agresión y erosión de la legalidad internacional y de las esperanzas por lograr la paz. No fue así como se presentó ante la prensa, pero no hay más que echarle un vistazo al contenido del discurso en sí.
DB: Usted ha descrito el nivel de la protesta y de resistencia pública frente a la guerra en Irak como "sin precedentes"; nunca antes había habido tanta oposición a una guerra antes de que estallase. ¿Qué va a pasar con esa resistencia?
NC: Me resulta imposible predecir asuntos relacionados con la sicología de la gente. Pasará lo que la gente decida. Hay muchas posibilidades. Debería intensificarse. Los retos son mucho mayores y más serios ahora que antes. Por otra parte, es más difícil. Sicológicamente, es más fácil organizar la oposición a un ataque militar puntual que a un programa imperialista a largo plazo, del que este ataque es una fase a la que habrán de seguir otras. Eso obliga a reflexionar más, a dedicarse más, a comprometerse permanentemente. Es lo que media entre un compromiso a largo plazo y el decir, "bueno, voy mañana a la manifestación y, luego, a casa". Existen muchas opciones. Lo mismo ocurre en el movimiento por los derechos civiles, el feminista, todos.
DB: Hablenos de las amenazas y de la intimidación que sufren los disidentes a aquí en los EE.UU., incluyendo el acoso a los inmigrantes, y, ya puestos, a los ciudadanos.
NC: La gente más vulnerable, como los inmigrantes, tienen razones para preocuparse. El gobierno actual ha recordado sus derechos de una manera sin precedentes. Ha sucedido en tiempo de guerra, y de una manera particularmente desagradable, como con los japoneses en 1942, o, por ejemplo, lo sucedido en tiempos de Wilson, durante la Primera Guerra Mundial, que fue horroroso. Pero la actual arrogación de derechos no tiene precedentes, llegándose al extremo de arrestar connacionales y mantenerlos detenidos indefinidamente, sin presentar cargos y aislados de sus familiares y abogados. Los inmigrantes y otros grupos vulnerables deberían tener cuidado. Por otra parte, la gente como nosotros, los ciudadanos con ciertos privilegios, aunque encaremos ciertas amenazas, son tan minúsculas si se las compara con lo que las mayor parte del mundo sufre a diario, que resulta difícil tomarlas en serio. Acabo de visitar Turquía y Colombia y, comparado con las amenazas que la gente tiene que enfrentar día a día, vivimos en el cielo. Y ellos no se preocupan de eso. Bueno, lo hacen, pero eso no les impide seguir viviendo.
DB: ¿Ve en Europa y el este de Asia la emergencia de potencias que puedan servir de contrapeso a los EE.UU. algún día?
NC: Están emergiendo, ciertamente. No hay duda que Europa y Asia son potencias económicas más o menos del tamaño de Norteamérica y que tienen sus propios intereses. Y éstos no consisten simplemente en seguir las instrucciones de los EE.UU. Pero, en todo caso, están fuertemente unidos. Por ejemplo, las grandes empresas de Europa, EE.UU. y la mayor parte de Asia están vinculadas de muchas maneras y comparten una serie de intereses. Por otra parte, también tienen intereses divergentes, problemas que se remontan muy atrás, especialmente en el caso de Europa.
Los EE.UU. han tenido siempre una actitud ambivalente hacia Europa. Quisieran que Europa estuviese unida con lo que, por las economías de escala, se convertiría en un mercado más eficiente para las empresas estadounidenses. Por otra parte, siempre han estado preocupados por el rumbo que Europa pudiera seguir. Muchas de las cuestiones acerca del ingreso de los países del este de Europa a la UE tienen que ver con eso. Los EE.UU. están muy a favor de ello, porque esperan que estos países sean más susceptibles a su influencia, con lo que podrían minar la base de Europa, constituida por Alemania y Francia, los dos grandes países industrializados, que tal vez pudieran seguir una línea más independiente.
También colea el asunto de la desconfianza de EE.UU. hacia el sistema social europeo, que proporciona salarios, condiciones de trabajo y beneficios laborales decentes. Es muy diferente del sistema estadounidense. Y les molesta ese modelo porque es peligroso. La gente tiene ideas raras. Y se entiende muy explícitamente que con la incorporación de los países del este, con salarios bajos y condiciones laborales muy distintas, podrían decaer los niveles de protección social y laboral en Europa Occidental, en provecho de los EE.UU.
DB: Con la economía de EE.UU. en proceso de deterioro y con el aumento del desempleo ¿cómo va el gobierno de Bush a mantener el esfuerzo militar y al guerra y ocupación constante de varios países?
NC: Sólo tienen que mantener el esfuerzo durante otros seis años. Para entonces, esperan haber institucionalizado una serie de programas altamente reaccionarios dentro de los EE.UU. Habrán dejado la economía en una situación difícil, con un déficit enorme, como sucedió en los años 80; pero entonces dejarán el problema en manos de otro. Mientras tanto, habrán conseguido, o esperan conseguir, desmantelar los programas sociales y la misma democracia, que, por supuesto, odian, transfiriendo el proceso de toma de decisiones de las manos de la gente a las empresas. Y lo habrán hecho de una manera que será muy difícil de revertir. Su legado interno será duro y difícil, pero sólo para la mayoría de la población. La gente que les preocupa va a hacer su agosto. Como en los años de Reagan. Son los mismos, después de todo.
E, internacionalmente, esperan haber institucionalizado la doctrina de la dominación imperial a través del uso de la fuerza y el recurso a la guerra preventiva. El gasto militar de los EE.UU. excede ahora, probablemente, el del resto del mundo combinado; además, su ejército es más avanzado y se desarrolla en direcciones peligrosas, como el espacio. Asumen, supongo, que, independientemente de lo que ocurra con la economía estadounidense, dispondrán de una fuerza tan abrumadora que la gente se verá obligada a hacer lo que se le diga.
DB: ¿Qué les dice usted a los pacifistas que tanto trabajaron para intentar impedir la invasión de Irak y que ahora sienten tanta cólera y tristeza?
NC: Que deben ser realistas. Abolicionismo. ¿Cuánto tiempo hubo que luchar antes de lograr avances? Si uno se rinde cada vez que no consigue la ganancia inmediata que se desea, no se llega nunca a ningún sitio. Son luchas largas, difíciles. De hecho, lo que ha sucedido durante estos dos últimos meses debería contemplarse con cierto optimismo. Se ha creado la base para la expansión y el desarrollo de un movimiento de paz y justicia que pronto acometerá nuevos retos. Y así es como avanzan tales cosas. No es fácil.