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Perú

21 de junio del 2003

Huelga de maestros en Perú
SUTEP: escisión, traición y otros temas

por Raúl A. Wiener

Las fórmulas de debate: "escindir es traicionar" y "traicionar es escindir", que se usan a propósito del desenlace de la huelga del SUTEP, pueden resultar igualmente ciertas, en un plano general. Pero de lo que se trata ahora es de lograr una lectura mucho más concreta de lo que realmente ocurrió en el más importante movimiento de masas de los últimos años. Veamos:

(1) No estamos ante el caso de una división dentro de la huelga. La disidencia dentro del sindicato del magisterio se convirtió en un hecho orgánico en febrero de este año durante un congreso de la oposición en Huancayo, que fijó su propio pliego de reclamos, fecha de huelga y designó un Comité de Lucha;

(2) La huelga comenzó el día 12 de mayo bajo la conducción del CEN oficial; sólo una minoría de los comités departamentales se mantuvieron tercos en el acuerdo de Huancayo y lanzaron su medida de lucha recién dos días después; este mismo sector mantuvo el planteamiento de otro pliego y otro comité que el gobierno dejó fuera de las negociaciones, con el argumento formalmente impecable de que carecían de personería acreditada;

(3) El movimiento magisterial del 2003 ha sido el más potente desde hace por lo menos 25 años El SUTEP no paralizaba desde 1991, año en que la huelga prolongada tuvo que ser levantada en derrota frente a la intransigencia fujimorista. Como expresión popular reivindicativa, la huelga del 12 de mayo ha sido también un hito para todos los sectores organizados que perdieron presencia bajo el látigo del régimen autoritario y el programa económico neoliberal;

(4) El flanco débil de la huelga fue, desde su inicio, la imagen de división abierta que fue ampliamente aprovechada por los medios de prensa hostiles a la huelga y que sin duda mermaba la capacidad negociadora de la dirigencia ante el gobierno; el ataque sistemático y violento a la dirección en el transcurso de las movilizaciones y el boicot a las asambleas, es un hecho inédito en conflictos de esta magnitud;

(5) El momento crítico de la huelga fue el de la declaratoria del estado de emergencia por parte del gobierno de Toledo y el intento por lanzar una represión general contra el alza gremial que había empezado a extenderse con el paro de los agricultores y trabajadores del poder judicial. Hubiera sido fatal –tal vez una traición- si el CEN del SUTEP levantaba la huelga en esas circunstancias, como lo hicieron los dirigentes de los distritos de riego y los del Seguro Social;

(6) La continuidad de la huelga magisterial, el apoyo de los padres y alumnos, la movilización de otros sectores contra la emergencia, entre ellos los estudiantes puneños, quebró la contraofensiva del gobierno y perforó el andamiaje represivo. En ese instante la huelga del SUTEP había acumulado dos victorias indiscutibles: en lo gremial había reconstituido el sindicato como estructura nacional con la que el Estado se encuentra obligado a tratar como representación legítima de 300 mil maestros, y en lo político, al sobrepasar el estado de emergencia y anularlo en términos prácticos. En el aspecto económico, en cambio, el logro era insuficiente, no sólo por la cantidad ofrecida, sino porque no se pudo incrementar la oferta inicial y romper la intransigencia del ministro Silva Ruete;

(7) La dirigencia tenía un dilema de hierro: mantener el conflicto cuando empezaba a cambiar el ánimo social por la prolongación del cierre de los colegios y bajo la hipótesis de encontrarse después de unos días sin ninguna nueva oferta, lo que podía conducir a un desbande y a perder o debilitar los logros políticos y sindicales, u optar por un retiro ordenado para volver a luchar más adelante, lo que suponía exponerse al descontento de sectores de bases que esperaban mejores resultados económicos, acicateado por el ala izquierda que inexorablemente tacharía de traidora a la dirigencia en el momento en que tuviese que firmar para terminar el conflicto;

(8) El procedimiento de levantamiento, a lo largo de varios días y en medio de nerviosas consultas, refleja las vacilaciones de la directiva ante esta disyuntiva; esto va implicar costos en la imagen de solidez gremial que se había logrado y en autoridad sobre las bases, pero finalmente la decisión se impuso, muy a pesar que el grupo del congreso de Huancayo declaró su desacato. El CEN ha impuesto el regreso a clases y el otro sector ha quedado descolgado, probando que no es dirigencia nacional;

(9) El balance justo del significado de la huelga del SUTEP y de los acontecimientos del mes de mayo va a ser vital para entender lo que puede pasar en el país. Si se considera que la crisis del régimen ha llegado a su punto más alto como resultado del impacto de las movilizaciones, entonces el problema de la siguiente etapa será eminentemente político, de ampliar las fuerzas, incorporar a la población no sindical, que es la mayoritaria, al frente contra Toledo y el programa neoliberal, apuntando a una solución de poder;

(10) Si, en cambio, se piensa que estamos ante una "huelga traicionada" y por ende frente a una derrota del magisterio y el movimiento popular, lo que va a salir como conclusión es totalmente otra cosa. Tal vez unos se desmoralicen y se replieguen, pero los más ultras insistirán sin duda en la tesis de que el principal enemigo es la dirigencia de la organización; imaginarán que les faltó fuerza para echar a Nilver López y sus camaradas de la dirigencia; y organizarán estrategias centradas en este punto, con todas las derivaciones que se pueden suponer en estos casos. En ese camino los conceptos de escisión y traición adquirirán su verdadero significado.