Coletillas al Margen
Carlos Angulo Rivas
/ RODELULa administración del caos dentro del caos tiene sus limites. Lo advertimos varias veces exigiendo la necesidad de un cambio en la política económica y social, para lo cual era urgente dejar atrás los diez años de neoliberalismo forzado y dictatorial de Fujimori; más todavía por estar envuelto en la gigantesca descomposición putrefacta de políticos, funcionarios, empresarios, jefes militares, jueces, periodistas y bandoleros de toda laya. Alejandro Toledo, subido al coche de la protesta popular (a la que hoy pretende sojuzgar a balazos) llegó a la presidencia de la República, asumiendo la delegación soberana del pueblo a fin de construir un Estado Democrático Estable. Sin embargo, en sus primeros dos años de gobierno no ha hecho ni lo uno ni lo otro. Ni la transición democrática camina (desbarajuste constitucional) ni la política económica y so! cial cambia, con lo cual viene cavando su propia tumba. Su escuálido pacto político en las alturas, con los partidos tradicionales culpables en distintas épocas del desastre nacional, el llamado Acuerdo Nacional, tuvo la idea de mecer a la base social de la nación y aún quiere persistir en ella.
Ni el gobierno ni los partidos representados en el Congreso sintonizan con las mayorías nacionales, menos con los trabajadores de la ciudad y el campo organizados en los distintos sindicatos y gremios. Y la razón principal de esta brecha abierta o disloque feroz es, que duda cabe, la política económica del hambre y la necesidad adornada con diferente retórica según les toque decir a Lourdes Flores, Alejandro Toledo o Alan García. La dupla importada Dañino-Kuczynski hicieron lo suyo y con la continuidad de Silva Ruete, sólo cambiaron los apellidos. Y si bien es cierto que la economía del país ha crecido en un aceptable cuatro por ciento, las condiciones de vida, de trabajo y empleo suficientemente remunerado no han mejorado nada, por el contrario han empeorado vertiginosamente, dándose el fenómeno del crecimiento hacia fuera sustentado principal! mente en la minería, otras industrias extractivas y los servicios públicos que, además y en perjuicio del país, son las grandes empresas transnacionales las que se hinchan gozando de las regalías y exoneraciones tributarias.
Silva Ruete, el mismo que nos anuncia que el país puede irse al diablo, fue el ministro de los "paquetazos" de Morales Bermúdez, el continuador del fujimorismo con Valentín Paniagua y ahora el continuador de la misma canción de Kuczynski. Desde hace 25 años escuchamos el mismo discurso, ya sea con los "paquetazos" señalados o con el "fujimorazo" de 1992. "Los sacrificios económicos son necesarios para mejorar a futuro, es necesaria la inserción del país en el sistema financiero internacional, el sacrificio es para atraer las inversiones y crear trabajo, etc. etc". Pero a través de los años ya nadie les cree y cuando el hartazgo sale a las calles el comportamiento también es el mismo: Estado de Emergencia y militarización del país. ¿Puede llamarse a esto transición democrática?.
El "Arequipazo" del año pasado fue una voz de alerta y si Toledo no aprende de sus grandes errores, lamentablemente no sirve; y cuan equivocado está si pretende el orden de la represión y las balas que él mismo rechazó con la marcha de los cuatro suyos. El Estado de Emergencia actual, aplaudido por la clase política y los empresarios, criticado por el oportunismo de Alan García (otro que pretende subirse al coche de la protesta) se convertirá en un boomerang para el gobierno (Ejecutivo y Legislativo) fundamentalmente porque amplía la base social del descontento y la protesta, es decir, la traslada de los sindicatos y gremios a la mayoría del pueblo. Ya lo vemos en todo el país, donde el desacato a esta medida arbitraria es casi unánime, dado que con el ejército y la policía en las calles las marchas, los mítines y las protestas continúan.
Enviado por Cecilia Tello