Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
Un canciller de juguete
No hay ninguna excusa ni explicación, lógica o ilógica, de trapisonda o birlibirloque, que logre aminorar la increíble ineptitud del canciller Allan Wagner Tizón. El ministro Raúl Diez Canseco tomó una determinación y nos sacó de un grupo de países porque según él esta acción nos conviene. ¿Desde cuándo asumió Relaciones Exteriores este señor? Es obvio que el papelón gigantesco de Wagner Tizón, debería impelirle si acaso tuviera una pizca de dignidad, a renunciar en el acto porque ¿para qué queremos un titular de RREE pintado en la pared? No son pocas las metidas de pata en Cancillería. Básicamente casi todo lo que se hace muestra el sesgo típico de Torre Tagle: formas, epidermis e imbecilidad a raudales. Los gestos amanerados abundan, pero se pierden casi todas las negociaciones y el Mar de Grau y los territorios nacionales jamás han obtenido una defensa lúcida por parte de ésta, una de las peores y más frívolas como sensuales, cancillerías del mundo.
Y por si fuera poco, Allan Wagner admite que sí, que un ministro tomó una decisión que sólo podía competir, de manera exclusiva y excluyente a su despacho. Es decir, no sólo acepta que no participó en lo que a todas luces empieza a parecer un desaguisado internacional de marca mayor, muy común en las actividades de Raúl Diez Canseco, sino que parece resignado a parecer el pelele que asoma sus reales perfiles desde hace algún tiempo.
Cuando una comisión -¡otra más!- especial se encargó de “estudiar” a los delincuentes que aún están en la Cancillería y a quienes cupo el tristemente célebre cometido de yugular de 119 diplomáticos a Torre Tagle, ésta emitió un informe aguado, debilísimo, indefinido. ¡Era más de lo mismo porque en esta casa de pactos vergonzosos jamás se castiga a nadie! ¡Allí reina el “espíritu de cuerpo”! La impunidad se llama cancillería del Perú y los catones de juguete que allí abundan se llenan de discursos y alcohol en cantidades industriales para decir que dijeron y ¡nada más! Hasta hoy no entiendo porqué el sentido onanista y ramplón que tienen los diplomáticos peruanos de afirmar que su institución “sólo está detrás de Ytamaraty”. Cuando los que algo conocemos y denunciamos desde hace años, sostenemos todo lo contrario. Los brasileros como los chilenos y el resto de ejecutivos del continente, pelean por su país en cuanto foro les es posible. Están a disposición de los que quieren llegar a su patria con ideas e inversiones. Jamás niegan luces a los que aspiran a mucho más. ¿Qué hacen los inútiles y forajidos cónsules y embajadores peruanos aparte de marearse en su verborragia improductiva? Meses atrás sostuve que el señor Wagner debía irse a su casa. Personalmente le proporcioné datos y pistas sobre múltiples irregularidades de sus colegas en Torre Tagle. Prometió corregir los desaguisados. ¡Y mintió en toda la línea! También me engañó cuando transmitiendo un pedido del ex-canciller Pérez de Cuéllar, me pidió el favor de no publicar el cese de un muerto que había firmado Pérez de Cuéllar con Valentín Paniagua y sólo porque me dijo que todo estaba en caminos de moralización pedí al entonces director de Liberación, César Hildebrandt que, por esa vez, tomáramos en cuenta esta solicitud.
Por supuesto, no era más que otra mentira monumental. ¡Así mienten los diplomáticos! ¿Para qué queremos un sainete o remedo de canciller que ya sobra por estos lares? Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.