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PERÚ / OPINION
Democracia,
en tiempos de Toledo
Por Raúl A. Wiener
¿Cabe la expresión "error de Toledo" para referirse a las promesas electorales
que han sido finalmente burladas desde la presidencia?. ¿Fue realmente un "error",
que se rectifica con un reconocimiento público, como dice Lourdes Flores?.
Explicaré porqué mi respuesta es doblemente negativa. Toledo se
hizo elegir con la estrategia de prometer. Justamente porque entre el 2000 y
2001 desertó del programa de democratización radical que se planteó
en los Cuatro Suyos y abandonó los aliados de la lucha antidictatorial,
Pachacútec de Cabana recurrió al mecanismo de presentarse capaz
de solucionar todas las demandas, como si efectivamente dependieran de la voluntad
del jefe de Estado y de la capacidad de girar contra el tesoro público.
Y trató de tomar el color y la inclinación de algunas organizaciones
y corrientes de opinión que estimaba claves para asegurar el voto. Así
fue antiprivatista en el sur, aunque su jefe de plan económico, el polaco-estadounidense
PPK, fuese un agente internacional de las privatizaciones, y no tuvo empacho
de firmar junto a los dirigentes del frente de defensa y el alcalde Guillén
contra la venta de Egasa (energía) y Sedapar (agua potable); adoptó
un tono patriótico y casi federalista en Iquitos donde logró los
porcentajes electorales más espectaculares; se hizo agrarista y antiminero
en Tambogrande y también fue aclamado y votado masivamente por los agricultores;
y podríamos seguir en una larga lista de frustraciones.
No hubiera ganado si no hubiese engañado a tanta gente. Engañado,
efectivamente. De la misma forma en que engaña el que ofrece en venta
una propiedad que no es suya o gira un cheque sabiendo que no tiene fondos.
No es que llegó al gobierno, revisó las cifras y se dio cuenta
que no podía hacer lo que dijo en las plazas. Fue que mientras decía
A, a las provincias decía Zeta a los interesados en comprar empresas
públicas regionales, a las mineras depredadoras y al FMI, preocupado
por el pago a los acreedores externos. Prometía no vender y vender, defender
el medio ambiente y no defenderlo, repriorizar el gasto y mantenerlo como lo
dejó Boloña. Por eso ahora cuando dice, con su tono infatuado,
siempre ante auditorios extranjeros o empresariales, que "no hará populismo",
lo que está indicando en verdad es que no se siente atado por lo que
pactó con el pueblo y lo define como algo deleznable, pero sí
se considera sujeto a otras obligaciones que estima "más serias" porque
allí se juegan millones de dólares. Uno puede pensar en pereza
mental, falta de ideas, espíritu de colonia, o cualquier otra cosa, para
explicar este cambio de preferencias.
Pero en ningún caso podrá decir que aquí ha habido hechos
fatales. Toledo no puede salir a disculparse, como si todo consistiera en declarar
ya te birlé el voto, ahora aguanta que los que me van a dar la plata
son los que ponen las condiciones. Esta idea de democracia en la que los votantes
son los mensos que se la creyeron y los inversionistas los únicos a los
que debe escucharse porque son los del billete, es la que ha entrado en trompo
con el levantamiento de la ciudad blanca.
Los arequipeños están sacando la cara por la democracia de la
verdad, frente al sistema de mentira institucionalizada que encarna Alejandro
Toledo, y que la Flores quiere parchar con un mea culpa que signifique darle
la razón a la derecha criolla y Alan García mantener en una mecedora
que permita seguir dentro de los pactos por las alturas y haciendo críticas
ante las bases. Solidarizarse con el sur es un deber en defensa de la victoria
antidictatorial del año 2000 ahora traicionada por Toledo, aunque boca
sucia Rospigliosi diga que eso es ser tonto útil de los desestabilizadores
y violentistas. Al facho le parece lo más normal gobernar sobre la mentira,
la imposición y la división de la sociedad en buenos y malos.
Dónde muchos de los "buenos" han salido de las filas del mafioso gobierno
de Fujimori, y casi todos los "malos" son aquellos que ayudaron a Toledo a vencer
a la dictadura. Obviamente en esta lógica se hace inevitable un deslizamiento
hacia los estados de emergencia, toques de queda y al regreso del militarismo
a posiciones de poder. Pero esos tampoco son "errores". Son opciones de política
que conducen a un sólo destino: el autoritarismo y la confrontación
total.
El toledismo ya se manchó las manos de sangre. ¿Para qué?. Para
vender Egasa. Preguntemos: ¿pero era acaso tan importante esa transacción
para que el gobierno haya sido capaz de llegar tan lejos como lo ha hecho en
estos días?. Seguro que hay mucho más que terquedad indígena,
asesores duros o sueños de inversión externa. Una oscura sospecha
recae a partir de ahora sobre Toledo y sus más íntimos colaboradores.
Y cómo todo se llega a saber, va a llegar el día en que sepamos
el precio a que se vendió la democracia conquistada por el pueblo y se
la transformó en una nueva autocracia al servicio de inversores extranjeros.