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País Vasco

País Vasco  no al tratado constitucional europeo

 Por la solidaridad entre los pueblos Mikel Korta e Ibai Castro
 Miembros de Askapena y Comités Internacionalistas

Gara.net

Venimos asistiendo a un sinfín de polémicas, rumores, acusaciones y desmentidos que tienen como protagonista al Plan Ibarretxe, la propuesta política de la izquierda abertzale, la existencia o no de contactos bilaterales y/o multilaterales entre estos y aquellos. La Constitución española, el marco estatutario y foral como trincheras a defender o como muros inamovibles que impiden avanzar centran el debate. Se habla en definitiva de modificar o superar el actual marco jurídico-político por parte de los nacionalistas vascos y de reforzarlo por parte de los nacionalistas españoles. Sin duda temas de gran importancia y trascendencia para el presente y futuro de Euskal Herria.

 Sin embargo, en todo este tiempo apenas se habla de otro marco jurídico-político que también surge con la pretensión de imponernos las reglas del juego que definan nuestro futuro como Pueblo y como personas. Nos referimos al Tratado Constitucional Europeo. Decíamos que apenas se habla, pero lo cierto es que desde hace un mes escaso el Gobierno Vascongado y ahora también el español vienen haciendo una campaña pagada con los dineros de todos y todas las contribuyentes en la que bajo la excusa de «informar» sobre el contenido de ese tratado constitucional lo que están haciendo es una descarada campaña por el sí. Si el hecho en sí es un abuso injustificable, más extraño resulta si tenemos en cuenta que dos de los partidos que gobiernan con el PNV en Gasteiz defienden el No frente a ese Tratado Constitucional.

 Pero fraudes gubernamentales aparte, queremos alertar a la sociedad vasca sobre la necesidad de exigir información y debate en igualdad de condiciones para que finalmente cada persona pueda formarse una opinión y manifestarla.

Además como vascas y vascos exijimos que, al contrario de lo ocurrido en el caso de la OTAN o la Constitución española, nuestra palabra sea respetada.

Una palabra que además va a poder ser expresada por todas y todos los vascos, el 20 de febrero en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa y se dice que en el mes de mayo en Lapurdi, Zuberoa y Nafarroa Beherea.

 Desde el punto de vista internacionalista y abogando siempre por la solidaridad entre los pueblos, nos decantamos rotundamente por el No a este Tratado y lo primero que queremos destacar es que este Tratado no puede analizarse como una cuestión aislada, sino como un importante punto de inflexión en un proceso de décadas en el que el objetivo es imponer en Europa un modelo imperialista y neoliberal calcado del modelo de los EEUU.

 Por eso decimos No a este Tratado, porque su objetivo fundamental es dotar de un marco jurídico-político a la Europa de los estados y el capital, es decir, pretende elevar a categoría de «Ley Suprema» la esencia del modelo imperialista y neoliberal y legitimar así los pasos dados y los que vendrán en la implantación de ese modelo.

 Decimos No porque los pueblos no existen para esta Constitución, llegándose a plantear en la misma la intervención armada para defender la integridad territorial de los estados miembros, artículo que parece copiado de la Constitución española. No es casual que fuese el Estado español quien mayor interés pusiese en la inclusión de este y otros artículos similares referido a la cuestión de los pueblos europeos. En la medida en que no existen esos pueblos, tampoco existen de manera oficial ni sus identidades, ni sus culturas y lenguas y muchísimo menos su derecho a la soberanía y la libre determinación.

 Decimos No porque en este tratado se pretenden echar abajo todos y cada uno de los logros que en materia social se habían conseguido en Europa tras enormes luchas y ante el miedo de la irrupción del «comunismo» tras la segunda guerra mundial. Es rotundamente falso eso de que «en Europa siempre ha existido una cultura especialmente sensible a lo social». No al menos en la cultura de los poderosos. Grandes luchas obreras y el miedo a que de la mano de las mismas «el comunismo» avanzase en Europa hicieron que el poder no tuviese más remedio que abrir las puertas a eso que se llamó el Estado social. Privatización de la educación, el transporte, la energía, la sanidad, la seguridad social... ese es el futuro que nos quiere imponer dando la vuelta a todo lo conseguido. Quien tenga dinero podrá acceder a todos esos servicios, quien no, como ya ocurre en los EEUU y en tantos otros lugares, será condenado a la más absoluta marginalidad y sólo estudiará, será atendido en un hospital, o cobrará una pensión tras decenas de años de trabajo si puede pagar por adelantado sus costes. En caso contrario vivirá y morirá como un perro. Se garantizará además, mediante la selección del acceso a la enseñanza y otros servicios sociales, que el poder pase de padres a hijos pues cada vez resul- tará más difícil que los y las hijas salgan del círculo de pobreza y miseria al que ya habían sido condenados sus padres. La exclusión será la norma, la diferencia entre clases se agudizará.

 Dicho esto, desde una perspectiva internacionalista queremos subrayar especialmente varias cuestiones.

 Elevar a ley suprema el modelo neoliberal significa dejar clara la voluntad de hacer de la Unión Europea una potencia capaz de competir con los EEUU o Asia. Esta competitividad entre potencias que algunas personas ingenuamente han entendido como una oportunidad de acabar con la hegemonía de los EEUU es sin embargo un enorme fraude, pues lo que en todo caso está en juego es quién detentará mayores cotas de poder para imponer las mismas políticas, cosa que para las personas y Pueblos que las sufrimos nos resulta indiferente.

 El modelo neoliberal impone unas relaciones entre los pueblos basadas en la imposición y el robo. En esencia las grandes potencias, llámese EEUU, Alemania, Francia, España o Europa, lo que hacen es robar sus recursos a los países mal llamados pobres. Es una política mediante la que las grandes potencias roban a los pueblos sus recursos naturales, les cierran las puertas a que puedan levantar industrias productivas que les permitan ser soberanos o no dependientes, imponen a la baja los precios de las materias que producen y luego les obligan a comprar a altísimos precios y consumir los productos que las potencias elaboran. ¿Quién y en nombre de qué decide que es más caro un coche que el trabajo realizado por decenas de personas recolectando café o trigo? El modelo neoliberal impide el desarrollo natural y armónico de los pueblos e impone a estos y a sus habitantes vivir al servicio de las grandes potencias. Por eso quienes frente a un mundo basado en la competencia, la arbitrariedad y la imposición creemos en un mundo basado en la solidaridad, el respeto y la igualdad decimos rotundamente No a este Tratado.

 Pero la cosa no queda ahí, porque cuando la presión económica y política no es suficiente para doblegar la resistencia de los pueblos ya se ha dado el grave y cruel paso de recurrir a la guerra y la ocupación. Afghanistan, Irak, Palestina... son claros ejemplos de ello, pero también lo fue la llamada «intervención humanitaria» en la ex-Yugoslavia. ¿Quién será el siguiente premiado en esta macabra lotería? La Unión Europea ha hecho suyo el concepto de «guerra preventiva», apuesta por la OTAN y cada vez son más quienes apuestan por un euro-Ejército que además será costeado quitando dinero de los servicios sociales. Tremendo cóctel cuya consecuencia sólo es una: justificar y preparar futuras guerras de ocupación. Por eso quienes defendemos la soberanía de los Pueblos como condición básica, aunque no única, para una relación de igualdad entre los mismos decimos No a este tratado constitucional.

 Y qué decir de la emigración. Qué decir de un modelo que primero empobrece a los Pueblos empujando a sus gentes a buscar un futuro en otras tierras y luego les cierra sus puertas o los convierte en los auténticos esclavos del Siglo XXI. ¿Por qué nos hablan de la libertad de movimientos cuando se trata de dinero, mercancías o empresas y lo niegan a las personas? ¿De qué libertad nos están hablando?La causa y los métodos para atajar la oleada de emigrantes no está en los países de orígen, sino en esos estados que como los de Europa condenan a la pobreza a otros pueblos. Y ese es el modelo que defiende este Tratado Constitucional.

 En definitiva, el Tratado Constitucional Europeo pretende conseguir lo que no consiguieron ni la Constitución española ni los estatutos de Autonomía, hacernos desaparecer como pueblo libre y soberano, imponiéndonos además un modelo económico y social que sólo busca el beneficio del capital condenando a la pobreza y la exclusión a amplísimas capas de nuestra sociedad. Por eso, porque decimos No a la imposición de los estados y el capital, porque decimos No a la guerra y la ocupación, porque defendemos el derecho de Autodeterminación, la solidaridad la igualdad y el respeto entre los pueblos, porque queremos construir una Europa para beneficio de las personas y los pueblos diremos No a este Tratado Constitucional. Nos veremos, hoy, en Bilbao. -