País Vasco
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EHAK: Esos fantasmas
Jon Odriozol
Gara
Leo que, como última instancia y para asustar a la ciudadanía proclive a
votar a EHAK (cuando escribo esto no sé qué habrán hecho en las elecciones), se
alude a que son un partido... comunista. Algo así como una secta esotérica cuyos
miembros lucen los ya clásicos cuernos y rabo diabólicos cuyo único objetivo,
como decía Lenin, era chorimangar por la jeró las «aves del corral» a los
sufridos campesinos. Ya sé que esto es pueril y tedioso. Pero, la propaganda
anticomunista todavía surte sus efectos. 40 años de franquismo y sus secuelas no
son moco de pavo.
A veces, cuando estoy lúcido, me pregunto qué hubiera pasado de haber ganado la
guerra civil (o incivil, como dice el meliorismo) española la República. Una
República democrática socolor de burguesa que vio cómo se iban al exilio la casi
totalidad de sus intelectuales y artistas lo mismo rojos que socialistas o,
simplemente, liberales. Entonces casi todo dios, disculpen el oximoron, era de
izquierdas o, al menos, progresista. Visto hoy, sorprende al no avisado tanto
rojerío. Ayuda a entenderlo que la gloriosa Revolución de Octubre soviética
ocurrió la víspera. No sorprende menos que, hoy en día, queden comunistas de
principios y de praxis revolucionaria. Suena a rareza arqueológica, a exotismo
tribal y a período de la cuarta glaciación precámbrica.
A mí una vez me hicieron la prueba del carbono-14, como se calcula la edad de un
árbol, para ver si era mamut o elefante evolucionado. A EHAK se le ha llamado
partido fantasma. Y lo es, ciertamente. Pues que los comunistas, esa rara avis,
siempre han sido fantasmas que recorren Europa (y el Nepal). El chiste fácil es
para que se vea que los comunistas son humanos y con limitaciones en el estro y
prosaicos con el plectro. Quiero decir que no son superhombres hiperbóreos y
menos homúnculos, que diría Gorki, sino gentes que, eso sí, han visto más lejos.
Los que fundaron el PCTV no son visionarios ni leyeron a Swedenborg pero vieron,
repito, más lejos. Se esforzaron, mientras trabajaban como obreros, en el
pensar. Y no digo más. Salvo quitarme el sombrero.
Lo correcto en este minuto que corre es suscribir aquella sobada frase que
rezaba que quien no fue disidente a los 20 años era un pequeño cabrón y quien,
20 años después, lo seguía siendo es que no se le pasó el sarampión. O sea, un
fantasma, un bicho raro, alguien digno de lástima. Una vez soñé, en pleno coma
etílico, que se hizo la revolución proletaria y campesina y tal. Se puso en
práctica el programa de IU para no acojonar a niños y ancianos. Los partidos de
orden pusieron el cielo en el grito (¿o se dice al revés?), pero eso es normal.
Un lider de EB dijo: «oh, oh, eso no puede ser, es anticonstitucional, no ha
pasado por las urnas y eso, aunque sea mi programa, va contra la democracia». Me
acordé del cretinismo parlamentario pero, ya sobrio, fui a hacerme un piercing
en la punta del bálano.Y es que estábamos de moda.
* Jon Odriozola - Periodista