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Opiniones

9 de diciembre del 2002

A proposito de la toma del poder - Respuesta a Dri

José Bustos
Rebelión

El articulo de Rubén Dri «
Debate sobre el poder en el movimiento popular» constituye sin la menor duda una contribucion importante al conocimiento de la problematica teorica que se plantea en estos dias en Argentina y en América Latina. Sin embargo, ese articulo contiene ciertas afirmaciones largamente cuestionables. Por ejemplo, en lo que respecta a lo que él llama « La concepcion clasica del marxismo-leninismo que se expresa como « toma del poder ». A ese proposito yo quiero exponer mis puntos de vista.
Hasta el final de los anos 50, en Argentina y en la mayor parte de los paises de América Latina, los partidos comunistas ejercian una verdadera hegemonia ideologica y teorica. Ellos eran, en el campo de la izquierda, y de lejos, los mas numerosos, los mejor organizados y los mas activos a pesar de las condiciones dificiles y riesgosas de la clandestinidad. Los otros partidos de izquierda, socialistas, trotskystas, anarco-sindicalistas, etc. eran minoritarios y no tenian, salvo casos muy excepcionales, una influencia social y politica significativa.
Para los partidos comunistas el problema del poder era extemporaneo. Estos partidos, homogeneizados por la Internacional Comunista, sostenian que nuestros paises no habian alcanzado un grado de desarrollo industrial suficiente y que, por logica consecuencia, no habia una clase obrera suficientemente desarrollada para ponerse a la cabeza de un proceso orientado a la transformacion revolucionaria de la sociedad.
Esta concepcion privilegiaba entonces, como objetivos partidarios, la lucha por el reconocimiento legal (vigencia de la libertades democraticas) y el trabajo de organizacion y conscientizacion de sectores populares. La idea era de hacer de esos partidos organismos influyentes en la vida social y politica de esos paises.
Para alcanzar esos objetivos esos partidos andaban detras de la « burguesia nacional y progresista » a quien le atribuian la capacidad de asumir la defensa de los intereses nacionales frente al imperialismo, de promover el desarrollo economico (lo que redundaria en un crecimiento proporcional de la clase obrera) y, por supuesto, de acordar la tan ansiada legalizacion de esos partidos. En mas de una ocasion estos partidos van a apoyar oficialmente candidaturas de personajes inescrupulosos que muy pronto iban a revelarse mucho menos nacionalistas y mucho menos progresistas de lo que afirmaban durante la campana electoral.
Por otro lado, contra cualquiera veleidad de toma del poder se alzaba lo que vino a llamarse luego « el fatalismo geografico », es decir, la idea largamente difundida entre la militancia de los partidos de izquierda que todo intento revolucionario en América Latina estaba condenado al fracaso debido, precisamente, a la proximidad fisica de los Estados Unidos. Los izquierdistas de origen catolico expresaban lo mismo cuando decian que la América Latina tenia la desgracia de estar muy lejos de Dios y demasiado cerca de los Estados Unidos.
Lo que vino a cambiar las cosas, radicalmente, fue la Revolucion Cubana. La experiencia castrista represento literalmente un cataclismo ideologico y teorico que yo quisiera resumir en pocas palabras : para hacer la revolucion no era necesario esperar el desarrollo economico y el crecimiento paralelo de la clase obrera, y el famoso fatalismo geografico no tenia ninguna razon de ser. Aparte de eso, la Revolucion Cubana exigia reevaluar, en el contexto de nuestros paises, los roles de la clase obrera, y del campesinado y de la importancia estrategica de las zonas rurales.
Es entonces de la interpretacion y de la sistematizacion de la experiencia cubana que va a nacer la nueva izquierda (llamada tambien « castrista » o « guevarista ») la que va a postular la lucha armada y la toma del poder como estrategia central de la revolucion.
No era entonces, como afirma Dri, que unos estuvieran, con respecto a la toma del poder, mas apurados que los otros. Unos lo postulaban como prerequisito indispensable de la revolucion socialista y otros, los PC, ni siquiera querian oir hablar de eso. A tal punto que ese problema del poder fue uno de los motivos por los cuales estos partidos expulsaron a mucha gente en esa época.
La descripcion que hace Dri sobre la toma del poder que nosotros postulabamos, como un supuesto « objeto » y que estaria « en un lugar » determinado es, sencillamente, ridicula. La prueba es, sin duda, que este companero no participo nunca en ninguna de las muchas organizaciones que ejercieron la lucha armada y que postulaban la toma del poder.(*)
Para nosotros, el poder se resumia (y se resume), esencialmente, en una relacion de fuerzas. Una relacion de fuerzas que, dicho sea de paso, no tenia nada que ver con aspectos contables (mas hombres armados, mas material militar, etc.). Nosotros tuvimos, en efecto, hombres y mujeres armados, pero tambien el apoyo de sectores importantes de la poblacion.
Para tener una comprension exacta de esta relacion de fuerzas, que puede ser en extremo sutil, tal vez sea necesario vivirla. Por ejemplo, el poder, que habitualmente se detiene por la fuerza, puede perderse también sin que esa fuerza (policia, ejercito, etc.) sea previamente destruida o neutralizada. Basta que los mecanismos del Estado comiencen a no responder en la medida que se espera y la dominacion de unas clases sobre otras puede desmoronarse como un castillo de cartas. Nosotros vivimos una experiencia de ese tipo, en los anos 60, en el Peru : el poder estuvo a punto de caer, precisamente, como una consecuencia indirecta de nuestras acciones pero, paradogicamente, cuando nosotros no estabamos todavia en condiciones de asumirlo.
En nuestra concepcion lo unico que existe y radica en algun « lugar » preciso son ciertas manifestaciones del poder. Por ejemplo, en los centros de ensenanza, en los organos de comunicacion, en las organizaciones profesionales que representan los intereses de las clases dominantes. Tomar el poder representa la capacidad necesaria para transformar, para cambiar todos los elementos de la sociedad que estan orientados hoy a perpetuar la dominacion y la explotacion de las grandes mayorias.
Una ultima observacion a ese proposito. Para nosotros el poder no es ni siquiera la presidencia de la republica (que Lula acaba de ganar en Brasil, y Lucio Gutierrez en Ecuador), o la mayoria parlamentaria. El poder sigue siendo, en Brasil o en Ecuador, lo que fue para nosotros, una relacion de fuerzas, dicho de otra manera, la capacidad real de llevar a cabo las tranformaciones que se estiman necesarias.
Yo reivindico, por otro lado, la necesidad absoluta del partido politico como instrumento de catalizacion, de organizacion y de lucha por la toma del poder. A pesar de ser consciente y de admitir que un partido que consiga crear un proceso que culmine en la toma del poder puede, efectivamente, tener tendencia a reproducir lo que se ha visto ya en todos los paises del llamado « socialismo real ». Pero, después precisamente de esas experiencias, no creo que esa desviacion sea ineluctable.
Nantes (Francia), 28 de noviembre de 2002.
(*) Nota de la Redacción: Rubén Dri fue miembro, en los años 70, de la organización Peronismo de Base, que postulaba la "guerra popular y prolongada", con el objetivo de toma del poder del estado por medio de la lucha armada.