21 de octubre del 2003
América Latina: Una izquierda sin rumbo
Revolución o reformismo (III parte)
Luis Arce
¿De qué manera la participación electoral de la izquierda latinoamericana ha servido para defender los intereses de los pobres, y sustentar la democracia de un país?
No hay absolutamente ninguna prueba que muestre que la actividad electoral de la izquierda haya sido en beneficio de los oprimidos del continente americano. La izquierda pretende hacer creer que participar en las elecciones y votar por tal o cual de sus candidatos es necesario para avanzar en la lucha contra el hambre, la miseria, la desocupación y otras lacras sociales. La realidad es diferente, y esto se puede ver en 180 años de parlamentarismo y procesos electorales en América Latina. Al contrario de lo que dice la izquierda, el hambre y la miseria han crecido paralelo a los falsos ofrecimientos de la izquierda y la derecha, que en cada proceso electoral han llenado la cabeza de los electores con ilusiones del bienestar social y otras reivindicaciones históricas de los pobres. Si para algo han servido los procesos electorales construidos en tabladillo de circo, esto ha sido para engañar a las masas y profundizar la desigualdad entre pobres y ricos. Como ya lo anotan algunos analistas, se puede sospechar que mantener y ampliar la pobreza conviene a los gobernantes, y una de las razones sería que los pobres son fácilmente manipulables a la hora de las elecciones. Si tomamos como punto de referencia las últimas dos décadas (1980-2003), se podrá observar que los discursos y ofrecimientos electorales, tanto de la izquierda y la derecha, no han tenido otro objetivo que estafar a los electores, y en lo concreto no han aportado nada para resolver los graves problemas como el hambre y la miseria en el seno de la mayoría de la población. Según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), en 1980 los pobres extremos en América Latina eran de 112 millones. Esta cifra en 1986 aumentó a 164 millones. Este drama creció en 1989, y el numero de hambrientos llegó a cerca de 200 millones, y ahora en 2003 se cuentan nada menos que 220 millones de personas (43.4% de la población latinoamericana), que como dice la CEPAL, "viven por debajo de la línea de pobreza, es decir que no cuentan con recursos para acceder a una canasta básica de bienes y servicios". (CEPAL, informe 2002-2003). Por su parte el Banco Interamericano de Desarrollo afirma que en 2003 son 150 millones (más de la mitad de 1980) de personas en Latinoamérica que tienen un ingreso de solo 2 dólares por día, y que 95 millones de las personas consideradas en las cifras de la pobreza son indigentes, es decir gente que no tiene nada cotidianamente.
La curva ascendente del hambre y la miseria en América Latina son algunas de las pruebas muestran que las elecciones no sirven para "defender los intereses de los pobres" y la democracia como propaga falsamente la izquierda o la derecha en cada proceso electoral. Si cada día hay más hambre como muestra la realidad, habría que preguntarse, ¿para qué entonces sirve la participación de la izquierda en las elecciones?. Ahora repetimos lo que alguna vez creo que hemos dicho, respecto a que las élites decadentes de América Latina, no podrían gobernar con tanta tranquilidad, sino contarían con la complicidad política de la izquierda electoral. Como dicen algunos, de no existir esta izquierda habría que inventarla o fabricarla. Esta izquierda se introduce en las organizaciones populares y lleva al seno de las masas la ilusión de que tal o cual proceso electoral, o tal o cual candidato de la burguesía, servirá para resolver los graves problemas económicos y sociales de la población. Vía las elecciones, la izquierda legal es cómplice de los grupos de poder y del imperialismo. Su participación en cada uno de los procesos electores, o su actuación en el parlamento, o en los consejos municipales, no sirve para contribuir a la lucha de liberación, sino más bien para reforzar el poder de las clases que se turnan en el manejo del Estado. Para mencionar un ejemplo, en 1983 Alfonso Barrantes Lingán, líder de la Izquierda Unida (IU) del Perú, ganó las elecciones municipales de Lima. El municipio de Lima (el más importante del Perú) aglutina al 40% de la población peruana (siete millones de habitantes, de los cuales seis viven en la miseria). Su propaganda electoral tuvo como slogan establecer un gobierno socialista en el Municipio y dar inicio a "LA ERA DE LA ALEGRIA". Ofreció también un millón de vasos de leche diarios para los niños pobres de Lima. La "era de la alegría" de Barrantes se convirtió en una pesadilla para los trabajadores del municipio (obreros y empleados), que durante los 3 años de gobierno "izquierdista" tuvieron que enfrentar la más dura represión policial y un permanente recorte de sus salarios que ni siquiera los alcaldes de derecha se atrevieron a hacer. Lo mismo ocurrió con los miles de vendedores ambulantes, que no solo sufrieron persecución y decomiso de sus mercaderías, sino también juicios y encarcelamientos. El millón de vasos de leche, sólo existió en los sueños de los niños pobres de la capital que hasta ahora están esperando la leche prometida por el primer "alcalde socialista, marxista-leninista del Perú". Barrantes Lingán fue repudiado por la población, y al final de su gestión estaba obligado a salir a la calle con una docena de guardaespaldas para que lo protejan de la ira de los pobres de Lima. El mismo ejemplo de Barrantes aconteció en cualquiera de los municipios peruanos que en el periodo 1983-1986 estuvieron administrados por militantes de IU. Los alcaldes izquierdaunidistas, fueron despreciados por las masas y muchos de ellos acusados penalmente por robos, coimas y otros hechos de corrupción. El caso peruano que acabamos de narrar se repite en serie en casi todos los países latinoamericanos donde la izquierda ganó peldaños pírricos de poder, y donde adoptó la misma conducta mafiosa de aquellos que dirigen el Estado.
¿Avance o retroceso en el desarrollo del proceso social?
Equivocadamente se interpreta que la participación de la izquierda en las elecciones, o simplemente en los procesos electorales, ha sido y siguen siendo una expresión del avance político de las fuerzas sociales que luchan por el cambio social y la democracia. Se cree ingenuamente que los grupos de poder, que manejan férreamente el Estado, pueden dejar fuera de su control las elecciones y permitir que cualquier grupo o individuo, adquiera el derecho, vía elecciones, de administrar el Estado como mejor le parezca. Ni siquiera en los países desarrollados donde se piensa equivocadamente que los procesos electorales son puros y democráticos, se deja al libre albedrío de la "voluntad popular" el asunto de elegir tal o cual presidente, o tal o cual parlamentario. En estos países todo está bajo control, y las supuestas sociedades demoliberales ya no son tan democráticas como dice la propaganda occidental. Basta ver Italia, España y otros países, para comprender que los estados democráticos burgueses comienzan a ceder el terreno a los estados fascistas, policiales, corporativos y corrompidos. Bajo el errado criterio de relacionar elecciones burguesas a democracia, se han construido grandes castillos en el aire cuando algún candidato burgués con un discurso atractivo o algún conglomerado de izquierda (frentes amplios, coordinadoras electorales, etc.), ha logrado porcentajes importantes en las elecciones. Hace poco, revistas, diarios, y páginas Webs ligados a la izquierda latinoamericana, no escatimaron espacios ni halagos para referirse a los "triunfos históricos", de Lucio Gutiérrez en el Ecuador, o Lula en Brasil, y hasta Néstor Kirchner un peronista y representante de un sector de la gran burguesía argentina que logró ganarse los favores de una izquierda sin rumbo y lista para la colaboración.
Sin duda, Ecuador y Argentina, son ejemplos de actualidad que muestran por si solo lo lejos que está esta izquierda de una posición de clase y de verdaderas posiciones antiimperialistas. Su subjetivismo político, y su forma abstracta de ubicarse en la lucha cotidiana de las masas, las empuja cada vez más a una crisis total y definitiva. En noviembre del 2002, Lucio Gutiérrez, un ex coronel del ejército ganó las elecciones presidenciales en Ecuador. Este éxito electoral se debió al apoyo que recibió de las más importantes organizaciones populares de este país, y mismo de las organizaciones más radicales de la izquierda de Ecuador. En primera fila apoyando a Gutiérrez se ubicó el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE), el Movimiento Popular Democrático (MPD), la Juventud Revolucionaria del Ecuador, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) que se declara la "voz y el pensamiento de los pueblos indígenas" del Ecuador, el Movimiento de Unidad Plurinacional conocido con el nombre de Pachakutik y otras organizaciones. La promoción que hizo la izquierda ecuatoriana del triunfo electoral de Lucio Gutiérrez se resume en lo dicho por el periódico En Marcha vocero del PCMLE, que en un discurso que bien podría ser parte de una opera dedicada a la fantasía política, señaló lo siguiente:
"Se abre una nueva página en la historia del Ecuador. El triunfo de Lucio Gutiérrez en las elecciones del domingo 24 abre la posibilidad cierta del inicio de un periodo de transformaciones positivas para los pueblos del Ecuador. Las oligarquías y el imperialismo han sido derrotados y los trabajadores y pueblos del Ecuador han obtenido una trascendente victoria política, sin parangón en el pasado...Nuestro Partido, junto a las organizaciones integrantes de Unidad Popular, trabajamos desde la primera vuelta a favor de la candidatura de Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio, porque se gestó en medio de la lucha de las organizaciones populares que combatimos en contra del neoliberalismo y la corrupción, y, porque el programa por ellos levantado para enfrentar la actual crisis del país contiene elementos de contenido popular y de resistencia a la injerencia extranjera, aspectos que, para su cabal ejecución demandan la constitución de un gobierno del pueblo". (1).
A nivel internacional, principalmente en América Latina, la izquierda se contagió del subjetivismo de la izquierda ecuatoriana, y dijo que Gutiérrez "era símbolo de la esperanza popular", y que se "abría una nueva etapa en la lucha contra el imperialismo en Latinoamérica". ¿Y cuál han sido los resultados?. Inmediatamente que Gutiérrez puso el pie en palacio de gobierno, se olvido de sus aliados electorales provenientes de los sectores populares, y buscó un reconocimiento ante el gobierno americano y los grupos de poder de este país. Se alió a los banqueros y a la cúpula de las fuerzas armadas. Lucio Gutiérrez, no ha cumplido ninguna de sus promesas. Ha firmado un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mediante el cual aplicará la receta americana en la economía de este país (privatización de las principales riquezas de Ecuador, incluido el petróleo, austeridad en los gastos del Estado, seguir con la dolarización, y otras medidas antipopulares). Incluso ha ofrecido la participación de las fuerzas armadas de este país para combatir a la guerrilla colombiana.
La izquierda argentina como parte del show de la moda Kirchner
La simpleza en el análisis de la situación social, es actualmente una particularidad de la izquierda latinoamericana. La argentina es otro caso, y la izquierda más radical cayó también en el hechizo del flamante presidente, que como en el Ecuador basto algunas semanas para mostrar que sus discursos eran taparrabo de una línea reaccionaria y proimperialista. La izquierda argentina, más cerca de los simbolismo arcaicos, que de la realidad, creyó que por que Néstor Kirchner invitó a Fidel Castro y a Hugo Chávez a la ceremonia de la toma del poder (mayo 2003), se tenía asegurado un gobierno "antiimperialista" y "tercermundista". La mayor parte de la izquierda argentina, no hizo ningún esfuerzo para oponerse al show mediático de Kirchner y por el contrario contribuyó a que el actual gobierno confundiera a las masas, que en su desesperación, vislumbran milagrosas soluciones a sus problemas sociales. La izquierda no tuvo ningún reparo en deslizar la idea, de que con Kirchner, era posible lograr algunos cambios favorables en el país y enfrentar al imperialismo, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y corregir los males crónicos del Estado argentino. Así la izquierda sin remordimientos de ningún tipo afirmó que con la elección de Kirchner el "imperialismo había sido duramente golpeado". Otros, vieron en el retiro de 52 jefes de las fuerzas armadas y una reunión entre el presidente y las Madres de la Plaza Mayo (2), pruebas de que algo bueno estaba ocurriendo en las alturas políticas de este país. Tampoco faltó quien propuso materializar un "frente común" (al estilo leninista) con el gobernante argentino para "golpear a la oligarquía y al imperialismo y neoliberalismo". Y a reglón seguido un grupo de izquierda, creyó que había llegado el momento de colmar las expectativas populares, y en una "carta abierta al presidente Kirchner" le pedía aumento salarial, un millón de puestos de trabajo, reestatización del petróleo, el gas, no pago de la deuda externa, rompimiento con el Fondo Monetario Internacional, libertad de los presos políticos, etc. (3).
Como ya todos conocen, el presidente argentino firmó un acuerdo con el FMI por el cual se compromete a desangrar a los pobres de Argentina para pagar la deuda externa; los presos políticos siguen presos, y el cambio de mando en las fuerzas armadas no ha modificado en nada el carácter de guardia pretoriana de los militares. El hambre y la miseria siguen viento en popa. Ni los grupos de poder locales ni el imperialismo han sido golpeados. La cosa es tan desastrosa, que el mismo Partido Comunista de Argentina, al inicio bastante entusiasmado con Kirchner, se ha visto obligado a cambiar de rumbo. El sinsabor de los comunistas argentinos se expresa por boca de Patricio Echegaray, el más alto dirigente de este partido. La versión de Echegaray, es un valioso testimonio del drama de una izquierda zigzagueante y a la deriva: "De un día para otro se pasa de un tono violentamente anti FMI, a la firma de un acuerdo que es el más terrible que se ha firmado con el Fondo. Después de una serie de invocaciones patrióticas contra el Águila 3, se habla de la aprobación de la inmunidad, "de menor categoría", a las tropas yanquis. Mucho abrazo con Fidel y después designan un embajador en La Habana que hace declaraciones terribles contra Cuba. Las pantallas distractivas sobre la realidad de la crisis argentina no pueden funcionar eternamente. Y los shows mediáticos en los que se pretende mostrar como victorias las derrotas para la nación argentina, cuando ya se anuncia que no habrá, durante el 2004, aumentos para los trabajadores estatales ni para los jubilados, son maniobras de corto vuelo". (4).
Los hechos que acabamos de anotar, basta para ver claro que la conducta y acciones este tipo de izquierda, tanto en las elecciones o fomentado alianzas en la tenebrosas tinieblas de la reacción, no significa de modo alguno un paso adelante en el proceso de la revolución. Por ello decir que el éxito electoral de esta izquierda refleja un avance en el proceso de lucha de liberación, es una falta de comprensión de la realidad latinoamericana, y no se entiende la naturaleza de las grandes rebeliones populares de los últimos años, que como se conoce se han desarrollado al margen de los criterios políticos de la izquierda oficial. Esta forma de ver el proceso social y político, es una lectura al revés de la historia y de la lucha de clases. Esta simpleza en el análisis es insolvente y salta con garrocha elementos fundamentales que cualquier y el más simple criterio de la realidad política y social latinoamericana está obligado de tomar en cuenta.
Uno de estos elementos es percibir con objetividad la esencia y la naturaleza de clase del sistema electoral implantado en América Latina. Sobre este tema fundamental somos opuestos a una visión superficial de las elecciones controladas por los grupos de poder, hay que señalar que el sistema electoral en América Latina (elecciones presidenciales y parlamentarias, elecciones para alcaldes y regidores, plebiscitos, referéndum, y otros), es una caricatura del sistema electoral establecido por el liberalismo en Europa cuando aún era una fuerza política doctrinaria y coherente. En Europa el liberalismo impone su sistema de gobierno en medio de un largo proceso de lucha y revoluciones contra el absolutismo feudal y los poderes eclesiásticos. La contienda entre el liberalismo y el oscurantismo feudal se da en el terreno militar, y en el campo de las ideas, de la filosofía, del derecho, de la ética, la moral y en todo lo que envolvía el pensamiento humano. Como anota Marx, Camilo Desmoulins, Dantón, Robespierre, Saint-Just y otros, junto a los partidos y la masa de la antigua revolución francesa, cumplieron la misión de su tiempo: hacer "añicos las instituciones feudales e instaurar la sociedad burguesa moderna" (5). En América Latina, las ideas liberales llegan en retazos y son importadas juntos con los soldados a sueldo que vienen del viejo continente a luchar contra el dominio español. Si en Europa se liquida las instituciones feudales para establecer la sociedad burguesa, en América Latina, es diferente y se unifican los intereses de feudales y terratenientes con los intereses de una burguesía inculta y dependiente completamente de las potencias extranjeras. La versión latinoamericana del liberalismo, que desde la instalación de las primeras republicas (1820), deja al descubierto su grotesca imitación del liberalismo europeo del siglo XVIII y XIX, se amalgama con las ideas absolutistas y trazadas de terratenientes, gamonales, representantes de la iglesia católica, caudillos inescrupulosos, dictadorzuelos militares y toda suerte de aventurero político. De esta mezcla surge una "doctrina" para el saqueo, el robo, la trampa, la coima y la corrupción general en los asuntos del Estado. Es este el cuadro donde se fundan los lineamientos del sistema electoral que funciona hasta ahora en Latinoamérica.
Así mismo, para adoptar una posición correcta frente al sistema electoral y sus mecanismos de elecciones, es bueno tener en cuenta la naturaleza del Estado que controla e impulsa los procesos electorales. Hay, por lo menos dos características principales que rodean este tipo de Estado. La principal se refiere a que este Estado (supraestructura política) se erige sobre un sistema económico dependiente, en crisis y en bancarrota. Desde sus orígenes (primeros años del 1800), atraviesa un proceso de descomposición y jamás ha podido administrar completamente un país. Su afán ha sido el robo y el saqueo. Otra de las características es que estos estados, en poder de dos clases decadentes y parasitarias (burgueses y terratenientes), sirven exclusivamente a los grupos de poder y al imperialismo. Estas clases que jamás les ha importado el desarrollo económico y social del país, y menos de sustentar por lo menos un incipiente sistema democrático burgués. Su dependencia es absoluta de las potencias extranjeras. Estas clases, ideológicamente y por el manejo mafioso del Estado, están hundidas en un acelerado fenómeno de lumpenización política. Esta lumpenización, se expresa en la calidad de los gobernantes, y el uso que dan al Estado. En casi todos los países latinoamericanos, los grupos que se turnan en el poder, toman el Estado como si tratara de un botín. La crisis de la sociedad y del Estado oficial es tan profunda en Latinoamérica, que ladrones, criminales, payasos y toda suerte de malandrín tiene el camino libre para pretender la presidencia de un país. En Perú por ejemplo, Alberto Fujimori, o Alejandro Toledo, o Alan García Pérez, son algunas de las últimas muestras del fenómeno de lumpenización en las elites dirigentes y en el Estado.
Partiendo de esta verdad objetiva, y de los acontecimientos históricos cotidianos, ¿por qué habría que pensar que el sistema parlamentario en esta parte del continente americano es expresión de libertad y democracia?. ¿Por qué hay que pensar que una elite lumpenizada, que actúa corrompidamente y sin ningún escrúpulos en el manejo del Estado, va ser partidaria de la democracia y que sería capaz de respetar la voluntad del pueblo, como fue uno de los principios teóricos del liberalismo en su nacimiento?.
Octubre, 16 del 2003.
Notas
1. En Marcha, 27 de noviembre 2002. Vocero del Partido Comunista de Ecuador.
2. "Carta abierta a las madres de Plaza Mayo" (Argentina) es una excelente crítica política del Grupo de Propaganda Marxista (GPM) publicado en setiembre 2003, donde se anota la forma en que las valerosas madres de Plaza Mayo fueron materia de una grosera manipulación por el actual gobierno de este país. El grupo GPM da cuenta de las declaraciones de de la señora Antokoletz (dirigente en 1982 de las madres de Plaza Mayo) donde afirma con coraje el uso político y demagógico de los desparecidos y el problema de las elecciones. El texto de sus declaraciones es el siguiente: "El problema más importante del país no es el de los desaparecidos. El problema más importante es el problema económico. Y yo no creo que tenga solución viendo la manera como ha sido encarado y como se viene encarando. Yo no creo que los partidos que prometen hacer algo lleguen a hacerlo. Ahora se está hablando mucho de las elecciones; junto a otras Madres tuve oportunidad de entrevistarme con muchos políticos de distintos partidos; he oído lo que dicen y he visto lo que hacen. Y si ahora me preguntan a quién voy a votar, yo les digo que no sé a quién voy a votar".
3. Partido de la Liberación de Argentina -PL-, "Táctica flexible y Ofensiva", publicado en Liberación de junio 2003. Liberación es el vocero del PL.
4. Entrevista a Patricio Echegaray, secretario general del Partido Comunista. Publicado en la revista Nuestra Propuesta, número 521.
5. Carlos Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, 1885.